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sábado, 10 de septiembre de 2011

Ripoll al Puerto y nuestros votos al retrete.

La costumbre de los dirigentes de los Partidos Políticos, sean del color que sean, para usar, abusar y mercadear con los cargos públicos, con los puestos de designación directa en instituciones públicas no tiene, en nuestro país, límite alguno. Los nombramientos o los ceses en determinados puestos se realizan no desde la perspectiva de la prestación del mejor servicio posible a los ciudadanos, sino desde la que corresponde al interés partidista, al amiguismo o a la “limpieza” ideológica.

Que alguien organiza fenomenales excursiones a Roma con el Opus Dei, pues, nada, se la termina haciendo Diputada nacional aunque no sepa hacer la “o” con un canuto. Que un Alcalde se atreve a expresar, desde su conciencia, sus objeciones al aborto, pues, nada, se le mueve la silla y se le envía de embajador al Vaticano aunque no sepa idiomas ni sepa dónde es forman los diplomáticos. Que se crea un Ministerio inútil y después se suprime dejando en evidencia a su incompetente titular, pues, nada, se le nombra asesora de la Agencia de la Mujer de las Naciones Unidas aunque para ello haya que gastarse cientos de miles de euros para conseguirlo a pesar de que las arcas públicas están en la ruina. La lista puede ser interminable.

Hace poco más de cuatro meses, los alicantinos decidimos con nuestro voto respaldar la candidatura del Partido Popular al Ayuntamiento de Alicante. No se trataba del respaldo a una lista abierta, como todo el mundo sabe, sino del voto a una lista cerrada, es decir, a un equipo propuesto por el Partido Popular para que los componentes de dicha lista ocupasen los sillones de concejales del Pleno de la Corporación y, en su caso, gobernasen la ciudad. La mayoría de los alicantinos dio su voto a esta lista íntegra, sin posibilidad de excluir a nadie. Por tanto, decidimos, entre otros nombres, que Sonia Castedo y Joaquín Ripoll fuesen concejales.

Pues bien, parece que Sonia Castedo y la dirección regional del Partido Popular (antes con Camps, ahora con Fabra) se pasan por el arco del triunfo la voluntad de los alicantinos expresada en las urnas. Sonia Castedo, convertida en Alcaldesa, decidió que no quería trabajar en el equipo de gobierno de la ciudad con su número dos, con el que los electores habían votado, su Presidente Provincial del PP, Joaquín Ripoll y lo envió al paro. Así, sin más. Todo un alarde de chulería y soberbia, de venganza cainita que supone un sonoro mazazo sobre las urnas y todo ello con el consentimiento y beneplácito de la Dirección Regional Popular.

Que a la Sra. Alcaldesa se le pone que no quiere a su número dos, pues nada se le deja sin competencias municipales, sin sueldo y se le presiona para que renuncie al acta de concejal que los electores le han conferido y, una vez conseguida la renuncia, se nombra al dimitido Presidente de la Autoridad Portuaria de Alicante. Todo un espectáculo de indignidad y de miseria política y moral la que están ofreciendo desde la Casa Consistorial alicantina.

Al Sr. Ripoll los alicantinos le hemos elegido para que esté en el Ayuntamiento, no en el puerto. Ése fue el mandato de la urnas, Sra. Alcaldesa, y no hace tanto de ello. Podrá enviar a Ripoll al puerto y, de paso,  nuestra papeleta, nuestro voto al retrete pero en Política no hay caminos sólo de ida.

Santiago de Munck Loyola

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