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lunes, 27 de septiembre de 2010

Islamofobia.

Hay temas de actualidad de los que resulta difícil opinar con absoluta libertad sin despertar recelos o animadversiones furibundas. Lo políticamente correcto constituye una protección perfecta para eludir la polémica y permanecer a salvo de las críticas pero, en definitiva, es una soga idónea para estrangular la libertad de pensamiento y la libertad de expresión. El Islam y las repercusiones de su presencia y expansión en las sociedades occidentales es uno de esos temas de actualidad que se trata, con honrosas excepciones, con delicadas pinzas. La reciente decisión francesa de prohibir el uso del burka en lugares públicos ha desatado multitud de comentarios en los que, de una forma u otra, se han mezclado y confundido conceptos como islamofobia, xenofobia o racismo.
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua por racismo se entiende la exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros y, en segundo lugar, la doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior. Por xenofobia el odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros. La palabra islamofobia no está aún incluida en el diccionario pero de su composición podemos deducir que su significado más preciso es el de horror o temor al Islam, a la religión musulmana. Sin embargo, en Wikipedia encontramos la siguiente explicación: Islamofobia (neologismo del inglés Islamophobia, compuesto por las raíces del árabe islām y del griego φόβος, phobos, miedo o temor) es un término controvertido con el que sus proponentes hacen referencia a los sentimientos de hostilidad hacia el Islam y, por extensión, hacia los musulmanes. Según esta enciclopedia, el término "islamofobia" se utiliza también en los siguientes contextos:
• Actos ofensivos y sentimientos negativos hacia exclusivamente la confesión islámica.
• En países occidentales, la actitud xenófoba hacia los musulmanes en general y en particular, hacia los ciudadanos de origen árabe o magrebí.
En 2005 aparece otra definición de islamofobia muy utilizada, formulada por el Consejo de Europa en su publicación Islamophobia and its Consequences on Young People. Aquí, la islamofobia es considerada como el temor o los prejuicios hacia el Islam, los musulmanes y todo lo relacionado con ellos. Ya tome la forma de manifestaciones cotidianas de racismo y discriminación u otras formas más violentas, la islamofobia constituye una violación de derechos humanos y una amenaza para la cohesión social.
Como puede verse en estas definiciones se confunden conceptos distintos, el temor o miedo al Islam con el temor o miedo a lo extranjero y ambos con la hostilidad hacia grupos étnicos. Por tanto, es evidente que estamos ante tres conceptos muy diferentes entre si, aunque hay una gran tendencia en los medios de comunicación y en la opinión pública a confundirlos.
No soy racista, como tampoco soy xenófobo y, sin embargo, me da miedo el Islam. Me dan miedo conceptos, costumbre y actitudes propias del Islam con independencia de que quien las practique sea español, belga o iraní y con independencia de que sea blanco, negro u oriental. Dicen que no se puede generalizar y que hay un Islam moderado. Es posible que sea así. Es verdad también que no en todos los países islámicos se aplican las mismas costumbres ni las mismas leyes, pero hay notas distintivas del Islam que no sé cómo se pueden moderar.
Me da miedo la posición de sumisión que tiene la mujer, me da miedo la penalización del adulterio o de la homosexualidad, los castigos corporales (mutilaciones, latigazos o amputaciones), me dan miedo las lapidaciones de presuntas adúlteras o los linchamientos de adolescentes considerados homosexuales, me dan miedo las condenas a muerte por delitos de expresión o de fe religiosa, etc. Y eso es la islamofobia, el miedo o el terror a esas disposiciones.
Es el caso de la posición de la mujer considerada inferior al hombre. Un ejemplo lo encontramos en la azora, IV de El Corán, versículo 38, en el que se puede leer: Los hombres están por encima de las mujeres porque Dios ha favorecido a unos respecto de otros, y porque ellos gastan parte de sus riquezas en favor de las mujeres. Las mujeres piadosas son sumisas a las disposiciones de Dios; son reservadas en ausencia de sus maridos en lo que Dios mandó ser reservado. A aquellas mujeres de quien temáis la desobediencia, amonestadlas, confinadlas en sus habitaciones, golpeadlas. En la azora II, versículo 228, se dice: Los hombres tienen sobre ellas preeminencia. En el Islam el hombre puede tener al mismo tiempo cuatro mujeres. La mujer sólo puede casarse con un varón. El testimonio de una mujer vale judicialmente la mitad que el de un hombre. En la azora II, versículo 223 de El Corán, se afirma: Vuestras mujeres son vuestra campiña. Id a vuestra campiña como queráis, pero haceos preceder. ¿Cómo se desarrollan de forma moderada estos preceptos? ¿Cómo pueden compatibilizarse con la absoluta igualdad jurídica entre sexos consagrada en nuestra ley civil?

El Corán es el texto sagrado del Islam. Es el libro que contiene la palabra eterna de Alá y, en consecuencia, única norma de conducta en esta vida. El Corán es infalible, inmutable, eterno y aplicable, como norma de vida, en cualquier época, lugar o circunstancia. Poner en cuestión alguna de las suras, o azoras, del Corán es herético y lleva aparejada la condena a muerte en la inmensa mayoría de los países musulmanes.

En los países occidentales, dos períodos han sido decisivos en la evolución del pensamiento: el renacimiento con el paso de una visión teocéntrica a otra humanista y la ilustración. Ningún período similar se ha dado en el mundo islámico por lo que religión y política, ley religiosa y ley civil se confunden íntimamente eliminando las libertades individuales y colectivas. En las sociedades occidentales la libertad de conciencia y la libertad religiosa son, junto a otra serie de derechos humanos, derechos básicos e irrenunciables, pero tienen un límite: la supremacía de la ley civil. ¿Es compatible el Islam con nuestras leyes? ¿Es compatible con todos y cada uno de los derechos consagrados y protegidos por nuestra Constitución? Sinceramente, creo que no.

jueves, 23 de septiembre de 2010

EL VICTIMISMO COMO SEÑA DE IDENTIDAD.


