Los
ciudadanos de la Comunidad Valenciana podemos dormir tranquilos: la
tranquilidad, el sosiego y el descanso de nuestros representantes, nuestros
diputados en las Cortes Valencianas está más que asegurado. Podemos tener la
seguridad casi absoluta de que sus señorías no se van a estresar en las Cortes
y que, por tanto, estarán en plena forma, tras sus prolongadas vacaciones, para
abordar sin nervios los innumerables problemas que nos aquejan merced a la
incompetencia y a los incumplimientos electorales de quienes nos gobiernan. Y
es que en esta nuestra Comunidad somos punteros como le gusta decir al
Presidente Fabra: somos punteros en el número de diputados del PP imputados,
somos punteros en los casos de corrupción a lo largo y ancho de nuestra
geografía, somos punteros en despilfarro y deuda pública y somos punteros
también, por algo será, en vacaciones parlamentarias para sus señorías. Todo es
poco para nuestros representantes gracias a cuyos desvelos estamos como estamos.
Las
Cortes Valencianas iniciaron sus vacaciones de Navidad el 19 de diciembre
cuando se aprobaron los presupuestos para 2014. El parto presupuestario debió
ser duro, sin epidural ni nada, a pelo y por eso sus señorías no van a reanudar
su trabajo parlamentario hasta la semana que viene que en la que se reanudará la actividad. Pero, que
nadie se llame a engaño, la incorporación al trabajo parlamentario requiere
calma y tranquilidad, no sea que alguien pueda de nuevo estresarse, y se hará
con un Pleno en el que ni el Presidente Fabra va a comparecer, que para eso ya
debatió con la oposición el 28 de noviembre y no hay por qué abusar, ni se van
a debatir los problemas más importantes que agobian a los ciudadanos de la
Comunidad.
Hay
que ser comprensivos y entender que nuestros parlamentarios autonómicos
necesitan reposo y sosiego para debatir, estudiar y aportar soluciones a los
problemas de los ciudadanos. Mens sana in corpore sano. Ya lo decían los
romanos y el cuerpo de sus señorías debe estar en forma. Total, si uno se cree,
ya hay que ser incauto, los discursos del Sr. Fabra, del Sr. Ciscar, de la Sra.
Castedo o los cuentos chinos del Sr. Cotino la cosa no está tan mal, no es para
tanto y no hay que ser catastrofista. Vamos, que lo están arreglando todo.
Además, mantener las Cortes Valencianas sólo nos va a costar este año a los
ciudadanos de la comunidad 23.300.000.- €, eso sí, siempre que no haya
desviaciones presupuestarias, algo demasiado frecuente en las prácticas
políticas del PPCV. ¿Y qué son 23 milloncitos al lado del aeropuerto de
Castellón, de la Ciudad de las Artes, de las facturas de Calatrava o de lo que
se debe a Alicante? Una minucia. Todo es poco para una casta política
insaciable que con su ejemplo nos invita a los ciudadanos a movilizarnos para
concederle unas vacaciones muchísimo más largas.
Pero
en medio de tanta mediocridad siempre se eleva un faro de excelencia y
brillantez intelectual y para ejemplo ahí tenemos al Portavoz del PPCV en las
Cortes Valencianas, Jorge Bellver, que a propósito de la dedicación de los
diputados a su actividad parlamentaria ha querido iluminarnos con su sabiduría (aunque alguno se atrevería a calificarlo de mentecato contemporáneo) afirmando que los ciudadanos esperan de
sus representantes que trabajen, pero que participen de la vida de estas
fiestas. ¡Claro! Para eso les pagamos para que trabajen, aunque sea un
poquito, y para que estén de fiesta.
Lamentablemente,
no es posible ignorar que lo que subyace tras esta situación es una profunda
falta de respeto a los ciudadanos y a su esfuerzo diario, así como un absoluto
desprecio a la esencia de lo democracia. Los foros parlamentarios son el núcleo
donde se articulan las reglas de juego de la democracia y ésta se caracteriza
por el debate, el diálogo, la negociación, el control de las minorías a las
mayorías, etc. Un parlamento anestesiado, un parlamento en el que se elude el
debate y el control, un parlamento que en medio de una brutal crisis se reúne
con cuentagotas es el síntoma más claro y evidente de una democracia enferma. Y
una democracia no enferma por casualidad sino por las acciones y omisiones de
los políticos que tienen la obligación y la responsabilidad de velar por su
salud. Todo ello es una prueba más de que la regeneración democrática, de que
la revitalización de nuestra democracia es imprescindible y de que el mayor
enemigo de la misma son los políticos y los partidos que se empeñan en negarlo.
Santiago
de Munck Loyola
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