Uno empieza a estar más que harto de aprovechados, incompetentes,
inútiles, espabilados, caraduras, soplagaitas, inmorales, lameculos,
arrebatacapas, majaderos, ineptos, mangantes, chorizos, pedigüeños, gorrones,
rastreros, bellacos, parásitos, vividores, arribistas, chaqueteros, tránsfugas,
tramposos, truhanes, embaucadores, charlatanes, farsantes, desertores,
mezquinos, innobles, inoperantes, mentirosos, troleros, mendaces, hipócritas,
falsos, inefectivos, insensatos, descarados, simples, memos, mostrencos,
metepatas, sectarios, intolerantes, fanáticos, dogmáticos, jetas,
sinvergüenzas, frescos, canallas, miserables, informales, ruines, peseteros,
infames y abyectos que, metidos a políticos, a banqueros o a sindicalistas, o a
todo a la vez, han arruinado a España; que nos engañaron cuando nos contaban
que todo iba bien y que la crisis estaba lejos; que no supieron, no pudieron o
no quisieron ver que se avecinaba un desastre mientras dilapidaban el dinero de
todos los españoles; que no supieron, no pudieron o no quisieron ver la
realidad y nos hicieron promesas que no pueden cumplir; que se pusieron a
dirigir el Banco de España y dejaron que los bancos se arruinasen sin
vigilarlos como debían; que se instalaron en las Cajas de Ahorro, se pusieron
sustanciosos sueldos e indemnizaciones millonarias y las dejaron como unos
zorros, en bancarrota; que no han sabido encontrar aún una solución para las
más de 60.000 familias al año que pierden su casa por no poder hacer frente a
sus hipotecas y que “pierden el culo” para encontrar una solución para tapar
los agujeros de la banca con el dinero de todos; que nos suben los impuestos
mientras en sus escaños gozan de beneficios fiscales propios de una isla
caribeña; que nos hacen cotizar 35 años para poder cobrar una pensión de
jubilación mientras que con sólo siete años ellos la cobran; que nos suben las
tarifas del metro, de los autobuses y del tren mientras usan el mayor parque de
vehículos oficiales de Europa; que recortan las prestaciones sanitarias
mientras mantienen seudo embajadas por todo el mundo; que organizan pitadas a
los símbolos de todos los españoles mientras exigen respeto para los suyos
propios; que recortan o congelan el sueldo de los empleados públicos mientras
que ellos pueden cobrar de varias administraciones públicas disfrazándolo de
sueldos, dietas, complementos o pagos en especie; que construyen aeropuertos en
los que no aterrizan ni los aviones de papel; que construyen puertos en los que
no hay barcos; que construyen autopistas que no van a ningún lado o que no usa
nadie; que nos hacen pagar la electricidad más cara de Europa para subvencionar
a las poderosas empresas eléctricas; que pagan a arquitectos más de 15.000
millones de las antiguas pesetas por sus faraónicos proyectos; que permiten que
casi dos millones de españoles no tenga ningún ingreso mientras reparten
cientos de millones de euros a los sindicatos, al las patronales y a sus
partidos políticos; que organizan huelgas políticas, desangrando aún más al
país, cuando durante años han sido cómplices del mayor despilfarro económico de
nuestra historia reciente; que cobran pensiones vitalicias millonarias mientras
la gente llena los comedores sociales de la Iglesia; que gozan de impunidad
ante la desastrosa gestión que han realizado; que indultan a banqueros mientras
se mete en la cárcel por décadas a ladrones de poca monta; que dictan
sentencias con inusitada rapidez para que los amigos del Rey no tengan que
pagar las consecuencias penales de sus delitos; que corrompen hasta el lenguaje
y politizan hasta la sopa; que consienten que unos españoles tengan más o menos
derechos que otros según el territorio donde vivan; que consienten que los
españoles no puedan estudiar en español en muchas zonas de España; que permiten
que los etarras en Venezuela puedan votar por correo mientras los exiliados por
culpa de ETA no pueden hacerlo; que quieren que la Iglesia pague unos impuestos
que ellos mismos no pagan; que hacen de la confrontación ideológica su modus
vivendi; que usan los muertos por terrorismo, por la violencia machista o por
cualquier causa para la generación de réditos electorales; que justifican con
cortesana pleitesía los errores de un Rey que se lo pasa pipa mientras su
pueblo las pasa canutas; que necesitan, ante su propia ineptitud, rodearse de
miles de asesores y cargos de confianza;
que utilizan las administraciones
públicas como agencia de colocación para familiares, amiguetes y compañeros de
partido o como instrumento para la generación de sucios y espurios negocios;
que no creen en la división de poderes, ni en la independencia judicial, sino
en el reparto de cuotas politizando siempre la Justicia que ya no es ciega,
sino estrábica; que, en definitiva, carecen, salvo algunas excepciones, de la
más mínima autoridad política y moral para pedirle a los españoles ni un
sacrificio más.
La mayor parte de esta clase política y sindical no es ejemplar, no es
capaz de arrimar el hombro tal y como nos lo pide a los demás. Uno ya está
harto. Es lo que hay. Y el que se dé por aludido ya sabe: el que se pica… Y perdón por el desahogo.
Hoy,
todos los medios de comunicación se hacen eco de la ofensiva anticlerical del
PSOE emprendida bajo la excusa de que la Iglesia debe pagar el Impuesto sobre
Bienes Inmuebles. La dirección socialista ha cursado las instrucciones precisas
para que sus grupos municipales debatan en los Plenos una moción tipo exigiendo
dicho pago. D. Gaspar Zarrías, ese pulpo tramposo a la hora de votar, ha sido
el encargado de remitir a sus grupos municipales esa moción tipo. Se trata de
una antigua técnica socialista: usar los Plenos municipales como caja de
resonancia de asuntos cuya resolución no corresponde a los Ayuntamientos, sino
a instancias superiores. Saben de sobra que los Plenos municipales no pueden
modificar la Ley de Haciendas Locales, ni la Ley de Bases del Régimen Local, ni la Ley del Mecenazgo y Fundaciones, ni los
Acuerdos con la Santa Sede, requisitos previos e indispensables para que pueda
prosperar esta propuesta, pero a la dirección socialista eso no le importa. Su
intención evidentemente es volver a convertir los Plenos de los Ayuntamientos
en caja de resonancia de sus iniciativas, en provocar debates que fracturan y
enfrentan a los vecinos sin que de ello pueda derivarse la efectividad de sus
propuestas. Esta técnica de usar los Plenos municipales ya la desarrollaron en
tiempos de los gobiernos de Aznar. Cada vez que una mujer era asesinada
presentaban mociones a los Plenos culpando al Gobierno de España y
criminalizándolo por desarrollar unas políticas cuyos frutos, según ellos, eran
esas muertes. Parecía que era Aznar el asesino. Se trataba de una miserable
utilización de las víctimas de la violencia machista como se puso en evidencia
con el hecho de que durante los Gobiernos de Zapatero no se repitieran mociones
similares, a pesar de los cientos de mujeres asesinadas en este período.
