“Quiero un PPCV digno, honesto, honrado
y que mire a los ojos a los ciudadanos de la Comunitat Valenciana”, manifestó ayer en Biar el Presidente del Partido
Popular de la Comunitat Valenciana, Alberto Fabra, en un almuerzo de trabajo
con más de 150 alcaldes, portavoces y militantes del PP de la comarca del Alto
Vinalopó. Y un servidor también quiere lo mismo al igual que la inmensa mayoría
de los militantes populares. Pero por quererlo y decirlo en público, ya que
dentro del PP no hay foro alguno para ello, me quieren poner en la calle. No
cabe ninguna duda de las intenciones y de los deseos del Presidente Fabra, son
auténticos. Pero algo chirría en la maquinaria popular, algo no funciona e
impide que la voluntad política, la dirección política de su líder se
corresponda con los hechos, con la realidad de un partido que al menos en la
Provincia de Alicante ni siquiera puede mirar a los ojos de sus propios
militantes.
Mientras
el Presidente Fabra lleva tiempo marcando una línea muy concreta da la
sensación de que la dirección popular alicantina va por otro camino. Mal se
compadecen las declaraciones del Presidente Fabra con el estilo chulesco y
prepotente y las actuaciones de parte de la dirección provincial de Alicante.
Hay varias hipótesis para intentar explicar esta incoherencia: o el Presidente
Fabra está muy mal informado sobre la trayectoria popular en nuestra Provincia
o su liderazgo es tan débil que no puede imponer sus objetivos políticos o que pasa
olímpicamente de lo que aquí ocurre.
Resulta
incompatible la voluntad del Presidente Fabra con el hecho de que el Secretario
Provincial José Juan Zaplana, que por cierto estaba sentado a su lado en la
mesa en Biar, participase en la mesa presidencial de las cenas de homenaje a
cargos públicos imputados por la Justicia o que impulse la expulsión de los
afiliados que pedimos democracia interna, que ni está ni se la espera, en el PP
de la ciudad de Alicante, que reclamamos una regeneración democrática y que
exigimos ejemplaridad a nuestros políticos. Resulta incoherente que el
Presidente Fabra diga que quiere un PPCV digno, honesto y honrado mientras que
el instructor de las expulsiones el inefable, D. Felipe del Baño, nos dice por
escrito a través del Comité de Derechos y garantías del PPCV que no podemos
pedir públicamente democracia interna, honradez o regeneración porque hacerlo
es tanto como acusar al PP de todo lo contrario. Suena raro el deseo expresado
por el Presidente Regional cuando se constata que durante muchos años el
Partido Popular de Alicante, vulnerando los propios Estatutos del PP, ha
consentido la existencia de asociaciones fantasmas en muchos municipios que
gestionaban de forma paralela los fondos del PP con el fin de eludir el control
del Tribunal de Cuentas y que ese hecho no se haya saldado con la apertura de
ni un solo expediente disciplinario. Es contradictorio ese deseo con el hecho
de que alguno de los máximos responsables provinciales siga en su puesto
después de ir explicando a algunos afiliados cómo se monta una contabilidad
paralela o con el hecho de que las direcciones local y provincial de Alicante
se nieguen a informar a los afiliados de las cuentas del partido, vulnerando
con ello la propia Ley de Partidos Políticos.
No
se puede mirar a los ojos de los ciudadanos o de los militantes cuando en 2011
la dirección Provincial de Alicante, según los medios de comunicación, se gastó
más de 35.000 euros en comidas y no se dan explicaciones, ni nadie asume
responsabilidades. No se puede mirar ni tan siquiera a los ojos de los
militantes o de los afiliados cuando los órganos directivos provinciales se
saltan los Estatutos del Partido, cuando los órganos regionales encargados de
hacerlos cumplir no se molestan ni tan siquiera en dar acuse de recibo de las
denuncias interpuestas por los afiliados o cuando siguen tratando a los
afiliados de la ciudad de Alicante como simples vasallos, obligados a pagar su
cuota, a trabajar por el partido cuando así se les requiera mientras se les
niega el derecho a decidir si quieren o no tener una Junta Local propia. No es
posible sostener un discurso como éste mientras se consiente, se ampara o se
ignora unos modos de proceder impropios de una organización política moderna,
dialogante, participativa y democrática.
Hay
muchas formas de hacer política pero, como ocurre en la vida diaria, las que se
sustentan sólo en palabras y no en los hechos tienen un corto recorrido. Se
acercan unas importantes elecciones y toca, como no, acordarse de los votantes
y de los militantes. Ahora algunos se acuerdan de que los afiliados están para
algo más que para pagar las cuotas. Hay que movilizar al partido dicen, o sea a
los militantes de base, a los mismos que en la ciudad de Alicante, por ejemplo,
llevan años y años ignorando. Cuando hay que decidir cosas importantes no, ya
toman ellos las decisiones aunque carezcan de mandato congresual para ello,
como cuando se “cepillaron” al PP de la ciudad de Alicante (no olvidemos que a
la Provincial le viene de perlas el dinero de las cuotas de la ciudad para
costear la sede de los provinciales). Por cierto, ¿pedirán ahora a los
afiliados a los que no dejaron votar en las elecciones internas por no poder
pagar la cuota que ejerzan de apoderados e interventores en las europeas?
Somos
muchos los que deseamos un PPCV digno,
honesto, honrado y que mire a los ojos a los ciudadanos de la Comunitat
Valenciana y a los propios militantes populares. Somos muchos los que
compartimos ese deseo pero también nos damos cuenta de que hay quienes, quizá
compartiendo el mismo deseo, lo arrincona y no están dispuestos a asumir la más
mínima crítica interna e impiden con ello el imprescindible movimiento
regenerador que necesita el PPCV. Son los advenedizos, los mercenarios de
partido, los vividores de la política los menos interesados en que la
renovación y el aire fresco inunden la organización. Son pocos, sí, pero tan
estratégicamente situados que terminarán por frustrar cualquier esperanza que
pueda impulsar el Presidente Fabra. Y en Alicante lo están consiguiendo.
Santiago
de Munck Loyola
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