No tomarse en serio al adversario político es uno de los peores errores que
se puede cometer. Y otro grave error es no aprender del adversario, siempre hay
algo en sus estrategias y sus tácticas que merece la pena ser tenido en cuenta.
Ambos errores los ha venido cometiendo, una y otra vez, el Partido Popular.
Desconozco las causas de esta forma de proceder, arrogancia, soberbia,
prepotencia,… pero lo cierto es que se repite una y otra vez. Ocurrió cuando
Rodríguez Zapatero se puso al frente del PSOE y no sólo fue menospreciado por
los populares, sino que incluso en las filas socialistas hubo quien le llamaba “Bambi”.
Pues bien, “Bambi” o “Pancartero” ganó contra muchos pronósticos las elecciones
generales de 2004 y dejó noqueada durante años a la derecha española. Y a
Zapatero no le tembló el pulso para ponerse de inmediato a cumplir lo que había
ido prometiendo detrás de las pancartas y en su programa electoral.
El 16 de abril de 2004 Zapatero fue investido Presidente del Gobierno y a
los 3 días, el 19 de abril, ordenó la retirada de las tropas española de Irak. A
las pocas semanas de formar gobierno, el 18 de mayo de 2004, dejó en suspenso
por decreto ley la aplicación de la Ley Orgánica de Calidad de la Educación
(LOCE) que había sido promulgada el 23 de diciembre de 2002 por el segundo
gobierno de José María Aznar y que pretendía reformar y mejorar la educación en
España. Ni tan siquiera llegó a aplicarse. Y a mediados de junio del mismo año
su gobierno derogó el trasvase del Ebro recogido en el Plan Hidrológico Nacional.
Como puede verse, no tardó ni dos meses en ejecutar tres de las principales
promesas que había hecho a sus votantes.
Esta semana, casi tres años después de que el Partido Popular ganase las
elecciones generales por mayoría absoluta hemos conocido por algunos medios de
comunicación que el Gobierno está sopesando enterrar el anteproyecto de Ley
sobre la modificación de la regulación del aborto. Hay que recordar que el
programa electoral para las elecciones generales celebradas el 20 de noviembre
de 2011 el Partido Popular incluía la modificación de la ley del aborto, es
decir, que se trata de uno de los compromisos electorales por los que fue
elegido mayoritariamente (Página 108. Medida 6ª “Cambiaremos el modelo de la
actual regulación sobre el aborto…”).
Tres años han pasado y el Sr. Rajoy, su gobierno, su Grupo Parlamentario y sus
cientos de miles de afiliados no han tenido tiempo para cumplir algo tan
elemental que habían prometido: cambiar el modelo actual, cambiar el modelo
establecido en la Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la
interrupción voluntaria del embarazo. Se puede comprender que, entre tantas cabezas
pensantes y sin un liderazgo político y moral evidente, no sean capaces de
alumbrar una nueva regulación que aglutine a todas las supuestas “sensibilidades”
existentes en el PP, pero bien que podían haber hecho algo muy simple para
empezar a cumplir de una vez alguna de sus promesas, podían y pueden aún,
imitar al Sr. Zapatero y suspender la aplicación de esta Ley o sencillamente
derogarla dejando vigente la anterior regulación, un mal menor, la Ley Orgánica
9/1985, aprobada el 5 de julio de 1985.
Hay quien se escuda diciendo que hacerlo ahora no sería conveniente desde
un punto de vista electoral lo que vendría a corroborar la idea de que, al fin y
al cabo, lo que cuenta es asegurarse la poltrona, no los principios, ni los
compromisos. ¿Y por qué no lo han hecho antes? ¿Acaso se les ha votado para que
se aseguren la poltrona o para que cumplan con lo prometido? Y ¿Dónde están las
voces de las decenas de miles de cargos públicos del PP que asumieron ese programa
electoral? Nunca antes un partido político se ha situado tan lejos y ha
despreciado tanto a sus votantes como éste. La aparición de “Podemos” parece
que les ha venido bien porque piensan que levantando ahora la bandera de que
viene el coco recuperarán a sus votantes y, por eso, no tienen problemas en que
los grandes grupos mediáticos den cancha a esta formación. Pero se equivocan,
están alimentando a una fiera que terminará por comérselos.
Padecemos un partido de centro derecha hegemónico cobarde, soberbio y
acomplejado que entiende la política como un medio y no como un fin. De los
principios han pasado a lo “políticamente correcto” y de lo “políticamente
correcto” han dado el salto a la “política sostenible” de la burocracia
partidista y de la casta dirigente. Una pena.
Santiago de Munck Loyola
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