Se
plantean muchos interrogantes sobre las razones y la oportunidad de esta
iniciativa socialista. La primera es ¿por qué no lo han regulado los
socialistas durante sus casi ocho años de gobierno? ¿No ha tenido tiempo el
PSOE para hacerlo bajo los mandatos del Sr. Zapatero? Y no será porque el PSOE
no tuvo tiempo, ni porque el PSOE no abordase la cuestión de la financiación de
la Iglesia ante otras prioridades, porque sí lo hizo. Es más, la regulación
actual es la que la Vicepresidenta Fernández de la Vega negoció y acordó con la
jerarquía eclesiástica. Por tanto ¿a qué viene ahora esta campaña? Todo parece
indicar que se trata de poner en apuros al Gobierno al introducir en la agenda
política un asunto que distraiga la atención sobre la grave situación económica
que han legado y que, a pesar de que apesta a rancio anticlericalismo, debe ser
considerado electoralmente rentable por los estrategas electorales socialistas.
Claro que en esta ceremonia de la confusión, no han faltado a la cita algunos
alcaldes del PP bastante indocumentados como D. Bartolomé González de Alcalá de
Henares.
Sin
ir más lejos, hoy el secretario de Organización del PSOE, D. Óscar López, ese
brillante candidato que un mitin no recordaba que tres razones iba a esgrimir
para votar al PSOE, ha pedido a la Iglesia que "haga un esfuerzo" como "hace todo el mundo en épocas" de crisis como ésta y que
pague el IBI. La duda es ¿por qué mencionan sólo a la Iglesia? ¿Por qué se
centran en la Iglesia cuando no se trata de la más beneficiada de la exención
de este impuesto? Es verdad que la moción tipo habla de las diversas
confesiones religiosas, pero en sus discursos y declaraciones los socialistas
centran su mirada en la Iglesia Católica. ¿Y qué pasa con las Fundaciones de
los Partidos Políticos y de los Sindicatos? ¿No tienen también que hacer ese
esfuerzo fiscal? ¿Y la Cruz Roja y las demás instituciones y fundaciones
deportivas o culturales que no pagan el IBI? De esas ni palabra. No queda más
remedio que deducir lo dicho anteriormente que estamos ante una campaña
anticlerical y anticatólica, ante una campaña oportunista e ineficaz.
No
se discute que todos debamos hacer un esfuerzo superior en tiempos de crisis,
no. Pero resulta francamente impresentable que el Sr. Óscar López pida ese
esfuerzo fiscal mientras él disfruta de unos privilegios fiscales que no
tenemos el resto de los españoles. ¿Cómo se puede tener tanta cara dura? ¿Van a
hacer también ese esfuerzo nuestros parlamentarios y se van a someter al
régimen fiscal general y al Régimen general de la Seguridad Social? El Sr.
Óscar López, el Sr. Zarrías y todos lo demás parlamentarios viven a costa de
los impuestos de todos los ciudadanos y amparados en un paraíso fiscal: las
Cortes Españolas. Estos señores que piden esfuerzos fiscales y sacrificios a
todos son los primeros que se benefician de un régimen fiscal escandaloso.
Pagan a Hacienda, independientemente de sus retribuciones, como si fueran
mileuristas y dejan la mayor parte de sus ingresos exentos de tributación,
además de beneficiarse de toda clase de prebendas como las relativas a los
períodos de cotización para cobrar la pensión de jubilación máxima. Pues así no
se tiene legitimidad alguna para pedir esfuerzos ni a la Iglesia ni a nadie. El
día que la clase política no tenga esos privilegios fiscales, el día que
nuestra clase política tenga un comportamiento ejemplar en cuanto al uso y
destino de los fondos públicos que ponemos en sus manos para que nos
representen, ese día podrán tener alguna credibilidad sus propuestas. Mientras
tanto, que nos dejen en paz y que no nos traten de engañar con fuegos de
artificio.
Estos días, los medios de
comunicación ya dan por hecho quién será el próximo Presidente Provincial del
PP de Alicante, D. José Ciscar, aunque al día de hoy no sea más que el único
aspirante que ha hecho público su deseo de alcanzar dicho puesto. Dar por
sentado que esto va a ser así es perfectamente coherente con la trayectoria
seguida últimamente en algunos cónclaves del Partido Popular pero en modo
alguno puede ser visto como un síntoma de salud democrática de esta organización.
Como tampoco es muy positivo para esa salud la convocatoria de los Congresos
Provinciales los días 14 y 15 de julio, es decir, en medio de un mes de
vacaciones por excelencia en el que muchos afiliados estarán posiblemente de
vacaciones y no podrán participar en dicho proceso, salvo que se trate
precisamente de eso, de no incentivar la participación de la militancia para
que el Congreso se convierta en el tranquilo, en un paseo triunfal. ¿Qué es eso
de que D. José Ciscar presenta su candidatura en un “Congreso pactado”?
¿Pactado entre quién? Entre los afiliados no, desde luego. http://www.diarioinformacion.com/alicante/2012/05/24/ciscar-anuncia-candidatura-presidir-pp-alicante-congreso-pactado/1257030.html
Los más de 70.000 afiliados del
Partido Popular de Alicante no podrán elegir de forma directa a su Presidente
Provincial como tampoco pueden formular enmiendas a las ponencias congresuales
porque así lo establecen los Estatutos de la organización. Su participación en
el Congreso Provincial se hará de forma indirecta, es decir, a través de los
compromisarios previamente elegidos en las Asambleas locales. Establecido y
aceptado así el sistema, no estaría de más, si se cree de verdad en la
democracia interna y en la participación y protagonismo del militante, que la Comisión organizadora del
Congreso Provincial, presidida por D. Pascual Díaz, adopte en esta ocasión
todas las medidas necesarias y reglamentarias para incentivar una posición
activa de la militancia y una verdadera libertad interna sin que nadie se vea
sometido a las intolerables presiones de las “familias y sensibilidades” que,
al parecer, dominan la vida interna del partido. En los Estatutos del Partido
Popular el único sujeto de derechos y obligaciones que figura es el afiliado,
el militante. Por más que uno busque no aparece mención alguna a “familias,
clanes o sensibilidades” como protagonistas de la acción política interna como
es lógico. “Familias, clanes o sensibilidades” son entes más propios de otro
tipo de organizaciones dedicadas a fines menos respetables que los que se
supone integran la actividad de una organización política.
En cualquier caso y a modo de
humilde sugerencia para la Comisión
Organizadora, una vez asumida esta fecha de celebración tan
disuasoria de la participación interna, no estaría de más que, entre otras
cosas, adoptasen las siguientes:
- En el caso de aprobar un Reglamento para el
Congreso Provincial que se haga público y no se oculte a los afiliados como
ocurrió en el XIII Congreso Regional del PPCV.
- Que se comunique de forma fehaciente a los
afiliados y por todos los medios de comunicación posible las circunstancias
relativas al Congreso Provincial de Alicante: fechas, lugar, orden del día,
derechos de los afiliados, posibilidad de presentación de candidaturas,
posibilidad de concurrir como compromisarios, plazos para hacerlo, etc.
- Que se adopten los mecanismos necesarios para
garantizar la neutralidad de las sedes locales cuando hayan de celebrarse
votaciones para la elección de compromisarios de modo que el personal y los
medios pagados con las cuotas de todos los afiliados no estén sólo al servicio
de una parte de los compromisarios, tal y como ha ocurrido recientemente en la
ciudad de Alicante.
- Que en el caso de la celebración de votaciones
para la elección de compromisarios se prohíba el reparto de papeletas marcadas
en las puertas de las sedes con la consiguiente coacción al votante que ello
supone, que se garantice el voto secreto en las sedes y que se garantice la
actuación de los interventores en caso de existir.
