Lleva más de dos años encerrada esperando que la ahorquen las autoridades de Pakistan. Se llama Asia Bibi, ¿Su delito? Ser cristiana y haber tenido la osadía de hablar sobre Mahoma. En 2009, esta mujer, casada y madre de varios niños, mientras estaba trabajando en el campo, se aproximó a un pozo para sacar agua. En ese momento fue increpada e insultada por varias mujeres del lugar prohibiéndole beber de un agua reservada según ellas para las musulmanas y que se contaminaría si era tocada por una cristiana. Asia Bibi les respondió que seguramente Jesús opinaría muy distinto al profeta Mahoma. Las mujeres musulmanas decidieron entonces denunciarla ante el Imán, esposo de una de ellas, por blasfemia contra el Profeta. Asia Bibi fue encarcelada y meses después sentenciada a morir ahorcada por haber cometido el delito de blasfemia. El Gobernador y el Ministro de Minorías Religiosas que intercedieron públicamente a favor de la reo terminaron siendo asesinados por los islamistas.
El pasado mes de noviembre, el Gobierno paquistaní anunció que Asia Bibi sería indultada pero, hasta el día de hoy, no se ha hecho pública la medida de gracia y esta mujer sigue encerrada esperando el cumplimiento de la sentencia. No obstante, si fuese indultada, ni ella, ni su familia, seguirían en peligro pues el Imán ha establecido una recompensa de 4.400 dólares por su cabeza y ha anunciado, además, que un indulto estimularía que otras personas se tomasen la justicia por su mano.
El caso de esta mujer católica es tan sólo uno de tantos casos de violencia, fanatismo e intolerancia que a diario se producen en muchos países del mundo. Los católicos y cristianos en general están siendo objeto de auténticas masacres en países como la India, Pakistán, China, Corea, Nigeria o Costa de Marfil y lo están siendo ante la más absoluta indiferencia de los medios de comunicación y de los gobiernos occidentales. Se trata de minorías religiosas en sus países compuestas en la mayor parte de las ocasiones por los más pobres de sus sociedades. Es especialmente grave el caso de los católicos hindúes, objeto de auténticas atrocidades, en especial, en la región de Orissa. La obra social de la Iglesia Católica y de otras iglesias cristianas en la India es ejemplar pero su acción, desarrollada entre los más pobres sin distinción de ninguna clase, constituye, al parecer, un ataque al sistema de castas cuyos más exaltados representantes están dispuestos a impedir mediante el uso de la más atroz violencia.
Las imágenes que recogen la violencia contra los cristianos son impactantes, muerden el alma, pero no se habla de ello. Vivimos en una sociedad muy rara, extraña. Cualquier causa puede ser objeto de una vasta movilización pero esta violencia parece que interesa poco. Se apela a la solidaridad y los medios de comunicación se vuelcan para denunciar e intentar salvar a las crías de foca apaleadas en el Polo Norte, pero los seres humanos apaleados y quemados vivos en la India, por ejemplo, no irrumpen en los telediarios.
Es algo incomprensible. Dirigimos nuestras miradas allí donde enfocan los medios de comunicación que, por alguna razón desconocida, no quieren fijarse, salvo honrosas excepciones, en el sufrimiento y el dolor de tantos seres humanos cuyo delito es profesar una determinada fe. Seguramente, estas personas, héroes de carne y hueso, se conformarían con que se les prestase una décima parte de la sensibilidad y la atención que nuestra sociedad presta a la defensa de los animales. Es así de duro.
Santiago de Munck Loyola
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