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martes, 7 de febrero de 2017

Alicante: de mal en peor.


No hay peor ciego que el que no quiere ver y eso es precisamente lo que le ocurre a muchos de nuestros conciudadanos de la Provincia de Alicante. Hay quien se empeña en no querer ver la realidad bien porque le da miedo, porque no le gusta o porque está más cómodo con sus propias fantasías.

Cada vez aparecen más voces de la sociedad civil que se suman a la denuncia del maltrato presupuestario que nuestra provincia viene sufriendo desde hace décadas por parte del Estado y, sobre todo, de la Generalidad Valenciana quien, en vez de cohesionar la población de su territorio, ha ido ensanchando la brecha de desigualdad entre sus habitantes en función de la provincia de que se trate. Los alicantinos siempre vienen recibiendo menos de lo que les corresponde y eso hace que, año tras año, la diferencia entre alicantinos y valencianos sea mayor, en perjuicio de los primeros. Pero con los políticos alicantinos no pasa lo mismo que con otros sectores de la vida alicantina. Han venido usando y usan esta anómala situación como arma arrojadiza pero han sido y son incapaces de ofrecer una respuesta política que suponga el fin de la misma. El Partido Popular tras gobernar 20 años la Generalidad Valenciana carece de legitimidad moral para denunciar una discriminación que él mismo ha practicado. Alzan ahora alguna tímida voz denunciando una discriminación que persiste con el tripartito de izquierdas, pero lo hacen sin mucha convicción y escasa credibilidad. Y lo mismo pasa con los políticos alicantinos de izquierdas. Son sus correligionarios los que ahora en la Generalidad Valenciana practican esa tradicional discriminación hacia nuestra Provincia y sus antiguas reivindicaciones provinciales han sido olvidadas.

Por si esto no fuera suficiente, desde hace año y medio hay que sumar al agravio comparativo un sistemático ataque a la propia identidad de nuestra Provincia y a las libertades básicas de los ciudadanos desarrollado desde el gobierno de izquierdas de la Generalidad Valenciana. El tripartito de Valencia no ejerce un gobierno de y para los alicantinos, ni siquiera para los valencianos o castellonenses. La Generalidad Valenciana se ha convertido en un apéndice de los proyectos pancatalanistas dispuesto a facilitar el desarrollo de una ficción política como lo es la fantasía de “los países catalanes”. Nada es casual. 

El tripartito está desarrollando todo un plan sistemático destinado a catalanizar a la Comunidad Valenciana. Los ataques continuos a la libertad en la educación, la política en medios de comunicación, los continuos ataques a la Diputación provincial, la importación de un proyecto de comarcalización ajeno a la tradición política alicantina, la progresiva imposición del catalán en las administraciones públicas, la persecución del uso del español, la imposición del catalán en la educación, los recortes a la libertad de elección de la lengua vehicular, las desaforadas subvenciones a entidades procatalanistas, separatistas e impulsoras de la ruptura de la unidad de España son solo un pequeño ejemplo, quizás el más visible, de este proceso de inmersión social al que someten a todos los ciudadanos de la Comunidad Valenciana. Y no queda más remedio que preguntarse ¿qué pinta la Provincia de Alicante en medio de todo esto? ¿Qué hace Alicante en una Comunidad Autónoma que además de perjudicarle económicamente pretende ahora borrar su propia identidad histórica?

Alicante no es Valencia y mucho menos Cataluña. Alicante tiene identidad propia, personalidad única y diferente. La Provincia de Alicante tiene entidad política propia, anterior a la artificial Generalidad Valenciana y capacidad económica, social y cultural suficientes para ejercer su propia autonomía. ¿Qué ventaja obtienen los alicantinos del hecho de que las decisiones sobre la educación, la sanidad, el turismo o la política territorial se decidan en Valencia y no en Alicante? Ninguna.


Alicante, la quinta provincia española en población, con casi dos millones de habitantes censados, suma tanta población como las autonomías de Cantabria, La Rioja, Murcia y Navarra juntas. Y, sin embargo, está condenada a ser una provincia de segunda dentro de una autonomía sin tradición histórica que ni es leal con los alicantinos ni con el proyecto común que es España.

