Porque cuando peor me encontraba,
cuando la desesperación se adueñó de mí,
cuando las lágrimas se me escapaban a cada instante,
cuando mi fe desaparecía por momentos,
cuando el pánico se apoderó de mis días y mis noches,
cuando el dolor no se marchaba,
cuando el futuro desapareció,
cuando todo dejó de tener sentido,
cuando me sentí abandonado,
olvidado,
oí el sonido de tu voz,
escuché tus palabras,
y el consuelo,
la paz interior
y la esperanza
renacieron y
el valor y
la fuerza
empezaron a volver,
por todo ello, Santo Padre,
gracias de corazón, muchas gracias.
Santiago de Munck Loyola
http://youtu.be/lsTo2pTgr6E
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