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martes, 8 de octubre de 2019

9 de octubre. Su fiesta.



Hoy 9 de octubre se celebra el Día de la Comunidad Valenciana. En este día se conmemora la entrada del Rey aragonés Jaime I en la ciudad de Valencia en el año 1234, para liberarla del dominio musulmán. En 1976, los parlamentarios de las tres provincias que hoy componen la Comunidad Valenciana acordaron señalar en el calendario el 9 de octubre como jornada de afirmación autonómica, naciendo el Día Nacional del País Valenciano que posteriormente sería transformado en Día de la Comunidad Valenciana.

Por tanto, una festividad exclusivamente valenciana que rememoraba un hecho histórico relativo a la ciudad de Valencia fue elevada a la categoría de festividad regional ignorando con ello otros hechos históricos de los demás territorios de similar relevancia. Y da la sensación, además, de que para imponer ese relato histórico como seña de identidad común es preciso ignorar que para los alicantinos  tuvo mucha más relevancia la conquista militar de la ciudad que finalizó el 4 de diciembre de 1248 con las tropas del rey castellano Fernando III el Santo, dirigidas por su hijo el infante Alfonso, el futuro Alfonso X el Sabio. La designación del día 9 de octubre como fiesta autonómica, como Día de la Comunidad Valenciana, carece de sentido porque expresa claramente un sentimiento centralista de Valencia al convertir una efeméride puramente local en una festividad para las tres provincias. La fecha en la que celebrar la festividad de toda la Comunidad, de todos los territorios que constituyen el ente político autonómico debería ser una fecha con significado común para las tres provincias y esa fecha no puede ser otra que la conmemoración del día en que las tres provincias quedaron vinculadas y pusieron en marcha la nueva Generalidad Valenciana, es decir, el 1 de julio que es cuando el estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana fue aprobado por primera vez por la Ley Orgánica 5/1982, de 1º de Julio. 

Mal se puede construir un proyecto común cuando se empieza por imponer una visión histórica no compartida y se difuminan los antecedentes singulares de sus integrantes. Si a ello se añade un largo recorrido administrativo, económico, cultural y político marcado por el centralismo de los políticos valencianos y la sumisión de todos los territorios integrantes de la Comunidad a los intereses de una sola Provincia, el fracaso político del ente autonómico está más que garantizado.

Tras 37 años de la aprobación del primer Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana el balance para Alicante no es todo lo positivo que debería ser. Hay un dato muy revelador: hoy los alicantinos son más pobres respecto a los valencianos que hace 37 años, la brecha económica entre las dos provincias y, por tanto, la brecha en el nivel de bienestar de sus habitantes se ha agrandado. Cuando una administración pública no sólo no consigue la convergencia económica y social entre sus territorios sino que además la empeora ha fracasado. 

Año tras año, los informes de instituciones como el Instituto de Estudios Económicos de la Provincia de Alicante, INECA, cuantifican la discriminación presupuestaria que padece Alicante y detallan los perniciosos efectos en el desarrollo y el bienestar social de los alicantinos. Y ello exige respuestas del conjunto de la sociedad alicantina, soluciones para revertir una situación que gobierne la derecha o la izquierda no tiene visos, hoy por hoy, de cambiar.

Lamentarse, quejarse o protestar que es lo único que algunos políticos alicantinos hacen, sobre todo cuando están en la oposición o en períodos electorales, no sirve absolutamente de nada. Hay que poner en la agenda política propuestas concretas, soluciones realistas para empezar a construir un futuro mejor para toda la Provincia de Alicante.

Santiago de Munck Loyola

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