Las dictaduras, para acallar la oposición interior, y los nacionalismos, para justificar su propia existencia, comparten una estrategia común: señalar la existencia de un enemigo exterior y aparecer ante la opinión pública como víctima de sus acciones. De esta forma tratan de forzar la identificación con los sentimientos de la población prescindiendo de cualquier racionalidad. La apelación al sentimiento en lugar de a la razón y la identificación con el mismo a través de la exaltación del presunto daño infligido a la presunta víctima logra que gobernantes y ciudadanos cierren filas frente a un imaginario enemigo, relegando a un segundo plano cualquier divergencia entre ambos. Y esta estrategia ha sido y es constantemente usada por la izquierda de Rivas-Vaciamadrid y aparece con mayor intensidad cuando se aproximan períodos electorales. Todo vale con tal de trasladar a la población que el enemigo es el Partido Popular y que Rivas-Vaciamadrid es una isla, una reserva constantemente atacada por políticas “antisociales”. Así, no hay que hablar nunca de los errores propios, de la mala gestión, de la corrupción institucionalizada, de los constantes abusos partidistas sobre los bienes públicos. Lo importante para la izquierda ripense es culpar de todo al Partido Popular y, por supuesto, criminalizar a los vecinos que se identifiquen con el mismo hasta extremos verdaderamente ridículos. La agenda política ripense es marcada por la izquierda no en función de los problemas del municipio, sino de aquellos temas de actualidad que debidamente manipulados puedan mejor producir réditos electorales. Con ello se despiertan miedos, recelos, sospechas o cualquier sentimiento que escape a la lógica de la razón.

Así, antes de 1995, el tema prioritario de la agenda municipal fue la Planta de Residuos de Valdemingómez, la incineradora. Se asustó a la población todo lo que se pudo, se emplearon todos los medios necesarios para ello y culpando siempre al Partido Popular de una iniciativa nacida en el seno del PSOE cuando gobernaba Madrid en coalición con IU. Pasaron las elecciones y se olvidó la incineradora. Ya no hacía falta hablar más de ella. También, en aquellos años, el Ayuntamiento ripense pareció escandalizarse por el realojo de gitanos en la Cañada Real reclamando toda una serie de políticas sociales al Ayuntamiento de Madrid, políticas sociales que, por cierto, brillaron por su ausencia cuando decenas de gitanos rumanos se asentaron junto al Casco Urbano y fueron expulsados por Fausto Fernández.

A partir del 95, con Ruiz Gallardón en la Comunidad de Madrid, y del 96, con el Gobierno de José María Aznar, se amplió notablemente el catálogo de “casus belli” para incluir en la agenda municipal. Ya no tenían que limitarse al Ayuntamiento de Madrid. Que la Comunidad de Madrid quería traer el Metro a Rivas, pues a movilizarse en contra o casi en contra: que si los horarios no son buenos, que si el billete es caro, que si quiero más paradas,…En fin, que para la izquierda ripense el Metro era una chapuza y era mucho mejor no tenerlo.
Que el Ministerio de Fomento ampliaba en un carril la autovía hacia Madrid facilitando así los desplazamientos en la zona, pues movilización al canto: que si es una chapuza la ampliación, que si es cara,… Lo de siempre. Y así se llega a las elecciones municipales del 99 con la ciudadanía mosqueada ante tanta “chapuza” pepera.
Después se organiza el lío padre. Teresa Moreno Maya, alas Tany, la gitana que asesinó a su marido con un tiro en la cabeza “a cañón tocante” ha sido condenada y el malvado gobierno de Aznar no la indulta. Movilizaciones al canto, el dinero de los contribuyentes ripenses corre para proporcionarle un piso, escolta policial, etc. Se concentra a los niños de los colegios junto a la Tenencia de Alcaldía, frente al despacho municipal del PP, y se les señala lo malo que es el PP y Aznar y lo buena que es Tany y la izquierda de Rivas, reserva materialista de occidente. Llega el indulto en diciembre del año 2000 y adiós Tany. Ah, pero Aznar y el PP siguen siendo muy malos. Decenas de mujeres son asesinadas por la violencia machista. ¿Los responsables? Aznar y el PP. Y así, por cada asesinato, una moción en el Pleno condenándolo y, de paso, la política del Gobierno Aznar que no soluciona el problema. Ahora con Zapatero el problema, pese a las reformas legislativas, sigue ahí, siguen muriendo decenas de mujeres a manos de sus parejas. ¿Cuántas mociones ha presentado la izquierda al Pleno del Ayuntamiento para condenar los malos resultados de la política de Zapatero? Ninguna. Y la prensa local, calladita. Y, como corolario, la Guerra de Irak y el Prestige. Cualquiera diría que Busch había invadido Rivas y que el Prestige se había hundido en la laguna del Porcal. De perlas para la izquierda ripense. Ya no se habló de otra cosa. La política exterior era competencia del Ayuntamiento y la ocasión fue de oro para criminalizar a los vecinos simpatizantes del PP.

Así es como en Rivas-Vaciamadrid se encaran las convocatorias electorales. Creando falsas víctimas y criminalizando a vecinos por sus ideas. De la corrupción, del abuso de poder, del uso fraudulento y partidista de los bienes públicos, del despilfarro o de la especulación urbanística no se habla. ¿Para qué? Eso no existe en el paraíso de la izquierda madrileña.

Santiago de Munck Loyola

LAS ELECCIONES MUNICIPALES DE 2003.




Durante los 14 años que tuve el honor de presidir el PP de Rivas-Vaciamadrid nunca tuve que vivir una etapa tan dura y desagradable como la correspondiente a la precampaña y campaña electoral de la municipales del 25 de mayo de 2003. En un contexto personal y familiar difícil el escenario era todo menos alentador.

Dos factores fueron decisivos para ello. De una parte, la técnica habitual de la izquierda ripense consistente en municipalizar como eje de campaña temas ajenos a la vida municipal criminalizando a los miembros del Partido Popular. De otra, la división interna provocada por quienes no aceptaron los resultados de la democracia interna del Partido en virtud de los cuales yo volvía a ser candidato.

La Guerra de Irak y el Prestige fueron los argumentos principales de la precampaña. La izquierda de Rivas que con Felipe González había bendecido la participación española en la Guerra del Golfo no estaba ahora dispuesta a que se hablara de los problemas del municipio, de las carencias, de la corrupción en el Gobierno Municipal o de propuestas de futuro. Sólo se podía hablar de la Guerra de Irak y del Prestige. Y para ello movilizaron todos sus recursos y desplegaron sus habituales técnicas de distracción. Ni una palabra de condena para Sadam Hussein y su genocidio. Toda la artillería contra Aznar y el Partido Popular. Parecía que los culpables de las decisiones del Gobierno de la Nación eramos los modestos concejales del pueblo y los militantes y simpatizantes de nuestro Partido. Y no se cortaron a la hora de incitar al odio y de criminalizarnos con todas las armas posibles. Todo con tal de no hablar de su ineficacia y corrupción. Hubo en el mes de abril un tenso Pleno sobre la Guerra de Irak (como todo el mundo sabe la política internacional es competencia de los municipios) al que llevaron a sus huestes con el fin de intimidar e insultar a los concejales del Partido Popular. Más de 100 individuos ocuparon el salón de plenos y con la complacencia del Alcalde y sus concejales nos insultaron e increparon. Nos dijeron de todo: asesinos, hijos de puta e incluso algún escupitajo nos llevamos al salir por el estrecho pasillo que nos dejaron entre aquellos elementos. Recuerdo especialmente los gritos y la cara deformada por el odio de Luis Vega, empresario marxista ampliamente beneficiado por el Gobierno Municipal. Tengo que decir que los concejales del PP aguantaron el tipo y especialmente Omar Cuadrado que con mucha gallardía defendió las posiciones del Partido. Bueno, todos no. José Alfonso Díaz Blázquez (al que dedicaré un artículo especial sobre sus andanzas) sufrió un ataque de deslealtad y se negó a apoyar al Partido Popular. En ese ambiente de odio fomentado por socialistas y comunistas no es de extrañar que nuestra sede local sufriera varios ataques durante aquellos meses.