Se trata en todo caso de que por
parte de la Comisión Organizadora
se promueva la participación activa y real de los afiliados y que se adopten
las garantías necesarias para el libre ejercicio de esa participación. No
parece que sea mucho pedir. Son cuestiones elementales y básicas cuya ausencia
o no determina perfectamente la calidad de la democracia interna de una
organización política. Es muy posible que hasta ahora la mediocridad de algunos
les haya hecho temer una amplia y masiva participación de los afiliados, pero
eso debe cambiar. No hay razones para desconfiar de una militancia que siempre
sabe estar a las duras y a las maduras, de una militancia desinteresada y con
un compromiso político mucho mayor del de muchos arribistas que sólo ven y usan
al partido como un instrumento al servicio de sus intereses personales y, por
lo que últimamente se lee en la prensa, no muy edificantes al parecer. La
militancia no está sólo para rellenar actos políticos, pagar las cuotas o hacer
de interventores o apoderados. La militancia es y debe ser la protagonista en
un partido político serio y democrático. Y el que no lo crea así que lo diga
bien claro.
Estos días estamos
asistiendo al debate abierto por la posibilidad de que los vascos exiliados por
culpa de ETA, entre 150.000 y 300.000 según las distintas fuentes, pudieran
participar en los procesos electorales que se celebren en su tierra. El anuncio
efectuado por el Ministro del interior de que el Gobierno está estudiando esta
reforma legislativa, propuesta por el Presidente de los Populares vascos
Antonio Basagoiti, ha provocado diferentes reacciones, algunas de ellas muy
significativas que han retratado a sus autores, una vez más, a la perfección.
Lo que nadie admite en voz
alta es el fondo del asunto y que va mucho más allá de que los exiliados por
culpa del terrorismo puedan o no votar. Será seguramente políticamente
incorrecto pero el fondo de la cuestión es que la presencia ininterrumpida de
la violencia etarra ha generado, entre otras cosas, un déficit de legitimidad
de las instituciones vascas. Para que unas instituciones democráticas gocen de
legitimidad de origen plena es imprescindible, y en ello coinciden todos los
politólogos como Duverger, que se den una serie de requisitos básicos y
esenciales de modo que el voto ciudadano pueda ejercerse con total y absoluta
normalidad. En las últimas décadas, en el País Vasco, las libertades y derechos
fundamentales consustanciales a un estado democrático pleno no se han
desplegado con total y absoluta normalidad. Empezando por el derecho a la vida
y a la integridad física y moral y siguiendo por el derecho de reunión, la
libertad de asociación o de prensa, la libertad para elegir o ser elegido no
han sido plenos en los territorios vascos. Las elecciones que se han venido
celebrando allí siempre han estado bajo la amenaza de la violencia y la
coacción permanente de los etarras y su entorno por lo que las instituciones
surgidas de las mismas se han constituido mediante unos resultados electorales
que de no haber mediado la violencia hubieran sido distintos. Es un hecho y una
evidencia incuestionable, guste o no.
Y a esa situación
perturbadora de la vida democrática hay que añadir que los resultados
electorales y las instituciones nacidas de los mismos se han realizado con la
exclusión de miles de ciudadanos que tuvieron que marcharse por miedo.
Ahora parece que existe en
el Partido Popular cierta voluntad de reparar esa injusticia histórica. No
obstante, al anuncio del Ministro, ha seguido la rápida matización del portavoz
Popular en el Congreso, Alfonso Alonso, aclarando que la propuesta tiene
“dificultades técnicas”y que debe ser analizada jurídicamente, por lo que se han convocado unas
jornadas de estudio en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Por
su parte, desde UPyD, Carlos Martínez Gorriarán ha interpretado la iniciativa
como una "cortina de humo" del Ejecutivo y ve esta propuesta "de
difícil solución constitucional" porque, según él, en propiedad en España
no existen exiliados y la disminución del censo electoral en Euskadi puede
obedecer a muchos otros factores que no tengan nada ver con la presión de ETA.
Pero, como siempre, los que
se han vuelto a retratar con precisión son los del PNV. El PNV ha trasladado a
Europa este debate. Los nacionalistas quieren que la Comisión Europea dictamine
si esta propuesta es factible dentro de los estándares de la UE. Consideran que
esta medida daría “lugar a un votante con doble derecho a voto inédita en el
panorama jurídico europeo”, e indican que la reforma propuesta por Fernández
Díaz “se basa en un concepto, como el de las personas que han abandonado el
País Vasco por la presión terrorista, imposible de objetivar desde una
perspectiva material y en consecuencia jurídica”.
Claro que al considerar el
recelo de los nacionalistas vascos a que se devuelvan los derechos políticos y civiles
a los vascos expulsados de su territorio por la violencia etarra, no queda más
remedio que recordar la frase de Arzalluz: “Unos
sacuden el árbol, pero sin romperlo, para que caigan las nueces, y otros las
recogen para repartirlas”. Y no es difícil adivinar quién ha estado
sacudiendo el árbol y quién ha estado recogiendo las nueces para repartirlas,
reparto que con el voto de los exiliados podría variar sustancialmente.
Por muchas dificultades
técnicas y jurídicas que pudieran plantearse, lo cierto es que son
perfectamente salvables. Hoy se puede devolver el voto a quienes se han visto
injustamente privados de ello y hay mecanismos legales y técnicos para hacerlo,
además con absolutas garantías para su ejercicio libre y secreto. Es una
cuestión de justicia y de voluntad política. Lo que no puede el Partido Popular
es esperar el más mínimo respaldo de quienes han estado repartiendo las nueces
durante todos estos años.
Este
mes, se cumplen ocho años de la muerte de nuestro padre, Paul de Munck, y quizás
por ello se intensifica su recuerdo y reaparecen antiguas emociones y
sentimientos. Nació en Borgerhout, Amberes, Bélgica en 1933 en el seno de una
familia numerosa, católica y conservadora, mitad flamenca, mitad Valona y
quizás, por ello, siempre se sintió belga, simplemente belga, sin connotaciones
regionales. Se instaló en España con poco más de 25 años y pasó aquí la mayor
parte de su vida hasta su fallecimiento y, sin embargo, nunca dejó de sentirse
belga hasta la médula. Sus gustos, sus costumbres, sus sentimientos eran belgas.
Tenía cuatro hermanos, Jean Marie, Pierre, Guy y Roland,
y una hermana, Anne. Él era el cuarto y siempre decía que nacer en medio de
tantos hermanos era una desventaja: nunca se tenía la edad suficiente para
hacer lo que hacían los mayores y tampoco podía disfrutar de las ventajas y
privilegios de los pequeños.
Es
muy probable que el conocimiento y percepción de la vida de nuestro padre no se
ajuste a la realidad porque los hijos sólo hemos recibido sus versiones y sus
relatos. Por tanto, es fácil que nuestra perspectiva esté distorsionada, pero
en todo caso es la que se corresponde con nuestra vivencia. Incluso es también
muy probable que cada uno de los nueve hermanos percibamos la figura y el
recuerdo de nuestro padre de maneras muy distintas e incluso hasta
contradictorias.
