Tras los resultados electorales
del pasado 24 de mayo se empiezan a hacer públicos diferentes estudios que
tratan de explicar qué es lo que realmente ha sucedido, cómo y por qué se ha
producido este vuelco electoral. Uno de los primeros en aparecer ha sido un
estudio publicado en el Diario ABC que trata de explicar dónde han ido a parar
los votos de 1.500.000 de españoles que han dejado de votar al Partido Popular.
Según apunta este diario la formación encabezada por Mariano Rajoy ha pasado de
casi 8,5 millones de votos y 26.500 concejales a seis millones de votantes y
22.750 ediles. En porcentajes, el PP se ha dejado más de diez puntos: el 37,54
por ciento de los votantes españoles que apostaron por estas siglas en 2011 se
quedaron el domingo en un 27,05 por cien de los sufragios. Según ABC “el resultado final apunta a que los votos
perdidos por el PP que no han ido a parar a Ciudadanos han acabado nutriendo a
la izquierda, rentabilizados por Podemos, bien porque una parte del electorado
de centro que en su día confió en el PP ha virado hacia opciones de izquierdas,
bien porque se han tornado en abstención”.
Sin embargo, más escandaloso es
el resultado en la Comunidad Valenciana. De 1.211.000 votos obtenidos en 2011,
el PP pasa a 653.000 votos en 2015, casi la mitad de sus votos perdidos, lo que
en porcentajes supone pasar del 48,61 % al 26,25 %. De estos 558.000 votos
perdidos parece que Ciudadanos recoge algo más de la mitad, 306.000 votos. Y
algo parecido ha ocurrido en la Provincia de Alicante donde el PP pasa de
405.000 votos en 2011, a 223.000 en 2015, pescando C’s 114.000 votos. Todo
parece indicar que el crecimiento electoral de Ciudadanos no se debe únicamente
al trasvase de votos populares, sino también y considerando el derrumbe de
UPyD, a la captación de votos del partido de Rosa Díez.
En resumen, prácticamente la
mitad de los antiguos votantes del PP le ha retirado su confianza en la
Comunidad Valenciana y en concreto en la Provincia de Alicante. Y casi la mitad
de esos votos fugados ha ido a parar a un partido de centro izquierda,
Ciudadanos, mientras que otra buena parte, casi la mitad, se ha refugiado en la
abstención.
No puede ser más desolador el
panorama electoral para el votante de centro derecha, al menos en nuestra
provincia. Tiene ante sí un Partido Popular que además de haberle traicionado
sistemáticamente y de haber gobernado a caballo entre la incompetencia y la
inmundicia, no es capaz de iniciar un profundo cambio de estructuras y de
proyecto. Siguen los mismos, sin asumir responsabilidades y con una única
misión: encontrar un salvavidas personal en medio del naufragio. Y tiene ante
sí pequeños proyectos políticos, unos incapaces de traspasar el dique mediático
y otros incapaces de desprenderse de sus ataduras localistas para embarcarse en
una gran tarea como es construir un proyecto alicantino moderno y anclado en
los principios y valores abandonados por los populares.
Y, sin embargo, hay madera, hay
leña con la que encender un buen fuego. Hay cerca de 100.000 alicantinos que
han abandonado al PP y que se han abstenido y seguramente habrá más votantes
populares que, vista la pusilánime reacción de sus dirigentes provinciales,
terminarán por abandonarlo también.
No es hora de lamentos; no es
hora de levantar miedos frente a quienes legítimamente han ganado las
elecciones; no es hora de azuzar odios ni discordias. Es la hora de la generosidad,
del trabajo, de la imaginación y de la política con mayúsculas. Es hora de
construir entre todos un proyecto liberal, moderado, regenerador y
alicantinista que ofrezca soluciones a los ciudadanos y que sepa exigir y
conseguir lo que a esta tierra pertenece. Un proyecto político que no dependa
de los despachos de Madrid, ni de Valencia o de Barcelona como en estos días
vemos en relación a los pactos poselectorales. Es hora de ponerse manos a la
obra y de converger voluntades, porque si no dentro de cinco meses los
alicantinos seguiremos sin una representación genuina en las Cortes Generales.
Santiago de Munck Loyola
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