Cada día que pasa, cada decisión política que se adopta, cada noticia nueva, cada declaración política no hacen otra cosa que poner de manifiesto que estamos en un proceso de progresiva degeneración de la política y de los miembros de la llamada “clase política”. Existe un abismo entre la política de la transición democrática y la actual. Una brecha insalvable entre los políticos de entonces y los actuales. Hemos pasado de los pactos de la Moncloa al mercadillo de la Moncloa, de considerar un mérito construir una España para todos a calificar de éxito desenterrar a un muerto, del consenso a los cordones sanitarios, del pacto antiterrorista a los pactos con los terroristas, de la vertebración del Estado a su descoyuntamiento.
El proceso de negociaciones y su resultado para la elección de la nueva Presidenta del Congreso, la tercera magistratura más alta del Estado, son buena prueba de ello. Y como no podía ser de otra forma, la Presidenta electa es el resultado de lo que cabía esperar. Si comparamos los últimos presidentes del Congreso con los primeros de la transición nos podemos hacer mejor una idea de cómo ha degenerado nuestra democracia, de cómo nuestras más altas instituciones se han degradado hasta límites insospechados.
Comparando a estos cuatro Presidente del Congreso es más que evidente que la política y los políticos al uso han sufrido un proceso de degeneración y de degradación que tiene consecuencias directas, aunque no se quieran percibir, en la calidad de nuestra democracia y, por tanto, en la vida de los ciudadanos.
Si para conseguir la elección de una señora carente de empatía con las víctimas de abusos y desconectada de los principios constitucionales básicos el gobierno en funciones no ha dudado en saltarse la Ley solicitando a Bruselas la inclusión de las lenguas regionales en el funcionamiento de las Instituciones europeas, podemos claramente hasta dónde está dispuesto a llegar para conseguir los votos necesarios para lograr la investidura de quien, digan lo que digan, perdió las pasadas elecciones generales. Cuando los socialistas y demás satélites repiten como loros que el PP no tiene “amigos” para lograr los votos necesarios, nos están diciendo que el PSOE sí los tiene, que los amigos de los socialistas son los herederos de quienes asesinaron con un tiro en la nuca a sus compañeros, los que han robado a manos llenas en Cataluña, los que intentaron un golpe de estado con una parodia de referéndum y cualquier delincuente que se siente en el Congreso. Sabio es nuestro refranero: “dime con quién andas y te diré quien eres” o “más vale solos que mal acompañados”.
En estos días buenos es recordar a John Locke, pensador inglés padre del liberalismo moderno, quien contemplaba la posibilidad de resolver el “contrato social” cuando el poder legislativo viola la ley fundamental de la sociedad, “ya sea por ambición, por miedo, por insensatez, por corrupción o por acumular excesivo poder”. ¿A eso vamos?
Santiago de Munck Loyola.
Fantástico artículo, completamente de acuerdo con usted
ResponderEliminarEste podrido sistema (lo que tenemos amigo Santiago es un problema sistemático, no coyuntural) ha nombrado a Francina Armengol como presidenta del Congreso, es decir, el tercer cargo más importante de España. ¿Y quién es Francine Armengol?
ResponderEliminarPues la ex presidenta de la Comunidad Autónoma de Baleares por el PSOE y una presunta autora de delitos gravísimos (por la explotación sexual de menores tuteladas) cuyo caso se ha vuelto a reabrir el catorce de agosto de 2023.
Pero Francina Armengol no solamente es famosa por este repugnante caso que escandalizaría al actor y productor Eduardo Verastegui de la polémica película sobre casos reales de explotación sexual y tráfico de niñas, «Sound of Freedom», sino que también lo es por una cantidad indeterminada de muertos que ella misma puede haber ocasionado cuando ‘expulsó’ a médicos al no hablar catalán del sistema de salud pública de Baleares.
Por lo visto, digo yo qué pensaría esta sospechosísima persona, Francina Armengol, que las enfermedades y los virus solo hablan en catalán (ni siquiera en Mallorquí) y por lo tanto, los médicos que no sabían hablar catalán, tampoco podían comunicarse con los virus y las enfermedades que causaban las dolencias, para que abandonasen su actividad que causaban el padecimiento a los pacientes de Baleares.
Bueno, esta pedazo de bruta, ha sido y nombrada la tercera persona con más poder del Estado.
Rememorando los años inmediatos tras la Transición, podemos decir sin ningún temor a equivocarnos, "España quién te ha visto y quién te ve".