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lunes, 3 de noviembre de 2014

Hay alternativas.


Derechas e izquierdas andan revueltas y nerviosas ante los resultados que, encuesta tras encuesta, se otorgan a Podemos. Y encuestas las hay para todos los gustos pero todas coinciden en un incremento espectacular de la intención de votos de esta nueva formación política de rancio trasfondo ideológico. Son muchos los factores que influyen en este crecimiento electoral: la indignación ciudadana ante la corrupción, ante los recortes, el desempleo, el aumento de la desigualdad social, la falta de ejemplaridad de la mayor parte de la clase política, los incumplimientos programáticos, la falta de buenas perspectivas, etc. Ante un panorama económico, político y social desolador cualquier discurso que cuente con apoyos mediáticos, que no esté lastrado por un pasado de gestión criticable y que ofrezca soluciones por muy utópicas o irrealizables que sean tiene grandes posibilidades de calar entre los ciudadanos.

Es evidente que el mensaje de Podemos ha calado en la izquierda y que se va a producir un nuevo reparto de la tarta electoral con importantes cambios. Lo que no es tan evidente es que este mensaje haya calado en el votante de centro derecha aunque una pequeña parte del mismo, la menos ideológica, esté dispuesta a asumirlo y a otorgar su voto como una forma de castigo. Pero ¿qué pasa con los votantes que no son de izquierdas? Es curioso. El Partido Popular se derrumba en las encuestas y lleva camino de superar el record de la UCD en 1982 pero sus dirigentes no aciertan a salir del asombro o del escepticismo y se muestran incapaces de reorientar su discurso y, sobre todo, su política. ¿Por qué? Pues porque están desconectados de la realidad de la calles y son incapaces de realizar lo que debería ser un requisito previo, una profunda autocrítica.

Hay que señalar que el Partido Popular, como instrumento político, como maquinaria electoral, parte en desventaja respeto a muchas otras formaciones políticas. Es una gigantesca maquinaria política piramidal, carente de vida política interior, en la que las bases, lejos de ser la fuente del poder interno, son un simple instrumento al servicio de la estructura de poder. Lejos de aprovechar la conexión social que supone disponer de cientos de miles de afiliados y de enriquecer y actualizar permanentemente el debate interno, las propuestas políticas y los mensajes del partido, las bases no cuentan para nada en la estructura del Partido Popular. Y eso se nota. Las políticas que se han desarrollado no responden ni al programa comprometido con los electores, ni a las aspiraciones de la militancia por lo que el distanciamiento entre Partido y votante es cada día mayor.

Muchos de los votantes de centro derecha no van a repetir su voto al Partido Popular y se van a abstener en los próximos comicios y otros, los menos, se van a decantar por otras formaciones como Ciudadanos o UPyD fundamentalmente. Es la respuesta a los incumplimientos electorales, a la falta de ejemplaridad de buena parte de la clase política y al continuo goteo de casos de corrupción que no pueden sino abochornar hasta al más leal incondicional.

Si al mayor incremento de la presión fiscal sobre la clase media, si al permanente empobrecimiento de la misma, si a los continuos recortes en educación, en sanidad o prestaciones sociales, si a los incumplimientos en materia de protección a la vida y a la familia, si al continuismo en la política antiterrorista o en materia autonómica, si a la falta de ejemplaridad, si a la ausencia de una política informativa inteligente sumamos además la continua aparición de casos de corrupción con relevantes dirigentes populares implicados y la ausencia de una respuesta clara, definida y contundente por parte del Partido Popular no es de extrañar que las encuestas vayan por donde van. No se puede pasar, como si nada, de hablar de “casos aislados” al “pedir perdón” por haber nombrado a los corruptos en puestos de responsabilidad política. No se puede pasar del “vamos a hacer un pacto anticorrupción” al “y tú más” sin que de ello se deriven consecuencias políticas. Porque todo ello, lo único que transmite es la sensación de ausencia de convicciones profundas y, por tanto, de una clara determinación para acabar con esta lacra. La falta de democracia interna es la que obliga a Rajoy a pedir perdón por haber promovido políticamente a determinadas personas, es la evidencia de que no son los militantes populares los que se han equivocado al elegir a un Fabra, a un Granados, a un Blasco o a una Castedo sino que son los más altos dirigentes los que se han equivocado. En política, cuando alguien se equivoca y de esta manera, no sólo se pide perdón sino que, además, se dimite.

