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jueves, 14 de abril de 2016

Entre todos la mataron y ella sola se murió.


Rajoy no debe ganar para sustos. A uno o dos escándalos semanales de corrupción que salpican a políticos del PP no es para menos. ¡Vaya semanita! Primero el Ministro Soria que aparece en los papeles de Panamá con tres explicaciones distintas y después aparece con una sociedad en Jersey;  el Alcalde de Granada y la concejala de urbanismo detenidos por la policía, el Ayuntamiento patas arriba y todo ello con un despliegue y una escenografía como si se tratara de la detención de un comando yihadista y con bronca por medio entre el poder judicial y la policía que, al parecer, ha actuado por su cuenta; otro día Hacienda poniéndole las pilas fiscales al ex Presidente Aznar, multa incluida, por “haberse marcado un Monedero”; sin olvidar, claro, a Esperanza Aguirre descolgándose con la idea de que Felipe González pudiera ser propuesto para la Presidencia del Gobierno. Y la cosa no quedará seguramente ahí, porque con unas elecciones generales en ciernes dentro de poco más de dos meses, siempre y cuando el Sr. Pedro Sánchez no termine por entregarse abiertamente a podemitas e independentistas, es muy probable que afloren nuevos escándalos. Y cuando no se trate de escándalos siempre habrá algún notable del PP que se encargará de remover las aguas con declaraciones más o menos pintorescas,  bien presentando un libro o bien reclamando cambios internos en cuanto vislumbre que se puede quedar sin poltrona.

Lo que está ocurriendo era de esperar, es lo normal que tenía que ocurrir con un partido que funciona como funciona y que aún no ha hecho los deberes internos. Presume el gobierno del PP de haber aprobado en la anterior legislatura más medidas contra la corrupción que ningún otro gobierno. Y es posible que sea así. Pero el partido del Gobierno, el Partido Popular, no ha movido su estructura, sus estatutos y su funcionamiento interno ni un centímetro desde hace muchos años, demasiados. Es difícil aprobar un examen estudiando solo el día anterior. Hacen falta hábitos de estudio, constancia, muchas horas de codos para superar con tranquilidad un examen. Y eso no se ha hecho en el PP. Estamos asistiendo a la recolección de toda una cosecha de corruptos, pero no es espontánea, no es casual. Hace muchos años que sus semillas fueron sembradas gracias a unas estructuras internas que promocionan a los cargos públicos a través del “dedazo” a amiguetes, familiares, oportunistas o trepas y que han podido hacer lo que han hecho gracias también a unas estructuras internas que impiden el control de la militancia de esos cargos públicos. Los mismos Estatutos, las mismas estructuras internas y los mismos hábitos políticos que instalaron en cargos públicos a los Rus, los Granados, los Soria o los Matas, por citar solo algunos, siguen vigentes en el Partido Popular. Y las nuevas caras jóvenes y presuntamente regeneradoras del PP deben sus cargos y su protagonismo político a esos mismos Estatutos, a esas mismas estructuras internas y a esos mismos hábitos políticos que han propiciado el florecimiento escandaloso de los casos de corrupción.

La inmensa mayoría de la gente del PP es gente honesta, el PP cuenta con cientos de miles de afiliados honrados y trabajadores, pero lamentablemente pintan muy poco en el seno del partido. Y ello es así porque el PP lleva en su genética estatutaria todos los ingredientes para que los casos de corrupción no sean simples casos aislados. Y algo parecido le pasa al PSOE cuya distribución de poder territorial impone unos equilibrios internos que le impiden afrontar, entre otros, los mayores casos de corrupción de la historia de España: los Eres y los cursos de formación de Andalucía.

El centro derecha español necesita un partido limpio, democrático, fuerte, pegado a la calle y a las necesidades de la gente. Y, hoy por hoy, el PP no responde a esa necesidad, el PP ha aplazado cualquier reforma interna para el año que viene conformándose, de momento, con ser el refugio del voto del miedo y renunciando a ser la plataforma del voto de la esperanza, del cambio y de la solución de los graves problemas económicos, sociales, territoriales y éticos que ensombrecen el futuro de los españoles. Al PP lo están matando entre todos, sobre todo los de dentro, y se morirá seguramente celebrando una pírrica victoria.

Santiago de Munck Loyola



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