La
provincia de Alicante, nuestra provincia, necesita iniciar un profundo cambio
en su tejido político para conquistar el puesto y el protagonismo que por su
peso le corresponde en el mapa español. Esta necesidad de cambio se deduce
claramente de la constatación de dos circunstancias que objetivamente no pueden
negarse y que están íntimamente ligadas. La primera circunstancia es que
Alicante no recibe ni del Estado ni de la Comunidad Autónoma el trato inversor
que por su población y características merece. Las cifras cantan y demuestran
una realidad más que preocupante. Nuestras actuales circunstancias económicas,
tasa de desempleo o renta media, por ejemplo, son consecuencia directa de años
de desequilibrio inversor, del lastre que supone una administración autonómica
arruinada que asfixia nuestra potencialidad y de la ausencia de políticas y
proyectos nacidos desde Alicante y para Alicante. Somos la cuarta provincia
española más poblada con 1.950.00 habitantes, la quinta en densidad de
población y la tercera provincia española en número de residentes extranjeros
(más del 24 % de la población) de los cuales más de 184.000 son ciudadanos
comunitarios. Y, sin embargo, por poner dos ejemplos, la inversión en infraestructuras
del Estado en la provincia nos situó este año en el puesto 40 y
tradicionalmente somos la provincia que menos inversiones percibe de la
Generalidad Valenciana. Tenemos una tasa de desempleo superior a la media
nacional a pesar de la peculiaridad que supone la población residente
comunitaria, las pensiones medias de los alicantinos son inferiores a la media
nacional y nuestro nivel de bienestar es un 14 % inferior a la media española.
Da la sensación que para muchos Alicante no existe desde una perspectiva
política.
La
segunda circunstancia que exige un profundo cambio es la situación, la
composición y la actuación de su actual tejido político. Son los actuales
actores del sistema político y el propio sistema en si los causantes de que
Alicante esté como está. Es evidente que la fotografía actual de nuestra
provincia se debe a quienes han gobernado sus instituciones durante los últimos
años y a quienes han sido incapaces de promover alternativas creíbles. Todos
los resultados electorales de nuestra provincia de los últimos años señalan que
el electorado alicantino se inclina de forma mayoritaria por opciones de centro
derecha, casi el 60 % de los votantes, y dentro de este espectro político la
fuerza mayoritaria ha venido siendo el Partido Popular. Mientras, la izquierda
se ha mantenido fragmentada (UPyD, PSPV, EU, Compromìs, etc.) y dentro de ella
el partido mayoritario, el PSPV, ha sido incapaz de apaciguar sus disputas
internas y de generar, al menos en la capital, un discurso mínimamente creíble;
en el campo del centro derecha el PPCV ha mantenido una clara hegemonía que,
sin embargo, empezó a quebrarse en los últimos años. De hecho, ya en los
comicios municipales, los partidos independientes nacidos de escisiones del PP
alcanzan la nada despreciable cifra del 10 % de los votos en la provincia.
Grupos y partidos organizados en torno a figuras como Domigo Soler en la Vega
Baja, Miguel Picher en Elche o Gema Amor en Benidorm, por citar solo a algunos,
ponen de manifiesto que el monolitismo popular está terminando un ciclo
político. Orihuela, Elche, Catral, Benidorm, Torrevieja, Albatera,… son algunos
de los municipios en los que este fin de ciclo se está poniendo de manifiesto.
El
centro derecha alicantino no puede seguir monopolizado por un partido incapaz
de combatir la corrupción, enemigo de la regeneración democrática, dirigido por
arribistas, medradores e incompetentes, camarillas de incapaces que han
arruinado esta Comunidad y que no pueden defender los legítimos derechos de los
alicantinos porque son individuos sometidos a condicionantes e hipotecas
exteriores. La manifiesta incompetencia de José Ciscar, la falta de escrúpulos
éticos de su mano derecha José Juan Zaplana y los variopintos clanes y tribus
familiares que desde hace años controlan, monopolizan y manipulan el centro
derecha no pueden, ni quieren apostar por una provincia fuerte y pujante.
Alicante
cuenta con un potencial humano y territorial de primer orden que se encuentra
frenado por una clase política y unas estructuras políticas que la asfixian. La
dependencia política y administrativa de la Generalidad Valenciana es otra losa
sobre el futuro y el progreso de nuestra provincia. Por ello es la hora de la
valentía y de la responsabilidad, de la generosidad y de la altura de miras,
sin complejos y con convicción. Los ciudadanos y los políticos que no tienen
otra hipoteca que la del servicio a sus vecinos, los que creen en Alicante y en
su gente, los que creen en los
principios éticos y políticos que comparte ese 60 % del electorado y los que
creen que no es posible avanzar sin regenerar nuestro sistema político tienen
ante si un importante reto, aparcar diferencias, nominalismos y localismos para
construir una alternativa sólida, un movimiento político de y para la provincia
de Alicante. Hay gente, hay ganas, hay razones y hay, sobre todo, una causa,
Alicante. ¿Por qué no ponerse ya manos a la obra?
Santiago
de Munck Loyola
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