Fue,
al parecer, un joven algo rebelde e inconstante. A este respecto siempre decía
que los lemas de las naciones o de las familias expresan siempre, no una
realidad, sino un objetivo a alcanzar, un objetivo que se plantea a partir de
los defectos que se conocen. Si es así, y él mismo lo reconocía, el lema
familiar “Virtud et constantia” era una alta pero lejana aspiración. Es
posible que de esa rebeldía e inconstancia surgiera y se forjara su gusto por
la bohemia y su tendencia a revolverse contra el orden establecido, sobre todo
en el aspecto político. Sin embargo, siempre conservó unas profundas creencias
religiosas muy ancladas en el conservadurismo católico y muy críticas con las
nuevas corrientes en el seno de la Iglesia. Hasta el último momento seguía acudiendo a Misa con su misal en latin. Su profunda fe tenía mucho que ver
con sus años de estudios en colegios religiosos y, sobre todo, con la
influencia de su madre, la abuela Valérie, por quien sentía una verdadera y
entrañable adoración. Fue también un padre severo, rígido y emocionalmente algo
distante con los hijos, aunque todo lo contrario con sus nietos cuando se
convirtió en abuelo.
Hombre
muy inteligente, con una memoria asombrosa y una gran imaginación (a veces excesiva) hizo de los
nueve idiomas que dominaba su medio de vida y cada texto que traducía le dejaba
un poso de conocimiento. Era perfeccionista hasta la exageración en su trabajo
siendo capaz de detener una traducción el tiempo necesario hasta encontrar el
matiz o el giro exacto. Recuerdo que, de pequeño, intentó enseñarnos flamenco e
inglés. Las clases eran larguísimas pero al cabo de un tiempo debió cansarse y
quedamos gratamente liberados, aunque hoy lamentemos que no hubiese sido más
constante. A mediados de los años 60 se matriculó en la Facultad de Medicina y
aprobó varios cursos con unas excelentes notas y, de pronto, lo dejó sin
terminar la carrera. Carecía del más mínimo sentido práctico y no le daba gran
valor al dinero o a las posesiones. Era capaz de conversar durante largas horas
sobre cualquier tema usando o abusando de cualquier recurso dialéctico.
Orgulloso, elegante, coqueto y con modales refinados estaba dotado de grandes habilidades
sociales que nuca supo o quiso aprovechar lo suficiente.
Le
encantaba la música clásica y promovió y dirigió dos corales, la última la
Coral de Santa Teresa, en Tres cantos. Tocaba la guitarra y algo el piano. Aún
recuerdo algunas canciones que nos enseñó de pequeños en francés o en flamenco y
que repetíamos en los largos viajes que, bien apretados en coche, hicimos en
alguna ocasión. Trató siempre de inculcarnos una serie de ideas y principios: el valor de la familia, las creencias religiosas, el amor a Bélgica, la importancia de la formación, el respeto a las reglas de juego, los hábitos de salud, etc. Claro que en ocasiones chirriaba lo que trataba de inculcarnos con lo que veíamos. Recuerdo que al cumplir los 16 años le pedí permiso para fumar. Durante más de dos horas me explicó todos los perjuicios que ocasionaba fumar pero, mientras lo hacía se fumó medio paquete de bisontes.
Es
difícil poder expresar en unas pocas líneas los recuerdos, vivencias y
sentimientos que supone la figura de un padre. Quien le haya conocido verá que
omito muchas cosas pero lo hago porque creo que no corresponde a los hijos enjuiciar ni valorar los
hechos de nuestros mayores. En mi caso prefiero quedarme con el recuerdo de sus
virtudes, de su bondad y, sobre todo, de su amor porque a pesar de los errores
siempre amó a su familia, a su mujer, a sus hijos, a sus nietos, a sus hermanos y sobrinos. Lo
hizo a su manera, pero lo hizo. Se fue hace 8 años, rápida e inesperadamente, sin sufrimiento, con sólo 72 años, y le sigo
echando de menos.
Si
alguien esperaba del Congreso del PPCV que acaba de finalizar en Alicante un
profundo cambio de hábitos, estilo, modelo de Partido o de políticas sectoriales
seguramente habrá quedado defraudado. Este Congreso, imprescindible para la
legitimación de un liderazgo regional, ha estado marcado por los desencuentros
con Rus y Barberá, motivados más por cuestiones de reparto de poder que por
discrepancias ideológicas, las ausencias de los predecesores de Alberto Fabra al
frente del PPCV, el camuflaje de la inmensa mayoría de los, hasta hace muy poco
tiempo, súper campistas, el vacío de la dirección nacional del Partido Popular
presente en el Congreso a través de videos protocolarios, la inexistencia de
una profunda autocrítica y la pérdida de una inmejorable oportunidad para poner
los medios necesarios para hacer realidad la apuesta del nuevo Presidente por
la regeneración del Partido.
Como
era de esperar se han producido muchas intervenciones y, como es habitual en
estos casos, se han deslizado afirmaciones que son, cuando menos,
cuestionables. Baste citar, de una parte, a Esteban González Pons,
vicesecretario nacional de Estudios y Programas del PP, que intentando, quizás,
limpiar la imagen del PP valenciano, ha llegado a afirmar lo siguiente: "Que se identifique la Comunidad
Valenciana con el fraude y el despilfarro no se puede consentir". Esta
frase participa plenamente de la técnica empleada por los nacionalistas
consistente en transformar las críticas a su gestión partidista con críticas a
su región. Y no, no parece que sea ése el sentir de la calle. Parece más bien
que cuando se alude al “fraude o al despilfarro” no se alude a la Comunidad
Valenciana, sino a algunos gestores de las instituciones de la Comunidad Valenciana.
Mal se pueden corregir las enfermedades cuando no se es capaz de acertar en el
diagnóstico y, en este caso, el error parte de no haber querido o sabido
realizar una autocrítica seria y profunda.
De
otra parte, la Alcaldesa de Alicante y Diputada Autonómica por la Provincia,
Sonia Castedo, afirmó que "la
ciudadanía no está para bromas, ni para debates estériles, los ciudadanos no
quieren saber nada de cuotas, ni de pulsos de poder interno, ni siquiera
quieren saber nada de nombres y apellidos”. Y tiene toda la razón, pero
debería aplicarse el cuento y no haber impuesto su correspondiente cuota en el
reparto de los 51 compromisarios al Congreso que le correspondían a la ciudad
de Alicante. Una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo.
En
contraste con la pretensión de regeneración del Presidente Fabra no ha
prosperado la enmienda a la ponencia de estatutos del PPCV presentada por D. José María Rodríguez Galán, exdirector general de Ciudad de
la Luz, con el fin de que los alcaldes y portavoces populares en municipios de
más de 5.000 habitantes no pudiesen compatibilizar ese cargo con otros. Lo más
sorprendente es que ni siquiera ha llegado a ser debatida argumentando que se
trata de un tema propio de los Estatutos Nacionales del Partido Popular. Dejando
al margen la validez o no de ese argumento, lo cierto es que la insuficiente regulación
establecida en el Art. 7.2 Estatutos Partido Popular no cierra la puerta al
establecimiento de criterios más restrictivos en los Estatutos Regionales si se
adecuan al objetivo y pretensión de la norma nacional. Pero aún admitiendo la
validez del argumento de que se trata de una materia propia de la regulación
nacional, nada habría impedido al Congreso aprobar una Carta de Compromisos de
los cargos públicos del PP en la que, entre otras cosas, se recogiese la
dedicación exclusiva de los cargos públicos electos impidiendo simultanear dos
puestos e, incluso, la incompatibilidad con el desarrollo de actividades
privadas. Los electores, los vecinos de una ciudad como Alicante, por ejemplo,
merecen que sus cargos electos se dediquen al cien por cien a la actividad para
la que han sido elegidos y no que la simultaneen con otros puestos que para ser
bien desempeñados, también exigen una dedicación completa. De lo contrario se
está trasladando un mensaje perverso a los ciudadanos: el de que ser diputado o
Alcalde de una ciudad no requiere una dedicación completa a pesar de que se
cobra como si tal dedicación se produjese.
