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domingo, 18 de junio de 2017

El PSOE constitucionalista ha muerto.


En la misma semana que hemos celebrado el 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas en España tras la muerte de Franco que darían lugar a la Constitución de 1978, el PSOE  ha celebrado su 39 Congreso cuyo principal resultado ha sido el de sumarse a los que dan por liquidada a la transición y con ello a la esencia de la propia Constitución. Pedro Sánchez, el candidato socialista con los peores resultados electorales socialistas desde 1977, reelegido por la militancia como Secretario General ha escogido el rumbo que más convenía a su estrategia cortoplacista, construir una alternativa sustentada en los podemitas e independentistas para echar al PP del Gobierno. Y para lograrlo no ha dudado ni un minuto en renunciar a que dicha alternativa vuelva a serlo en solitario el PSOE, ni en renunciar a la herencia constitucionalista del PSOE de la transición ni en asumir el papel de comparsa de una tropa que abarca desde los herederos de los terroristas etarras, pasando por los residuos comunistas hasta los independentistas de toda clase.

Para lograrlo el PSOE de Pedro Sánchez ha asumido las tesis independentistas refrendadas por los podemitas al convertir la estulta definición de España como “Nación de Naciones” o como “Estado plurinacional” en la principal propuesta programática del 39 Congreso Socialista. Tratan de encubrir esta traición a la Constitución y a la Nación española señalando que la soberanía nacional sigue residiendo en el conjunto del pueblo español, pero a ver cómo se puede explicar semejante contradicción. Si hay una Nación, la española, la soberanía nacional reside en el pueblo español. Pero si ya no existe la Nación española, según Pedro Sánchez y su partido, sino un ente plurinacional, es decir, un ente compuesto de varias naciones se deduce que tampoco habrá una única soberanía nacional sino varias soberanías nacionales. La alternativa es clara: o existe la Nación española con su soberanía nacional o existen varias naciones con sus consiguientes soberanías nacionales. Habrá quien piense que el asunto no es importante, que en el fondo da igual, que es una simple cuestión semántica, pero se equivoca.

Y se equivocaron nuestros padres constitucionales al incluir el concepto de “nacionalidad” en el Artículo 2: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. No se puede olvidar que la indisoluble unidad de la Nación española es previa a la Constitución y que ésta es papel mojado si aquella es rota. Al margen de que los constituyentes tuvieron que inventarse un significado nuevo para la palabra nacionalidad concibiéndola como “nación cultural” (Peces Barba o Miguel Roca) lo cierto es que no sirvió para cerrar las vías independentistas, sino todo lo contrario, porque no les satisfizo. Los independentistas, durante décadas disfrazados de nacionalistas más o menos codiciosos, son insaciables y si Pedro Sánchez y su nuevo PSOE piensan que con la España plurinacional van a mitigar sus ambiciones van listos.

Esta frivolidad, por ser suave, socialista es una auténtica traición a la soberanía del pueblo español y supone más munición para la causa independentista en su empeño de destruir España. Es una propuesta innecesaria, peligrosa e irresponsable que de llevarse a cabo, algo realmente difícil si cada Institución del Estado cumple con sus obligaciones, supondría una invitación a la ruptura de la pacífica convivencia entre los españoles. Cuando un partido como el socialista pone en peligro todo el sistema democrático por mezquinos cálculos y estrategias electorales significa que ha tocado fondo porque no se puede caer más bajo.

Hoy se ha publicado un interesante artículo (http://www.esdiario.com/elsemanaldigital/783055703/Espana-nunca-ha-sido-una-Nacion-de-naciones.html ) de Eligio Hernández, ex fiscal General del Estado y militante socialista, y no puedo, por menos, que reproducir sus párrafos finales:


“…Don Juan Negrin, presidente del Gobierno, en noviembre de 1938, con ocasión del Consejo de Ministros celebrado en Pedralbes, que afirmó, según refiere Julián Zugazagoitia: "No estoy haciendo la Guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. Estoy haciendo la guerra por España y para España, por su grandeza y para su grandeza. No hay más que una nación: ¡España!. No se puede consentir esta sórdida y persistente campaña separatista y tiene que ser cortada de raíz si se quiere que yo siga dirigiendo la política del Gobierno, que es una política nacional. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los desafueros de los de adentro”.

Santiago de Munck Loyola
https://santiagodemunck.blogspot.com.es

jueves, 15 de junio de 2017

40 años de una lección histórica.

