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lunes, 21 de noviembre de 2016

Los vecinos de Montecid se quejan del Ayuntamiento.

http://www.theleader.info/2016/11/19/little-progress-monforte-del-cid-local-council/

LITTLE PROGRESS FOR MONFORTE DEL CID WITH LOCAL COUNCIL.
 
18 months after the appointment in May 2015 of the new Mayoress of Monforte del Cid, Maria Dolores Berenguer, (who was VERY vocal when in opposition) and after meetings held between her and the Montecid Urbanization Neighbourhood Association to try and find ways to improve many aspects regarding security, infrastructure and other necessities in Montecid we have still seen no change from the previous Mayoress (Antonia Cervera Carrasco).
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POCO PROGRESO PARA MONFORTE CID CON EL AYUNTAMIENTO.

18 meses después de la cita en mayo de 2015 con la nueva Alcaldesa de Monforte del Cid, María Dolores Berenguer (que fue MUY locuaz en la oposición) y después de las reuniones celebradas entre ella y la Asociación de Vecinos de la Urbanización Montecid para intentar encontrar formas de mejorar muchos aspectos relativos a seguridad, infraestructuras y otras necesidades de Montecid, no hemos visto cambios respecto de la anterior Alcaldesa (Antonia Cervera Carrasco).

La nueva Alcaldesa siempre fue receptiva y estaba dispuesta a escuchar cuando estaba en oposición, pero ahora es toda palabrería, ya que no logra abordar los problemas con los que nos enfrentamos (que ella prometió que hacer cuando era oposición) ni tomar en serio a Montecid.

Las reuniones con ella sobre asuntos en curso terminan sin ninguna respuesta ni compromisos firmes. Se nos dan fechas finales que nunca se cumplen y los vecinos siguen limpiando y manteniendo áreas comunales y con respecto a otros temas las acciones de la Alcaldesa se pueden contar con los dedos de una mano.

A pesar de que los residentes de Montecid pagan impuestos como IBI, VADOS, IMPUESTO DE CIRCULACIÓN, el Ayuntamiento de Monforte del Cid todavía no presta los servicios que pagan los residentes.

El 29 de julio de este año, la Asociación de Vecinos de Montecid pidió una reunión en septiembre (por lo tanto dando tiempo al ayuntamiento para prepararla).

El 24 de octubre de 2016 la reunión tuvo lugar, pero, a partir de ahí, a excepción de la poda de las palmeras, nada ha cambiado. Estamos pidiendo: Servicios de autobús regular y mejor limpieza de la zona verde y las calles (el vehículo de barrido de carretera viene temprano en la mañana y no puede limpiar correctamente debido a los muchos coches estacionados); depósitos para residuos de perros; limpieza y desinfección del alcantarillado regularmente; control de plagas; extracción de malezas; poda de las palmeras; instalación de un plano de calles en la entrada para ayudar a los vehículos de emergencia, de servicios, entregas y visitantes; eliminación de los enormes y oxidados carteles de MASA ofreciendo cosas que ellos nunca han entregado; gas natural, líneas telefónicas y cables de fibra óptica; medidas de control de velocidad, mejor señalización de la autopista, rotonda principal y pequeñas rotondas; controlar los perros peligrosos, no acompañados y los ladridos; reparar el área de juegos infantiles; reparar las piedras de bordillo rotas, los desagües y pavimentos; conseguir el bar y la zona comunitaria de la piscina abierta de nuevo; un parque para perros y que se abra una pequeña farmacia que se ha prometido durante años.

La Asociación de Vecinos ha tratado de trabajar en estrecha colaboración con el Ayuntamiento, pero las respuestas que hemos recibido son siempre promesas vacías que no conducen a ninguna parte. Esto es todo lo que la Asociación de Vecinos solicitó en el mes de octubre.

viernes, 18 de noviembre de 2016

40 años de una votación histórica.


Hoy se cumplen 40 años de la celebración de un histórico pleno de las Cortes Generales, de las Cortes franquistas, en el que se aprobó la última de las ocho Leyes Fundamentales del Reino, la Ley para la Reforma Política que sería ratificada en referéndum el 15 de diciembre posterior y que sería la que abriría paso a la democracia y a la Constitución de 1978. Hay que recordar que el régimen español no contaba entonces con una Constitución formal, sino con un conjunto de Leyes que tenían el carácter de constitucional y que habían ido siendo promulgadas entre 1938 y 1967. La última Ley fundamental, la octava, sería la Ley para la Reforma Política y en la práctica serviría, mediante la convocatoria de elecciones generales para unas nuevas Cortes compuestas por un Congreso y un Senado, para liquidar todo el entramado constitucional franquista y para sustituirlo por una nueva legalidad basada en una nueva Constitución.

