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lunes, 21 de marzo de 2011

UN EJEMPLO DE IZQUIERDA ESCATOLÓGICA.

D. Ricardo Royo-Villanova, antiguo Jefe de Comunicación del Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid y autor del Blog “A sueldo de Moscú”, acaba de publicar un artículo titulado ¡Me cago en Dios! (Y en la Virgen María). Soy asiduo lector del mismo aunque no comparta sus ideas. Suele ser ingenioso, divertido y políticamente incorrecto. Pero tengo que reconocer que no me esperaba un titular tan ofensivo para mis creencias y las de tantos millones de personas. No comprendo que el ingenio y la gracia habitual hayan podido ceder su espacio a la ordinariez escatológica, a la chabacanería y a la provocación.



Para expresar sus ideas, el contenido de su artículo, D. Ricardo no necesitaba ofender a nadie salvo que con ese titular buscase llamar la atención como ha hecho) lanzando una innecesaria provocación y una gratuita ofensa a los sentimientos de muchos creyentes. No me considero un puritano, pero ese titular me ha dolido y ofendido profundamente.



D. Ricardo quiere, al parecer, expresar de una parte su rechazo a la detención (http://www.abc.es/20110318/local-madrid/abci-detencion-complutense-201103181051.html) y posterior puesta en libertad de los estudiantes acusados de profanar la capilla de la complutense y de haber podido cometer delitos contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos, recogidos en el Capítulo IV del Código Penal relativo a los delitos contra el ejercicio de los Derechos Fundamentales y Libertades públicas. Y, de otra, su desacuerdo con el destino de parte de sus impuestos. Y para justificar su desacuerdo con la existencia y aplicación de esta norma del Código Penal señala, refiriéndose a los Católicos, “…contrasta además la actitud que mantienen estos grupos ahora, con la pasión con que defendieron en su día los valores democráticos, cuando el integrismo musulmán quiso evitar que en occidente se pudieran publicar caricaturas de Mahoma…” Hombre, no, los musulmanes no se limitaron a intentar evitar la publicación de las caricaturas, sino que directamente condenaron a muerte a los autores, como en su día hicieron con Salman Rushdie. Hay un abismo e intentar minimizar esas amenazas de muerte no clarifica el asunto.



Señala también D. Ricardo que quiere ofender expresamente a “…aquellas personas que profesan la religión católica que son incapaces de comprender que yo, como ciudadano, no tengo por qué sufragar con mis impuestos las capillas católicas que hay en las universidades públicas y en algunos hospitales públicos…” Sin embargo, puede devolverse el argumento “…aquellas personas que no profesan la religión católica que son incapaces de comprender que yo, como ciudadano, no tengo por qué sufragar con mis impuestos los abortos, las subvenciones a asociaciones anticatólicas, los libros y profesores de Educación para la Ciudadanía, las películas y obras de teatro antirreligiosas, etc…” Y sin necesidad de acudir a la ofensa gratuita. ¿O es la Ley del embudo la que prima? Objeción de conciencia para todo y para todos, ¿no?



Lo cierto es que lo que ha levantado la indignación de D. Ricardo con su consiguiente exabrupto no ha sido otra cosa que la aplicación de una Ley democrática que defiende y tutela el ejercicio de derechos fundamentales recogidos en nuestra Constitución y en la Declaración de Derechos Humanos. En definitiva, el funcionamiento del estado de derecho. Se podrá o no ser creyente pero una y otra cosa han de estar protegidas. No sé si existe Dios, a diferencia de la certeza que D. Ricardo mantiene sobre su inexistencia, por eso tengo Fe o, mejor dicho, intento tenerla. Con la certeza de su existencia resultaría innecesaria la Fe. Pero, en todo caso, las creencias religiosas constituyen un derecho inherente al ser humano que debe ser protegido. Y la historia está repleta de tristes páginas de lo que la intolerancia y las ofensas religiosas terminan acarreando.



Sin respeto no hay convivencia y sin ésta no hay democracia.



Santiago de Munck Loyola

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