Hoy, 15 de junio, se cumplen 40 años, ni más ni menos, de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco. ¡Cómo pasa el tiempo! Yo tenía entonces 18 años y viví aquella campaña electoral y la jornada de votaciones con una intensidad y emoción increíbles. 

Hice campaña en favor de Alianza Popular, pero fui en compañía de algunos amigos a todos los mítines que pude de otros partidos políticos, del PSOE, UCD, ORT, PT, PSP,... No pude votar por dos razones, por mi edad y por no tener aún la nacionalidad española, pero acudí al Colegio Electoral instalado en el Colegio Padre Poveda de Madrid, junto a mi casa, y observé cómo lo hacía la gente. Alguien me llamó la atención para que me quitase de la camiseta una pegatina de AP.

Nunca olvidaré la ilusión, la curiosidad y la pasión de aquellos días. Al recordarlos ahora siento cierta nostalgia pero también un gran orgullo por haber formado parte y de haber vivido en primera persona un proceso de concordia y reconciliación que muchos ahora desprecian. 

Creo no equivocarme si afirmo que la clase política de entonces tenía mayor altura de miras, más generosidad, más preparación intelectual y patriotismo que la actual. Ojalá que tantos mediocres como hay ahora instalados en las instituciones fueran capaces de aprender algo de aquella generación política. 

Santiago de Munck Loyola
https://santiagodemunck.blogspot.com.es

jueves, 8 de junio de 2017

Occidente morirá de éxito (1).

Nos han declarado la guerra y parece que no hemos terminado de enterarnos. Cada atentado terrorista que se produce en nuestras ciudades es un acto de guerra y, sin embargo, nuestra respuesta como sociedad, como cultura y modo de vida, ni es unánime, ni es eficaz. Ésta no es una guerra convencional, una lucha entre ejércitos y entre estados. Es una guerra declarada expresamente por musulmanes radicales contra cualquier ciudadano inocente. El objetivo de los terroristas no es necesariamente las fuerzas armadas o de seguridad de un estado concreto, sino el ciudadano de a pie, usted o yo, que somos culpables por el simple hecho de estar en un momento dado en el lugar inadecuado. No importa la profesión, la religión, el sexo o la edad de las víctimas.


Después de cada atentado próximo geográfica o culturalmente, porque parece que los que a diario se producen en Irak, Irán o Afganistán nos afectan menos, se enciende una momentánea indignación casi generalizada que se adormece al cabo de una o dos semanas. Indignación, rabia y dolor que nos impulsan a realizar gestos de solidaridad con las víctimas o que provocan que se alcen voces con propuestas radicales para acabar con el terrorismo y poco más. A más dolor más radicalidad.

Imposición de la Sharia en Londres.


Da igual la justificación que los terroristas utilicen en cada caso. No deberíamos ni molestarnos en escucharlas ni en difundirlas porque solo encubren un fanatismo de carácter religioso y cultural. Hoy dicen que nos castigan por Siria, pero antes fue por Afganistán, por Irak, por caricaturizar a su profeta, por ser infieles o por lo que se les antoje en el momento. Y, de igual modo que sus justificaciones deberían ser pasadas por alto, tampoco habría que dar pábulo a quienes entre nosotros tratan de justificar o de encontrar explicaciones sociológicas o políticas detrás de cada atentado terrorista. Nos dicen que en una gran parte de los casos, los terroristas que en estos tiempos siembran el terror pertenecen a la segunda generación de emigrantes musulmanes, criada en guetos, entre falta de oportunidades y marginación, que se han radicalizado y que cargan su odio y frustración contra la sociedad que acogió a sus padres. De los cientos de miles de Españoles hijos de nuestros emigrantes, nacidos en Francia, Bélgica o Alemania, ¿Cuántos se han criado en guetos? ¿Cuántos no se han integrado en la cultura del país de acogida? ¿Cuántos se dedican a cometer atentados? Ninguno ¿por qué? Porque nuestras raíces culturales eran comunes y no necesitaban autoexcluirse en guetos para preservar identidades incompatibles con las sociedades de acogida.

El problema del terrorismo actual es extremadamente complejo y ni hay explicaciones absolutas ni soluciones fáciles. El principal caldo de cultivo del terrorista no está en las condiciones socioeconómicas de su entorno, como se nos quiere hacer creer desde una interpretación materialista, sino en el poso cultural y religioso que les convierte en potenciales receptores de la radicalidad y del fanatismo. La multiculturalidad en las sociedades occidentales es un mito inalcanzable cuando no se sustenta en principios y valores compartidos.