Y tampoco habría estado de más que en
ese deseo de regeneración se hubiesen adoptado medidas para impulsar y
facilitar la participación de los 142.000 afiliados del PPCV, para garantizar
la pluralidad y la concurrencia en los próximos procesos electorales internos
así como la neutralidad en los mismos de los “aparatos locales y provinciales”
que, hasta ahora, ha brillado por su ausencia.
En todo caso, los mejores deseos para
el nuevo Presidente y para su equipo que tienen una difícil y complicada tarea
por delante.
Este
fin de semana se celebra en Alicante el XIII Congreso del partido Popular de la
Comunidad Valenciana. Todo parece indicar, si no se producen novedades de
última hora, que va a tratarse de un Congreso muy descafeinado en el que posiblemente
la mayor noticia va a ser la ausencia de líderes nacionales del Partido
Popular. Tan sólo ha anunciado su presencia el Sr. González Pons, como
Secretario de Estudios y Programas del partido Popular, y los Presidente
autonómicos de Galicia, Sr. Feijó, y de Baleares, Sr. Bauzá. Nada que ver con
la habitual presencia de altos cargos populares, Ministros incluidos, en los
demás Congresos regionales que se han venido celebrando hasta la fecha. Algo
debe estar pasando y no parece que sea nada bueno para el peso de la
organización regional que tradicionalmente se le venía atribuyendo en el seno
del Partido Popular. Si no se producen cambios de última hora, parece que la
legitimación de Alberto Fabra como Presidente Regional electo no va a estar
apadrinada ni subrayada con la presencia ni de la Secretaria general ni del
Presidente del PP, algo que no se comprende teniendo en cuenta el enorme peso
del PPCV en el conjunto del Partido Popular, tanto por su número de afiliados,
como por sus resultados electorales. Da la impresión de que en Madrid están
poniendo distancia ya sea por las secuelas de determinados escándalos que han
salpicado al PPCV o por los resultados económicos de su gestión al frente de la
Generalitat Valenciana.
Sea
como fuere, este Congreso se presenta bastante tranquilo para satisfacción de
quienes identifican la falta de alternativas y de debate interno como algo
tremendamente positivo. No resulta muy comprensible ese empeño de algunos en
afianzar el liderazgo de Alberto Fabra sobre la inexistencia de opciones
diferentes y que en ello hayan puesto todo su empeño a lo largo de los últimos
meses. La pluralidad enriquece, les guste o no, y un liderazgo surgido de la
pluralidad fortalece. Lo demás sueno un poco a “la búlgara”.
Los
rígidos cauces de participación que estatutariamente tienen los afiliados del
Partido Popular y el incumplimiento de las normas internas de participación por
parte de algunos dirigentes locales impiden que al Congreso Regional puedan
llegar ideas o propuestas nacidas en las bases del Partido. Las bases de un
partido político no las conforman los “cuadros” del mismo, los cargos electos o
los cargos de confianza que inundan las administraciones públicas. Las bases
las conforman los 142.000 afiliados del PPCV y que en su inmensa mayoría no
pertenecen a los “cuadros” del Partido, ni son cargos públicos, ni de
confianza. Son en su inmensa mayoría estudiantes, amas de casa, jubilados,
empleados públicos, profesionales, comerciantes, desempleados, autónomos,
agricultores, etc. y si se realiza un perfil medio de los compromisarios se
podrá comprobar que no se corresponde con el perfil medio de los afiliados del
Partido. Es muy difícil que quienes su medio de vida depende de sus superiores
jerárquicos del partido puedan proponer, deliberar o elegir sin ningún
condicionante.
Abrir
las puertas a la comunicación y a la participación no es malo, todo lo
contrario. Sólo pueden rechazarlo quienes tienen algún temor a que su estatus
político pueda verse mermado con la apertura y el aire fresco. Es casi
imposible que los 142.000 afiliados puedan estar adecuadamente representados en
un Congreso, pero hoy en día y con los medios informáticos y las redes sociales
existentes es muy fácil, sano y enriquecedor facilitar que los 142.000 afiliados
del PPCV puedan opinar y proponer directamente sobre las ponencias de un
Congreso regional. Que al día de hoy sólo los compromisarios puedan presentar
enmiendas a las ponencias y no los afiliados constituye un anacronismo y un
filtro antidemocrático. Es muy posible que nadie lo proponga en este XIII
Congreso, pero bueno sería que fueran tomando nota de esa posibilidad: que los
afiliados del PP, además de pagar sus cuotas, tengan derecho, como en otros
partidos, a presentar enmiendas en los Congresos. No es mucho pedir ¿no?
El pasado mes de abril, el jefe del Consell y
Presidente Regional del PP, Alberto Fabra, manifestó que era necesario
"aparcar" a las personas imputadas de la dirección de los partidos
políticos para "retomar la confianza" de los ciudadanos y marcar
"una línea muy clara de lo que tiene que ser el servicio a los ciudadanos,
la transparencia y, sobre todo, la responsabilidad". Hace pocos días,
Alberto Fabra, ha justificado dos dimisiones de cargos autonómicos imputados en
la pieza separada del caso Palma Arena relacionada con el Instituto Nóos
argumentando que "los ciudadanos están exigiendo ejemplaridad". Fabra
añadió que "en esta administración no puede haber imputados porque los
ciudadanos están exigiendo ejemplaridad: Desde mi Gobierno tenemos muy claro
que aquellas personas que estén involucradas en algún proceso judicial van a
tener que dejar sus responsabilidades" y que "en estos momentos no
podemos hacer otra cosa que seguir generando la confianza en el ciudadano, que
está exigiendo ejemplaridad".
Parece que el Presidente participa, de una parte,
de la generalizada confusión existente en torno al concepto de “imputación” y,
de otra, que no aplica el mismo criterio en la Administración que dirige que en
las administraciones encabezadas por cargos del PP, partido que él mismo
también preside. No parece coherente aplicar un criterio en la Generalitat y,
por otra parte, no exigir que se aplique en las demás administraciones públicas
cuyos cargos dependen orgánicamente de él. O todos moros o todos cristianos.
En cuanto al alcance del concepto “imputado” hay
que empezar por subrayar lo obvio: todo imputado es inocente en virtud del
principio de presunción de inocencia recogido en el Art. 24.2 de la
Constitución. Se recibe la denominación de imputado cuando una persona está
siendo investigada en un procedimiento abreviado (es decir, cuando el hecho
investigado esté castigado con menos de 9 años de privación de libertad) por un
juez para determinar si hay base para sostener una acusación por la existencia
de un presunto delito. Se recibe la denominación de procesado cuando una
persona está siendo investigada en un procedimiento ordinario (cuando el hecho
investigado esté castigado con más de 9 años de privación de libertad). Una
persona imputada o procesada es una persona que está siendo investigada y
pasará a ser acusada cuando se cierre la investigación y pase a ser juzgada.
Imputados o procesados, que no acusados, son
personas que de momento sólo están siendo investigadas, no están aún acusadas
de la comisión de un delito. Y, aclarado ésto, lo procedente desde una
perspectiva política es trazar la línea, determinar el momento en que una
persona, aún inocente, debe dejar su cargo público. Y no se trata de una
decisión fácil de establecer porque en política pocas veces hay marcha atrás y
la experiencia ha demostrado que políticos absueltos de toda culpa nunca han
podido regresar a sus responsabilidades ni nadie les ha repuesto su honor. A la
condena mediática previa, implacable e irresponsable muchas veces, siempre se
ha sumado la incapacidad y el egoísmo de las organizaciones políticas para
reponer el honor, el crédito y el trabajo de los absueltos. ¿Se debe cesar o
forzar la dimisión de un cargo público cuando es imputado? ¿Cuando es acusado?
