Termina una semana de vértigo
político. En tan sólo siete días hemos pasado del aplauso de los populares
festejando la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado con la ayuda
de Ciudadanos y el PNV, al aplauso de despedida de los mismos diputados a su
jefe, al Presidente Rajoy que deja de serlo al triunfar la moción de censura
presentada por el exdiputado socialista Pedro Sánchez. Mañana, sábado 2 de
junio, a las 11 horas Pedro Sánchez tomará posesión en la Zarzuela ante el Jefe
del Estado.
Se cierra una semana de vértigo
político que se inició al hacerse pública la Sentencia de la Sección Segunda de
lo Penal de la Audiencia Nacional. Esta sentencia considera acreditado que
entre 1999 y 2005 entre las empresas de Correa y el Partido Popular de
Majadahonda y de Pozuelo de Alarcón se tejió “un auténtico y eficaz sistema de
corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la
contratación pública central, autonómica y local a través de su estrecha y
continua relación con influyentes militantes de dicho partido”. El tribunal ve
probado que el PP se benefició, sin ser
consciente de su procedencia delictiva, de 111.186 euros para la campaña de
las municipales de 2003 en Pozuelo de Alarcón (Madrid) y de 133.628 euros en la
campaña de Majadahonda. Y esta sentencia que prueba hechos delictivos por un
importe total de 244.814 euros cometidos antes de ser Mariano Rajoy Presidente
del PP es la que ha conseguido unir a la mayoría de la oposición para echar a
Rajoy y desalojar al PP del gobierno de España. Es evidente que se trata de
fantasmas del pasado que han aparecido ahora y han terminado por tumbar a
Mariano Rajoy. Es muy posible que Rajoy esté pagando los platos rotos por
otros, pero suya es la culpa por no haber actuado con contundencia contra la
corrupción, por haber mirado a veces hacia otro lado y, sobre todo, por no
haber puesto en marcha los mecanismos necesarios para regenerar al Partido
Popular y para democratizarlo de abajo a arriba. Y lo peor para el PP está por
venir. De aquí a las próximas elecciones municipales y autonómicas van a seguir
apareciendo más fantasmas del pasado a través de diferentes sentencias.
Al votante de centro derecha no
puede servirle de consuelo o justificación que los socialistas estén peor en
materia de corrupción con treinta procedimientos judiciales abiertos, con 4.000
millones de euros bajo sospecha y con casi 600 imputados. La política
informativa desarrollada por el PP durante años ha conseguido una mayoría de
medios de comunicación para los que un estornudo de un “pepero” se convierte en
una pandemia de ébola, mientras que una epidemia de ébola entre los “sociatas”
son simples casos de alergias individuales y, por tanto, no son noticia.
Ahora se abre una nueva etapa que
además está lastrada por los apoyos que ha recibido Sánchez para ganar la
moción de censura: los populistas y comunistas de Unidos Podemos, los
separatistas y golpistas de ERC, los golpistas y racistas del PDeCat, los
nacionalistas del PNV, los pancatalanistas de Compromís y el brazo político de
los terroristas de ETA. Sánchez ha aceptado gustoso el apoyo de todos, no ha
hecho ascos a ningún apoyo por muy repugnante que fuera con tal de llegar a la
Presidencia del Gobierno. Como es normal no se sabe exactamente a cambio de
qué, excepto en el caso del PNV, aunque en otros casos podemos intuirlo. Pero
ahora viene lo más difícil: gobernar con 84 diputados socialistas, cumplir los
acuerdos a los que haya podido llegar y “torear” en un senado con mayoría
absoluta del PP. Y ahí es por donde va a tener que empezar. Sánchez ha
prometido al PNV gobernar con los presupuestos del PP, vetados por él mismo y
el PSOE hace siete días, aprobados la semana pasada en el Congreso y que aún
han de ser aprobados en el Senado donde cinco de los partidos que le han
apoyado en la moción de censura, Podemos, PDeCAT, EH Bildu, ERC y Compromís,
han registrado este mismo viernes sus vetos al proyecto de Ley de Presupuestos
Generales del Estado para 2018.
Santiago de Munck Loyola