Es hora de abrir los ojos, de reconocer la realidad y de ofrecer soluciones antes de que sea demasiado tarde. Y una solución posible es que la Provincia de Alicante se separe de la Generalidad Valenciana y se constituya en Comunidad Autónoma uniprovincial. No se trata de una propuesta sencilla, pero jurídicamente es posible, económicamente es razonable, políticamente es deseable y socialmente necesaria. No hay otra fórmula para defender la identidad y personalidad propia de nuestra Provincia. No hay otra vía para reducir el enorme peso de la burocracia administrativa que costeamos los ciudadanos. No hay otro medio para que las decisiones que afectan a nuestra Provincia se tomen en Alicante y no en Valencia. No hay, en definitiva, otra posibilidad para evitar que Alicante sea incorporada a un proyecto político independentista y para impedir la importación de una fractura social que desde hace décadas crece en las provincias catalanas. Si se quiere, se puede.

Santiago de Munck Loyola


jueves, 19 de enero de 2017

O Rivera miente o no se entera de nada.

Resulta más que sorprendente que el líder de Ciudadanos se descuelgue ahora con unas declaraciones que no hay por donde cogerlas. Dice D. Albert que Ciudadanos acertó al no entrar en los gobiernos y que lo harán a partir de 2019, cuando ya estén "maduros". O miente o alguien le engaña. Porque, a ver Sr. Rivera, su partido forma parte de muchos gobiernos municipales. No es sólo que los haya propiciado con los votos de investidura, sino que forma parte de gobiernos de izquierdas sin nigún problema. En la Provincia de Alicante tiene varios casos como en Santa Pola o en Monforte del Cid (Ciudadanos de Monforte conocido como el partido de la tapia). Y contrasta mucho con sus declaraciones el hecho de que formando parte de un gobierno municipal presidido por Unidos Podemos en Monforte del Cid, su partido luego expediente a un concejal de Benissa por favorecer la toma de posesión de un Alcalde de izquierdas con su abstención.


¿A qué juega Sr. Rivera? ¿No le informan? ¿O se trata de que Ciudadanos de Alicante no entra en las directrices de su formación? 

 Santiago de Munck Loyola

domingo, 15 de enero de 2017

La responsabilidad de la oposición.


“El poder desgasta sólo a quien no lo posee”. La frase es de Giulio Andreotti,  siete veces primer ministro de Italia, ocho veces ministro de Defensa, cinco veces ministro de Exteriores, tres veces ministro de Administraciones Públicas, dos veces ministro de Finanzas, de Industria, una vez ministro de Economía, de Interior, de Cultura y de Políticas Comunitarias y senador vitalicio quien, dejando al margen su proverbial cinismo, parece que algo sabía de política. No le faltaba razón a este gigante italiano de la política en la que supo navegar desde 1948 hasta su muerte en 2013. Ser o ejercer la oposición desgasta y desgasta mucho. Y lo que es una evidencia casi generalizada en el plano de la política nacional lo es también, aunque con matices muy peculiares, en el ámbito de la vida municipal. Las reglas políticas generales aplicables a la gran política se van distorsionando a medida que su ámbito de aplicación se reduce. O dicho de otra forma, a menor tamaño de un municipio más se distorsionan, suavizándose o agravándose, los principios y reglas del juego político.

A menor tamaño de un municipio entran en juego una serie de factores que no suelen estar presentes en ámbitos políticos mayores: las relaciones entre grupos familiares, el conocimiento público de la vida privada de los agentes políticos, los intereses inmediatos de grupos, clanes o individuos con capacidad para incidir en las decisiones municipales, el temor a la libre expresión frente al poder local, odios ancestrales, venganzas personales y un largo etcétera que no es posible obviar a la hora de intentar comprender las claves de la política municipal.

Es muy posible que, debido a estos factores de ámbito local, la máxima general de Andreotti adquiera especial importancia y que su formulación general se agrave especialmente en el ámbito de la política local. El poder desgasta pero ser oposición desgasta aún más. Y ¿Por qué? La primera razón es simple, quien ejerce el poder nunca, salvo en el caso de idealistas puros (especie prácticamente extinguida), ejerce al poder para todos, sino que lo hace especialmente en favor de quienes le han aupado al poder. Con ello consolida la “coalición” de intereses que lo sustenta y pone los cimientos para volver a ganar.

La segunda razón responde a cómo se ejerce la oposición. Muchas veces quien abandona el gobierno, aunque haya ganado las elecciones, lo hace noqueado y tarda tiempo en asumir su nuevo papel. Durante esa transición, que a veces nunca se completa favoreciendo con ello que el nuevo gobierno se consolide y repita victoria, la oposición no termina de comprender cuál es su nuevo papel y qué responsabilidades conlleva. La oposición va dando tumbos, se deja machacar, actúa como si temiera algo y olvida algo fundamental: que está en la oposición porque ya ha depurado todas sus responsabilidades políticas en las urnas. No hay más juez político que las urnas, la sentencia está dictada (ser oposición) y ahora ya no es, ni puede ser, rehén de su pasado. Ser oposición es también un gran honor porque supone ser garantía del funcionamiento democrático de la institución municipal, la oposición representa a los vecinos para equilibrar el juego democrático. Sin una oposición libre, sin ataduras y sin complejos, no hay democracia posible.