¿O habría que esperar a que fuese condenado? Los ciudadanos nos hemos
acostumbrado al “linchamiento” mediático y partidista de cualquier imputado.
Pero ¿es justo? La duda está ahí y no es tanto una duda jurídica como ética.
Sin embargo, sea cual fuere la línea roja que se
marque, lo que es indudable es que debe ser, en el ámbito de una organización
política, idéntica para todos. No es de recibo que imputados de segundo nivel
deban dimitir o sean cesados fulminantemente y los de primer nivel no lo hagan.
El criterio debe ser exactamente igual para todos, por lo menos en el ámbito
del Partido Popular ya que, al no existir norma igual para todos, cada partido
político trazará su nivel de exigencia en función del valor que otorgue a la
ejemplaridad frente a las garantías sobre la presunción de inocencia.
Y resulta imprescindible, en el ámbito del PP el
establecimiento de un criterio igualitario, porque mientras algunos imputados
dejan sus cargos, muchos otros, en idénticas circunstancias los conservan.
Baste recordar que el Partido Popular de la Comunidad Valenciana mantiene a
muchos cargos de primera línea en sus puestos pese a estar imputados en
distintos procedimientos. Solo en las Cortes Valencianas, el PP tiene siete
imputados que podrían llegar a 10: Ricardo Costa, Vicente Rambla, David Serra,
Yolanda García, Milagrosa Martínez y Angélica Such por el caso Gürtel; Pedro
Ángel Hernández Mateo, exalcalde de Torrevieja, por tres causas diferentes. Y
además otros dos diputados, la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, y su
predecesor Luis Díaz Alperi, ya han sido acusados por la Fiscalía
Anticorrupción en el caso Brugal y pronto podrían ser imputados. Y, al igual
que en el Grupo Parlamentario, se mantienen en diversos puestos por toda la
Comunidad a distintos imputados.
Se trata de una difícil decisión para el Presidente
Fabra y, de paso, para todos los Compromisarios del cercano Congreso Regional
que tienen en su mano abordar este asunto con rigor, discutirlo a fondo y
adoptar un criterio idéntico para todos los militantes del Partido Popular.
Ojala lo hagan y acierten.
Las
actitudes y comportamientos de los personajes públicos, sus hechos, son mucho
más relevantes que sus palabras. En estos días de agitación y añoranza para
algunos del movimiento 15 M
han coincidido dos comportamientos completamente opuestos y muy significativos
sobre la ética y personalidad de sus protagonistas. De una parte, D. Julio
Anguita ex coordinador de Izquierda Unida ha renunciado por escrito a la paga
de pensión máxima vitalicia a la que tenía derecho como ex-parlamentario y para
justificar tal decisión ha dicho que “con la pensión que le correspondía como
maestro tenía bastante”. ¡Chapeau! Sí señor, un comportamiento más que ejemplar
que pone de manifiesto la honestidad y, sobre todo, la coherencia del Sr.
Anguita. Hay que reconocérselo sin ningún tipo de objeción. Y un servidor lo
hace desde la más profunda discrepancia ideológica. Lo que ha hecho el Sr.
Anguita es todo un ejemplo de un político de los pies a la cabeza, un ejemplo
que le sitúa en un plano de superioridad moral sobre los demás políticos que,
con seguridad, no le van a imitar.
Y
en la otra cara de la moneda de la coherencia y honestidad política tenemos a
Pedro Almodóvar (Peeeeedro…). Al Sr. Almodóvar le ha faltado tiempo para correr
a la Puerta del Sol y solidarizarse con los indignados. Foto por aquí,
declaraciones por allí, un autógrafo por allá y un pequeño baño de multitudes.
Almodóvar es un indignado más. Claro, que Pedrito, que no es un pozo de
sabiduría política (no se puede n pedir peras al olmo) debe ignorar que entre
muchas otras cosas los indignados piden la supresión de las SICAV, ese invento
para que los ricos paguen pocos impuestos. Y da la casualidad que nuestro
renombrado cineasta, con un patrimonio superior a los 41 millones de euros,
tiene varias de estas sociedades para pagar pocos impuestos, proporcionalmente
mucho menos impuestos que cualquiera de los indignados.
Como
buen miembro de la ceja, la sociedad de Almodóvar El Deseo ha percibido de las
arcas públicas las siguientes subvenciones desde 2004 a 2008 por:
1.270.000
euros: para la distribución de “La mala educación”.
399.000
euros: para la presencia en festivales (Cannes, Venecia, San Sebastián) y la
ceremonia de los Oscar.
383.000
euros: para la producción de ‘El patio de mi cárcel'.
300.506
euros: para la producción de ‘Hable con ella'.
250.000
euros: para la obra experimental ‘Historia de la montaña de la bruma'.
167.000
euros: para la conservación de negativos de diversas películas de Almodóvar.
Más
de 2.7 millones de euros de dinero público para la SICAV y a tributar al 1 %.
Casualmente las sociedades de Almodóvar invirtieron en 2008 dinero en Lux
Invest, fondo que invertía en productos tóxicos de Bernard Madoff ¿les suena
este pájaro financiero, no?
En
fin, que no parece muy coherente que alguien que recibe dinero público en
subvenciones, que goza de un considerable patrimonio y que elude el pago de
impuestos a través de sociedades financieras legales pero éticamente
reprobables, ande por ahí de “indignado”. Sus méritos cinematográficos no se
cuestionan, pero su papel de figurante con pretensiones estelares en la Puerta
del Sol es patético e indigno. No hay en su comportamiento la más mínima
coherencia ética o política. Es la otra cara de la moneda. Y es la cara más
dura e impresentable de estos agitados días.
Con
su actitud no sólo se pone en evidencia, sino que además pone en evidencia las
reivindicaciones de todo un colectivo que con más o menos argumentos reivindica
unos postulados muy alejados de los que practica el Sr. Almodóvar. Mi
admiración y respeto para el Sr. Anguita y todo lo contrario para Peeeeedro.
Ayer,
13 de mayo, el Diario El Mundo, en su edición de Alicante, http://elmundo.orbyt.es/2012/05/13/elmundo_en_orbyt/1336894931.html
dedicó toda una página a relatar casos de nepotismo en el Ayuntamiento de
Alicante. “Ortiz tiene en nómina al cuñado de Castedo y a los hijos del técnico
que le da contratos” rezaba uno de los titulares que estaba subtitulado con la
siguiente frase “trabajaban para la empresa de limpieza de la ciudad, la
adjudicación más cara de Alicante”. Otro titular en la misma página: “Más
casos: dos hijas de Alperi, parientes de concejales y el marido de la portavoz”
con el siguiente subtítulo “el PP evita reaccionar contra los brotes de
nepotismo en Alicante”. La noticia empieza diciendo que la empresa
adjudicataria de la recogida de basuras y limpieza viaria, Inusa, mantiene en
plantilla al cuñado de la Alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, y a los dos
hijos del técnico encargado de contratar este servicio en el año 2000, Víctor
López,…los tres forman parte de los 600 empleados de Inusa y cobran más de
24.000 euros al año. Más adelante, el periódico añade “la primera edil tampoco
ha negado nunca que se haya valido de sus influencias para emplear a gente…
Castedo agregó desafiante: lo he hecho porque forma parte de mi trabajo como
Alcaldesa, y lo voy a seguir haciendo”. Bajo el titular sobre las hijas de
Alperi, el redactor de la noticia detalla además los casos relativos a contrataciones
no sólo de las hijas del exalcalde, sino también de la hija y de la sobrina del
Concejal Miguel Valor, en puestos de confianza, o el caso del marido de la
Portavoz Popular Marta García- Romeu.
