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sábado, 31 de julio de 2010

LOS TOROS Y LA POLÍTICA.

La reciente petición del Presidente del Gobierno de que no se “politice” la decisión del Parlamento de la Generalidad Catalana de prohibir las corridas de toros en esa región causa verdadero asombro. Desconozco el concepto que tiene Zapatero sobre lo que es o no “politizar” algo pero es evidente que no es coincidente con el sentido común ni con la lógica. A sensu contrario y de sus propias palabras deberíamos deducir que esta decisión no está politizada. O sea, para que nos entendamos, el Presidente del Gobierno afirma que una decisión, una ley aprobada por un ente político, el Parlamento catalán, compuesto por políticos no es un acto “politizado”, no es un acto político. ¿Entonces qué es? ¿Un acto médico? ¿Industrial? ¿Artístico? ¿Una payasada? Evidentemente no. Se trata de un acto político con una expresión jurídica. Y es conceptualmente imposible que un acto político no esté “politizado”.

Pero es que, además, como no puede ser de otra forma en una democracia, es un acto sujeto a la crítica y al debate ciudadano, por mucho que ambas ideas molesten al Presidente del Gobierno.

Nunca he sido aficionado a las corridas de toros, pero cuando se abre un debate como éste y leo y escucho algunas opiniones, sobre todo de los políticos, me desagrada la manipulación y la hipocresía de la que hacen gala algunos.

Nos cuentan que esta decisión se basa principalmente en razones ”humanitarias” y que tras la misma no hay ningún sentimiento antiespañol. Sin embargo, la adopción de esta medida no puede ser considerada del contexto social y político en el que se toma. Algunos descerebrados identifican las corridas con el españolismo, entendido como idea excluyente y marginadora de sus peculiaridades culturales regionales y, por tanto, como algo que debe ser excluido de su territorio. Y eso es lo que han hecho. Si de verdad la razón de ser de esta decisión fuese evitar la “tortura” del toro habrían prohibido simultáneamente tradiciones propias de su región como el toro embolado. O ¿acaso el toro disfruta mucho cuando le prenden fuego a los cuernos y le pasean por las calles de un pueblo a patada limpia? Debe ser que sí. Esta decisión se toma en el mismo contexto en el que se persigue el uso del español, se impide la libre elección de lengua en los estudios, donde se pide multar a los taxis que lucieron la bandera de España durante el mundial e, incluso, cuando están estudiando prohibir la venta de productos como las muñecas flamencas o las castañuelas.

No sé por qué los toros exclusivamente merecen esa especial protección y no otros seres vivos. En comparación con otros animales los toros viven en plena naturaleza y bien cuidados durante 4 o 5 años y sufren 10 minutos de “tortura” al final de su vida. La mayoría de los animales que nos sirven para comer o vestirnos viven miserablemente desde que nacen. Algunos jamás ven la luz del sol ni pueden moverse de una jaula desde que nacen hasta que mueren. ¿No es eso tortura? ¿Por qué esa doble vara de medir?

Y puestos a hablar de protección a los seres vivos ¿qué pasa con los fetos humanos viables? Cuando se practica un aborto de un feto humano perfectamente formado de 4 o 5 meses, a veces de más, en el que el cuerpo es literalmente troceado en el seno materno ¿no sufre ese ser vivo? ¿no tiene derecho a protección alguna ese ser vivo? ¿Un feto humano no merece los mismos desvelos y la misma protección al menos que un visón, una foca o un toro? Parece que no. Resulta curiosa la coincidencia entre los partidarios del aborto y los prohibicionistas taurinos. Muy curiosa. A esa coincidencia hay que añadir una más en el caso de Cataluña el respaldo a la prohibición de quienes más se han significado en su antiespañolismo.

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