No tiene ningún sentido que para intentar acabar con la corrupción haya que proponer pacto alguno. Es como si para perseguir la pederastia hiciese falta pactar con la oposición. La corrupción se persigue con la ley en la mano y mecanismos legales ya existen aunque falten medios para hacer más rápida y efectiva la justicia. El problema no está en la persecución y castigo de la corrupción, el problema está en la prevención, en la adopción de medidas que impidan o dificulten la aparición de nuevos casos. La prevención pasa por dos ejes fundamentales, de una parte, la eliminación de la discrecionalidad del político en determinados procedimientos ejecutivos y, de otra, el incremento de los mecanismos democráticos de selección y control en la vida interna de los partidos. Y en este segundo eje la clave está en la selección y el posterior control democrático de quienes ostentan cargos públicos de responsabilidad, es decir, en los mecanismos de selección interna de los partidos para proveer los cargos públicos. Algo que, por el momento, el Partido Popular no está dispuesto a tocar. Un partido que usa el “dedazo” para confeccionar sus listas electorales, para estructurar su organización y sus congresos está desconectado de sus bases y, por tanto, de la ciudadanía y mal puede así prevenir la aparición de fenómenos de corrupción entre sus filas.


Si algo deben tener claro los votantes del Partido Popular y especialmente en Alicante y en la Comunidad Valenciana es que con sus actuales dirigentes no hay futuro posible porque son los auténticos responsables, por acción o por omisión, del sucio panorama que nos rodea. ¿Quiénes son los responsables de la confección de las listas electorales a las Cortes Valencianas plagadas de imputados y procesados? ¿Ha dimitido alguien por la evidente chapuza que fueron esas listas? Nadie. Siguen al frente del partido los mismos, los que están desmotivando al votante y dejando el campo libre a la izquierda. Son los mismos los que ya han dado por perdida la batalla y están más preocupados buscándose puertas giratorias que en dar la cara, en dar un paso al frente y reconstruir una opción política de centro derecha digna de los cientos de miles de ciudadanos que en nuestra Comunidad no quieren aventuras políticas. Ante un Partido Popular autocomplaciente, desconectado de la realidad, en proceso de descomposición y sin talante ganador, el votante de centro derecha no puede, ni debe sumirse en el pesimismo. Hay otras opciones dispuestas a recoger el testigo, hay alternativas y en Alicante se llama Esperanza Ciudadana.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 29 de octubre de 2014

Despilfarro y algo más en el Ayuntamiento de San Vicente de Raspeig.


El Ayuntamiento de San Vicente de Raspeig no es, políticamente hablando, un ayuntamiento cualquiera en la Provincia de Alicante. Y no lo es porque concentra, por circunstancias coyunturales, una importante parcela de poder político y económico provincial derivado de la concurrencia de dos circunstancias especiales. De una parte, su Alcaldesa, Dª Luisa Pastor, es a la vez Presidenta de la Diputación de Alicante, circunstancia que por cierto puede estar influyendo en ciertas adjudicaciones en las licitaciones de la Diputación (algo de lo que se hablará en estas páginas en otra ocasión). De otra parte, el concejal responsable del área de informática de dicho Ayuntamiento y Portavoz del Grupo Popular Municipal, el profesional de la política José Juan Zaplana, es a la vez Secretario General del Partido Popular de Alicante, cargo que ha utilizado para proteger y privilegiar a la Alcaldesa de Alicante Sonia Castedo.

