Es verdad que las encuestas hay
que tomarlas con cautela porque no siempre aciertan. Pero, aún tomando todas
las prevenciones posibles, lo cierto es que el último estudio demoscópico del
CIS pone los pelos de punta. Por primera vez se apunta la posibilidad de que
Pablo Iglesias, al frente de comunistas, populistas e independentistas,
agrupados en torno a la coalición Unidos Podemos pueda llegar a ser Presidente
del Gobierno. Claro que para ello necesitaría el voto de los diputados
socialistas pero, vista la poca solvencia política de la dirección del PSOE y
el previsible derrumbe de este partido, todo es posible.
Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Es indudable que el PP está siendo castigado por muchos de sus votantes por la gestión política y económica en la pasada legislatura, por su falta de reacción ante la corrupción y por los sistemáticos incumplimientos del programa electoral que le llevó al poder en 2011. En estas circunstancias, lo lógico es que el PSOE, como alternativa natural, hubiese rentabilizado el desgaste del gobierno, pero no solo no ha sido así, sino que además también está siendo más castigado aún. El PSOE rompió su suelo electoral en diciembre de 2015 y lleva camino de volverlo a hacer en 2016.
Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Es indudable que el PP está siendo castigado por muchos de sus votantes por la gestión política y económica en la pasada legislatura, por su falta de reacción ante la corrupción y por los sistemáticos incumplimientos del programa electoral que le llevó al poder en 2011. En estas circunstancias, lo lógico es que el PSOE, como alternativa natural, hubiese rentabilizado el desgaste del gobierno, pero no solo no ha sido así, sino que además también está siendo más castigado aún. El PSOE rompió su suelo electoral en diciembre de 2015 y lleva camino de volverlo a hacer en 2016.
Hay que recordar que en 1996, en
el peor momento del felipismo, dos fuerzas políticas rentabilizaron el desgaste
gubernamental, el PP e Izquierda Unida que alcanzó sus mejores resultados
históricos con 2 millones de votos y 21 diputados. Sin embargo, en diciembre de
2015 ni el PSOE, ni IU que quedó al borde de la desaparición rentabilizaron el
desgaste del gobierno del Partido Popular. En la izquierda, los grandes
beneficiarios fueron Podemos y sus apéndices que en gran medida eran los
herederos de los movimientos surgidos el 15-M, en medio de la agonía política
del Zapaterismo.
Es evidente que el PP ganó en
2011 por la desastrosa gestión económica y social de Rodríguez Zapatero cuyos
equipos se mostraron incapaces de prever primero y de corregir después el nefasto
rumbo económico que seguía la economía española. Los votantes castigaron al
PSOE, premiaron al PP pero no lo hicieron con Izquierda Unida a la que gran
parte del electorado identifica claramente con el comunismo. Y el 20 de
diciembre de 2015, el electorado volvió a castigar y con más fuerza aún a PSOE
y a Izquierda Unida. ¿Por qué? Probablemente porque pesaba mucho en el recuerdo
la desastrosa gestión de Zapatero con la consiguiente falta de autocrítica de
los socialistas y su identificación aún con el mismo. Otra causa probable es
que el PSOE, tras las elecciones municipales, facilitó en todas las ciudades y
comunidades en las que pudo la llegada al poder de los podemitas defraudando
con ello a bastantes votantes suyos y otorgando nuevas plataformas políticas a
Podemos para ensanchar su base electoral. En todo proceso de conjunción de
poder entre fuerzas políticas ideológicamente afines, la más débil termina por
desaparecer, véase lo que ocurrió con el CDS cuando se alió con el PP. Y, por
último, es muy probable que la estrategia socialista basada en la oposición
destructiva y revanchista, más que en la difusión de alternativas creíbles y
constructivas también le pasara y le siga pasando factura. En el caso de
Izquierda Unida sus genes comunistas le impiden ser percibida como una
alternativa democrática con credibilidad y de ahí su incapacidad de
rentabilizar el desgaste del gobierno y el de sus propios compañeros de
oposición.
Podemos y sus satélites,
Izquierda Unida incluida, sí han sabido rentabilizar el desgaste de sus, más o
menos afines, compañeros de oposición. Se ha merendado a Izquierda Unida que es
ya un cadáver político y cuya absorción no ha sido fruto de convicciones
políticas sino de necesidad de supervivencia económica y se encuentran ahora con
unas expectativas electorales inmejorables según las encuestas. Podemos o
“Unidos Podemos” ha sabido aprovechar la incompetencia socialista, el suelo
electoral de IU, los millones de euros de Venezuela, el desencanto de las
plazas del 15-M, la desesperación de mucha gente, las alfombras rojas
televisivas extendidas por los magnates de muchos medios de comunicación, la
infravaloración de sus adversarios políticos y la demagogia y populismo
derrochados a raudales.
Es muy, pero que muy difícil, que
los millones de españoles que van a dar su voto dentro de 15 días a “Unidos
Podemos” sepan con exactitud las consecuencias que para la economía y para las
libertades públicas tendrá esa decisión. Todavía es pronto para que la mayoría
de la gente pueda percibir con precisión lo que ya está ocurriendo en muchos
municipios en los que a la sombra de gobiernos podemitas o comunistas, tanto
monta, monta tanto, las libertades políticas y sindicales están siendo puestas
en cuestión y la economía está siendo maltratada. El camuflaje de los
neocomunistas bolivarianos de “Unidos Podemos” está siendo muy eficaz. Vestidos
de socialdemócratas acabarán con el socialismo y con la democracia, como
siempre han hecho. El sectarismo más radical, el revanchismo más peligroso, la
demagogia sin límites y la prepotencia política más pura están a las puertas de
la Moncloa,
lo que recuerda mucho a lo ocurrido en otro país europeo hace más de 80 años. Lo dicho, los pelos de punta.
Santiago de Munck Loyola
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