Aquí el que no corre
vuela. Da la sensación de que aquella desafortunada frase de una ministra de
Zapatero afirmando que “el dinero público no es de nadie” está perfectamente
asumida entre quienes dirigiendo partidos, sindicatos o patronales viven
precisamente del dinero público, de las jugosas subvenciones públicas que
obtienen de nuestros impuestos. Es tal la falta de escrúpulos y la inmoralidad
reinantes que no pasa un día o una semana sin que aparezca un nuevo escándalo
relacionado con el abuso que algunos hacen de nuestro dinero público, que es de
todos. La inmensa mayoría de los partidos políticos, sindicatos y patronales
perciben por diferentes vías inmensas cantidades de dinero público para
sostener no sólo unas inmensas y superfluas estructuras, sino también un nivel
de vida de muchos de sus dirigentes al que no podrían aspirar sin la rica ubre
de las administraciones públicas. Y lo que es más grave, a pesar de esas
ingentes ayudas económicas, según el Tribunal de Cuentas, 17 de los 25 partidos
políticos fiscalizados están en quiebra técnica.
Los partidos políticos
tan sólo reciben de sus afiliados 1 de cada 5 euros que ingresan, es decir, que
el 80 por ciento de sus ingresos proviene del Estado, Comunidades Autónomas,
Diputaciones y Ayuntamientos. Y algo muy parecido ocurre con los sindicatos
que, además, perciben sus cuotas de afiliación detrayéndolas de las nóminas
directamente por los pagadores públicos. No hay ninguna razón lógica que
justifique que todos los contribuyentes tengamos que poner dinero para que los
partidos y sindicatos funcionen y menos aún para que lo hagan como lo hacen:
despilfarrando y cometiendo toda clase de irregularidades. Lo que han logrado
estas organizaciones con el dinero público es alejarse cada día más del
ciudadano cuya solidaridad y adhesión ya no la necesitan pues su sostenimiento
está garantizado a través de la exacción obligatoria de la caja pública.
Con nuestro dinero
algunos pueden pagarse generosos sobresueldos, espectaculares campañas
electorales, mariscadas, cursos en el Caribe y todo un sin fin de abusos que
son especialmente sangrantes en medio de esta tremenda recesión. La clase
dirigente de nuestro país, la política, la sindical y la empresarial, no ha
sido, ni es ejemplar.
Con nuestro dinero,
los sindicalistas de UGT han protagonizado uno de los espectáculos más
bochornosos, más cutres y degradantes de nuestra democracia. No sólo montaron
en Andalucía el expolio del dinero destinado a los desempleados con la trama de
los falsos EREs, sino que además vamos conociendo día a día la existencia de un
manual para realizar “mordidas” en las facturas del sindicato a las
administraciones públicas y van saliendo a la luz las miserias humanas en forma
de comilonas, viajes exóticos, bolsos falsificados, juergas en la Feria de
Sevilla, sobresueldos, etc.
Y otro ejemplo
destapado en las investigaciones judiciales es el protagonizado por el Partido
Popular. El hecho de que en Alicante, la Dirección Provincial se gastase en el
año 2011 35.000 euros en comilonas (o sea, 29.000 euros sacados directamente de
los impuestos), no es nada si lo comparamos en la forma que la central de
Génova 13 usa el dinero de los contribuyentes.
La Audiencia Nacional
ha encontrado indicios de financiación ilegal del PP en las obras de
remodelación de Génova 13, con reformas más que sorprendentes. Dejando al
margen lo que pueda haber o no de financiación ilegal, lo cierto es que del
examen de la documentación se desprende que los populares gastaron oficialmente
casi 6 millones de euros en remodelar el edificio y que buena parte de dichas
obras se hicieron con la crisis ya encima. Es decir, que el partido de la
austeridad (para los demás) usó casi 4,8 millones de euros provenientes de
nuestros impuestos en remodelar un edificio que, por cierto, estaba en muy buen
estado y, por ejemplo, no tuvieron empacho alguno en gastar 28.121,37 euros en
arreglar el “cuarto de la basura” (o tienen mucha basura o es basura de alto
standing), 98.934,39 euros en la sala en la que se reúne la cúpula del Partido
o 103.162,94 euros para el cuarto de
seguridad y vestuarios (y se les escapa Bárcenas con los papeles bajo el
brazo).
Cuatro de cada cinco
euros que gastan los partidos son nuestros, de nuestros impuestos y lo cierto
es que no los usan con decencia. Mientras que los ciudadanos tenemos que pagar
cada vez más impuestos, mientras simultáneamente tenemos menos prestaciones
sociales porque los recortes se imponen, la clase dirigente de España sigue
tirando del cajón público para sostener unas estructuras de partidos y
sindicatos que ni sus afiliados están dispuestos a sostener con sus cuotas. Han
tratado de maquillar la situación haciéndose pequeños recortes pero lo cierto
es que lo que dejan de percibir por un lado lo perciben por otro. Buena prueba
de ello, ha sido el acuerdo entre PP y PSOE en la Diputación de Alicante para
desviar el dinero de los Grupos Institucionales a sus propios partidos
políticos. Y es que en cuestiones de dinero, siempre terminan por ponerse de
acuerdo los grandes. Y siempre, los que finalmente pagan sus excesos, su
despilfarro y sus lujos somos los sufridos contribuyentes. La regeneración del
sistema pasa también por cortarles el grifo. Ni un euro público más para
partidos, sindicatos y patronal.
Santiago de Munck
Loyola
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