Hace una semana, los presos de la ETA, se adhirieron al llamado Acuerdo de Guernica, un documento suscrito hace ya un año por la Izquierda Abertzale, EA, Aralar, AB, Alternatiba, LAB... y así hasta treinta agentes políticos, sindicales y sociales del País Vasco. El documento es más de lo mismo, las viejas reivindicaciones etarras aderezadas con frases grandilocuentes. La visión paranoica de unos colectivos que reivindican derechos políticos, ya existentes, y beneficios para los asesinos y sus cómplices.
El domingo pasado, los presos de la ETA suscribieron este documento que entre otras cosas reclama la amnistía para ellos, como si aquí no hubiese pasado nada, como si se tratase de hacer “borrón y cuenta nueva” aún por encima de los centenares de víctimas que su paranoia ha generado estos años.
Y, he aquí, que el colectivo de presos etarras no ha encontrado representante más digno para firmar en su nombre este panfleto que el infanticida Jon Aguirre Aguiriano, el asesino en 1981 del niño de 13 años José María Piris. Este tipejo, excelente representante de lo que la ETA significa, como bien recuerda hoy el Diario El Mundo, observó desde una ventana próxima como aquel niño, junto con dos amigos, se acercaron a la bomba que había dejado para un Guardia Civil y no hizo absolutamente nada para impedirlo, no avisó a los niños y dejó que les explotara. Este valiente “gudari” de alcantarilla ni siquiera ha pedido perdón por su hazaña a la familia del niño asesinado ni a los otros niños heridos. Hoy se pasea libremente, recibe una pensión del estado, es objeto de felicitaciones y homenajes y firma pomposas y huecas declaraciones en nombre de los presos de la mafia etarra. Y tan execrable es él como quienes le jalean. Ésa es la verdadera naturaleza de este mundo de paranoicos y bandoleros independentistas.
Para que no se olvide, para que todo aquel que tenga la desgracia de encontrarse con este sujeto pueda reconocerlo, aquí dejo la foto de este individuo.
Santiago de Munck Loyola
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