No
son estos casos únicos en la ciudad o en la Provincia, bastaría repasar nombres
de la Diputación Provincial para toparse con relaciones familiares. Ni tampoco
se trata de una práctica exclusiva del Partido Popular. Pero la simple lectura
de esta información no puede sino causar vergüenza ajena. A lo largo del día,
uno ha esperado en balde un comunicado del Ayuntamiento rectificando o
aclarando esta información, pero nada. Y no será por sobrecarga de trabajo
porque con el elevado número de cargos de confianza en la Casa consistorial
bien podrían haber hecho el esfuerzo de ofrecer a los ciudadanos una
explicación convincente sobre el fondo de la noticia.
Queda
la duda de, si entre las funciones de la Alcaldesa está, como ella dice, la de pedir empleo a los
empresarios para la gente (por cierto, esta función no aparece en la Ley de
Bases del Régimen Local), estas peticiones las realiza para cualquier alicantino
en paro o sólo para los que conoce por amistad o relación familiar. Es una duda
de trascendental importancia porque en nuestra ciudad hay más de 40.000
desempleados que se supone tendrán el mismo derecho que los ya recomendados y
colocados a que la Alcaldesa se interese por ellos. Si no es así, malo, malo.
A
propósito de estas preocupantes noticias tampoco está de más recordar que el
Artículo 76 de la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del
Régimen Local señala que los miembros de las Corporaciones locales deberán
abstenerse de participar en la deliberación, votación, decisión y ejecución de
todo asunto cuando concurra alguna de las causas a que se refiere la legislación
de procedimiento administrativo y contratos de las Administraciones Públicas.
Por su parte el Artículo 28 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo
Común señala que las autoridades y el personal al servicio de las
Administraciones en quienes se den algunas de las circunstancias señaladas en
el número siguiente de este artículo se abstendrán de intervenir en el
procedimiento y lo comunicarán a su superior inmediato, quien resolverá lo
procedente y que son motivos de abstención los siguientes:
B)
Tener parentesco de consanguinidad dentro del cuarto grado o de afinidad dentro
del segundo, con cualquiera de los interesados, con los administradores de
entidades o sociedades interesadas y también con los asesores, representantes
legales o mandatarios que intervengan en el procedimiento, así como compartir
despacho profesional o estar asociado con éstos para el asesoramiento, la
representación o el mandato.
C)
Tener amistad íntima o enemistad manifiesta con alguna de las personas
mencionadas en el apartado anterior.
Seguro
que habiendo contratas millonarias por medio, estos preceptos legales habrán
sido tenidos en cuenta y para garantizarlo están los funcionarios habilitados
nacionales, perdón, ahora estatales. Un servidor sigue confiando en que se trate de informaciones erróneas o tergiversadas y seguirá esperando una rectificación contundente o una explicación satisfactoria por parte de la Alcaldía de Alicante.
En
fin, en todo caso, a veces es mejor no leer algunas noticias.
El próximo fin de semana se celebrará el XIII Congreso del PPCV en Alicante. En
dicho Congreso, amén de la renovación de cargos, se debatirán tres ponencias
que teóricamente tendrán una importante repercusión en la vida política del
partido y en sus políticas públicas. Los afiliados del Partido Popular, a
diferencia de lo que ocurre en otros partidos, no tienen estatutariamente el
derecho a presentar enmiendas a las ponencias congresuales, algo que desde una
perspectiva de la participación y la democracia interna chirría bastante.
Pueden ser apoderados o interventores cuando hay elecciones, pueden pagar sus
cuotas de afiliación o acudir a rellenar los actos del partido cuando son
convocados, pero no pueden enviar enmiendas a las ponencias que se discuten en
los diferentes congresos territoriales, algo que en la era de las
comunicaciones, de las redes sociales y de la información carece de sentido.
Sólo
los afiliados que resultan “elegidos” compromisarios tienen el derecho a
presentar enmiendas a las ponencias a discutir en un Congreso del Partido
Popular. Y ya se sabe que para poder ser compromisario en la ciudad de Alicante
hay que ser miembro de alguna “familia” o participar de alguna “sensibilidad” dentro
del partido. Dicho de otro modo: o tienes etiqueta o no tienes nada que hacer.
Lo de las “familias” suena bastante mal, la verdad, más que nada por las
connotaciones peyorativas de la expresión cuando se aplica ciertos colectivos.
Lo de las “sensibilidades” recuerda bastante a aquel “contraste ordenado de
pareceres” del tardofranquismo. En todo caso, por más que uno repase los
estatutos del partido Popular ni las familias ni las sensibilidades aparecen
por ningún sitio, sólo se menciona al afiliado como sujeto de derecho y
obligaciones. Por tanto, cuando se cierran listas a compromisarios por
“consenso” entre las distintas “familias y sensibilidades” existentes en el
partido parece evidente que se está hurtando el protagonismo a los únicos que
pueden establecer consensos, los sujetos de los derechos y obligaciones, es
decir, a los afiliados.
Adela Pedrosa, Alcaldesa de Elda.
Ejemplo de político pluriempleado.
Según
recoge el Diario Información en su edición de hoy (http://www.diarioinformacion.com/alicante/2012/05/13/enmienda-plantea-castedo-barbera-rus-tengan-renunciar-escano-cortes/1253137.html)
se ha presentado una enmienda a la ponencia de estatutos del próximo Congreso
del PPCV por parte de D. José María Rodríguez Galán, exdirector general de Ciudad de
la Luz, con el fin de que los alcaldes y portavoces populares en municipios de
más de 5.000 habitantes no puedan compatibilizar ese cargo con otros.
Concretamente, con un escaño en las instituciones provinciales y las cámaras
autonómicas. Se trata de una excelente iniciativa, ya propuesta desde estas
páginas haces meses (http://santiagodemunck.blogspot.com.es/2011/09/el-pluriempleo-de-los-politicos-un.html),
para evitar el pluriempleo de los políticos, aunque sólo sea parcialmente.
Lamentablemente y tal como se señala el periódico en esa misma información y
tras consultar con fuentes del Partido Popular es muy posible que no prospere o
que, de hacerlo, sea muy adulterada. Es más que sintomático que con casi 900
compromisarios el número de aportaciones, de enmiendas, no llegue ni a las 500.
Tan elevado grado de conformidad es algo decepcionante.
Esta enmienda, que podría ser mejorada
y ampliada, participa de lleno del sentido común y de una exigencia ética que
debería ser insoslayable para quienes habrán de votarla. Los puestos de
alcaldes o de diputados están pensados y retribuidos para que los desempeñe una
persona con absoluta dedicación. Ser alcalde de Alicante o diputado por la
provincia es lo suficientemente relevante e importante como para que no se deba
ni se pueda simultanear con otra dedicación. Hacer lo contrario, simultanear
una alcaldía con un escaño, es sencillamente no hacer bien ninguna de las dos
cosas. Y si se pretende afirmar lo contrario se deja en evidencia a los que
sólo se dedican a su escaño o a su Alcaldía.