Pues bien, ayer la alcaldesa de San Vicente del Raspeig y Presidenta de la Diputación de Alicante, Dª Luisa Pastor, tuvo que saltar al ruedo de los medios de comunicación para tratar de aclarar, infructuosamente por cierto, la relación del Consistorio que preside con uno de los empresarios detenidos en la operación contra la corrupción “Púnica”.

Dª Luisa Pastor explicó que el Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig mantuvo una relación contractual con la empresa Eico Online Reputación Management S.L. del empresario Alejandro de Pedro, detenido en esta operación policial, para la creación de los perfiles del Ayuntamiento en las redes sociales y por los que pagó, unos 25.000 euros en tres años, nada menos.

O sea que, para que nos entendamos, el Ayuntamiento de San Vicente de Raspeig ha gastado en tres años 25.000 euros de sus vecinos para que un señor escogido a dedo, sin concurso ni nada que se le parezca, le hiciese y le mantuviese al Ayuntamiento los perfiles de Facebook y Twitter. Hay que tener poca vergüenza para tirar así el dinero de los contribuyentes sobre todo porque primero todo el mundo sabe que ese trabajo no cuesta ese dinero, segundo porque si se hubiese licitado el contrato en vez de adjudicarlo “a dedo” habría salido por cuatro duros y tercero porque en el Ayuntamiento de Dª Luisa Pastor, además de un concejal dedicado al área de informática (que algo sabrá del tema) hay cuatro cargos de confianza en prensa, que cuestan un potosí a los vecinos, y que ése sería precisamente uno de sus trabajos. Vamos, que era innecesario contratar a nadie y menos a esos precios. A eso, se le llama despilfarrar el dinero público, se mire por donde se mire.

La alcaldesa de San Vicente del Raspeig señaló, además, que el contrato se hizo “sin concurso porque son contratos menores y estos no tienen concurso”, sin aclarar si pidieron tres ofertas o no y que desconocía por qué se había elegido a esa empresa en concreto, algo que, sin duda, debería ser explicado por el derrochador concejal de informática, Sr. Zaplana, capaz de gastarse 25.000 euros de sus vecinos en páginas de facebook y twitter.

El grupo municipal de EU de esta localidad, con buen criterio aunque con cierta ingenuidad, ha pedido explicaciones sobre este vergonzoso asunto al pródigo Sr. Zaplana y para que explique también si se ha valido de su cargo como Secretario Provincial del PP para involucrar en la trama a otros ayuntamientos de la provincia.

Es evidente que este asunto es una muestra más del despilfarro y de la mala gestión que algunos han asumido como una práctica de lo más normal. Una vez más los discursos de ciertos sujetos no se compadecen con sus acciones. Una vez más, y este asunto así lo pone de manifiesto, la necesidad de una profunda regeneración y de una política al servicio del ciudadano y no de los partidos y de sus vividores profesionales se impone. Y mientras sigan liderando al centro derecha popular los mismos que lo han conducido al desastre ético y político no quedará más alternativa que optar por nuevos movimientos limpios y regeneradores.

Santiago de Munck Loyola



lunes, 27 de octubre de 2014

​Rivas, hace 25 años.


Dentro de pocas semanas se cumplirán 25 años de la fundación del Partido Popular de Rivas-Vaciamadrid que tuve el honor y la responsabilidad de impulsar. Corría el año 1989, un año especialmente intenso para el centro derecha español que se enfrentaba al relevo de su líder fundador, Manuel Fraga, sustituido por un joven político, José María Aznar, como cartel electoral en los comicios que se celebraron el 29 de octubre de aquel mismo año. Rivas-Vaciamadrid, con casi 10.000 habitantes, no contaba con una organización local de Alianza Popular refundada como Partido Popular en aquellas fechas.

Han pasado 25 años desde entonces pero conservo intactos los mismos principios e ideales que me impulsaron a dar aquel paso, fundar el Partido Popular en Rivas-Vaciamadrid, en un entorno político y social francamente hostil. Pocos que no conozcan y hayan vivido allí en aquella época pueden hacerse una idea aproximada de las enormes dificultades que aquella empresa encerró y el coste personal que supuso, tanto para mí como para los pocos vecinos que inicialmente apostaron por ello.              
 
