Ya solo quedan 6 días para que se
celebren las elecciones generales convocadas tras el fracaso del líder
socialista, Pedro Sánchez, para alcanzar un pacto de investidura con otras
fuerzas políticas. Hay que recordar lo que el Sr. Sánchez dijo respecto a la
fallida investidura de Rajoy: "La responsabilidad de
que el señor Rajoy pierda la investidura es exclusiva del señor Rajoy por ser
incapaz de articular una mayoría".
Pues eso, el único responsable ahora de que repitamos las elecciones generales
se llama Pedro Sánchez por haber sido incapaz de articular una mayoría. Y no
será por falta de experiencia porque Pedro Sánchez es el único candidato de
nuestra historia democrática a la investidura que por dos veces ha perdido la
votación. Todo parece indicar que el problema para alcanzar
acuerdos de gobierno no está en los demás, sino en el propio Pedro Sánchez.
Quedan seis días para la
repetición de las elecciones y llueven las encuestas que parecen coincidir al
menos en las tendencias, excepción hecha, claro está, de la macroencuesta del
Centro de Investigaciones Sociológicas dirigido por el inefable Sr. Tezanos
que, por cierto, tuve como profesor en la UNED. Pero si hay algo significativo
en todas las encuestas es que a seis días de las elecciones casi un tercio de
los votantes no tiene aún decidido su voto por lo que esta semana puede
resultar decisiva para que se pueda producir un vuelco electoral. Todas las
posibilidades están abiertas desde que se reproduzca un triunfo insuficiente
del PSOE para poder intentar formar gobierno sin el apoyo de los
independentistas hasta que el centro derecha, a pesar de su fraccionamiento,
logre sumar los escaños suficientes como para poder formar gobierno.
Seis días de campaña pueden
servir para mucho, para inclinar la balanza en favor de un lado u otro del
espectro político. Atrás queda la farsa de las negociaciones del PSOE con los
podemitas y su lamentable espectáculo suplicando la abstención de los demás “gratis
total” para que el Sr. Sánchez fuera investido Presidente del Gobierno por su “cara
bonita” sin tan siquiera ofrecer a cambio un pacto de estado para tratar de reconducir
el problema más grave que afronta nuestra nación, el desafío independentista;
atrás queda la utilización electoralista del traslado del cadáver de Francisco
Franco, único compromiso cumplido por el Sr. Sánchez de todos los que desgranó
en la moción de censura y que ha servido, entre otras cosas, para desenterrar
viejos odios y rencores y para que afloren toda clase de mentecatos y
embusteros, como la Sra. Irene Montero, pregonando la falacia de que España es
el segundo país del mundo con más fosas comunes en las cunetas; atrás queda la indecencia política de los socialistas puesta de manifiesto en sus pactos locales y autonómicos al ponerse de acuerdo con los independentistas o con los herederos de la ETA para copar el gobierno de instituciones públicas; atrás quedan muchas otras cuestiones pero sus ecos van a resonar durante estos próximos días como los pésimos datos del empleo o la progresiva desaceleración económica que nos aboca a otra crisis económica sin que el Gobierno de España haya adoptado ni una sola medida para corregir el rumbo económico.
El principal problema que tenemos
por delante es resolver, o por lo menos poner las bases necesarias para su
futura resolución, la situación de Cataluña. Una minoría independentista está
usando todos los medios a su alcance, legales o ilegales, para imponer sus
objetivos sobre más de la mitad de la población catalana y sobre el conjunto
del pueblo español. No tienen ni siquiera el respaldo electoral suficiente pero
ello no ha sido obstáculo para que empleen incluso la violencia para alcanzar
sus propósitos. No se trata del “problema catalán”, no. Se trata de un problema
español, nacional. Y no se puede seguir jugando con el lenguaje, ni disfrazando
la realidad.
No cabe diálogo alguno con quienes pretenden, desde posiciones
racistas y xenófobas, destruir la soberanía del pueblo español. No cabe diálogo
alguno con quienes no respetan la democracia, con quienes nos niegan la existencia
como Nación para poder reivindicar la suya. Cuando dicen diálogo, quieren en
realidad decir rendición. Pues bien, este grave problema requiere ideas claras
y firmeza democrática. Quienes edulcoran la realidad enarbolando un diálogo
imposible no sirven; quienes ignoran la realidad hablando de “nacionalidades”,
sacando el término del contexto histórico en el que se introdujo en la
Constitución, tampoco.
Siendo éste el principal
problema, tampoco podemos olvidar el desempleo, la economía. Los datos más
recientes son más que preocupantes. La desaceleración es más que evidente y se
refleja en la pérdida de la capacidad de creación de empleo, salvada en el
último trimestre por la creación de empleo público.
Europa ya le ha tirado de
las orejas al gobierno sanchista: sus previsiones presupuestarias son tan
sólidas como la tesis doctoral del titiritero de la Moncloa y hay que recortar
7.000 millones de euros que, como siempre, terminarán afectando sobre todo a la
clase media.
Ante este panorama, los ciudadanos
de centro derecha tenemos tres opciones electorales significativas: PP, C´s y
Vox. Cada uno de nosotros debemos hacer en primer lugar un esfuerzo por
promover la participación en nuestro entorno electoral afín. Y en segundo lugar
valorar cuál de estos partidos puede afrontar mejor el problema del
independentismo y el problema económico. Ojalá que el centro derecha hubiera
concurrido con un mayor grado de integración a estas elecciones porque la
situación de España lo requería, pero no ha sido posible. Con las encuestas en
las manos, aún estarían a tiempo de retirar aquellas candidaturas sin
posibilidades de obtener representación en las circunscripciones electorales
más pequeñas, pero lamentablemente no lo harán. Así que nos toca a los
electores votar con más inteligencia y eficacia para no regalar escaños a la
izquierda al dispersar nuestro voto en opciones políticas sin posibilidad de
éxito. Y en cada provincia será distinto.
Yo esta vez lo tengo más claro
aún. En Alicante la izquierda está entregada al pancatalanismo desde el PSOE
hasta los podemitas, pasando por los errejonistas de la mano de Compromís. Y
por el centro derecha sólo el Partido Popular, con el que he sido muy crítico,
me ofrece la confianza suficiente, por su potencia, por su programa y por sus
candidatos como para darle mi apoyo el próximo 10 de noviembre. Sé que con
ellos la Provincia de Alicante estará mejor representada que con sus rivales
electorales.
Santiago de Munck Loyola