Junto a este panorama, surgieron los problemas internos cuyo origen ya he explicado en un artículo anterior. De una parte, en la Regional, gente como Gádor Ongil y Romero de Tejada me presionaban constantemente para que incluyera a José María García como número 2 de la lista quien en diciembre había manifestado a la prensa que nunca iría en una lista encabezada por mi. Siempre dije que podría incorporarse a la lista si rectificaba o desmentía esa noticia y siempre se negó. Más tarde, cuando se le ofreció el número 3 de la lista declinó la oferta. Y el tiempo pone a cada uno en su sitio. Hoy él está en un puesto directivo del Ayuntamiento por decisión expresa del Alcalde de IU. Por algo será.

Pero tanto él como sus aliados desplegaron todos los medios necesarios para erosionar al máximo los resultados que pudiera obtener el PP. Ya en diciembre, en la comida municipal con la tercera edad, la tránsfuga Martín Bermúdez se sentó en la misma mesa en la que yo estaba y, como si nunca hubiera pasado nada, trató de convencerme de que incluyese a José María en la lista. Pésimo avalista tenía José María. Tres meses después, hube de enfrentarme con la querella de la tránsfuga. Una querella sin fundamento no sólo contra mí, sino contra el PP que aparecía como querellado en un alarde de ignorancia jurídica. Nunca prosperaría esa querella en la que pedía nada menos que 50 millones de Ptas de indemnización como se demostró meses más tarde, pero el ruido mediático y el efecto negativo para el PP estaba conseguido.

Y llegó la campaña. Los seguidores de José María o descontentos por otras causas se negaron a hacer campaña y a ayudar. Algunos no acudieron a las mesas electorales a las que se habían apuntado como apoderados o interventores. Otros, sencillamente se negaron desde un principio. Luis Pardillos Checa que hoy es incomprensiblemente concejal me escribió una carta el 12 de mayo en la que decía que no ayudaba en la campaña porque en la lista no figuraba Antonio Martínez Vera. Y mira por donde, semanas antes los miembros del Comité, entre ellos Luis Pardillos, habían rellenado una encuesta anónima proponiendo nombres para la lista y Martínez Vera no había logrado ni un solo voto. Es decir, ni Luis Pardillos le había votado. Todo un ejercicio de cinismo. Incluso envió varias cartas a los afiliados descalificando al Presidente local. El día de las elecciones dejó colgada su mesa electoral. José María, según testimonio del candidato del CDS, promovió el voto negativo contra el PP y junto con José Alfonso, como ya no iban en la lista, tampoco ayudaron en la campaña y se negaron a ser interventores o apoderados. ¿Para qué si no iban a obtener beneficio personal alguno? Gema Rodríguez Casero que hoy trabaja para el Grupo Popular hizo campaña en contra del PP, se negó a ser apoderada o interventora, llegó a Insultar a los apoderados del Partido Popular del Colegio Electoral Las Cigüeñas, D. Luis Gil y D. Javier Ortiz, el día de la votación, promovió el voto nulo y lo ejecutó ante los apoderados del Partido Popular el día de la votación pegando en público una fotografía del concejal José María García sobre la papeleta del Partido Popular. Nicolás Rodríguez, miembro del Comité Electoral, vulneró el secreto de sus deliberaciones y se dedicó a torpedear constantemente con insultos y descalificaciones a los candidatos la campaña. Paz de las Pozas, Antonio Manuel Pérez Quijano, Pablo Segador Mascaraque, Celso Arenal Montalvillo y Jesús Bermúdez todos ellos miembros del Comité ejecutivo local fueron otras personas que incumplieron sus obligaciones y no ayudaron ni en la campaña ni en la Jornada electoral. Bochornoso.

Esa fue la realidad, la triste realidad. Nunca, ni en mis peores pesadillas, habría podido imaginar de lo que estos compañeros y “amigos” podían llegar a hacer contra el partido Popular. La no aceptación de la democracia interna, las ambiciones y las ansias inexplicables ante unas expectativas electorales modestas, la traición a unas siglas y a los compañeros fueron su norma de conducta. Su objetivo era evidente: erosionar al máximo los resultados electorales del PP para forzar mi salida. Esfuerzo inútil y repugnante porque mi marcha hacía tiempo que estaba decidida por mi mismo.

Santiago de Munck Loyola.

martes, 21 de septiembre de 2010

Por qué me fui.

Conversando hoy con Marisa, la Presidente del PP de Rivas-Vaciamadrid, me he dado cuenta de que desconocía muchas cosas sobre las causas de mi dimisión como Presidente del Partido a finales del año 2003. Y al igual que ella, la mayoría de los afiliados de entonces no llegaron a saber las razones que me impulsaron a tomar aquella decisión. Bien es cierto que entonces no quise dar demasiadas explicaciones considerando la tensión que existía en el Partido, pero transcurridos ya siete años y calmadas las aguas creo que debo saldar aquella deuda y aclarar las cosas para quienes aún me preguntan de vez en cuando.

Tras las elecciones de 1999 en las que el Partido Popular se estancó en los resultados electorales repitiendo prácticamente los de 1995, entendí que, tanto para el Partido, como para mi mismo, sería buena una renovación de la candidatura para las siguientes elecciones. Yo ya había sido candidato en 1991, 1995 y 1999 y aunque entonces tenía 41 años pensé que era hora del relevo. Como decía Aldo Moro “el Gobierno desgasta pero la oposición mucho más”. Así que en compañía del Secretario General Local y amigo, José María García y del concejal y amigo también, César Rubio mantuve una reunión con el Secretario Regional, Ricardo Romero de Tejada. Le trasladé mi deseo de no volver a repetir candidatura y de formar parte de la lista para la Asamblea en 2003. Romero de Tejada con quien no me llevaba bien aceptó encantado la propuesta y acordamos que José María, si era respaldado por los afiliados, sería candidato en 2003 y que yo iría en las listas de la Asamblea. Y con ese propósito seguimos trabajando en el Ayuntamiento y en el Partido. A finales de 2002 designaron a Esperanza Aguirre como candidata a la Comunidad. Me llamó al Senado y me preguntó qué iba a hacer. Le dije que no iba a ser candidato y que quería ir en las listas de la Asamblea si ella no tenía inconveniente. Me dijo que quería tener gente de su confianza en los pueblos y me pidió que encabezase de nuevo la lista. Le señalé que Romero de Tejada no me quería de candidato y le conté el acuerdo al que habíamos llegado. Me respondió que ella se ocuparía de Romero de Tejada.