Estábamos convencidos de la necesidad de promover una alternativa política regeneradora, centrada en la búsqueda de soluciones a los problemas de la gente, con un talante abierto, integrador y dialogante; una opción moderna, liberal, reformista, con aires renovados pero anclada en los principios y valores del humanismo cristiano. Y lo hicimos tal y como ya se ha contado en estas páginas ( http://santiagodemunck.blogspot.com.es/2010/06/hace-20-anos.html ). Durante 14 años tuve el honor de presidir el Partido Popular de Rivas-Vaciamadrid y logramos convertirlo en la segunda fuerza política municipal, en una organización viva, dinámica, participativa y democrática que, con sus errores y aciertos, se consolidó como una auténtica alternativa de gobierno.   
 
Han pasado 25 años y hoy ya no milito en el Partido Popular. Paradójicamente he sido expulsado del mismo por defender en Alicante y ante el PPCV los mismos principios y valores que en su día me impulsaron a hacerlo en Rivas-Vaciamadrid. Pero hay que subrayarlo, el PP de Alicante, con su Ciscar, su Ripoll, su Castedo, su JJ Zaplana y demás colaboradores necesarios, y el PPCV, con su Fabra, su Camps, su Cotino, su Del baño y demás, poco o nada tienen que ver con los ideales de responsabilidad política, de renovación de la vida pública, de apuesta por la libertad, la transparencia, la participación ciudadana, la democracia interna o la eficacia en la gestión pública que, con uñas y dientes, defendíamos en 1989.     
 
Han pasado 25 años en los que la militancia activa en el Partido Popular no estuvo exenta de riesgos personales ni de sacrificios de toda índole para lograr que el proyecto político se hiciera realidad. Y, día a día, con profunda pena se comprueba, caso tras caso, que mientras la inmensa mayoría de la militancia popular se dejaba la piel para que los ideales y programas populares se convirtiesen en realidad de gobierno, buena parte de la élite del partido se dedicaba a hacer negocios sucios en la política. Mientras los militantes poníamos nuestro trabajo, nuestro tiempo y nuestro dinero, mientras que buzoneábamos las calles, pegábamos carteles, pasábamos interminables horas en las mesas electorales, o teníamos que mirar cada mañana los bajos de nuestro coche o nos tragábamos interminables mítines para que se cosecharan unos miserables minutos en los informativos, buena parte de nuestros dirigentes se dedicaban a llenarse los bolsillos. La falta de cauces democráticos internos adecuados permitió que fueran medrando en la estructura del partido y en las instituciones,  centenares de personas que se lo han estado llevando crudo, que hicieron de la política un modus vivendi poco ejemplar y cuyas actividades han terminado por corroer las vigas de madera del edificio popular. 

Un partido que no rinde cuentas de sus ingresos ante sus propios militantes (como en Alicante, sin ir más lejos), un partido que decide con el “dedazo” (disfrazado de comités electorales) los nombres de los dirigentes y de los candidatos, un partido que impide que sus afiliados puedan controlar y exigir responsabilidades a sus cargos públicos, un partido en el que la meritocracia ha sido sustituida por el amiguismo y el “borreguismo”, un partido en el que el debate interno y la participación de sus militantes han sido sustituidos por la adhesión inquebrantable y el prieta las filas tenía que encontrarse, tarde o temprano, con la colección de escándalos que día sí, día también, salpican y enfangan al Partido Popular.        
 