La oposición solo tiene dos enormes responsabilidades: de una parte, controlar y criticar la acción del gobierno municipal y, de otra, proponer alternativas. Y no hay más. Traspasar esa línea supone adulterar el juego democrático y enviar un mensaje equívoco a los vecinos, a los electores, porque en definitiva supone quebrar la esencia del funcionamiento del sistema democrático que se basa en el binomio gobierno-oposición. O se está en el gobierno o se está en la oposición, o se está embarazada o no se está, pero estar medio embarazada es imposible. El gobierno municipal debe estar controlado y la mejor crítica constructiva es la denuncia de cada error o ilegalidad del gobierno. Y, simultáneamente, la oposición debe presentar alternativas, explicar a los vecinos que hay otras políticas posibles y mejores. Sólo así se puede construir una alternativa de gobierno.

En no pocas ocasiones, la oposición suele caer en las trampas del gobierno y al hacerlo destruye su capacidad de ser alternativa. Es bastante frecuente que mientras un gobierno municipal se dedica, más que a gobernar a tratar de destruir a la oposición restregándole un pasado que ya ha sido juzgado por las urnas, haga simultáneamente apelaciones a la colaboración para tratar de resolver asuntos complejos o para los que no se encuentra suficientemente capaz. Apela entonces al bien del pueblo, a intereses de todos y utiliza toda clase de cantos de sirena. Si la oposición cede por un mal entendido concepto de responsabilidad sólo el gobierno gana: el éxito sólo será del gobierno y el fracaso no será compartido, sino de la oposición. La oposición habrá traicionado a su función, habrá hecho dejación de sus responsabilidades para asumir una, la de la supuesta colaboración, y habrá cavado un poco más su hoyo electoral.

No hay medias tintas. Ser oposición es un gran honor y una enorme responsabilidad y caer en las redes del gobierno asumiendo responsabilidades que no le corresponden, conociendo además que el adversario no es políticamente honesto sino que usa permanentemente la técnica del palo en público y la caricia en privado, es la mejor manera de suicidarse políticamente de sufrir un desgaste innecesario sin las protecciones que el ejercicio del poder otorgan. Ni se puede estar medio embarazada, ni ser medio oposición. Cada parte tiene sus obligaciones y si la oposición incumple cualquiera de sus dos principales responsabilidades dejándose seducir por la apelación a supuestos intereses superiores, solo merecerá seguir en la oposición mucho más tiempo. Parafraseando también a Andreotti, hay dos tipos de locos: los que se creen Napoleón y aquellos que se creen capaces de colaborar lealmente con un gobierno socialcomunista sin salir escaldados.

Santiago de Munck Loyola


viernes, 30 de diciembre de 2016

Monforte del Cid y los 7 millones de marras.


En estas páginas he escrito en más de una ocasión sobre el alucinante litigio, con un claro trasfondo político partidista, que durante los últimos años han venido manteniendo dos administraciones públicas, el Ayuntamiento de Monforte del Cid y SEPES, en torno al frustrado desarrollo del polígono industrial “Walaig”. Parece curioso y contradictorio, dos administraciones que dicen querer el desarrollo del Polígono, aunque hasta ahora la única que lo ha demostrado con hechos ha sido el Ayuntamiento, y un resultado que no es otro que, tras más de 26 años de gestión, un páramo a medio urbanizar, un enrevesado lío judicial y una empresa, Intersa Levante, que pretende enriquecerse a costa de todo el mundo.

Hace una semanas se conoció el último capítulo del lío judicial: El Juzgado de lo Contencioso Administrativo Número 2 de Alicante condenaba, en primera instancia, al Ayuntamiento de Monforte del Cid a pagar siete millones de euros a Intersa Levante en concepto de obras realizadas en el polígono industrial de “Walaig”, de  gastos de gestión y de lucro cesante. Y, como era de esperar, ha habido quien no ha sabido reaccionar con inteligencia, frialdad y honestidad intelectual ante la noticia y ha tratado de aprovecharla para arremeter como un elefante en una cacharrería contra los funcionarios, los letrados y los anteriores gobernantes. Mentir, gritar y rasgarse las vestiduras ante una sentencia como ésta puede servir para desahogarse, para encubrir ineficiencias propias o para practicar el habitual sectarismo, pero no es la respuesta seria, templada e inteligente que se espera de un gobernante sólido, con capacidad de análisis y lo que es más importante con liderazgo. Pleitos tengas y los ganes, dice el refrán y de todos es conocido que por más que uno esté seguro de tener la Ley de su parte, cuando se entra en un tribunal puede ocurrir de todo. Dice también otro dicho popular que “Doctores tiene la Iglesia”, pero cuando se trata de analizar una sentencia aquí todo el mundo es doctor en derecho y se permite el lujo de desacreditar a su propio letrado, sin haber leído sus escritos, o de extraer consecuencias de lo más peregrinas como que “a ver cómo se van a pagar las nóminas” (sic), olvidando por supuesto de que se trata de una sentencia recurrible.

