Hace pocas horas, Esteban
González Pons, vicesecretario de Estudios y Programas del PP, afirmaba que los
ciudadanos entendían los sacrificios que la dura política de ajustes del
Gobierno estaba imponiendo. Y añadía que “sólo un gobierno con sentido de la
responsabilidad como el de Mariano Rajoy está en condiciones de pedir a los
españoles los sacrificios que en estos momentos son necesarios para sacar a
España de la crisis”. Por su parte, el ministro de Educación, Cultura y
Deporte, José Ignacio Wert afirmaba el pasado 17 de julio que el conjunto de la
sociedad tienen una comprensión "mucho más ajustada" de lo que a
veces se cree, respecto a la necesidad de los ajustes y que el conjunto de la
sociedad ha "entendido perfectamente e interiorizado perfectamente"
la parte de responsabilidad que la propia sociedad comparte con sus dirigentes
y que entiende la mayor parte de los sacrificios.
Se equivocan. Da la
impresión de que la clase política vive en un mundo paralelo al del común de
los mortales. Las encuestas están ahí, bien calentitas, y todas señalan que la
mayoría de los ciudadanos, incluidos los votantes del PP, no comparten los
duros sacrificios, los recortes que se están llevando a cabo y es evidente que
si no los comparte es porque no los comprende, ni los entiende. Y ello es así,
entre otras razones, porque es la propia clase política la que es vista como la
causa de nuestros problemas.
No basta con que un
Gobierno como el de Rajoy sea “muy responsable” para estar en condiciones de
pedir sacrificios a los ciudadanos, ni mucho menos. El sentido de la
responsabilidad no es un aval suficiente para decirle a los ciudadanos que hay
que apretarse el cinturón y renunciar a muchas cosas para poder salir de la
crisis. El único aval que puede esgrimir un Gobierno es la ejemplaridad. Si la
clase política no es ejemplar, si no predica con el ejemplo no puede pedir
ningún sacrificio a los ciudadanos. Y la ejemplaridad es aún más necesaria, si
cabe, cuando además se reconoce que las medidas de ajuste, que los recortes,
son un claro incumplimiento del Programa Electoral, de la palabra dada a los
votantes tan sólo hace 7 meses.
Ni el Gobierno, ni la
oposición son ejemplares y ésta es una afirmación difícilmente rebatible si se
analizan las medidas adoptadas y los comportamientos de nuestra clase
dirigente. Hace muy pocos días se ha hecho público que tanto el Presidente del
Gobierno, como la Vicepresidenta, los Ministros Arias Cañete, Alberto
Ruiz-Gallardón, Ana Mato, Pastor y Jorge Fernández, aunque todos tienen
vivienda en la capital cobran del Congreso, además de su sueldo ministerial,
1.823 € mensuales para afrontar gastos de alojamiento y manutención. Ninguno de
ellos cobra el sueldo de Diputado ya que la ley les prohíbe percibir dos
retribuciones públicas, pero sí las dietas que no tienen carácter salarial y
están exentas además de tributación. Un negocio redondo.
Y no son los únicos,
otros 62 Diputados, entre los que se encuentra el líder de la Oposición, Pérez
Rubalcaba, cobran la ayuda de 1.823 euros mensuales libres de impuestos pese a
poseer una vivienda en Madrid. Los agraciados con tanta generosidad
parlamentaria son de variado pelaje político: 34 diputados del PP, 25 del PSOE,
uno de CiU y uno de Coalición Canaria.
Y con este panorama ¿uno
tiene que comprender que le suban el IRPF mientras sus señorías tributan como
mileuristas? Y con tanta desfachatez parlamentaria ¿uno tiene que comprender y
aceptar que le eliminen una paga extra? ¿O que haya que pagar más por los
medicamentos? ¿O que se recorten las prestaciones por desempleo? ¡Venga ya!
El caso de las dietas de
los parlamentarios no es más que uno de los muchos ejemplos que e pueden poner
sobre la mesa para afirmar que nuestra clase política no predica con el ejemplo,
que no es ejemplar y que, por tanto, no está legitimada para pedir más
sacrificios a los ciudadanos. Los contribuyentes sabemos que no hay dinero para
todo, comprendemos que no hay recursos suficientes pero no podemos comprender,
ni aceptar, que sí los haya para nuestra clase dirigente, sea política,
sindical, económica o social. Nuestra clase política por desgracia, además de
no ser ejemplar, no es en su gran mayoría decente, porque si lo fuese habría
sido la primera en renunciar a tantos y tantos privilegios de los que disfruta
a costa de nuestras espaldas.
Santiago de Munck Loyola
Buenos dias Santiago.
ResponderEliminarMe pongo en contacto con usted para pedirle permiso y publicar artículos de su blog, ¡¡ INDICANDO PROCEDENCIA, POR SUPUESTO !! en mi web
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Donde publico las injusticias, cara dura, y demás de la clase política-banquera hace a la gente llana,a los curritos de siempre.
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Muchas gracias y un saludo
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