Las Leyes Fundamentales del Reino eran el Fuero del Trabajo, la Ley Constitutiva de las Cortes, el Fuero de los Españoles, la Ley del Referéndum Nacional, la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, la Ley de Principios del Movimiento Nacional, la Ley Orgánica del Estado y finalmente la Ley para la Reforma Política.

Algo que muchos desconocen es que también se acaban de cumplir 40 años de la fundación el 9 de octubre de 1976 de un nuevo partido político llamado Alianza Popular que más tarde se convertiría en el Partido Popular. Alianza Popular nació de la fusión de siete asociaciones políticas creadas al amparo de la Ley de Asociaciones aprobada por Arias Navarro: Reforma Democrática de Manuel Fraga, Democracia Social de Licinio de la Fuente, Acción Democrática Española de Federico Silva Muñoz, Acción Regional de Laureano López Rodó, Unión Nacional Española de Gonzalo Fernández de la Mora, Unión Social Popular de Enrique Thomas de Carranza y Unión del Pueblo Español de Cruz Martínez Esteruelas, formación que, por cierto había sido presidida por Adolfo Suárez hasta diciembre de 1975. Y este recordatorio viene al caso porque buena parte de los procuradores (los diputados) que habrían de votar en las Cortes el proyecto de Ley para la Reforma Política se constituyeron en el Grupo Parlamentario mayoritario, el Grupo de Alianza Popular. Este Grupo, demasiado confiado en sus expectativas electorales, fue el responsable en los trámites parlamentarios de forzar al Gobierno a introducir en el proyecto el criterio electoral mayoritario. Sorprende que nadie en el Partido Popular, heredero directo de aquella Alianza Popular que tan decisiva fue para contribuir al advenimiento de la democracia, haya recordado estos días que hace 40 años se fundó el partido. Pueden más los complejos y la amnesia selectiva que la una realidad de la que no deberían sentirse avergonzados. Todo lo contrario.

El proyecto de Ley fue redactado por Torcuato Fernández Miranda, firme defensor de pasar de la Ley a la Ley, de respetar la legalidad para usándola sustituirla por otra. Tras pasar el filtro de instituciones como el Consejo del Reino y el Consejo Nacional del Movimiento, fue presentado al Pleno de las Cortes por el procurador Miguel Primo de Rivera y el defensor de la Ponencia fue el Ministro Fernando Suárez, político poco valorado e injustamente tratado después en Alianza Popular, quien realizó una brillantísima defensa del texto que se sometía a votación.

Tras un intenso debate que se movió entre las proclamas nostálgicas e inmovilistas y las apelaciones a la concordia y al futuro, la Ley fue aprobada por las Cortes generales por 425 votos a favor, 59 votos en contra y 13 abstenciones. Con ello, las Cortes franquistas aprobaban su propio suicidio y abrían las puertas a la participación política partidista y a la democracia inorgánica.

El 15 de diciembre de 1976 se celebró el referéndum nacional en el que la inmensa mayoría de los españoles dio el sí a esta trascendental Ley acudiendo a votar el 77,8 % del censo, a pesar de que buena parte de la oposición encabezada por el PSOE y el PCE hicieron campaña a favor de la abstención.

El hecho cierto es que hoy se cumplen 40 años de una votación histórica que supuso el cambio de régimen gracias a una generación de políticos que fuese por sentido de la supervivencia o por responsabilidad y patriotismo supo estar a la altura del momento histórico y apostó por la concordia y la reconciliación nacional siendo conscientes la mayoría de ellos que con ello renunciaban de paso a sus propias aspiraciones y ambiciones políticas. Qué gran diferencia con algunas actitudes políticas tan extendidas ahora.

Santiago de Munck Loyola


martes, 15 de noviembre de 2016

El próximo Congreso del PP.

Con dos años de retraso y de incumplimiento de sus propios Estatutos, el Partido Popular va a celebrar su XVIII Congreso Nacional entre los días 10 y 12 de febrero de 2017. Se trata del cónclave del máximo órgano decisorio del partido en el que se aprobarán no sólo modificaciones estatutarias o las líneas ideológicas y políticas del mismo, sino también, y es lo que más interesa a algunos, la cúpula dirigente del mismo.

