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jueves, 21 de octubre de 2010

Una remodelación inspirada en una tarde de domingo.

El domingo pasado, el Presidente del Gobierno afirmó ante los periodistas que no iba a haber una remodelación del gobierno, tan sólo iba a sustituir al Ministro de Trabajo. Hoy, tres días después, ZP anuncia una remodelación amplia del Gobierno y en la rueda de prensa ha manifestado que se le ocurrió el domingo por la tarde. Así pues nos encontramos con una remodelación improvisada al amparo de una tranquila tarde dominical y ante una mentirijilla más del personaje. No pasa nada, hombre, si al Presidente se le ocurre de repente que tiene que cambiar el gobierno pues se cambia y ya está. Una ocurrencia de última hora, una improvisación más no significan nada en un país que lo resiste todo. Cada cual es libre para determinar la seriedad y responsabilidad con que se toman determinadas decisiones y parece evidente el nivel utilizado para estas cosas por el Presidente del Gobierno.

Hace tan sólo dos años parecía fundamental, básico e imprescindible crear un ministerio como el de Igualdad. Los que osaban criticarlo eran unos retrógrados y, además, machistas. Hoy ya no hace falta el citado ministerio. Sus exiguas y discutibles competencias son integradas en el ministerio de sanidad. Y los ciudadanos no se merecen, al parecer, ni una explicación por la supresión de esta piedra angular de la política ministerial socialista. Claro que, desaparecido el ministerio de igualdad, abandonan el gobierno cuatro mujeres y sólo se incorporan dos. ¿No habíamos quedado en que la paridad era imprescindible?

Leire Pajín, esa estadista de verbo florido y natural, augur fallida de acontecimientos planetarios, brillante intelectual sin par en el orbe socialista, protectora de tránsfugas familiares, crisol de salarios múltiples, fustigadora de empleados de cruceros y portadora de una pulsera curativa denostada por la profesión médica pasa a ser la nueva ministra de sanidad, igualdad y políticas sociales. Increíble pero cierto. Es de suponer que entre la militancia socialista no había nadie con más capacidad y preparación para hacerse cargo de esta cartera ministerial o que sus destellos han cegado la visión del Presidente quien no ha podido, por tanto, vislumbrar otro candidato para el cargo, pero ahí está Dª Leire, para regocijo de su clan familiar.

Valeriano Gómez es el nuevo ministro de trabajo. Un viejo conocido para muchos vecinos de Rivas-Vaciamadrid y para los cooperativistas de Pablo Iglesias, (fiasco cooperativo en el que cientos de familias perdieron sus ahorros quedándose sin viviendas y del que no se rindieron cuentas como era de esperar), de la PSV o de lo que más tarde sería conocido en esa localidad como Casa Romanas, conjunto de viviendas en el que adquirirían casa varios militantes socialistas tras la supervisión, allá por los 80, del Ministerio de Trabajo en el que Valeriano Gómez trabajaba. Miembro a principios de los 90 de Fundescoop e IPADE, fundaciones de UGT que recibieron más de 1800 millones de Ptas. y vinculadas a la tristemente famosa PSV. Es de suponer que tras su participación en las manifestaciones contra la reforma laboral, el nuevo ministro se apresurará a dejarla en suspenso. ¿A que sí?

Rosa Aguilar es una incógnita. Su evolución resulta asombrosa. Poco tiene que ver aquel discurso que compartía en los años 90 con Julio Anguita con su posicionamiento actual en este Gobierno.

Rubalcaba, Trinidad Jiménez y Jáuregui tienen ya una acreditada trayectoria política que permite prever pocas sorpresas en el desempeño de sus nuevas responsabilidades.

En todo caso, parece que esta improvisada remodelación carece de coherencia con los planteamientos anteriores del Presidente del Gobierno. Da la impresión de que se trata de una huida hacia delante en la que se ha fortalecido a quien, en teoría, mejor puede tratar de enderezar una más que complicada tendencia electoral. No en balde Rubalcaba es un político con los colmillos retorcidos, intrigante y con muchos resortes del estado a su entera disposición.



Santiago de Munck Loyola

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