Ha sido sorprendente el ruido
mediático organizado por la moción de censura del pasado 8 de marzo en
Ponferrada. Es cierto que la fecha elegida no era la más oportuna, pero también
parece que el asunto no era tan grave, sobre todo si se compara con otras
actuaciones similares recientemente llevadas a cabo por los socialistas. Claro
que para mayor desgracia de los dirigentes socialistas la triunfante moción de
censura de Ponferrada gracias al voto del grupo municipal liderado por un
acosador sexual, elegido concejal por sus vecinos no obstante sus antecedentes,
coincidía con el Día de la Mujer
y con los habituales tópicos y simplezas de la número dos socialista, la
inefable y morosa Sra. Valenciano. Después de afirmar que “la derecha española
nunca ha movido un dedo por el conjunto de las mujeres” y que la derecha
española supone “una losa” para la igualdad y para las mujeres, la Sra. Valenciano y su partido
regalaban a todos los españoles y, en especial, a las mujeres la guinda de
Ponferrada.
Y para rematar la faena, el número tres del PSOE, el otrora
desmemoriado Sr. Óscar López, se justificaba y asumía la responsabilidad del
citado regalo afirmando “que le había cegado el deseo de apartar de la política
al acosador”, parte del pacto de dicha moción de censura. Claro que con tan
poca memoria y peor vista cualquiera se hubiese cegado por tan altruista
objetivo. ¡Hay que tener cara dura!
Sin embargo, el cúmulo de torpezas
socialista ha servido para el rechinar de dientes y el rasgado de vestiduras de
algunos que, sin embargo, no han tenido inconveniente moral alguno durante años
en servirse de los votos del acosador y de otros que de siempre guardan un
sepulcral silencio mientras en sus filas ostenta un importante cargo orgánico
un maltratador como Jesús Eguiguren o mientras su partido apoya repetidamente a
los testaferros de ETA. El 12 de abril de 1992, su esposa Assunta Zubiarrain le
denunció por malos tratos y a raíz de ello, el entonces vicepresidente del
Parlamento vasco, fue condenado a 17 días de arresto menor. El dirigente
socialista golpeó a su mujer con las manos, un paraguas y un zapato y ésta
terminó cayendo por unas escaleras mientras discutían, al parecer, sobre
presuntas infidelidades matrimoniales del Sr. Eguiguren. Jesús Eguiguren,
produjo a su esposa hematomas y contusiones en las zonas parietal y occipital
del cuero cabelludo, en los hombros, brazos, codos, manos, glúteo y muslos,
lesiones que tardaron en curar un total de 20 días y que no dejaron secuelas. Puede
que fuera su experiencia en el campo de la violencia la razón por la cual el
Sr. Zapatero encargó a este valiente tipo negociar con los violentos asesinos
de ETA. Semejante “machada”, por cierto, no ha provocado nunca la riada de
improperios por la supuesta indignación entre las, también presuntas, mujeres
progresistas, como la que recientemente causó unas desafortunadas declaraciones
del actor y diputado Toni Cantó. Con lo que se muestra claramente dos cosas:
que buena parte de la izquierda española, otorgadora de credenciales de pureza
democrática, utiliza de forma innoble cualquier asunto sensible como el
machismo o la violencia doméstica y que siempre aplica la Ley del Embudo.
Aún con ser inoportuno y grave el
episodio de la moción de censura en Ponferrada es, con mucho, menos importante
que otros episodios políticos protagonizados por los socialistas vascos o
navarros. En esta última Comunidad Autónoma, los socialistas no han tenido el más
mínimo escrúpulo moral y político en sumar sus votos a los de Bildu para
arrebatar la alcaldía de Egüés a UPN y
situar a la cabeza del consistorio a Alfonso Etxeberria de NaBai. Y, sin ir muy
lejos, tampoco han tenido los socialistas ningún problema de conciencia en
facilitar a Bildu la gobernabilidad del Ayuntamiento de San Sebastián en
minoría prestando sus votos para que saliesen adelante los presupuestos de
2013.
Si valerse del voto de un
acosador para hacerse con la alcaldía de Ponferrada ha puesto el grito en el
cielo de las representantes socialistas, no parece muy coherente aprobar con su
permanente y cómplice silencio mociones de censura de la mano de los herederos
o representantes de los asesinos de ETA o la gobernabilidad de los mismos en algunas
instituciones. Ofenden con ello, y mucho, no sólo a la memoria de las víctimas
de ETA, entre las que se encuentran muchos socialistas, sino a la sensibilidad
democrática de los ciudadanos españoles decentes. ¡Hay que ser hipócritas!
Santiago de Munck Loyola