Es difícil imaginar la que se
habría organizado esta tarde en Cataluña si un político no nacionalista hubiese
comparecido ante el Parlamento catalán y hubiese actuado como lo ha hecho Jordi
Pujol. Como mínimo, los independentistas estarían a estas horas rasgándose las
vestiduras y se habrían echado a las calles para clamar contra los ataques y
las ofensas al pueblo de Cataluña representado por su Parlamento autonómico.
Pero nada de eso ha ocurrido ni va a ocurrir porque el compareciente era de los
suyos el ex “Muy Honorable” Jordi Pujol. Que en esta comparecencia Jordi Pujol
se iba a envolver en la bandera catalana, como hizo en los años 80 con ocasión
del caso Banca Catalana, ya lo imaginábamos porque es la estrategia recurrente
y victimista de los independentistas; que iba a alegar móviles patrióticos para
intentar justificar su evasión continuada de impuestos era perfectamente
previsible; que no iba a responder a ninguna de las cuestiones que le
planteasen sus señorías también era de esperar y que no iba despejar ninguna
duda en torno a los millonarios negocios de sus hijos o en torno a la
financiación de CiU entraba en todos los pronósticos.
Jordi Pujol iba al Parlamento
catalán a hablar de su libro y sólo de su libro, es decir, del supuesto legado paterno amasado no se sabe
muy bien cómo hace décadas en torno a la importación de algodón, que él heredo
y del que su propia hermana no tenía conocimiento al parecer y para el que
durante 34 años no supo encontrar el momento adecuado para regularizarlo ante
la hacienda pública. Y punto. Pero lo que pocos o nadie se esperaba es que,
además de lo anterior, el Sr. Pujol se permitiese el lujo de despreciar, abroncar y
descalificar al pueblo de Cataluña representado en ese Parlamento. Y lo ha
hecho sin cortarse un pelo. Pujol ha acusado a los miembros del Parlamento
catalán de mentir, de infantilismo, de falta de audacia y de frivolidad, entre
otras cosas. E, incluso, en medio de la bronca o regañina que estaba soltando a
los parlamentarios se ha permitido el lujo, tal y como ha sido interpretado por
muchos, de amenazar al señalar que si se corta una rama se pueden cortar todas.
No ha faltado nada, salvo conocer
la verdad, en la comparecencia de Pujol. A sus mentiras por omisión, a sus
descalificaciones a los parlamentarios, a su bien pagado papel teatral de
abnegado político enriquecido misteriosamente en pro de un proyecto independentista
ha añadido, además, toda una loa a sus 23 años de gestión pública y de su
partido. ¡Vamos, que se vio obligado a forrarse y a evadir impuestos, como
mínimo, por su amor a Cataluña!
La teatral actuación del ex presidente
catalán, forjador del independentismo y paradójicamente elegido español del Año
en 1984 por el Diario ABC mientras se lo llevaba “crudo”, no habría sido
posible sin la imprescindible colaboración de CiU y de Esquerra Republicana de
Cataluña que, no sólo han preparado las condiciones escénicas de esta
comparecencia sino que, además, la han reforzado con su actitud política a lo
largo de la sesión parlamentaria. Resulta llamativo que ni el número uno de
ERC, el Sr. Junqueras, ni la número dos de esta formación, Sra. Rovira, han
querido estar presentes en la comparecencia de Pujol. No han querido dar la
cara seguramente para no incomodar a su más que probable próximo socio de
gobierno. Y de la intervención del representante de CiU para qué hablar: un
rato de incienso para el compareciente, autodenominado “no corrupto”, y mucho
rato de “estopa” para los demás grupos de la oposición que no son más que unos
carroñeros, unos impertinentes y unos enemigos de Cataluña. Patético.
Visto lo visto parece que se ha
desvanecido un espejismo que llevaba décadas flotando en la atmósfera política
española y, desde luego, en los subvencionados medios de comunicación
catalanes, el oasis catalán no existía. Y en su lugar está dibujándose la
realidad que se asemeja más a una pestilente charca institucionalizada llena de
sucios negocios, de comisiones, de evasiones de capital, de paraísos fiscales,
de financiación ilegal de partidos, de escuchas telefónicas ilegales, de espías
de opereta, de coches de lujo, de bolsas negras rebosantes de billetes, de
amenazas y atentados contra los discrepantes y demás cosas que seguramente
descubriremos si, rota una rama, empiezan a romperse las demás, mientras los
concejales del PSC siguen haciendo el juego a los independentistas
pronunciándose, municipio tras municipio, a favor de la consulta ilegal. Al tiempo.
Santiago de Munck Loyola
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