Han pasado más de dos meses desde las últimas elecciones municipales y autonómicas que se saldaron, entre otras cosas, con el mayor desastre electoral de las historia del Partido Popular de Alicante. 140.000 votos perdidos en la Provincia de Alicante y con ello decenas de Alcaldías como la de la propia capital o la de Elche, un desastre que se veía venir desde 2012 y cuyo origen radicaba en unas prácticas y maneras de hacer política muy alejadas de la ética, le regeneración y las necesidades del ciudadano. Encerrados en su torre de marfil y paseándose por sus mullidas moquetas, los dirigentes provinciales populares actuales persiguieron con saña cualquier crítica interna y desde la prepotencia e ignorancia sembraron la parca cosecha del pasado mes de mayo.
Han pasado más de dos meses desde
el naufragio popular y nadie en la cúpula de la organización alicantina ha
tenido la decencia de asumir responsabilidades y de dimitir, todo lo contrario,
se han afanado en buscarse huecos institucionales para aferrarse a su modus
vivendi e incluso el máximo culpable, José Ciscar, Presidente Provincial del
PP, se ha empleado a fondo para intentar presidir la Diputación de Alicante,
como si los sufridos ciudadanos de esta provincia no hubiésemos tenido bastante
con su desastrosa gestión en la Generalidad Valenciana o para situarse como
sucesor del Alberto Fabra. Cualquier persona con un mínimo de vergüenza torera,
con un mínimo sentido de la decencia, cuando no del ridículo, habría presentado
su dimisión de todos los cargos acumulados, que no son pocos, y se habría ido a
su casa, habría vuelto a sus actividades privadas para ganarse la vida. Pero,
claro, para eso hay que saberse ganar la vida fuera de “la teta” pública.
Tampoco ha presentado su dimisión
su escudero, el Secretario General provincial de los populares, ese dechado de
lealtades que se llama José Juan Zaplana y al que no se le conoce otro oficio
que el vivir de la política. Sí, el mismo que acudió a presidir la cena de
homenaje a Sonia Castedo cuando se conoció que se le imputaban varios delitos.
Y no sólo no ha presentado su dimisión sino que, además, en premio por el
desastre electoral que este individuo ha ayudado a cocinar, se le premia
ascendiéndole para formar parte del equipo de la nueva Presidenta Regional del
PP, Isabel Bonig. Ya puede ir guardándose las espaldas Doña Isabel con Don José
Juan cerca.
Y es que el Partido Popular de la
Comunidad Valenciana es así, premia a los malos y castiga a los buenos.
Asciende a los incompetentes y prescinde de los válidos. Y mira que tiene gente
válida este Partido en la Provincia de Alicante, pues no. Si es así como
entiende la dirección nacional del PP la regeneración del partido, la gente de
derechas de Alicante lo lleva claro. Regeneración no es “dedazo” y “dedazo” ha
sido el nombramiento de Isabel Bonig como líder regional. Y “dedazos” son los
nombramientos como el de este tipo en el nuevo organigrama popular.
Regeneración no es nada de lo que están haciendo, pero allá ellos.
Los alicantinos de centro derecha
deben saber, al menos, que los mismos métodos y los mismos culpables de que la
izquierda haya arrasado en nuestra Provincia siguen plenamente vigentes en el Partido
Popular. Deben saber que con ellos no hay cambio posible, que seguirán traicionando
los principios y programas y que nuestra Provincia seguirá siendo una víctima
de sus políticas si esta misma gente lograse recuperar el poder. Y no es que la
ensalada de izquierdas gobernante vaya a apostar por devolver a Alicante el
puesto que le pertenece porque ya hemos comprobado como en los primeros gestos
del Gobierno del Sr. Puig y sus socios, Alicante desgraciadamente no cuenta.
Santiago de Munck Loyola