Nada más volver de dicha reunión le conté a José María la conversación y le noté muy raro. No le gustaba en absoluto. Dos días después me llamó Romero de Tejada, me recriminó en tono jovial que le hubiese dicho a Esperanza que no nos llevábamos bien y me dijo que me apreciaba tanto que iba a ser candidato de nuevo. Y ahí saltó la sorpresa: me enteré entonces de que al día siguiente de habernos reunido los tres con Ricardo éste había llamado a José María García y le había dicho que fuera organizando su equipo discretamente y que se olvidase de mi, que no iba a ser diputado. Mi gran amigo José María hizo exactamente eso y me ocultó la faena que me estaban preparando en la regional. El problema estaba en que la designación de Esperanza había roto todos los esquemas. José María no se resignó. Planteó su candidatura ante el Comité Ejecutivo y perdió por 9 votos frente a 12. Impugnó la votación, se repitió y entonces solo obtuvo 3 votos. Después declaró públicamente que no quería ir en mi lista, a continuación que sí quería y más tarde que si era detrás de una mujer no iría. Y así fue, no fue en la lista. Ni él ni los pocos que le apoyaban aceptaron los resultados, dividieron al partido y llegamos a la campaña hechos unos zorros. Aún en marzo, Esperanza Aguirre, plenamente consciente de la presión a la que me estaban sometiendo, me ofreció en un acto electoral en Arganda del Rey, delante de varias personas, ir en la lista autonómica y abandonar la candidatura municipal, pero a esas alturas no podía aceptar su ofrecimiento. El mismo día de las votaciones algunos de los seguidores de José María, como Nicolás Rodríguez, se dedicaron a insultar a los apoderados e interventores del Partido Popular y a repartir papeletas del PP nulas. A la barriobajera y dura campaña de la izquierda ripense a lomos del “no a la guerra” había que añadir la no menos suave de algunos “compañeros” de Partido.

Al día siguiente de las elecciones presenté mi renuncia como Portavoz municipal y como Presidente del partido a Pío García Escudero. Como Portavoz se pudo hacer efectiva automáticamente, sin embargo, como Presidente aún tuve que esperar hasta noviembre por expreso deseo de Romero de Tejada.

14 años como Presidente Local y 12 años como Portavoz Municipal eran más que suficientes. Y no es que me faltasen ideas y ganas para seguir adelante, pero, por una parte, el Partido necesitaba ya un nuevo liderazgo y por otra sí que me faltaba ilusión y fuerzas para enfrentarme con un sector minoritario del Partido cuyos cabecillas, hasta hacía poco habían sido presuntamente mis amigos, y de pronto se habían convertido en fieras capaces de amenazar e insultar a mi y a mi familia. Recuerdo con tristeza la última Asamblea que convoqué para evaluar los resultados electorales y anunciar mi renuncia. No podré olvidar los insultos y gritos de personas como José Alfonso Díaz Blázquez o Gema Rodríguez Casero que siempre habían contado con mi afecto. Tanta mezquindad y tanta traición eran difíciles de soportar.

Me fui porque creí que era lo mejor para el Partido, para mi familia y para mi. Y me hace gracia que, a estas alturas, haya algún individuo, como Miguel Ángel García Nieto cuya carta de presentación al afiliarse en Rivas fue ofrecer comisiones del 3%, se haya atribuido algún “mérito” en mi marcha como consecuencia de sus inexistentes relaciones en Génova. Pero, en fin, bufones los hay en todos sitios.

Cerré entonces una intensa y emocionante etapa de mi vida y emprendí un nuevo rumbo profesional como Secretario de un Ayuntamiento. No me arrepiento aunque quizás debería haber sido más explícito con el conjunto de los militantes, con tantas y tantas buenas personas que me otorgaron repetidamente su confianza. A todas ellas, gracias una vez más.

Santiago de Munck Loyola.

domingo, 19 de septiembre de 2010

EL LIBRO NEGRO DE CARRILLO DE JOSÉ JAVIER ESPARZA.





Uno de los libros que he tenido ocasión de leer este verano es “El libro negro de Carrillo” de José Javier Esparza, de la editorial Libroslibres. Se trata de un relato de 300 páginas en el que se hace un repaso de la trayectoria política de Santiago Carrillo. El libro está escrito con una soltura y fluidez que hacen amena su lectura. La verdad es que si uno está interesado por la política y por nuestro pasado reciente se lee de un tirón.

José Javier Esparza hace un repaso de la biografía de Santiago Carrillo encuadrándola perfectamente en los sucesos políticos que marcaron la reciente historia de España y muy especialmente la historia del PCE. Para ello sustenta su relato en numerosos testimonios y fuentes que acreditan la veracidad del mismo y que nos ofrecen una perspectiva muy amplia de las características y mentalidad de Santiago Carrillo. Luis Gómez Llorente, Largo Caballero, Indalecio Prieto, el propio Santiago Carrillo, Simeón Vidarte, Mundo Obrero, Ricardo de la Cierva, El Socialista, Líster, Fernando Claudín o Semprún, por citar solo a unos pocos, sirven de fuentes para alimentar este relato vital que contiene pasajes verdaderamente estremecedores y que ponen de relieve la frialdad y la determinación del protagonista.

Pero, si hay algo que me ha llamado la atención del personaje es el valor que siempre ha atribuido a la vida humana ante la consecución de un determinado fin político. Siempre se ha asociado a Santiago Carrillo con las matanzas de Paracuellos del Jarama. Se ha discutido hasta la saciedad sobre su responsabilidad directa en el cruel asesinato de casi 5000 personas inocentes en su mayoría de cualquier otra falta que no fuese la de profesar una determinada creencia. El propio Carrillo, en un Pleno del PCE celebrado en Valencia en 1937, afirma que la aniquilación de traidores en la retaguardia “no es un crimen, no es una maniobra sino un deber exigir una tal depuración”. Pero, en todo caso, los hechos de Paracuellos siendo injustificables están enmarcados en la extrema violencia de una guerra civil.

