Para entender muchas noticias que
afectan al Partido Popular y a sus representantes institucionales es necesario saber cómo funciona internamente. La
designación de quienes han de ser elegidos como parlamentarios o concejales no
depende de los cientos de miles de afiliados del PP. Su designación como
candidatos se hace a través de Comités Electorales nombrados desde arriba que
se limitan prácticamente a designar a los que desde arriba les señalan. No
cuenta el mérito, ni la capacidad, ni, por supuesto, el respaldo de las bases
del partido. Cuentan las amistades, las influencias y, en no pocos casos, el
servilismo. Existe un fuerte déficit de democracia interna que es el que
termina generando problemas y, a veces, escándalos. Buena prueba de ello, es la
trayectoria política de un diputado autonómico de Madrid con el que hace años
colaboré, José Cabrera Orellana. Se podría decir que es prototipo del arribismo
y del amiguismo en el Partido Popular.

Hace unos días, los medios de
comunicación se han hecho eco de la renuncia al escaño del Diputado Popular en la Asamblea de Madrid, José
Cabrera Orellana, tras 16 años como parlamentario, coincidiendo casualmente con
la expiración del plazo dado a todos los diputados (el 15 de octubre) para que
presentasen una declaración escrita describiendo todo el patrimonio que poseen.
Según el Diario El País, Cabrera ha justificado su renuncia en que “no quiere poner en riesgo el vasto
patrimonio que ha atesorado para él y sus hijos desde que arribó hace muchos
años a Madrid procedente de su Extremadura natal” confesando que lo hizo “con una mano delante y otra detrás”.
El Diputado José Cabrera también
fue objeto de atención por parte de los medios de comunicación en 2012 y no
precisamente por su labor como parlamentario, prácticamente inexistente. En
febrero de 2012, Metro
de Madrid incorporó a su plantilla a un hijo del portavoz de Transportes del PP
en la Asamblea
de Madrid que casualmente era José Cabrera Orellana. Esta incorporación se hizo
mediante un contrato "de relevo", como "subjefe de
servicio" con un nivel salarial 3 y una retribución bruta anual de 46.000
euros. Y este fichaje tuvo lugar un mes después de que Metro redujera a la mitad
su cúpula directiva y de que redujese a la mitad la composición de su Consejo
de Administración dejando fuera a los representantes sindicales y de los
usuarios.

También en 2012, José Cabrera fue
objeto de críticas y denuncias por parte de grupos ecologistas por sus
actuaciones en una parcela en Carabaña, junto al río Tajuña, en la que,
ignorando la legislación, ajardinó toda la franja de policía y el dominio
público hidráulico, arrasando el bosque y construyendo escolleras y un vallado para
impedir el libre acceso al río.

¿Cómo llegó Cabrera a ser
diputado autonómico del Partido Popular? Pues gracias al molino de la casa de
Rodrigo Rato en Carabaña. En abril de 1994 Rodrigo Rato fue acusado por el
alcalde de Carabaña, de Izquierda Unida, de haber desviado el agua del cauce
del río Tajuña para llevarla al molino de su casa. A parte de muchas críticas,
Rodrigo Rato recibió el apoyo de un vecino de Vallecas y veraneante en Carabaña
que formaba parte del movimiento asociativo de la localidad, José Cabrera. Y
este respaldo tuvo premio. En 1996, José Cabrera, comercial de venta de
baterías, votante de izquierdas, sin experiencia ni formación política y recién
afiliado al Partido Popular fue nombrado, nada menos, que Secretario de Pueblos
del Partido Popular de Madrid.
Durante más de dos años colaboré,
junto con dos concejales más de Rivas-Vaciamadrid, como asesor jurídico de los
grupos municipales. Hay que destacar dos obsesiones de Cabrera en aquella
época: de una parte que los miembros del equipo debíamos identificarnos como
seguidores de Rato (“Cuanto mejor le vaya a Rodrigo mejor nos irá a nosotros”)
y de otra que no debíamos poner el nombre del autor en los informes jurídicos
que hacíamos, sino “Secretaría de Pueblos”. Eran épocas de etiquetas o te la
ponías o te la ponían aunque no quisieras. Recuerdo que en una ocasión Cabrera
me dijo “Santiago, no vales para la política porque eres un intelectual y aquí de
lo que se trata es de vender”. Sin comentarios.
El caso es que en 1999, el
converso Cabrera fue incluido en las listas del Partido Popular a la Asamblea de Madrid y así
durante tres legislaturas más. Y de paso, Rodrigo le promovió para ser
consejero de Bankia y de RTVE. Y en este tiempo pasó de ser comercial de venta
de baterías a convertirse en “Técnico en Desarrollo Comercial y especialista en
Mercado Internacional del Sector de Automoción”, ahí es nada, a ser dueño de
seis empresas, por las que factura al año al menos 6,2 millones. Su esposa
aparece además como administradora de las mercantiles Ecovega Máster y
Mercabatería, cuyas ventas superaron entre 2011 y 2013 los ocho millones de
euros. Las sociedades de Cabrera Orellana comparten domicilio social con las
firmas de su mujer.
Es evidente, ante casos como
éste, que el Partido Popular necesita una profunda reforma estatutaria para que
los militantes tengan la capacidad de decidir quienes han de ser los candidatos
en las instituciones y para controlar que su actividad parlamentaria y política
sea la adecuada. Mientras siga primando el amiguismo, el compadreo, el
padrinazgo y el nepotismo las instituciones públicas seguirán siendo un
paraguas para medrar personalmente y un semillero de abusos. No es posible
hablar de regeneración democrática de nuestro sistema si no se empieza por
regenerar a los propios actores del mismo, es decir, a los partidos políticos.
Y la mejor regeneración empieza por mayores dosis de democracia interna.
Santiago de Munck Loyola