Esta sentencia, recurrible por supuesto, condena al Ayuntamiento de Monforte del Cid a pagar siete millones de euros a Intersa Levante por las obras realizadas en el polígono industrial de Walaig, por  gastos de gestión y por lucro cesante. Y lo primero que ignora el juzgador es que Intersa Levante cobró ya por anticipado la totalidad del presupuesto de las obras y lo hizo en terrenos. Intersa Levante se quedó con suelos valorados en decenas de millones de euros que además hipotecó, al conocer el estado del litigio con Sepes, y transfirió esos millones a otra empresa de su grupo por unas supuestas deudas entre ellas. Algo que, por cierto, huele bastante mal y que alguien debería investigar y, en su caso, denunciar. Pero es más, la sentencia parece ignorar que no hay vuelta atrás en el Registro de la Propiedad con la reparcelación anulada en su día y que los suelos adjudicados a Intersa, adjudicados por el valor total de las obras, siguen siendo de ella o de terceros, seguramente los bancos. Por tanto, es evidente que existe un enriquecimiento injusto de Intersa Levante incrementado ahora por esta sentencia.

Y al calor de la polémica no está de más recordar algunas cosas. La primera que la decisión de romper con SEPES, tras 16 años de parálisis del polígono, fue aprobada por todos los partidos políticos de Monforte del Cid un 23 de febrero de 2006. En segundo lugar, la decisión de adjudicar las obras a Intersa Levante fue adoptada por una Mesa de Contratación presidida por Izquierda Unida.  Y, en tercer lugar, que es inadmisible alegar la ignorancia de la existencia de este procedimiento judicial un año y medio después de haber tomado posesión del gobierno y más aún cuando el Juzgado dictó un auto el 26 octubre de 2015 acordando la prórroga de la suspensión y el archivo provisional de este procedimiento que forzosamente hubo de ser notificado al Ayuntamiento.
Es evidente que el desbloqueo de la actual situación judicial del polígono Walaig sólo puede pasar por la negociación política que, por cierto, a punto estuvo de cerrar la anterior Alcaldesa, Antonia Cervera tras sus innumerables viajes a Madrid, con SEPES. Y, es también evidente, que va a resultar muy difícil que esa negociación pueda ni tan siquiera abrirse si una de las partes no es capaz de aunar la discreción y la prudencia y las sacrifica por fugaces réditos periodísticos. Guste o no, sin el PP de Monforte del Cid será muy difícil abrir la negociación con Madrid y para lograr su colaboración y ayuda la mejor manera no es ir agrediéndole verbalmente.

Santiago de Munck Loyola


martes, 27 de diciembre de 2016

EL TRIPARTITO SOCIALCOMUNISTA DE MONFORTE DEL CID (Iu,Psoe y Ciudadanos) SE CARGA LAS VACACIONES NAVIDEÑAS DE LOS MÁS PEQUEÑOS.

27-12-2016
COMUNICADO DE ESPERANZA CIUDADANA DE MONFORTE DEL CID.
Una vez más, el Gobierno Municipal de Monforte del Cid se pasa las leyes por el arco del triunfo. Hoy, 27 de diciembre y durante los próximos días, la Escuela Infantil municipal "El Principito" funcionará a pesar de que la Generalidad Valenciana decretó el inicio de las vacaciones escolares el 23 de diciembre.
Al parecer, para el Gobierno Municipal de Monforte del Cid las Resoluciones de la Generalidad Valenciana, administración competente en materia de Educación, sólo se cumplen si a la concejala de Educación le parece bien. Bajo el pretexto de dar un mejor servicio a los padres se vulnera el derecho de los niños al descanso escolar (que no es un capricho del legislador) y al disfrute de las vacaciones navideñas con su propia familia, así como los derechos de los empleados públicos. ¡Vergonzoso!