Hace tan solo unos días la mayor
parte de los medios de comunicación publicaban que el Gobierno tripartito de la Generalidad
Valenciana se olvidaba de la provincia de Alicante en su
proyecto de presupuesto de inversiones para infraestructuras para el año que
viene. Como es evidente, la reiterada discriminación presupuestaria de nuestra
provincia no era noticia, por habitual, sino que lo novedoso era que, habiendo
cambiado de color el gobierno regional, Alicante seguía como siempre, es decir,
discriminada. Nuestra provincia, con el PP, estaba a la cola de las inversiones
de la Generalidad
Valenciana y ahora con la izquierda en el Gobierno regional
también.
Tanto el Estado, como la Generalidad se
comportan de forma similar con Alicante que no recibe lo que le corresponde ni
por población ni por riqueza. Y da igual quien gobierne en Madrid o en
Valencia. Ambas administraciones han generado una deuda millonaria con los
alicantinos que es preciso cuantificar exactamente y reivindicar su pago. No se
puede seguir admitiendo que año tras año se produzca la misma situación.
Alicante debe recibir lo que es justo y debe cobrar esa deuda histórica
provincial de la que no quieren ni oír hablar los grandes partidos que solo
usan los intereses de los alicantinos como arma arrojadiza.
Ayer mismo sin ir más lejos, el
Presidente provincial del PP, José Ciscar, que hasta mayo fue vicepresidente de
la Generalidad
Valenciana y responsable por tanto de la evidente
discriminación económica sufrida durante los últimos años por nuestra Provincia
dio buena muestra de ello. Sin el más mínimo asomo de autocrítica y con
elevadas dosis de cinismo político señaló que los presupuestos presentados por
el nuevo Gobierno Regional “no van a servir
para resolver los problemas de la provincia de Alicante” y que no recogen “ningún proyecto relevante o que ilusione”
para la provincia. Dice José Ciscar que la media de inversión por habitante será
de 24,5 euros frente a la media valenciana de 27,5. Y no queda más remedio que
recordarle que la media de inversión con él y el PP ha sido en 2015 de 25 euros
por alicantino mientras que la media regional se situaba en 32 euros, que en
los últimos 7 años la
Generalidad ha dejado de invertir en Alicante 253 millones de
euros que le correspondían por población y que Alicante figura en el puesto 40
en las inversiones del Estado y en el último lugar en las inversiones de la Generalidad. Habla
por tanto el que más tiene que callar, quien menos legitimado moralmente para
denunciar la discriminación de nuestra provincia.
Hoy, los alicantinos somos más
pobres respecto a los valencianos que hace 20 años. Es un dato incuestionable.
La política de la Generalidad
Valenciana ha propiciado una divergencia, en lugar de convergencia,
de las rentas provinciales en su territorio. Y tras 20 años la tendencia no ha
quebrado, sino que se ha confirmado con el nuevo Gobierno de izquierdas en la Comunidad Valenciana.
Una autonomía así no funciona bien, no sirve a los intereses de los alicantinos.
Es hora de plantearse con lógica,
con racionalidad y sin apasionamientos de carácter sentimental si no ha llegado
el momento de cuestionar el modelo territorial y de proponer un modelo
alternativo que permita a nuestra provincia desplegar todo su potencial y toda
su capacidad de progreso por su cuenta. Es hora de plantearse si es
imprescindible que los alicantinos debamos soportar sobre nuestras cabezas y
nuestras espaldas cuatro administraciones diferentes (local, provincial,
autonómica y estatal) en lugar de tres como ocurre con otras provincias
españolas. Es hora, en fin, de plantearse qué modelo territorial es menos
costoso, más eficiente y más adecuado a los intereses de los ciudadanos de
Alicante.
Santiago de Munck Loyola