Las sociedades occidentales, abiertas y tolerantes, son el resultado de una larga y dura evolución que atravesó dos momentos cruciales, el renacimiento y la ilustración. Ambos fenómenos supusieron un cambio de los principios y valores que nos permitieron gradualmente construir sociedades y Estados sustentados en un común denominador ideológico aglutinador de la mayoría de los ciudadanos. De la religión común impuesta pasamos a la tolerancia, a la libertad religiosa y desembocamos en la primacía de la Ley civil, inspirada en gran medida en los valores cristianos, sobre la conciencia religiosa. Del soberano ungido por Dios pasamos a la soberanía nacional. De los privilegios de los estamentos pasamos a la igualdad de derechos. De la primacía del varón a la igualdad de sexos. Y así sucesivamente hasta conformar un sustrato común que nos permite nuestro actual modo de vida. Sin embargo, el mayor obstáculo con el mundo musulmán es que éste no ha evolucionado como el mundo de origen judeocristiano. Ni han pasado por un período como el Renacimiento, ni mucho menos como el de la Ilustración. No hay un sustrato común compartido con las sociedades occidentales y, por ello, es francamente difícil que puedan aceptar y, menos aún, defender nuestro modo de vida abierto y tolerante.




Si hay algo que tenemos que tener claro los occidentales es que con la actual evolución demográfica en nuestros países y con la defensa a ultranza del principio democrático, nuestra apertura y tolerancia van a acabar con nuestra sociedad. Nuestros valores y principios pronto serán minoritarios y consiguientemente erradicados por la mayoría que impondrá a sangre y fuego los suyos. Vamos a morir de éxito si no somos capaces de afrontar con decisión soluciones, para algunos, políticamente incorrectas.

Santiago de Munck Loyola

https://santiagodemunck.blogspot.com.es




miércoles, 31 de mayo de 2017

Independentismo: el caos que se avecina.


No hay ninguna duda de que estamos viviendo uno de los momentos más graves de las últimas décadas de la historia de España. El envite de los independentistas se eleva cada día que pasa. Están en juego la soberanía popular, la unidad de España, la autonomía de Cataluña y la propia convivencia pacífica entre los ciudadanos. En la misma medida en que los independentistas suben su apuesta desafiando a las leyes y agraviando a los símbolos que representan a todos los españoles, crece el odio y la animadversión contra ellos y contra su proyecto ilegal e ilegítimo. Llevan años sembrando vientos y van a recoger tempestades.

Durante años hemos estado escuchando a políticos y periodistas decir la misma idiotez: que las políticas de los gobiernos del Partido Popular eran el mejor caldo de cultivo para el desarrollo del independentismo. Y todos se quedaban tan a gusto. Pues no, las semillas para el crecimiento del independentismo se sembraron hace mucho, se sembraron cuando el Estado decidió poner en manos de los independentistas algo tan serio y sensible como la educación y el uso sin control de fondos públicos para desarrollar el proselitismo independentista. 35 años inculcando a las nuevas generaciones una visión falsa de la historia de Cataluña, 35 años fomentando y cultivando el odio hacia España, 35 años haciéndose las víctimas mientras robaban a manos llenas para sus propios bolsillos y para sus partidos independentistas, 35 años con muchos medios de comunicación bien subvencionados en el “oasis catalán” no podían desembocar en otros resultados que los que tenemos a la vista, no podían ofrecer otra cosa que el crecimiento del victimismo y del independentismo.

Ni políticas del PP ni gaitas, el abono que ha propiciado esta cosecha se llama falta de sentido de Estado, se llama miopía política y se llama egoísmo partidista y es propiedad de los grandes partidos nacionales. Han sido incapaces de acordar cosas  tan básicas como un sistema educativo nacional e integrador, una reforma electoral que acabase con la prima de sobrerrepresentación que beneficia a los independentistas, garantizar la igualdad de derechos y obligaciones de los españoles con independencia del territorio en el que residan, una persecución implacable contra la corrupción política o medidas para acabar con el despilfarro autonómico en la promoción interior y exterior de las tesis independentistas.

