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lunes, 26 de septiembre de 2011

Porque no sólo de pan vive el hombre: una tarea más para el PP.

Si tal y como las encuestas pronostican el PP gobierna después de las elecciones del 20-N, el cúmulo de tareas que le espera es enorme. Los siete largos años de la era ZP dejan un “pesada herencia” y no sólo en el campo económico, sino en multitud de facetas de la vida diaria. En estos años, el zapaterismo ha ido introduciendo multitud de cambios en todo lo que se le ha puesto a tiro. Y el idioma, el lenguaje no ha escapado, ni mucho menos, a la acción destructiva del zapaterismo.

No constituye ninguna novedad señalar que el idioma es una herramienta muy importante en el ámbito de la política. En política y, concretamente, en el ámbito de la comunicación política, la elección de determinadas palabras en lugar de otras no es normalmente casual, sino que obedece a móviles y fines determinados. Parece que lo que se ha venido en llamar “lo políticamente correcto” se ha venido extendiendo de una forma imparable entre nuestros políticos y entre quienes por su profesión utilizan con profusión los medios de comunicación. El lenguaje público se ha ido acomodando a las circunstancias y a las cambiantes necesidades de la vida en sociedad.

Determinadas palabras se han ido arrinconando y se han sustituido por otras, en unos casos, porque se sigue la corriente dominante, en otros, porque en el fondo se desconoce el verdadero alcance y significado de las mismas y, en no pocas ocasiones, porque vence una determinada opción ideológica, sociológica o cultural que traslada sus posiciones al terreno de la comunicación.

Los nacionalistas lo saben muy bien. Por eso, han aprovechado el vacío intelectual o la carencia de principios del gobierno de España para ir avanzando sus posiciones. Ya en el período constituyente “colaron” ese exabrupto de las “regiones y nacionalidades”. En estos últimos años han conseguido más: apropiarse en exclusiva del término “nacional” e impedir que los españoles puedan usarlo con normalidad. Pretenden que no hay más nación que la suya y que el resto no tenemos derecho a reivindicar nuestra nación, España.

A la tradicional “catetada” sindical de denominar a los convenios colectivos de aplicación en todo el territorio español “convenios estatales” (Convenio Estatal de la Madera y el Mueble, Convenio Estatal del Sector Agrario…) como si se tratase aplicar estas cuestiones laborales en los negociados ministeriales, hay que añadir ahora la sustitución de la palabra nacional por estatal en las denominaciones de los organismos públicos. La cobardía intelectual del zapaterismo ha conducido a que, por ejemplo, el Instituto Nacional de Meteorología sea ahora la Agencia Estatal de Meteorología. ¿La razón? Que a la Generalidad catalana le molestaba. No es único caso. Los Museos Nacionales son ahora la Red Estatal de Museos y el Instituto Nacional de Empleo (INEM) ahora se llama el Servicio Público de Empleo Estatal. Del mismo modo, los Secretarios e Interventores de los Ayuntamientos, antes Habilitados Nacionales son ahora Habilitados Estatales. 

Los españoles podemos disfrutar gracias a ZP de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), la Agencia Estatal Antidopaje, la Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas y la Calidad de los Servicios, la Agencia Estatal de Radiocomunicaciones, la Agencia Estatal de Administración Tributaria, la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado y, en breve, de la Agencia Estatal de Salud. Como puede observarse, hay todo un amplio catálogo de Agencias Estatales. ¿Nacionales? No, por favor, que molesta a los nacionalistas. Se puede dejar a los españoles sin nación sin problemas pero, mucho cuidado con herir sensibilidades centrífugas. Un poco más y con tanta “roja” habrían terminado por prohibir la denominación de Selección Nacional.

Lo dicho, el PP tiene por delante una formidable tarea para recomponer los destrozos de estos siete años. Pero es importante recordar que no se trata de recomponer sólo los bolsillos de los españoles, también es necesario curar el corazón.

Santiago de Munck Loyola

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