Lo que es menos conocido por la mayoría de los ciudadanos es la forma en que Santiago Carrillo se hace con el control y el poder de PCE. Un partido que nunca defendió la democracia parlamentaria ni las libertades, sino que perseguía como fiel partido estalinista la implantación de la dictadura del proletariado aplicando los métodos típicos del estalinismo, entre ellos, la aniquilación física del adversario. Santiago Carrillo fue y se declaró un estalinista convencido y fue, por tanto, consecuente con ello a la hora de afianzar su poder en el PCE. Cientos de militantes comunistas, luchadores en la España ya franquista, guerrilleros miembros del maquis y cualquier comunista que pudiera estorbarle fueron denunciados a la policía franquista o purgados en el exilio (algunos incluso acabaron en hospitales psiquiátricos soviéticos) o simplemente fueron asesinados por orden de Santiago Carrillo. Cualquier excusa era válida: por ser troskistas, revisionistas, monzonistas o fraccionistas. Cuando un comunista era etiquetado con cualquier calificativo ajeno a la ortodoxia estalinista podía darse por perdido.

Santiago Carrillo es producto de una época concreta y la historia, fría y objetiva, le juzgará con justicia. Pero me pasa lo que al autor del libro. Me sorprende que el protagonista de hechos tan negros como los que carga en su cuenta cautive aún a una buena parte de la progresía española hasta el punto de tributarle homenajes. “Los buenos” como decía Peces Barba alaban y homenajean a un político responsable de muchos crímenes de sangre cometidos incluso contra sus propios correligionarios, a un político para quien la sagrada vida humana no ha tenido valor alguno, tan sólo el de un mero instrumento desechable para la consecución de fines muy mezquinos.

Santiago de Munck Loyola.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

DONDE LAS DAN LAS TOMAN.




Si hay algo que en política resulta especialmente repudiable es el transfuguismo, sea cual sea la cusa que lo origine. El tránsfuga secuestra la voluntad popular y al amparo de la ley se erige en salvador de la democracia. En todos los casos conocidos de transfuguismo siempre hay algo oscuro y repugnante tras la decisión de ignorar el mandato de las urnas y robar un escaño al partido político que lo obtuvo en las elecciones. Los tránsfugas siempre se envuelven en nobles ideales para justificar su despreciable decisión, pero son sólo palabras grandilocuentes que sirven para esconder móviles miserables y una bajeza moral y política intolerables. Nos guste o no, el mandato representativo lo reciben los partidos políticos a través de la elección de unas listas cerradas y eso es lo que los ciudadanos votan y lo que cualquier demócrata ha de respetar. Y cuando el cargo electo discrepa de forma irreconciliable con la formación política que lo ha aupado al escaño sólo tiene una salida digna para salvar su conciencia: dimitir y dejar el escaño para que lo ocupe el siguiente en la lista.

El pacto antitransfuguismo vigente en la década de los noventa señalaba, entre distintas medidas a adoptar en el caso de los tránsfugas, practicar el aislamiento social de los mismos y adoptar las medidas necesarias para impedir que fuera rentable practicar el transfuguismo, es decir, impedir que un tránsfuga recibiera más fondos públicos por hacerse tránsfuga que por seguir en su formación política. Pues bien, cuando en el PP de Rivas se produjo el caso de transfuguismo de Ana Martín Bermúdez la izquierda local, la gobernante y la instalada en los medios de comunicación, hizo caso omiso del citado pacto. Dado que se trataba de un claro perjuicio para el Partido Popular, el Gobierno Municipal y los medios de comunicación locales se dedicaron a jalear, a aplaudir y a potenciar a la tránsfuga Martín Bermúdez. De pronto, la tránsfuga pasó de percibir unas 30.000 Ptas. mensuales del ayuntamiento en concepto de dietas a más de 100.000 Ptas. al mes por haber constituido el Grupo Mixto (lo de Grupo tiene su guasa tratándose de una sola persona). Es cierto que la citada “señora” se apresuró a señalar en algún medio de comunicación local que todo lo que percibiera de más por ser tránsfuga lo donaría a una ONG. Ningún medio local se ha preocupado de conocer el destino de esos fondos públicos. Supongo que habrán ido a parar a “Tránsfugas sin fronteras” o a la “Asociación de Amigos de la Martín Bermúdez”. La TV local se deleitó dándole toda la cancha posible en su programación e incluso sigue sermoneando al respetable desde la aséptica e imparcial Revista-Anuncio de la comarca, la Revista del Este. Lo del asilamiento social no iba con la izquierda de Rivas. Todos los progres desde el bueno de Paco de Pablo hasta el último bendijeron esta caso de transfuguismo.

Pero la vida da muchas vueltas y como dice el dicho popular a cada cerdo le llega su San Martín. Mira por donde llegaron las elecciones municipales y autonómicas de 2003. Ganó la Comunidad Esperanza Aguirre pero sin mayoría absoluta. Fausto Fernández ya se veía como Vicepresidente de la Comunidad. Aún recuerdo una conversación en el despacho del Secretario del Ayuntamiento en el que Fausto se jactaba de lo bien que le iban las negociaciones con el PSOE, ya pensaba en el coche oficial de la Vicepresidencia, se pensaba quedar con urbanismo y, para que no dijeran nada, también con la María (sic) asuntos sociales, entre otras cosas. Y salta la sorpresa, al PSOE le salen dos tránsfugas (Tamayo y Sáez) y Fausto se queda sin nada, teniendo que devolver el traje de Vicepresidente. Gran indignación de la izquierda madrileña y en especial de la ripense, incluidos los periódicos locales. Los que durante 4 años habían estado alentando y aplaudiendo a la tránsfuga del PP ahora estaban indignados hasta la médula por los tránsfugas Tamayo y Sáez. Ahora el transfuguismo les parecía repugnante y detestable. ¡Vaya cuadrilla de hipócritas! Y es que como dice el refranero donde las dan, las toman.

Santiago de Munck Loyola

lunes, 13 de septiembre de 2010

Nicolás Sarkozy imita a IU de Rivas.









En estos días es noticia la expulsión de Francia de cientos de gitanos rumanos. La decisión del Presidente francés ha levantado toda clase de comentarios y declaraciones y son especialmente relevantes las protagonizadas por la izquierda europea y las de los defensores de los derechos humanos que no sólo condenan sin paliativos la actuación de Sarkozy, sino que, además, le han regalado toda clase de improperios, insultos y descalificaciones.