Han pasado 25 años y compruebo con profunda pena lo que han hecho líderes y compañeros a los que profesaba respeto y, en algunos casos, admiración. Tanto esfuerzo, tanta entrega, tanta confianza y tanto sacrificio de cientos de miles de militantes tirado por la borda por culpa de la rapiña y la ausencia de escrúpulos y de principios  de unos pocos. ¡Qué gran engaño! ¡Qué monumental estafa! Y, lo que es peor, es que no hay perspectivas optimistas. El centro derecha español decente está huérfano, hoy por hoy, porque no se vislumbra, fuera de retoques cosméticos destinados a tratar de salvar la situación, ni una sólida medida eficaz para corregir el rumbo. Los responsables, por acción o por omisión, no pueden liderar regeneración alguna ni en Madrid, ni en Valencia, ni en Alicante. Hoy, muchos afiliados en Rivas-Vaciamadrid, a los que deseo todo el éxito posible, como en muchos otros puntos de España, estarán sorprendidos, desilusionados o enfadados. Y buenas razones tienen para ello.

Han pasado 25 años y con la misma ilusión que entonces sigo defendiendo la necesidad de un proyecto político de centro derecha renovado para mi ciudad y mi provincia, Alicante. Y como yo, un buen número de amigos y compañeros, que entienden que la lealtad a los principios y a los valores no debe correr en paralelo a la fidelidad a unas siglas concretas monopolizadas por unos aprovechados o unos incompetentes, nos hemos puesto manos a la obra y estamos construyendo un nuevo partido, Esperanza Ciudadana. Es el único proyecto político alicantinista, regenerador, reformista, radical y liberal que puede ofrecer a los ciudadanos una sólida alternativa de gobierno en medio de este páramo de principios y valores en que el Partido Popular de Alicante ha convertido la política de la provincia. No es posible seguir siendo meros espectadores, no es bueno resignarse y quedarse en casa, no hay por qué taparse la nariz para seguir votando al centro derecha por temor a los que puedan venir. Hay que rebelarse y actuar, como hace 25 años, porque nos va a todos mucho en ello.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 22 de octubre de 2014

Las innovaciones éticas y jurídicas de Alberto Fabra.


He de reconocerlo, tras escuchar a mediodía unas declaraciones del “Muy Honorable” Presidente de la Generalidad Valenciana, Sr. Fabra, me he visto obligado a dar un repaso al Código Penal y a la Ley de Enjuiciamiento Criminal por, si en estos tiempos de cambios fulgurantes, me había perdido alguna innovación jurídica tan trascendental como lo que acababa de oír. Y parece que no ha sido así. Parece más bien que el que estaba soltando una auténtica majadería jurídica era nuestro Presidente autonómico. ¿De qué se trata? Pues bien, el Sr. Fabra estaba siendo preguntado sobre la toma de posesión del escaño autonómico de un sujeto, Felipe del Baño, imputado por un posible delito de prevaricación en sustitución de Juan Cotino. Ni corto ni perezoso, el Sr. Fabra ha asegurado que la imputación que recae sobre el ex teniente de alcalde de San Antonio de Benagéber (Valencia) Felipe del Baño es simplemente "administrativa" y que la línea roja establecida por él se refiere a casos por corrupción. Fabra ha hecho notar que "siempre" ha hablado de "imputación por corrupción" y que en este caso "es una imputación administrativa que no tiene nada que ver", ha razonado supuestamente. Hay que añadir que si el Sr. Del Baño no pudiese tomar posesión del escaño por estar imputado, tampoco podría hacerlo el siguiente en la lista pues, al parecer, es el Alcalde de Enguera y también está imputado por dos delitos, uno de ellos prevaricación. ¡Hay que ver cómo está la bancada popular! Habría que hacer un homenaje al comité electoral responsable de la aprobación semejantes listas.

Lo primero que me ha llamado la atención es lo de una imputación administrativa. Por más que he revisado distintos manuales jurídicos no he encontrado semejante concepto. La imputación, concepto propio del Derecho procesal penal, es el acto mediante el cual se acusa formalmente a una persona de la posible comisión de un determinado  delito. La imputación tiene un carácter procesal y más específicamente penal, criminal. Nada de carácter administrativo. Claro que, afinando un poco más, lo de "imputación por corrupción" tampoco parece que se sostenga mucho, porque el delito por “corrupción” no existe como tal en el vigente Código Penal.

