El cinismo de este independentista,
racista y xenófobo, produce arcadas. Él, al igual que todos los demás xenófobos
independentistas que han salido a la palestra estos días para no condenar a los
CDR, da asco y no sólo por su escaso bagaje cultural, sino por la perversión
intelectual que se deriva de su discurso.
Hay que decir las cosas
claras. Los Comandos de Defensa de la República (CDR) son y han sido siempre
violentos. Lo son desde el primer día que hicieron su aparición porque sólo de
violentas pueden calificarse la mayor parte de sus actuaciones callejeras.
Violencia es agredir a las fuerzas de orden público; violencia es montar
barricadas en autopistas, calles o vías de tren para impedir que la gente pueda
circular libremente por ellas; violencia es organizar piquetes para obligar a
cerrar comercios; violencia es toda actuación tendente a coaccionar la libertad
de elección de los demás ciudadanos. Sí, todo eso es violencia y cuando el Sr.
Torra les animaba a que “apretasen” más a lo que les estaba animando era a ser
más violentos. Y lo han hecho, los CDR o parte de ellos han subido un peldaño
más en la escalera de la violencia.
Comprar material para fabricar explosivos,
planificar sabotajes de infraestructuras públicas o el asalto al Parlamento
regional de Cataluña es violencia y más específicamente violencia terrorista,
aunque dichas acciones se hayan quedado sólo en su fase de tentativa gracias a
una investigación judicial y a una intervención policial. No hace falta pegar
un tiro en la nuca a alguien para que exista terrorismo, basta con intentarlo.
Treinta agentes de los
Mossos d’Esquadra resultaron heridos el 21 de diciembre de 2018 en los
incidentes por las protestas de los Comités de Defensa de la República (CDR)
contra la reunión del Consejo de Ministros en Barcelona. ¿No fue eso una
manifestación clara y rotunda de violencia?
Tras la detención de
Puigdemont en Alemania los CDR salieron a la calle en abril de 2018 con asaltos
violentos a instituciones, destrozos del mobiliario urbano y corte de
carreteras y el 28 de abril del mismo año los partidos independentistas se negaron
a condenar la violencia de los CDR en el Parlamento catalán. ¿Por qué habrían
de condenar ahora el hecho de que los CDR hayan subido un escalón más en el
podio de la violencia?
Son los independentistas los
que desde el primer día están banalizando la violencia en todas sus formas y
ahora lo hacen incluso banalizándola en su formato terrorista. Con ello no
hacen otra cosa que “bendecir” el uso de la violencia como un instrumento más
al servicio de la causa independentista. Es cierto que la inmensa mayoría de
los independentistas no son violentos, pero cuando los líderes de los partidos
independentistas son incapaces de trazar una línea roja entre demócratas y
violentos, cuando asumen la defensa a ultranza de “sus” violentos no pueden
extrañarse de que su imagen se confunda con la de los violentos y la de los
aprendices de terroristas.
El independentismo actual
nació de la mano de la corrupción del clan Pujol y no supo soltar amarras en el
momento preciso y ahora se mantiene de la mano de los más violentos, de quienes
prefieren la barricada al escaño, el adoquín al argumento, el pasamontañas a la
razón, el explosivo a las urnas. Deberían saber ya que esas compañías
terminarán por morder la mano que les da de comer y que ese camino solo lleva a
la cárcel.
Santiago de Munck Loyola
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