Es de suponer que la decisión presidencial se ha tomado conforme al ordenamiento jurídico francés, como no podría ser de otra forma, pero parece que esta decisión podría colisionar con la libre circulación de las personas en los territorios que forman parte de la Unión Europea, libre circulación consagrada en los diferentes tratados de la Unión. Rumania es ya un estado de la Unión y, por tanto, sus ciudadanos, con independencia de la etnia a la que pertenezcan, pueden circular libremente por los territorios de la Unión. Otra cosa bien distinta es que los ciudadanos comunitarios en sus desplazamientos por la Unión deban someterse y adaptarse a las legislaciones nacionales de los países por los que transitan o se instalan. Y aquí es donde en principio podría estar la razón de esta decisión francesa.

Hace poco más de diez años, más de cien gitanos rumanos se instalaron en Rivas-Vaciamadrid. Lo hicieron a unos 300 metros del despacho del Sr. Alcalde, entonces Fausto Fernández de IU, en los terrenos del antiguo matadero, unas ruinas peligrosas rodeadas de basura y plagadas de rata. Se trataba de decenas de familias rumanas con multitud de niños. Durante meses vivieron en condiciones infrahumanas sin más ayuda que la prestada por algunos vecinos y asociaciones. Durante los meses que malvivieron en Rivas-Vaciamadrid su presencia despertó los recelos y temores de los vecinos del Casco Urbano pero no despertaron los instintos solidarios ni del Sr. Alcalde ni de su organización política. El Ayuntamiento ripense contaba entonces con muchos recursos económicos pero el Gobierno Municipal no adoptó ni una sola medida para tratar de integrar o ayudar a los nuevos e incómodos vecinos. De un Gobierno de izquierdas, presuntamente solidario y progresista, se podría haber esperado una acción decidida para erradicar esa marginalidad mediante programas de integración o, siendo mucho más modestos, simplemente una atención específica para escolarizar a las decenas de niños que allí malvivían. Pues no, nada de eso ocurrió. Lo que decidió Fausto Fernández y su Gobierno Municipal (IU-PSOE) fue, ante la proximidad de las elecciones, negociar con los cabecillas del poblado y llegó al siguiente y sorprendente acuerdo: les entregó sus coches que habían sido retirados de la circulación por diferentes deficiencias y les entregó 50.000 Ptas. por familia con la condición de que se marchasen inmediatamente. Y así lo hicieron los gitanos rumanos. Se fueron. Dos días después uno de los niños del campamento gitano murió atropellado en la sierra madrileña.

Está claro que la decisión francesa de expulsar a los gitanos rumanos tiene un elocuente antecedente en la política social y de inmigración de IU de Rivas-Vaciamadrid. Por cierto, hasta el día de hoy no se ha escuchado ni una sola voz de condena de estos hechos por parte de la progresía ripense, madrileña o española.

Santiago de Munck Loyola

domingo, 12 de septiembre de 2010

LA HUELGA GENERAL.



El próximo día 29 de septiembre, los sindicatos han convocado una huelga general para protestar, fundamentalmente, por la reforma laboral recientemente aprobada por el PSOE en el Parlamento. Ante esta convocatoria cabe plantearse muchas cuestiones para decidir si se secunda o no este llamamiento. Otra cosa bien distinta es que la libertad de elección de cada ciudadano pueda realmente llevarse a la práctica ante la habitual violencia de los piquetes “informativos” sindicales.

El llamamiento a la huelga lo realizan las organizaciones sindicales que hace poco más de dos años contribuyeron al triunfo electoral de Rodríguez Zapatero, unas veces con llamamientos explícitos para apoyarle, otras mediante el cómplice silencio ante los embustes del candidato que, por activa y por pasiva, negaba la existencia de una grave crisis económica de la que eran muy conscientes los líderes sindicales. Son los mismos que contribuyeron al triunfo de Zapatero los que hoy llaman a la ciudadanía a la huelga general contra las medidas adoptadas por su entonces candidato. Pero hacen este llamamiento como “sin querer”, a medio gas, meses después de haberse anunciado las medidas antisociales del Gobierno y una vez que ya han sido aprobadas y ratificadas por el Parlamento, es decir, a toro pasado. Al contrario que los sindicalistas europeos que se han venido movilizando de forma inmediata ante cada anuncio gubernamental de medidas económicas, los sindicalistas españoles se lo han tomado con mucha calma, quizás, por eso del diálogo social. En el caso de la UGT parece que la convocatoria no se realiza contra el Gobierno, no, en su diana están los empresarios y el PP, por supuesto, y el Gobierno de refilón. Por otra parte, en las declaraciones del líder de CCOO se resalta más al Parlamento como adversario por aprobar la reforma laboral que al Gobierno que ha propuesto y cuyo partido ha aprobado en solitario esa reforma. Parece como si se sintieran culpables por tener que convocar una huelga general al amigo y colega Zapatero que tantas subvenciones les facilita.

Y en esta huelga general casi cinco millones de ciudadanos no podrán ejercer su derecho a la huelga porque tampoco pueden ejercer su derecho al trabajo. Para estos cinco millones de españoles los sindicatos aún no han tenido tiempo de convocar una protesta como la del 29 de septiembre. Claro, que estando desempleados para qué necesitan de los sindicatos y viceversa.

Es evidente que hay muchos motivos para protestar contra este Gobierno, motivos de toda índole: económica, social, territorial, cultural, etc. Pero estos motivos están desde hace mucho en la agenda pública y ni los sindicatos, ni la oposición han adoptado las necesarias medidas de protesta que pudieran, al menos, hacer sentir a los gobernantes que la realidad de la calle es muy distinta a la que perciben desde sus enmoquetados despachos.

El Gobierno se merece una huelga general, pero ¿se la merece España? ¿Está en condiciones la economía española de soportar el inmenso coste económico que supondría el triunfo de esta convocatoria? ¿Pueden resistir las pequeñas empresas este coste? ¿Lo pueden resistir los bolsillos de los trabajadores?

Son cuestiones sobre las que merece la pena reflexionar, con permiso de los sindicatos, a la hora de decidir la posición individual a la hora de apoyar o no la huelga. Yo no lo tengo claro.

Fdo. Santiago de Munck Loyola.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

POLÍTICOS Y PRINCIPIOS (2ª PARTE).




Dentro de 9 meses los españoles tendremos una nueva cita con las urnas, elecciones municipales y autonómicas. Hasta entonces seremos bombardeados con toca clase de propuestas, mensajes, críticas y programas. Asistiremos a un espectáculo político encaminado a obtener nuestro voto y presenciaremos el empleo de toca clase de trucos y tácticas, decentes e indecentes, para lograrlo.

