Hoy
ha muerto D. Gregorio Peces-Barba que fue Presidente del Congreso de los
Diputados, ponente constitucional y profesor universitario entre otras muchas
cosas. Tuve la suerte de ser su alumno en el primer y en el último curso de
Derecho, en la Universidad Complutense de Madrid. Entre los profesores de
Derecho Natural que impartían esa disciplina destacaban dos nombres: Joaquín
Ruiz Giménez y Gregorio Peces Barba. En 1977, la primera clase, el primer día
en la Facultad de Derecho, a las ocho de la mañana, fue la suya. Entró en
aquella inmensa aula, acompañado por sus ayudantes, con un puro encendido en la
boca cuyo aroma, a tan tempranas horas, no era precisamente lo más estimulante.
Éramos
cerca de 200 alumnos y nos fue preguntando uno a uno nuestro nombre y apellidos
y la razón por la que habíamos decidido estudiar la carrera de Derecho. Cuando
me llegó el turno respondí que me había matriculado en Derecho porque me
interesaba la política y aquella respuesta le dio pie para esbozar la relación
existente entre el Derecho y el poder. A lo largo de sus clases eran constantes
las referencias que hacía a Norberto Bobbio o a Kelsen y subrayaba siempre el
logro que en la evolución política supuso el reconocimiento de los derechos
fundamentales de la persona. Sus clases eran amenas, sabía explicar y
desarrollar las materias y siempre tenía un talante dialogante.
Ya en el último
curso, volví a tenerle como profesor, en esta ocasión, de Filosofía del
Derecho. Entonces ya era Presidente del Congreso de los Diputados y acudía a
clase con la correspondiente escolta. Le gustaba conversar con los alumnos en
la cafetería de la facultad pero en este último curso era más difícil poder
acceder a él. Fue, sin duda, uno de los mejores profesores que tuve en la
Facultad de Derecho.
Quizás
por el hecho de haberle conocido y tratado en la Facultad, siempre he seguido
su trayectoria política con sumo interés. Sin compartir muchos de sus posicionamientos
políticos, su opinión en tantas y tantas cuestiones en las que ha terciado me
ha merecido consideración y respeto. Quizás uno de los períodos más discutibles
de su actividad política sea su labor como Comisionado para las Víctimas del
Terrorismo que no cuajó en un entendimiento y una colaboración estrecha con la
principal Asociación que las representa, lo que le valió agrias y duras
críticas de una parte de los afectados y de determinados medios de
comunicación.
Tuve
la inmensa suerte de conocerle, de tenerle como profesor y lamento su pérdida.
Se ha ido joven todavía Peces-Barba. Descanse en Paz y que Dios le reciba en su
seno.
Santiago
de Munck Loyola
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