Pronto la administración autonómica cambiará de
manos. Tras la desastrosa gestión del Partido Popular, la Generalidad
Valenciana pasará a estar gobernada por un bipartito compuesto por el PSPV y
Compromís, presidido por Ximo Puig, y apoyado parlamentariamente por Podemos.
Estas tres fuerzas políticas han firmado el 11 de junio de 2015 un acuerdo, el
Pacto del Botánico, que siendo desconocido por la mayoría de los ciudadanos
marcará el rumbo político de los próximos cuatro años. Este acuerdo, que no
llega a ser un programa de gobierno, fija una serie de directrices políticas
que van más lejos, según algunos comentaristas políticos, de lo que el PSPV
postulaba en su propio programa y obliga a este partido a asumir las propuestas
de Compromís y Podemos.
El Pacto del Botánico se divide en cinco grandes
grupos de propuestas: el Rescate de personas, la Regeneración democrática y
lucha contra la corrupción, Gobernar para las personas, un Nuevo modelo
productivo y una Financiación justa y auditoría ciudadana. En cada uno de estos
apartados se enumeran una serie de propuestas y se hace, por regla general, de
forma bastante imprecisa y, por supuesto, sin cuantificar. El trasfondo
ideológico de este documento ya es conocido, llevamos meses escuchándolo en los
medios de comunicación a los tertulianos de Podemos. Se promete establecer la renta
garantizada de ciudadanía sin cuantificar, por supuesto su coste económico ni
su alcance social; se promete “asegurar que todas las familias puedan acceder a
un consumo mínimo” de luz, agua y gas y no cabe más remedio que preguntarse qué
quieren decir con esto porque el derecho al acceso a un consumo mínimo de estos
suministros ya existe y otra cosa muy diferente es lo relativo al pago de ese
consumo mínimo. Cuando hablan de “todas las familias” ¿significa realmente
todas?; prometen crear una “Oficina de lucha contra el fraude y la corrupción,
que debe ser un organismo independiente con autonomía presupuestaria encargado
de la investigación y la prevención”, es decir, más gasto público, otra
poltrona innecesaria que pretende suplantar las funciones de la policía y la
fiscalía; omiten, en el apartado de la regeneración, algo tan importante y
elemental como potenciar las incompatibilidades para que nadie pueda ocupar
simultáneamente dos cargos públicos; prometen una “auditoría ciudadana” de la
deuda de la Generalidad pero no explican en qué consiste ese nuevo invento y
proponen la “creación de una Agencia Tributaria propia, de acuerdo con lo
establecido en el Estatuto de Autonomía” algo que, por cierto, no está recogido
como tal en el Art. 69.1 del Estatuto y olvidan o desconocen, además, que ya ha
sido creado al amparo de ese artículo el Instituto Valenciano de Administración
Tributaria.
Pero este documento que es de por si preocupante
por la falta de consistencia de muchas de sus medidas lo es también, además,
por lo que omite y que afecta de forma especial a la discriminada Provincia de Alicante.
No se olvidan los del tripartito de mencionar la reclamación de la Deuda
Histórica al Estado, pero sí se olvidan de la Deuda Histórica de la Generalidad
Valenciana con la Provincia de Alicante a la que lleva décadas discriminando
presupuestariamente. Se trata de una deuda real y cuantificable que ningún
partido salvo Esperanza Ciudadana se atreve a reconocer y a exigir. Reclaman la
dotación de infraestructuras estratégicas pero no dedican ni una línea a las
infraestructuras hidrológicas que nuestra sedienta provincia necesita para su
agricultura y su desarrollo empresarial. Y, para colmo, dicen que van a
impulsar la integración de las diputaciones en la Generalidad asfixiando así la
más mínima capacidad gestora de carácter provincial.
En definitiva, el Pacto del Botánico no augura nada
bueno para nuestra provincia. Ni por las políticas de sobrecarga del gasto
público que pretende desarrollar con una administración ya arruinada, ni por la
deliberada omisión de las necesidades más elementales para garantizar el
progreso de Alicante. Si la Generalidad Valenciana ya ha demostrado su inviabilidad económica, terminará con esta línea por demostrar su inviabilidad política. Y sorprende mucho el silencio sobre este documento de los
dos principales partidos de la futura oposición, quizás porque uno anda aún
noqueado y porque el otro no se sabe si sube o si baja.
Santiago de Munck Loyola