Mientras el desafío más grave para la permanencia de la Nación española y para la convivencia pacífica se va desarrollando, el panorama entre los llamados partidos constitucionalistas es desolador. Podemos Unidos no puede ser incluido en esta categoría porque sus líderes están claramente a favor de romper la soberanía nacional a través de un referéndum a realizar sólo entre una parte del pueblo soberano, aquella que reside en las provincias catalanas. El Partido Popular, un día sí y otro también está siendo salpicado por el afloramiento de antiguos casos de corrupción que en gran medida merman su credibilidad y hasta buena parte de su legitimidad. El PP cuando tuvo mayoría absoluta hizo muy poco o nada por introducir reformas que fomentaran la cohesión y la solidaridad nacional incumpliendo constantemente su propio programa electoral. Y al PSOE hay que darle de comer a parte. No sólo es el partido protagonista del mayor caso de corrupción de la historia de España, sino que además arrastra muchas losas en su trayectoria que cuestionan incluso su lealtad constitucional. Desde el “apoyaré el Estatuto que apruebe el Parlamento catalán” de ZP, pasando por la famosa frase “la nación es un concepto discutido y discutible” del mismo autor, hasta las actuales sandeces de Pedro Sánchez diciendo que “España es una nación de naciones” es imposible saber qué defiende realmente el PSOE. Su discurso es errático y diferente en cada territorio y ya ha demostrado que no tiene inconveniente alguno en pactar en autonomías y ayuntamientos con quienes quieren destruir España.

El Sr. Puigdemont, sus compañeros y los podemitas siguen empeñados en que el Gobierno de España pacte, o lo que es lo mismo para ellos, que se doblegue y permita un referéndum en Cataluña sobre su independencia, vulnerando la Constitución. ¿Tan difícil es de entender que una parte no puede decidir sobre lo que es de todos? ¿Tan difícil es asumir que la soberanía del pueblo español no se puede fraccionar? Y de hacerlo ¿Quién decide el límite? ¿Los independentistas?

Hoy, este portento político que es Carlos Puigdemont, criado a los pechos políticos de la corrupción pujolista, ha emplazado a Mariano Rajoy a aclarar "si el Estado está dispuesto a usar la fuerza contra Cataluña". Al margen de que como todo independentista debe pensar que Cataluña es él, bastaría con que se leyese el Artículo 8.1 de la Constitución española, la Ley que por cierto legitima su Presidencia y la autonomía catalana, para conocer la respuesta: Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional. Más claro el agua ¿verdad?

Santiago de Munck Loyola


jueves, 4 de mayo de 2017

Antena 3 ofende a la memoria de las víctimas.


No me voy a andar con paños calientes. Durante décadas una mafia como ETA ha regado de sangre de hombres, mujeres y niños las calles de España para doblegar al Estado y conseguir la independencia del País Vasco e implantar allí una dictadura marxista leninista. No nos confundamos, los etarras ni eran, ni son unos fascistas, son unos asesinos, unos delincuentes de la más baja estofa, unos terroristas de ultraizquierda marxista leninista y punto. Y lo más delirante de estas últimas décadas es que no han estado solos. No me refiero ya a la famosa frase del páter Arzallus “ETA mueve el árbol y nosotros recogemos los frutos”, sino a decenas de miles de personas, hombres y mujeres aparentemente normales, que votaban y votan a la rama política etarra, se llame Batasuna, Sortu o Bildu, sin que la foto de un niño con el cráneo destrozado o la de una mujer embarazada de siete meses asesinada, les conmoviera lo más mínimo y les mueva a cuestionarse lo más mínimo la moral de esos crímenes.

Había urnas pero preferían y prefieren las bombas, la extorsión, los secuestros y la bala en la nuca. Me resulta imposible comprender que una persona normal y corriente no se conmueva lo más mínimo ante las matanzas de inocentes y que encuentre toda clase de justificaciones para explicar que, a pesar de tanto dolor, se puede votar y defender a los representantes de los asesinos.

Más fácil de comprender es que una parte de los partidos políticos de la izquierda hayan mostrado en muchas ocasiones una gran complacencia y tolerancia con los representantes políticos de los asesinos. Incluso el PSOE en más de una institución ha sido capaz de llegar a acuerdos con esa chusma por una alcaldía o una diputación. Y para qué vamos a hablar de Izquierda Unida o de Podemos siempre prestos a ir de la mano con los bildutarras para una investidura o una moción de censura.

Hoy afortunadamente la ETA está vencida policialmente pero no políticamente y no lo está gracias a siete cobardes “magistrados” del Tribunal Constitucional que legalizaron a Bildu, la casa común de terroristas, filoterroristas y toda clase de cómplices con la violencia y el horror.

