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domingo, 8 de agosto de 2010

LOS PORTAVOCES DE GUARDIA Y LA CANDIDATURA DE TRINIDAD JIMÉNEZ.

La polémica estival surgida en estos días de agosto en torno a la posible candidatura a la Presidencia de la Comunidad de Madrid de Trinidad Jiménez, desplazando a Tomás Gómez, por imposición directa de Rodríguez Zapatero ha dado rienda suelta a multitud de declaraciones de cargos madrileños del Partido Popular, los portavoces "de guardia". Parece que todos han debido leer el mismo argumentario, seguramente distribuido por algún oscuro gabinete de comunicación de la Calle Génova, y consiguientemente todos coinciden en terciar en la polémica poniendo de manifiesto la falta de democracia interna en el PSOE a la hora de designar a sus candidatos.

Eso es sencillamente mentar la soga en casa del ahorcado. La falta de democracia interna es un signo distintivo y coincidente de la mayoría de los partidos políticos españoles y especialmente relevante en los dos grandes partidos en cuanto se trata de determinadas candidaturas o puestos. Da la casualidad que muchos de los que han hecho estas declaraciones son diputados autonómicos u ostentan cargos de partido en virtud del dedo decisorio de alguien y no como consecuencia de su designación en un proceso electoral interno. Hay diputados autonómicos que lo son por haber sido vecinos de alguien, por ejemplo de Rodrigo Rato, o porque su mujer conocía a alguien o era pariente de algún notable del partido y que han realizado un formidable salto desde los pasillos y conciliábulos de la calle Génova hasta el escaño de la Asamblea, todo ello sin haberse bregado en la militancia activa en la sede de un pueblo o de un distrito madrileño y sin más preparación política que la aprendida rápida y malamente en los argumentarios de comunicación. La ausencia de procedimientos electorales internos más participativos propicia mucho el “hacer pasillo” como medio de medrar y situarse oportunamente. Y para que hablar de democracia interna cuando muchos Presidentes locales llegan a sus cargos impuestos directamente por la regional en contra de los militantes de su localidad o mediante procesos electorales trufados de irregularidades (censos manipulados, presiones, etc.).

Por ello, resulta muy sorprendente que se utilice como arma arrojadiza en la crítica política el argumento de la falta de democracia interna del adversario y pone de manifiesto la existencia de un nivel político de muy bajo perfil de quienes elaboran, diseñan y distribuyen las estrategias de comunicación del PP. En esta polémica veraniega la excepción ha sido Alberto Ruiz Gallardón: “cuando perdí y cuando gané, me quedé; ninguno de mis rivales lo hizo”. Sin una descalificación personal, sin una referencia directa al adversario político lo ha machacado. Trinidad Jiménez perdió frente a Gallardón la Alcaldía de Madrid y se marchó, no cumplió con el compromiso adquirido con los madrileños que la habían votado y se fue del Ayuntamiento. ¿Es esta actitud el mejor aval para presentarse ahora como candidata a la Presidencia de la Comunidad de Madrid? Su falta de compromiso con los votantes ya ha quedado acreditada y supone un precedente nada favorable para su candidatura. Este sí que es un mensaje político acertado, una crítica elegante y demoledora. Un dardo en toda la diana.

Muchos de los que se apresuran a hablar cuando ven un micrófono cerca y que no pierden la oportunidad para su minuto de gloria ante la sequía de rostros conocidos en agosto, deberían meditar un poco ante de hacerlo, reflexionar y callar si no tienen ninguna idea propia, antes que lanzarse al ritual de la repetición de consignas mal elaboradas.

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