Felipe del Baño está imputado, junto al alcalde de San Antonio de Benagéber, por un posible delito de prevaricación en la causa que investiga el Juzgado de Instrucción número 6 de Paterna sobre dos encargos municipales con un coste total aproximado de 100.000 euros. La Plataforma San Antonio de Benagéber denunció ante la Fiscalía que el ex concejal Felipe del Baño realizó una "contratación verbal" de trabajos de jardinería por un importe de 50.000 euros, es decir saltándose todas las normas legales a pesar de su condición de licenciado en derecho, y que se realizó un encargo de unos libros conmemorativos de la población "que no han aparecido, pero por los que se pagaron unos 50.000 euros".

¿Y en qué consiste el delito de prevaricación que el Sr. Fabra cualifica de “administrativa”? Pues se trata de un delito encuadrado entre los delitos contra la Administración Pública junto con otras figuras delictivas como el abandono de destino y de la omisión del deber de perseguir delitos, la desobediencia y denegación de auxilio, el cohecho, el tráfico de influencias o la malversación. ¡Quién sabe! A lo mejor la malversación o el tráfico de influencias tampoco son encuadrables en el ámbito de la corrupción en la nueva ética política que parece encarnar el Sr. Fabra y el Partido Popular de la Comunidad Valenciana. El Artículo 404 del Código Penal define la prevaricación así: “A la autoridad o funcionario público que, a sabiendas de su injusticia, dictare una resolución arbitraria en un asunto administrativo se le castigará con la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de siete a diez años”. Y de la posible comisión de este delito, que no infracción administrativa, es por lo que está imputado el nuevo diputado, el Sr. Del Baño que, por cierto, como sabrán los lectores habituales de estas páginas, fue el inquisidor, a instancias de los Sres. Ciscar y JJ Zaplana, de los militantes del PP de Alicante que pedíamos honradez en la gestión pública y regeneración democrática. Casualidades de la vida. Dios los cría y ellos se juntan.

Es evidente que, de ser sostenibles los nuevos y esperpénticos conceptos jurídicos del Sr. Fabra y del PPCV, habría que revisar casos como el del ex Alcalde de Torrevieja y ex diputado popular Pedro Ángel Hernández Mateo condenado a tres años de cárcel por la comisión de los delitos de falsedad en documento oficial y prevaricación (¿administrativa Sr. Fabra?).

Lamentable pero cierto. Ésta es la supuesta regeneración que promueve el Partido Popular de la Comunidad Valenciana. Este es el estado real del centro derecha oficial de la Comunidad Valenciana. No es de extrañar que tanta gente decente se abstuviera de votar al PP en las pasadas elecciones europeas. Este PP oficialista apesta a cadáver en franca descomposición.

Santiago de Munck Loyola



viernes, 17 de octubre de 2014

De las tarjetas black a la Convención del PP en Benidorm.


La verdad es que esta semana que se acaba no ha tenido desperdicio informativo políticamente hablando o ha tenido en exceso, según se mire. Día tras día, vamos conociendo el alegre uso que los consejeros de Bankia, antes Caja Madrid, le fueron dando a esas tarjetas negras, black u opacas, que tan famosas se han hecho, hasta echar humo. Nunca ha habido una muestra mayor de consenso entre la clase político-sindical-empresarial española que la demostrada con el manejo de estas tarjetas. Desde el PP hasta IU, pasando por el PSOE, UGT, CCOO y los representantes de los empresarios, nadie, excepto 3 de los 86 consejeros, se ha librado del abuso de las tarjetas. Las diferencias ideológicas o sociales no han impedido que los señores consejeros coincidiesen en sacar dinero de los cajeros, en pagar comilonas, comprar joyas, pagar viajes, lencería, muebles o el dentista con las mágicas tarjetas; parece que tampoco ha impedido que los señores consejeros coincidiesen en no declarar esos gastos como pagos en especie en sus declaraciones del IRPF ni que coincidan ahora en no saber explicar muy bien en concepto de qué se beneficiaban del uso de las tarjetas. Tanto consenso emociona. Ya no hay dos Españas como antes, una roja y otra azul. Ahora hay dos Españas diferentes, una que trinca y otra que es esquilmada.

