Poco o nada ha
cambiado en la situación procesal de la Alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo,
salvo el hecho que ha sido imputada en un nuevo caso, el asunto “Rabasa”,
promovido por la acusación particular, Izquierda Unida. Poco o nada ha cambiado
con respecto al año 2012 en su situación procesal porque su estatus sigue
siendo el mismo, el de imputada. Al día de hoy ni está procesada por delito
alguno ni, mucho menos, condenada. Y ya sabemos lo que en España significa
estar imputado. Por cierto, hay que denunciar que el lento funcionamiento de la
justicia que alarga durante años la instrucción de los casos y, con ello, las
imputaciones constituye una burla a los derechos fundamentales y libertades
públicas protegidos por la Constitución en el Artículo 24.
Y, de repente, como
si una nueva imputación supusiera un cambio radical en el estatus judicial de
la Alcaldesa se monta todo un espectáculo. Periódicos que durante años han
omitido cualquier crítica o noticia adversa a la gestión de la Alcaldesa, ven
la luz, se caen del caballo y empiezan a publicar noticias con todo lujo de
detalles. Y en el PP se ponen muy nerviosos y empiezan a enseñar la puerta de
salida a la Alcaldesa y a buscarle sustituto. ¿Tanto ha cambiado el asunto?
Evidentemente no. Pero hay elecciones municipales dentro de 9 meses y el PP
teme que los alicantinos le pasemos factura por haber convertido nuestra ciudad en un paradigma de la corrupción y del “chalaneo” político-empresarial. Y a esa
circunstancia hay que añadir otra muy enraizada en lo más profundo de algunas
personas. Los miserables suelen ser oportunistas. Suelen actuar como las aves
carroñeras y se alimentan de los despojos. Dicho de otra forma, siempre hay gente
dispuesta a hacer leña del árbol caído. Pero seamos serios. Muy poca gente y
muy pocos medios de comunicación de Alicante que hoy andan despotricando se han
atrevido en los últimos años a alzar su voz contra los abusos y la gestión de Sonia
Castedo, Alcaldesa de Alicante. En el PP nadie, salvo dos personas y pagamos
con la expulsión por ello, alzó la voz públicamente. Todos los concejales del
PP, todos sin excepción desde Carlos Castillo hasta Luis Barcala, han
permanecido callados como tumbas, han sido partícipes de una nefasta gestión
municipal y han avalado con su presencia en el equipo de gobierno el
desprestigio de nuestro Ayuntamiento. Y la dirección provincial del PP no sólo
ha avalado estos años a la Alcaldesa sino que, además, conocida su primera
imputación la promocionó concediéndole el mando sobre el desmembrado PP de la
ciudad. No es posible olvidar que ante la corrupción no caben las medias
tintas. O se denuncia o se transige y lo segundo, cuando se ostentan
responsabilidades políticas, es complicidad.
Hay que decirlo alto
y claro: si en 2012 Sonia Castedo podía, pese a estar imputada, seguir al
frente de la Alcaldía y del PP con la bendición y protección de José Ciscar y
de su mano derecha, José Juan Zaplana, hoy, en 2014, no debería existir ninguna
razón objetiva para lo contrario. Y si ahora sus protectores, José Ciscar y
José Juan Zaplana, han cambiado de criterio es que se equivocaron gravemente
dañando a esta ciudad y si ahora entienden que la imputación no le permite seguir
al frente del Ayuntamiento, son ellos dos los que también deben irse a casa,
porque son ellos dos los responsables de que estando imputada haya permanecido
durante dos años representando al PP y a los alicantinos en el Ayuntamiento. No
lo harán con toda seguridad porque ambos personajes no se han distinguido nunca
por su defensa de los valores y principios que deben animar el servicio a la
ciudadanía, sino que se mueven por simples cálculos electoralistas.
Con todo, no hay que
olvidar que Sonia Castedo goza de la presunción de inocencia y, al día de hoy,
es inocente. Andar pidiendo su prisión preventiva es una majadería propia de
ignorantes y de oportunistas sin escrúpulos. ¿Tendría que dimitir? Parece que
sí. Tendría que haberlo hecho en 2012, porque está bajo sospecha judicial por
múltiples causas, porque ha incumplido sistemáticamente el programa electoral
por el que elegida y porque no ha representado a los alicantinos, tal y como
evidencian las grabaciones difundidas, con la dignidad y altura que el cargo
institucional y la representación de todos los alicantinos requería.
Santiago de Munck
Loyola
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