Tanto asesor para nuestros políticos, tanto dinero público
empleado en marketing político, en
técnicas de comunicación y en imagen para que luego algunos de nuestros
dirigentes desconcierten e indignen al personal con sus declaraciones o sus
actitudes públicas. El pasado domingo, en un acto político del PPCV celebrado
en Alicante el Presidente del Partido y de la Generalitat Valenciana, Alberto
Fabra, dejó de piedra a más de uno de los asistentes (que no obstante
aplaudirían de forma entusiasta como es habitual en este tipo de actos) y a los
ciudadanos de la calle cuando manifestó su respaldo a la plurimputada alcaldesa
de Alicante Sonia Castedo. “Estás fantástica, a punto, y ahí estaremos todos
ayudándote”. Sorpresa y aplausos entre los asistentes. Más de uno de los
actuales concejales que trabajan bajo cuerda para ocupar el sillón de la
alcaldesa se quedó helado. ¿Y qué hay de la línea roja de Fabra? ¿Dónde queda
esa línea discontinua según la cual los imputados deberían irse a casa? Al día
siguiente todos los medios de comunicación y los comentaristas políticos atónitos
también. ¿Qué ha pasado? ¿Ya no hay línea roja?
Y se monta tal revuelo que el
Presidente Fabra se ve obligado a salir a la palestra para rectificar y para
aclarar que su apoyo era de carácter personal y que se refería sólo al embarazo
de la alcaldesa. ¡Acabáramos! Alguien, alguno de esos múltiples asesores con
los que cuenta el Presidente Fabra y que costeamos los contribuyentes debería
haberle advertido que se trataba de un mitin, de una reunión política y no de
un encuentro entre amiguetes, ni de una charla del curso del parto sin dolor
por lo que debía medir muy bien sus palabras. Claro que, cuando todo un
Presidente de la Generalitat ve normal que su amiga cargue la factura del “arreglo
del cocido” al presupuesto público, es normal que pasen estas cosas.
Pero, claro, en el PPCV siempre hay “tiralevitas” dispuestos
a apoyar cualquier tontería por grande que sea que diga el jefe y a buscar cualquier
argumento que la refuerce. Es ése el caso de la Presidenta de la Diputación
alicantina, Luisa Pastor, que se apresuró a hacer unas declaraciones antes de
que se produjera la rectificación del jefazo. Y, así, con el pie cambiado dijo
al día siguiente del “apoyo comunitario al embarazo de la alcaldesa” que no hay
ningún inconveniente en que Sonia Castedo vuelva a encabezar la candidatura del
PP porque sólo está imputada por cuatro graves delitos y que no está condenada.
Semejante “perogrullada” cae por su peso. Evidentemente, ningún imputado es, de
momento, culpable de nada. Pero cuando se traza una línea roja, no se sabe muy
bien siguiendo qué criterio y se fija en el momento de la imputación, se hace,
se supone, por una exigencia pública de
ejemplaridad, aunque no lo sepa la Sra. Pastor. Tampoco Luis Bárcenas ha sido
condenado por nada y se sospecha que, pese a su valía financiera, la Sra.
Pastor no desea incorporarle en la próxima candidatura del PP de su pueblo ni
ofrecerle cargo alguno en la Diputación. ¿O sí?
Y por si fuera poca la ligereza con la que algunos políticos
se toman la necesidad de practicar la ejemplaridad y de combatir la corrupción,
ayer mismo fuentes próximas al Gobierno de España y al Ministro De Guindos,
experto fichando socialistas chaqueteros para altos puestos del Gobierno, hacen
saber que no hay ninguna prisa por promover la sustitución de la socialista
Magdalena Álvarez, vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones, imputada en
el caso de los ERES andaluces, el mayor caso de corrupción de la historia, y
para la que la Juez Mercedes Alaya acaba de imponer una fianza civil de
29.568.129 euros. Sospecha la Juez que la ex ministra de Zapatero fue la ideóloga
(algo difícil conociendo al personaje) del procedimiento de subvenciones que dio
lugar al latrocinio del dinero de los ERES en la Junta de Andalucía. Que los
socialistas sigan calladitos y que, por supuesto, no pidan la dimisión de sus
imputados es absolutamente normal. Pero que haga lo mismo el Gobierno y el
partido que lo sustenta ya no lo es tanto. Parece que ajuicio de nuestro
Gobierno y, en especial, del Sr. De Guindos este asunto no afecta a la imagen
de España. Total, que la vicepresidenta del banco europeo que maneja miles de
millones destinados a inversiones esté procesada por un caso de corrupción tan
escandaloso como éste carece de importancia. Es más, con no poco cinismo
algunos argumentan que se trata de un asunto que nada tiene que ver, por ser
anterior en el tiempo, con su trabajo en dicho banco como si en ese banco o en
la Junta andaluza no se manejasen fondos públicos y que estas cosas hay que
tratarlas con más delicadeza que la que los socialistas suelen emplear en
asuntos de corrupción mucho menos relevantes. Casi nada.
Hay quien ve algo más en esta tibieza gubernamental y “pepera”
frente a la ejemplaridad que una simple
falta de principios y apunta al hecho de que España es el principal cliente del
Banco Europeo de Inversiones, que en 2013 concedió al país préstamos por valor
de 10.656 millones de euros. España tiene 76.000 millones de euros de préstamos
vivos y espera que este año este Banco nos preste otros 10.000 millones, por lo
que, algunos entienden que es bueno que esta señora siga en su puesto en el
que, por cierto, cobra 23.000 euros al mes.
Ni principios, ni gestos, ni gaitas. El euro es el euro. Unos
no saben por dónde se andan entre tanto asesor, tana línea roja incumplida y
tantos casos de corrupción y otros saben demasiado bien por dónde transitan
aunque huela a cloaca. Y mientras tanto, los ciudadanos pasmados ante tanta
incompetencia y tanto espectáculo bochornoso.
Santiago de Munck Loyola
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