De los programas electorales poco se puede esperar. Pocos los leen y los políticos no se esfuerzan demasiado en hacerlos llegar a los ciudadanos. Les basta con enunciar cuatro o cinco propuestas estrellas y poco más. Pesa mucho aún en la conciencia colectiva la máxima del profesor Tierno Galván de que “los programas están hechos para no cumplirlos”. Por tanto, poco puede esperarse de los contenidos programáticos a la hora de determinar el voto.

Junto a los programas aparecen los candidatos, los políticos que se esforzarán por mostrar su cara más amable y se pasearán pos plazas y mercados mezclándose con los ciudadanos para aparentar cercanía e identidad, aunque no sepan cuanto cuesta un café con leche.

Si los programas pueden ser solo aproximadamente indicativos del rumbo que los políticos pretenden tomar, se puede y se debe tomar como referencia los antecedentes del candidato y lo que es más importante, lo que realmente piensa, es decir, sus principios y valores. Los antecedentes del candidato, su experiencia, su vida pueden claramente anunciarnos cómo se va a desenvolver cuando asuma responsabilidades de gobierno. Sin embargo, siendo quizás mucho más importante, hoy en día es mucho más difícil saber qué piensa un candidato, en qué cree y en qué no cree.

Gobernar es liderar desde unos determinados presupuestos ideológicos y, paradójicamente, en la era de la comunicación global los ciudadanos tenemos muy difícil saber qué presupuestos ideológicos tiene un determinado político. A grandes rasgos y en sintonía con su partido político podemos imaginarlos, pero no los podemos conocer a ciencia cierta. Y ello es así porque lamentablemente los principios y los valores de un político y de los partidos quedan relegados en función de las tendencias del mercado electoral. Hoy es infrecuente encontrar políticos que ejerzan un verdadero liderazgo, es decir, que expresen públicamente sus principios y valores para, desde los mismos, convencer y ejercer de guías de la sociedad. Al contrario, lo que prima son las tendencias y corrientes de pensamiento que las encuestas señalan como mayoritarias en la sociedad. Al fin y al cabo, el político quiere el poder y si para lograrlo tiene que ocultar lo que realmente piensa sobre cuestiones fundamentales lo hará. Manda el mercado, mandan las encuestas y manda lo políticamente correcto. Por ello, quizás las diferencias entre los partidos políticos parecen cada vez menores, todos tratan de nutrirse del mismo granero de votos y la victoria electoral se consuma en un estrecho margen de votos que raramente supera el 5 % del electorado. Por tanto, hoy es muy difícil saber qué principios y valores defiende cualquier político en temas muy importantes. Hay una cierta uniformidad en el catálogo de políticos y aspirantes realmente preocupante.

Aún siendo difícil la tarea de tratar de conocer quién es un determinado aspirante, qué piensa realmente sobre inmigración, paro, terrorismo, aborto, familia, impuestos, etc. y qué va a hacer en caso de resultar elegido, hay ciertas líneas rojas que en el caso de ser traspasadas pueden servir para descartarlo cuando llegue el momento de elegir. En el ámbito de la política local es quizás mucho más fácil poder establecer los parámetros en los que un candidato se mueve, pues la proximidad y la cercanía facilitan su conocimiento.

Cuando el interés del candidato no se centra en las necesidades del vecino, en la persona, en el ser humano que tiene problemas y necesita ayuda y su discurso se pierde en grandes objetivos e ideales lejanos, es descartable. Cuando la vida privada del candidato es ostensiblemente incoherente con los principios y valores que se supone debe representar, es descartable. Cuando el candidato centra sus esfuerzos en la consecución de determinados objetivos con independencia de los medios para alcanzarlos, es descartable. Y cuando el discurso del candidato huye permanentemente del compromiso y cambia plegándose en la dirección del viento dominante es claramente descartable. Sé que es difícil determinar en muchas ocasiones la concurrencia de estas cuatro situaciones, pero yo, al menos, lo tengo claro a pesar del peso que puede tener la fidelidad a unas determinadas siglas. Prefiero no votar, antes que tener que otorgar mi confianza a alguien que ha traspasado claramente alguna de las líneas anteriores.

Santiago de Munck Loyola

sábado, 28 de agosto de 2010

ERNESTO EKAIZER: UN CARA DURA.



Tengo que reconocer que hay tipos que me enferman cada vez que los veo en la televisión, los escucho en la radio o leo su nombre en algún periódico. Y uno de esos tipos es Ernesto Ekaizer, periodista argentino afincado en España y destacado portavoz de la progresía oficial y pseudoficial. Periodista, comentarista, inquisidor del centro derecha, repartidor de credenciales democráticas, defensor del oprimido, charlatán mediático y pluma en alquiler al mejor postor, eso sí de izquierdas. Pues bien, este ejemplar periodístico que tantas lecciones de ética va impartiendo a diestro, siempre a diestro, me proporcionó hace ya muchos años un claro ejemplo de cómo se las gastan algunos y de su verdadera catadura moral.

Corría el año 1985, tres años después de la expropiación de Rumasa, y España era un hervidero de noticias en torno al paradero de Ruiz-Mateos y de su futuro inmediato. Ruiz-Mateos había sido detenido en Alemania y a finales del mes de marzo la Audiencia Territorial de Francfort dictó el auto de extradición del detenido.

El Sr. Ekaizer, a la sazón redactor jefe de la Vanguardia, volcaba todos sus esfuerzos profesionales en el asunto Rumasa, no en vano tenía que justificar como fuera la dudosa actuación del Gobierno de España. Estaba tras la pista de cualquier movimiento del Sr. Ruiz-Mateos y quería conocer todos los detalles del procedimiento judicial en curso para lograr la extradición del mismo. El Sr. Ekaizer se hizo con el auto de extradición de la justicia alemana y buscó urgentemente a un buen traductor que le tradujese el documento del alemán al español. El auto tenía 19 páginas de farragosos textos jurídicos alemanes. Ante la urgencia y la premura del periodista, aquel traductor dejó todo lo que estaba haciendo y se dedicó en exclusiva al encargo del Sr. Ekaizer. Trabajo día y noche hasta acabar el trabajo. Una vez finalizado, aquel traductor que tenía aún en casa 7 hijos a los que mantener llamó al Sr. Ekaizer para que lo recogiese y lo abonase. ¿Qué ocurrió? Pues que el insigne periodista le dijo que ya no le interesaba la traducción y que no pensaba pagar el trabajo. Así de fácil y de claro. No se molestó ni en dar las gracias por el trabajo que se le había hecho. Todo un ejemplo del respeto al trabajo de los demás y a la justicia. Aquel traductor era mi padre. Y aquí reproduzco la factura impagada por el sin vergüenza del progresista Ernesto Ekaizer, adalid del progresismo de papel.

