La patética reacción de la
diputada popular Elisa Díaz González, hija del ex Alcalde popular de Alicante
Luis Díaz Alperi, gimoteando ante las cámaras de televisión al tratar de
defenderse de las acusaciones de la policía de haberse beneficiado en la compra
de su vivienda de dinero procedente del polifacético empresario Enrique Ortiz
pone en evidencia el mal de fondo del Partido Popular y de otros partidos
políticos que han generado y se nutren de una casta mediocre y parasitaria. El
ciudadano normal y corriente espera otro tipo de reacciones de un político ante
una situación similar, al menos espera cierta serenidad, firmeza, inteligencia
y, sobre todo, unas explicaciones convincentes, pero no un espectáculo
semejante. Un político no debe ponerse ante las cámaras si se siente tan
afectado como para no poder controlar sus emociones hasta el punto de hacer el
ridículo. Y es que estamos hablando de toda una señora diputada, de una
representante de los ciudadanos alicantinos con más de seis años de experiencia
parlamentaria.
http://www.20minutos.tv/video/hntwERVZ-elisa-diaz-pp-yo-pago-mi-casa/0/
http://www.20minutos.tv/video/hntwERVZ-elisa-diaz-pp-yo-pago-mi-casa/0/
Pero ¿por qué es diputada Elisa
Díaz González? ¿Por su reconocido trabajo entre la militancia del Partido
Popular? No. ¿Por su acreditada experiencia profesional que ha requerido su
incorporación a las Cortes para enriquecer así el debate parlamentario? No.
Elisa Díaz González ha llegado a ser diputada en las Cortes Valenciana porque
fue incluida a dedo, sin el apoyo de los afiliados populares, en una lista
electoral por ser hija de su padre. Ni más, ni menos.
Es el mismo caso de Tania
Sánchez de Izquierda Unida en Rivas-Vaciamadrid o de Andrea Fabra, diputada
nacional del PP por Castellón. Tania Sánchez, Diplomada en Educación Social,
entró en el Ayuntamiento ripense en 2003, con 24 años, como asesora del Grupo
Municipal de Izquierda Unida y de ahí pasó en 2007 a ser incluida en las
listas electorales de esa formación. ¿La designaron asesora porque podía
realmente asesorar? No. ¿La contrataron por su experiencia profesional o su
gran formación? No. Entró sencillamente por ser hija del concejal de Izquierda
Unida Raúl Sánchez, uno de los históricos de la izquierda ripense.
Andrea Fabra,
conocida por su fina oratoria parlamentaria (“que se jodan” proclamó refiriéndose a los millones de parados),
fue nombrada con 24 años, de forma similar, asesora parlamentaria, nada menos,
que del Secretario de Estado de Hacienda y de ahí saltó a dedo a las listas
electorales del PP. ¿Por su acreditada experiencia personal? No. ¿Por su
brillante currículum?, No. Lo hizo por ser hija del delincuente Carlos Fabra,
ex presidente todopoderoso de la
Diputación de Castellón y visionario de la aeronáutica sin
aviones. ¿Piensa alguien sensatamente que tanto Tania como Andrea estaban en
condiciones a sus 24 añitos de andar asesorando a alguien? Tanto el Partido
Popular, como Izquierda Unida, como el PSOE y otras formaciones políticas usan
nuestro dinero, el de los contribuyentes, para colocar a los familiares y
amiguetes en puestos públicos creados al efecto, los disfrazan como asesores,
como asistentes o con cualquier ropaje y así mantienen a toda una clientela que
forma parte de una casta impresentable. Y ahí están los resultados, una
lloriquenado por los pasillos, otra adjudicando contratos a la familia porque
no sabía que eso no se podía hacer y otra soltando exabruptos parlamentarios.
El déficit de democracia interna
en los partidos políticos permite que logren responsabilidades políticas
personas que por méritos propios seguramente nunca serían elegidas por sus
compañeros para ello. Y una vez que entran en el circuito político de la mano
de papá, de un amigo o de un clan siguen recorriéndolo sin aportar nada
sustancial a la dignificación de la vida política. Y pasa lo que pasa, porque
del mismo modo que un cargo público debe su puesto al de arriba que lo propuso
para la lista y no a los de abajo, a los militantes, no rinde cuentas ante los
mismos y no defiende más intereses que los que desde arriba le señalen.
Corrupción y falta de democracia interna, falta de control por parte de las
bases, suelen ir de la mano en la mayoría de las ocasiones.
Tras el fiasco del mandato de
Sonia Castedo que también empezó su carrera política como personal de
confianza, es decir, como colocada a dedo en el Ayuntamiento alicantino y que
fue designada candidata a la alcaldía en virtud del dedazo superior, tenemos en
Alicante un nuevo Alcalde, Miguel Valor. Un sempiterno concejal, también en
virtud del dedazo superior, otro miembro de la casta cuya “entronización” se ha
realizado sin que los miles de afiliados del PP hayan tenido la oportunidad de
manifestarse lo más mínimo. Así no hay regeneración política que valga. Siguen
los mismos clanes, las mismas familias políticas, los mismos grupos de presión
decidiendo a su capricho el presente y el futuro de la ciudad. Ojalá esta forma
de hacer política acabe pronto.
Santiago de Munck Loyola
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