Si algo puede cimentar sólidamente la paz y la convivencia en una sociedad es la necesidad de que se haga justicia con los asesinos y con las víctimas. Y aún no se ha llegado a ello. Prueba de ello son los más de 300 asesinatos de ETA sin resolver. Prueba de ello también es el empeño de los amigos de los terroristas en borrar el rastro y la memoria de las víctimas arrancando las placas que las recuerdan en las calles. Y prueba de ello, por último, es toda la piara de políticos, artistas y seudointelectuales que esporádicamente reclaman el acercamiento de los asesinos al País Vasco pero nunca han dicho ni dirán una sola palabra en favor de las víctimas.

Pero vivimos en un país donde las libertades sobreviven a pesar de la violencia indiscriminada ejercida por la ETA para acabar con ellas. Y estas libertades permiten que quienes defienden o se identifican con los asesinos puedan expresar su simpatía con ellos. La línea roja que debe delimitar el espacio y la relación con los filoetarras queda para la gente decente.

Ellos tienen libertad para expresar pacíficamente sus simpatías y pueden pedir lo que quieran o reclamar el acercamiento de los presos a su tierra y los demás tenemos la misma libertad para trazar esa línea roja y no querer saber nada de ellos. Y con la misma libertad que disfrutamos todos, pese a ETA, los ciudadanos podemos promover cualquier boicot contra cualquier partido, empresa o persona que colabore con los amigos de ETA. Se trata de promover cordones sanitarios para que algunos comprendan que la violencia no es justificable y que no habrá reconciliación sin justicia para todas y cada una de las víctimas, algo que aún no se ha alcanzado.

Por ello, me he sumado con gusto al boicot a la serie “La casa de papel” emitida en Antena 3 en la que una de sus protagonistas Itziar Ituño, defendió en un vídeo el acercamiento de los presos de la ETA al País Vasco y en marzo de 2016 fue una de las convocantes del acto de apoyo a la escoria humana llamada Arnaldo Otegui en el Velódromo de Anoeta, en San Sebastián. Es una cuestión de libertad, de conciencia y de compromiso con la justicia y la paz. Itziar Ituño es muy libre y no precisamente gracias a la ETA para expresar su simpatía con los asesinos y yo soy tan libre como ella como para decidir no ver su jeta en el televisor de mi casa. Así de simple y fácil. Y no quiero acabar estas líneas sin recordar a los accionistas de Antena 3 y La Secta que existe una línea roja de la decencia, que no todo vale por dinero y que su cuenta de resultados no debería estar manchada con la sangre del recuerdo de las víctimas de ETA.

Santiago de Munck Loyola

miércoles, 3 de mayo de 2017

Dos jetas en Finlandia.


Según hemos sabido por los medios de comunicación, el Presidente de la Generalidad Valenciana, Joaquín Francisco (Ximo) Puig y su Consejero de Educación, Vicente Marzá, se han  ido a pasar cuatro días a Finlandia con el fin de estudiar el modelo educativo de este país nórdico. Dicen que el objetivo del viaje es estudiar las experiencias del sistema educativo de ese país con el horizonte de pasar "de una economía de la especulación a una de innovación". Grandilocuente, eh.

Para ello, el Presidente encabeza un viaje institucional a Finlandia junto al consejero de Educación, Vicente Marzá, quienes irán acompañados por el secretario autonómico de Educación e Investigación, Miguel Soler; el director general de la Sociedad de Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana, Antonio Rodes; y el delegado del Consejo para la Unión Europea y relaciones externas, Joan Calabuig, según detalla la propia Generalidad en un comunicado.

Y a uno le asaltan las dudas al conocer esta noticia. Porque, vamos a ver, ¿no vivimos en un mundo globalizado, en una sociedad internacional sin fronteras informativas donde las redes intercambian toda clase de formación e información? ¿Acaso España no cuenta con excelentes profesionales de la educación y con grandes pedagógos? 

¿Hacía falta de verdad que estos dos jetas y su amplio séquito viajasen a Finlandia a "aprender" sobre su modelo educativo? ¿O es que acaso se encuentran más capacitados que los expertos en eduación para aprehender la esencia del modelo educativo finés? ¿No deberían entrar en política ya "aprendidos" estos políticos migrantes?

Lo cierto es que el presupuesto público da para mucho y la cara dura de algunos también. Siempre habrá alguien dispuesto a justificar semejante mamarrachada pero, ya está bien. Se les ve demasiado el plumero a estos ignorantes, jetas, despilfarradores, sectarios y antiespañoles del tripartito valenciano.


Santiago de Munck Loyola
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