Santiago de Munck Loyola

viernes, 27 de agosto de 2010

POLÍTICOS Y PRINCIPIOS.

Hace unas semanas mantenía una conversación con unos amigos de Monforte del Cid. Hablábamos sobre las elecciones y los políticos y mi amiga Inés sostenía que ella no podía confiar, ni votar, a un político cuya vida privada fuera escandalosa y citaba el ejemplo de las “juergas” de Berlusconi en su villa privada captadas por los teleobjetivos de los periodistas. Yo opinaba que del mismo modo que cuando uno se tiene que operar busca al mejor cirujano sin cuestionarse si es o no un mujeriego o si es infiel a su pareja, con los políticos pasaba lo mismo, es decir, que lo importante es que gobernasen bien, con independencia de lo que hagan en su vida privada. Y creo que me equivoqué en gran parte porque al hablar de “gobernar” me estaba quedando en el plano de lo material, de los resultados, de la gestión pura y dura. Gobernar es mucho más que eso.

Por una parte hay que tener en cuenta la sociedad en la que vivimos, sus problemas, necesidades y los valores imperantes. En la sociedad anglosajona en la que prevalece cierto puritanismo derivado del protestantismo, el nivel de exigencia es mucho mayor que en nuestra sociedad y así nos luce el pelo. Allí, mentir a la opinión pública o tener a un empleado sin dar de alta lleva aparejado la dimisión del político que es pillado. Aquí no. Pero es evidente que, sin llegar a los extremos de ese, a veces, exagerado comportamiento no nos vendría nada mal un mayor nivel de exigencia en el comportamiento y en la coherencia de nuestros gobernantes.

Por otra parte hay que valorar qué es realmente un político, un gobernante y qué es lo que se le puede y se le debe exigir. Cuando contratamos los servicios de un profesional, sea un fontanero, un arquitecto o un médico, siempre buscamos la mejor cualificación profesional, no necesitamos saber qué ideas o creencias tiene, ni cómo se comporta en el ámbito de su vida privada. Nos basta con que, establecida la mejor relación calidad precio, sepa hacer bien su trabajo y satisfaga nuestra necesidad. Pero ¿qué ocurre con el político? No hay una titulación profesional de político, ni pruebas objetivas que sirvan para conocer su capacidad y su profesionalidad. Las titulaciones habituales entre los políticos, derecho o economía, ayudan pero no son suficientes para calificar la profesionalidad de un político. El político no puede exhibir ante el elector un título que lo habilite porque no lo hay. Y cuando hablo de político me refiero a cualquier nivel de la política desde la que se desarrolla en el ámbito municipal hasta la nacional.

El político es un ciudadano con vocación transformadora de la sociedad en la que participa de acuerdo a unos principios y con un programa a modo de contrato a suscribir con el resto de los ciudadanos. Desde una determinada creencia en unos ideales, valores y principios, más o menos recogidos en el ideario de un partido político, el político trata de ganar la confianza y el apoyo de los electores a los que ofrece un programa de gobierno. Por tanto, ante el elector el político no comparece exhibiendo una cualificación profesional, sino que lo hace exhibiendo unos valores, unas ideas y un programa. Su credibilidad estriba, fundamentalmente, en su persona, en su palabra y en su coherencia entre lo que dice y lo que hace. El político debe mantener esa coherencia entre el ideario personal y el del partido por el que se presenta, entre los valores que defiende y los que practica en su vida pública y privada y entre el programa que ofrece y el del partido al que pertenece. A mayor coherencia entre esas facetas, mayor solidez del político y mayor credibilidad. Muchas veces el descrédito de la clase política viene precisamente por la falta de coherencia entre lo que dicen y lo que hacen cuando, precisamente, es donde radica la mejor cualificación del político. Cuando un político de un partido que defiende los valores de la familia, del esfuerzo y el mérito personal vive de una forma promiscua y disoluta no tiene credibilidad. Cuando un político milita en un partido cuya bandera es la justicia social y la solidaridad y vive a todo lujo cobrando varios sueldos del Estado tampoco merece crédito alguno. Porque, en el fondo, gobernar no es solo gestionar y obtener buenos resultados económicos. Gobernar es decidir, elegir y eso solo puede hacerlo quien tiene capacidad de liderazgo. Y el liderazgo de un político solo puede provenir de su autoridad política y moral, no de su circunstancial posición de mando. Quien no es coherente con sus ideas y principios no está en condiciones de pedir o realizar exigencias al resto de los ciudadanos. Quien no sigue el camino al que sus supuestos valores e ideales deberían llevarle, en modo alguno está en condiciones de ejercer liderazgo alguno, de indicar cual es el camino a seguir por la sociedad. Asumir que da igual el color del gato con tal de que cace ratones sólo conduce a elevar lo material al pedestal más alto y a ignorar los valores que hacen grande al ser humano, a la persona.

Por eso creo que mi amiga Inés tenía buena parte de razón. El político no es un simple profesional más. El político, por modesto que sea, sólo puede “vender” su profesionalidad a través de su credibilidad y de su liderazgo. Y por sus hechos le conoceremos.

Santiago de Munck Loyola.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Adiós.



Cuando hoy, a mediodía, ha sonado el móvil lo último que podía esperar es que un amigo me dijese que Ceferino Riestra acababa de morir. Le conocí hace casi veinte años y durante varias legislaturas compartimos la responsabilidad de representar a nuestros vecinos. Fuimos rivales como candidatos a la Alcaldía de Rivas-Vaciamadrid por nuestros respectivos partidos y fuimos adversarios políticos, él casi siempre en las tareas de Gobierno y yo en las de la Oposición. Fue un adversario serio y duro, tanto en lo político como, en una ocasión, en lo judicial, pero fue un adversario noble, un hombre que mantenía su palabra.

Nos separaron muchas cosas y la política partidista no permitió que profundizáramos las relaciones personales, pero hay tres cosas que, sin duda, nos unían: una pasión profunda por la política, un gran deseo de conseguir lo mejor para Rivas-Vaciamadrid y un intenso apego y amor hacia nuestros seres queridos.

Siempre le percibí como un hombre políticamente comprometido, un hombre de partido y convencido de sus ideales. Y lo era hasta tal punto que en dos ocasiones rechazó ser Alcalde del municipio por someterse a la disciplina de partido y por lealtad hacia unos socios de gobierno que no la merecían.

Lamento profundamente su pérdida y deseo lo mejor para su viuda, sus hijos, sus amigos y compañeros de partido. Adiós Ceferino y que Dios te bendiga.


Santiago de Munck Loyola