No parece que la llegada de Pedro
Sánchez a la Secretaría General
del PSOE haya supuesto, de momento, la consolidación de un nuevo proyecto
político sólido y coherente. El socialismo español no termina de encontrar una
hoja de ruta propia que le permita presentarse ante la sociedad española como
una alternativa de gobierno creíble a pesar de los intentos por ofrecer la
imagen contraria avalados por encuestas precocinadas como la que se acaba de
publicar este fin de semana. Las últimas ideas o propuestas lanzadas por el
dirigente socialista, bastante disparatas por cierto, no parecen responder a un
sólido y elaborado programa de gobierno, sino que más bien se asemejan a globos
sonda, a ocurrencias electoralistas o, lo que es más preocupante, a
posicionamientos obligados quizás por la influencia de Podemos.
Hace unos días, el líder
socialista, preguntado sobre qué Ministerio sobraría, respondió con rotundidad
y sin matizaciones que sobraba el Ministerio de Defensa. Faltó tiempo para que
saltaran todas las alarmas en Ferraz y para que se apresuraran a “matizar” esta
afirmación señalando que lo que en realidad quería decir es que había que
reducir su presupuesto. Pero, no nos engañemos, dijo lo que dijo y lo hizo sin matización
alguna. Y si en Ferraz piensan de verdad que hay que reducir el presupuesto
vamos listos los españoles.
Ya unos pocos días antes, el Sr.
Sánchez había defendido que las víctimas de violencia de género tuvieran
funerales de Estado, con todo lo que ello supone. Y también los “apagafuegos”
de Ferraz habían tenido que salir a la palestra para aclarar semejante
propuesta matizando que en realidad lo que quería decir es que en los oficios
religiosos por esas víctimas debería haber alguna presencia gubernamental.
Ayer mismo, sin ir más lejos, el
líder socialista anunció que en el caso de llegar al gobierno subiría el sueldo
a los docentes y es de suponer que se estaba refiriendo de forma exclusiva a
los docentes que dependen de las administraciones públicas. Constituye todo un
misterio conocer la razón por la que sólo esta categoría de empleados públicos,
los docentes, van a ser premiados con un incremento salarial y no así el resto
de empleados públicos. Los mal pensados apuntan a que este guiño a los docentes
públicos obedece a la indudable capacidad de los mismos de influir en las
mentes de los escolares, pero es toda una incógnita la razón de fondo de esta
inusitada promesa. Empleados públicos lo son también los médicos, los bomberos,
los policías, los administrativos, etc. y todos ellos han venido sufriendo una
pérdida salarial enorme durante los últimos años con congelaciones salariales y
recortes retributivos impuestos primero por Zapatero y continuados después por
Rajoy. No cabe pensar pues otra cosa que con este nuevo socialismo la igualdad
es relativa y que depende de de la arbitrariedad del gobernante de turno.
Y, por si fuera, poco los
socialistas y su nuevo líder andan todavía perdidos respecto al independentismo
catalán. De una parte sus correligionarios en los ayuntamientos catalanes andan
votando favorablemente las mociones a favor del referéndum ilegal presentadas
por los partidos separatistas. De otra, sigue proponiendo, como lo venía
haciendo su antecesor Pérez Rubalcaba, una reforma constitucional para hacer de
España un estado federal como fórmula para acabar con las tensiones rupturistas
de los independentistas. Sin embargo, el Sr. Sánchez y su partido no nos
explican dos cuestiones básicas: de una parte qué entienden exactamente por un
estado federal, si se trata de que todos los estados federados (las actuales
comunidades autónomas) gocen de iguales competencias o no o si, por el
contrario, se trata de resucitar esa peculiar idea del federalismo “asimétrico”
y, de otra, si embarcarse en semejante reforma constitucional va a ser aceptada
por los independentistas y, por tanto, va a servir para acabar con esta
pesadilla rupturista. Si una cosa está clara es que promover una estructura
federal a través de la reforma constitucional para no arreglar nada es un disparate
político.
Es de desear que el nuevo líder
socialista encarne un nuevo proyecto sólido y apto para el conjunto de España y
que con el tiempo ocurrencias como las anteriores sean sólo el recuerdo de
disparates transitorios y no el anticipo de una política que de hacerse
realidad sería un desastre.
Santiago de Munck Loyola