Cuando hoy, a mediodía, ha sonado el móvil lo último que podía esperar es que un amigo me dijese que Ceferino Riestra acababa de morir. Le conocí hace casi veinte años y durante varias legislaturas compartimos la responsabilidad de representar a nuestros vecinos. Fuimos rivales como candidatos a la Alcaldía de Rivas-Vaciamadrid por nuestros respectivos partidos y fuimos adversarios políticos, él casi siempre en las tareas de Gobierno y yo en las de la Oposición. Fue un adversario serio y duro, tanto en lo político como, en una ocasión, en lo judicial, pero fue un adversario noble, un hombre que mantenía su palabra.
Nos separaron muchas cosas y la política partidista no permitió que profundizáramos las relaciones personales, pero hay tres cosas que, sin duda, nos unían: una pasión profunda por la política, un gran deseo de conseguir lo mejor para Rivas-Vaciamadrid y un intenso apego y amor hacia nuestros seres queridos.
Siempre le percibí como un hombre políticamente comprometido, un hombre de partido y convencido de sus ideales. Y lo era hasta tal punto que en dos ocasiones rechazó ser Alcalde del municipio por someterse a la disciplina de partido y por lealtad hacia unos socios de gobierno que no la merecían.
Lamento profundamente su pérdida y deseo lo mejor para su viuda, sus hijos, sus amigos y compañeros de partido. Adiós Ceferino y que Dios te bendiga.
Santiago de Munck Loyola
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