Pero la España de la picaresca, de los trincones y sinvergüenzas no se agota en el descubrimiento ahora de las fechorías de estos consejeros de Cajamadrid, ni se agota con el descubrimiento de las andanzas del histórico dirigente del sindicato minero SOMA-UGT de Asturias, José Ángel Fernández Villa, al que la Fiscalía Anticorrupción investiga desde hace más de un año por haber ocultado a la Hacienda Pública 1,4 millones de euros, ni se agota con los demás casos de corrupción abiertos desde hace meses o años. Y no se agota, porque aunque diga el Ministro del interior que no hay una corrupción generalizada y que sólo estamos ante la coincidencia del afloramiento de casos del pasado, lo cierto es que también hemos conocido las andanzas del pequeño “Nicolás”.
Francisco Nicolás Gómez Iglesias de 20 años, estudiante de Derecho en el Centro Universitario de Estudios Financieros (CUNEF) de Madrid, está acusado de los delitos de estafa, usurpación de función pública y falsedad. Según la Policía, cobró 25.000 euros por la venta de un falso informe del CNI. Hemos visto con estupor la colección de fotos de este presunto farsante que ha llegado a codearse hasta con el Rey utilizando los resortes y técnicas que al abrigo del poder funcionan en una sociedad corrompida. ¿Que el pequeño Nicolás se ha hecho pasar por lo que no era? Sí ¿y qué? ¿No tenemos a un Secretario de Estado de la Seguridad Social, Tomás Burgos, que durante tres legislaturas se atribuyó la titulación de Licenciado en Medicina sin serlo? Y ahí sigue, nombrado por Rajoy y sin inmutarse. Y es que la España de la picaresca, de los trincones y sinvergüenzas no se acaba con una determinada generación, sino que se reproduce y, al parecer, con retoños precoces.

Y para acabar esta semana en la que políticamente tanto se ha puesto de manifiesto la necesidad de acabar con la picaresca con las prácticas deleznables que están reventando la confianza del ciudadano en el sistema político, nos encontramos con la, cuando menos, peculiar Convención del Partido Popular de Alicante. Con el fin de intentar levantar los decaídos ánimos de sus huestes ante las negras perspectivas electorales y acosados por un desolador panorama judicial, los populares alicantinos se han dado cita en Benidorm este fin de semana en una llamada Convención, es decir, un montaje caro, con muchos figurantes, en el que el guión está escrito y en el que el debate de las bases no existe. ¿El contenido? Dos pinceladas de supuesto programa y un sucedáneo de regeneración y de renovación. En realidad más de lo mismo. Es imposible, por mucha Convención mitinera que se organice (pagada por los contribuyentes), que sin democracia interna, sin debate entre los afiliados y bajo la batuta de los responsables políticos, cuando no protectores, de numerosos casos de corrupción, los Sres. José Ciscar y José Juan Zaplana, pueda construirse un mensaje sincero de regeneración democrática.

Hablan de renovar candidaturas pero sin que los afiliados puedan votar, es decir, más “dedazo”. Tratan de engañar a la ciudadanía con propuestas como la aprobada para que en los ayuntamientos en los que el PP gobierne puedan presentarse al Pleno las iniciativas populares suscritas al menos por el 15% del censo electoral, cuando eso ya está aprobado en la vigente Ley de Bases del Régimen Local. Pero no hablan de los errores cometidos, no piden perdón a la sociedad alicantina por el deterioro constante de la imagen de nuestra provincia y, sobre todo, de su capital, no explican qué hay de cierto en los informes de la UDEF que señalan al propio Sr. Ciscar, por ejemplo, como pagador con dinero negro a la trama Gürtel o cómo financiaron las últimas elecciones municipales. ¿Cómo van a promover la regeneración los responsables directos de la degeneración de la política alicantina? Lo tienen francamente difícil porque tienen tanta credibilidad como el pequeño Nicolás.

Santiago de Munck Loyola