Las incompatibilidades deben ser hoy
más rigurosas y claras que nunca. Los vecinos, los contribuyentes, los
electores se merecen que los cargos electos se dediquen al cien por cien al
puesto para el que han sido elegidos. Es preciso acabar con las prácticas de
acaparamiento de puestos públicos por algunos insaciables coleccionistas de
cargos y no sólo por la exigible dedicación y eficacia en el desempeño de los
mismos, sino como medida ejemplarizante de la regeneración y la ética
políticas. La norma debería ser igual para todos: una persona, un cargo, una
sola retribución proveniente de las arcas públicas. Y ya está bien de acudir a
subterfugios: cobrar un solo suelo público pero ampliarlo con dietas,
asignaciones u otros pagos provenientes también del erario público. Y al que no
le convenga que se vaya a su casa que esto de la política no es obligatorio y
que a nadie se le pide que se sacrifique abnegadamente por la colectividad. Lo
más probable es que muchos, si se tuviesen que buscar la vida en el sector
privado, nunca alcanzarían ni de lejos los sueldos que cobran del erario
público. Lo dicho, el pluriempleo de los cargos públicos es un fraude a los votantes y hay que acabar con él.
IU y sus asociaciones
satélites han estado recogiendo firmas para que la Iglesia Católica pague el
Impuesto sobre Bienes Inmuebles entre otras cosas y las 35.000 recogidas las han entregado en el Congreso de los Diputados.
Por su parte, algunos Ayuntamientos han hecho pública su intención igualmente
de cobrar dicho impuesto a la Iglesia Católica. Una cosa es presentar firmas en
el Congreso para que esta cámara proceda a la modificación, si la mayoría
parlamentaria así lo entiende necesario, de las leyes vigentes para que se
pueda cobrar el IBI o para que se deroguen los acuerdos con la Santa Sede y
otra muy distinta es que algunos Ayuntamientos decidan por su cuenta cobrar
ilegalmente dicho impuesto. Una cosa es evidente o los responsables de esos
Ayuntamientos están engañando a los ciudadanos anunciando esa medida o están
poniendo en marcha procedimientos recaudatorios ilegales que terminarán en los
tribunales y que costarán mucho dinero a esos consistorios. La Ley de Haciendas
locales regula claramente quienes están exentos de pagar el IBI y no sepuede cobrar dicho impuesto mientras esa Ley
no se modificada parlamentariamente ni a la Iglesia, ni al Estado, ni a las
Comunidades Autónomas, ni los de cualquier confesión religiosa legalmente
reconocida, ni a la Cruz Roja, ni a embajadas u oficinas similares, ni a la RENFE
o a Adif, ni a determinados bienes comunales, etc.
Parece que tras estas
iniciativas no se esconde otra cosa que un odio y una animadversión profunda
hacia la Iglesia Católica, sobre quien se centran todos los ataques, y no un
sincero deseo de justicia fiscal. Desde una perspectiva laicista se olvida con
frecuencia que nuestro Estado es aconfesional pero que la el Artículo 16.3 de la Constitución señala expresamente que ninguna confesión
tendrá carácter estatal y que los poderes públicos tendrán en cuenta las
creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes
relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. Las
exenciones tributarias de la Iglesia, las ayudas o subvenciones públicas o la
asignación tributaria de la discutida X del IRPF responden a ese reconocimiento
constitucional expreso y, en definitiva, al reconocimiento del peso de una
mayoría sociológica de los católicos en España.
Desde esas posiciones de IU
y anticlericales se pretende acabar con la libertad de los contribuyentes para
decidir si quieren o no aportar una pequeña parte de sus impuestos a la Iglesia
y/o a otros fines sociales. Cada año son más los contribuyentes que marcan la X
a favor de la Iglesia y ese hecho excita paralelamente los deseos de una parte
de la izquierda de acabar con una de las pocas libertades que los contribuyentes
gozamos a la hora de opinar sobre el destino de nuestros impuestos. No podemos
opinar ni decidir si queremos que nuestros impuestos se dediquen a armamento, a
subvencionar artistas, a engordar a la SGAE, a financiar a los partidos y
sindicatos por poner unos ejemplos y, al parecer, tampoco deberíamos poder
opinar sobre si queremos o no destinar una pequeña parte de nuestros impuestos
a la Iglesia. Curioso concepto el de algunos sobre la libertad.
Hoy, más que nunca, la
Iglesia y sus organizaciones desarrollan una labor social ingente supliendo la
incapacidad de las administraciones públicas para llegar y socorrer a los más
necesitados. La Iglesia y sus organizaciones trabajan en el campo de la
educación, de la sanidad, de la dependencia, de la inmigración y extienden su
labor incluso más allá de nuestras fronteras, usando sus recursos con muchísima
más eficiencia que los entes públicos.
No son los sindicatos, ni
los partidos políticos, ni todos los demás que están exentos de pagar el IBI
quienes están junto a los más pobres, quienes atienden a enfermos y ancianos o
quienes dan de comer a miles de personas diariamente, no, no son ellos. Y de
eso no se habla cuando se critican los ingresos que percibe la Iglesia. De eso
parece que no interesa hablar.
Por ejemplo, el programa de
acogida de Caritas, uno de los más emblemáticos y por el que pasaban antes de
la crisis unas 400.000 personas al año, atendió en el último ejercicio a un
millón y medio. La mayoría de personas atendidas tenían cargas familiares y una
media de edad de 40 años. Por otra parte, el 67% de las personas que acuden a Caritas
vienen derivadas desde los servicios sociales públicos, incapaces de ofrecer
respuestas rápidas y eficaces. Mientras el tiempo para concertar una primera
cita o entrevista inicial en los servicios sociales públicos es, como media, de
casi un mes (25,9 días), en los servicios de Acogida de Caritas la espera para
concertar una primera cita o entrevista inicial es, por término medio, de 4
días. Otro tanto sucede con las respuestas, ya que si el plazo de tramitación y
gestión de las respuestas efectivas es de algo más de dos meses en los
servicios sociales públicos (65,3 días), en Caritas el tiempo medio entre la
primera cita y la respuesta efectiva es de 7,3 días. En el campo de la
Educación, otro de los campos de batalla, las Escuela católicas atienden a más
de 1.200.000 alumnos, lo que supone el 16 % del total del sistema educativo. Y
mientras el coste medio abonado por el Estado a los centros concertados es de
2.480 euros anuales, en la escuela pública es de 5.299 euros al año.
Y para qué hablar de los
comedores, albergues, centros de asistencia sanitaria, hogares de acogida o
residencias de ancianos de la Iglesia y sus organizaciones. Si no los pudieran
sostener los católicos,sería el estado
quien tendría que asumir su coste. Dejando al margen cualquier posicionamiento
ideológico y pensando de una manera fría y calculadora solo se puede concluir
que la Iglesia, con las ayudas y beneficios que recibe, ahorra además miles de
millones de euros al erario público. Según algunas fuentes, este ahorro para el
estado se podría situar en torno a los 30.000 millones de euros anuales.
En fin, parece que las
fobias ancestrales de algunos pueden más que la lógica y la racionalidad
económica, sin mencionar la sensibilidad social y el respeto a las libertades
individuales. Allá cada cual. Un servidor lo tiene claro, seguirá poniendo las
X en el impreso del IRPF en favor de la Iglesia y de los fines sociales.