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martes, 5 de abril de 2011

LA MARCHA DEL PRÓDIGO ZAPATERO.

El anuncio de Zapatero sobre su renuncia a presentarse a un tercer mandato ha abierto un sinfín de comentarios en todos los medios de comunicación. Hay quien ha centrado sus observaciones sobre la carrera a la sucesión que se ha abierto dentro del PSOE y que culminará con las primarias a celebrar tras los comicios locales y autonómicos del 22 de mayo. Es cierto que la consigna socialista, respetada hasta hoy por sus dirigentes, es que “no toca” hablar de la sucesión pero esta consigna no ha hecho más que acentuar las miradas de los observadores y analistas políticos para descubrir alguna pista interesante detrás de cada gesto, por insignificante que pueda parecer.

Hay quien, por su parte, ha encendido el incensario y lo balancea con devoción ante la imagen del Presidente en vías de extinción. Todo alabanzas, todo elogios hacia el Presidente como si el anuncio efectuado obedeciera a una convicción profunda del personaje y no a una imposición de los barones del partido y del ambiente general.

Éste es el segundo caso de un Presidente del Gobierno que renuncia a un tercer mandato. El primero fue Aznar pero las diferencias entre ambos son más que notables.

Aznar, siendo sólo candidato, anunció que en el caso de ser Presidente nunca permanecería en el cargo más de dos legislaturas. Y así lo hizo. Cumplió su palabra y le sucedió en la candidatura a la Presidencia, Mariano Rajoy.

Rodríguez Zapatero nunca realizó un anuncio previo similar. Hasta el último momento ha mantenido abierta la posibilidad de presentarse a un tercer mandato y ha renunciado a ello cuando ha constatado que no existía ningún elemento favorable para conseguirlo.

Y el balance que dejan también es muy distinto. Una España situada en la primera línea de la política internacional en 2004, con un peso en la Unión Europea, conseguido en Niza, como nunca había tenido y que fue desdeñado por su sucesor relegándola al papel de simple comparsa del eje franco – alemán. Unas cuentas públicas saneadas en 2004 frente a la amenaza constante de quiebra económica de su sucesor. Un elevado ritmo de creación de empleo y unas bajas tasas de paro frente a los casi cinco millones de desempleados de Zapatero. Una banda terrorista en proceso de asfixia frente a las esperanzas de los terroristas de volver a las instituciones municipales. Una España cohesionada y solidaria frente al disparate de Estatutos rupturistas.

Se mire por donde se mire, Zapatero deja una España en condiciones mucho peores que las que se encontró. Dilapidó la herencia recibida sin agradecimiento alguno, cegado por el rencor y el sectarismo más radical de los últimos 35 años. Y ahora anuncia su marcha porque no le queda más remedio. Ni los suyos le quieren.

Santiago de Munck Loyola

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