El Congreso centrará sus trabajos en cinco ponencias: Política y Estatutos, Social, Económica y Administración Territorial, Educación y Cultura y Europa. Los ponentes serán los actuales vicesecretarios: Fernando Maíllo, Javier Maroto, el incombustible Javier Arenas, Andrea Levy y Pablo Casado.

La participación de los militantes está limitada a la elección de parte de los compromisarios, los delegados que asisten y votan en el Congreso, es dir, al 80 % de los mismos. El número de compromisarios será de 3.128 de los cuales 513 son natos, es decir el 20% de los compromisarios son cargos públicos o pertenecen a la burocracia del partido, y 2.565 son electivos. A nadie se le escapa que para muchos participar en el Congreso Nacional del PP es una oportunidad de oro, no para trabajar en las ponencias aportando ideas y propuestas, sino para hacer pasillos, para dejarse ver, para rendir pleitesía o para intentar cruzar unas palabras con los máximos líderes.

La participación del afiliado a través de la elección de los compromisarios puede parecer impecablemente democrática, pero todo aquel que ha tenido la oportunidad de conocer los mecanismos internos de funcionamiento del Partido Popular, sobre todo en Alicante, sabe perfectamente que de la teoría a la práctica hay un enorme abismo. En mis largos años de militancia popular, desarrollada sobre todo en Madrid, jamás encontré mayor desprecio hacia las reglas básicas de la democracia que las que se practicaban en el PPCV y, en especial, en la Provincia de Alicante. Teóricamente cualquier afiliado al corriente de pago de su cuota tiene derecho a presentar su candidatura para ser compromisario y participar en un Congreso, sin embargo, tal y como me señaló en su día, el que fue Secretario Provincial de Alicante José Juan Zaplana, las plazas de compromisarios asignadas a Alicante se reparten a dedo entre las distintas “familias” y “sensibilidades” del partido y si no perteneces destacadamente a alguna de ellas o careces de “padrino” te quedas fuera. Por ello, hay que ser conscientes de que cuando se reúna el cónclave popular su legitimidad será bastante limitada. Y esa es una de las razones que puede explicar la cada vez mayor distancia ideológica y estratégica entre los resultados de los congresos y el sentir de la militancia y, con ella, de buena parte del electorado. Se trata de una asignatura pendiente que debería ser abordada con urgencia y con decisión en la ponencia de Política y Estatutos. Sin participación real del afiliado, sin profundizar en la democracia interna no es posible avanzar hacia una profunda regeneración ni, por supuesto, articular medidas internas capaces de prevenir y combatir la corrupción.

Y qué decir sobre la presentación de avales para respaldar una candidatura. Las presiones del aparato pueden a llegar a ser brutales, sobre todo si quien te conmina a que avales una determinada candidatura, por ejemplo la de Rajoy en 2008, cuenta con poder institucional. O firmas el aval o el PGOU en tramitación de tu pueblo puede que no salga adelante, o avalas o te olvidas de la ampliación del Centro de Salud que has pedido. Chantajes similares se han producido en el PPCV y, pese a ser públicos, nadie se ha ido al juzgado.

El Partido Popular se encuentra ante una gran oportunidad para recuperar la credibilidad y el liderazgo en la sociedad, pero para ello ha de apostar decididamente por un cambio profundo, por una revolución o refundación interna que acabe de una vez con todos los obstáculos y hábitos que lo han alejado de sus propias bases y del electorado. Conformarse con seguir siendo el mal menor o el último refugio electoral ante la izquierda sería un triste y seguro final político.

Santiago de Munck Loyola




viernes, 11 de noviembre de 2016

Todo “patas arriba”.

La victoria del candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, nos ha cogido desprevenidos a la mayoría de los ciudadanos españoles. Contra todo pronóstico Trump ha barrido a su oponente, la demócrata Hillary Clinton, y ha levantado toda clase de alarmas. ¿De dónde venían esos pronósticos? Parece que, al margen de las encuestas electorales que siempre las carga el diablo, los pronósticos provenían fundamentalmente de los medios de información, tanto norteamericanos como europeos, que transmitían más los deseos de las élites y los grupos de presión que de los votantes estadounidenses. Hace tiempo que los medios de información han sobrepasado los márgenes de su opinión antes contenida a la línea editorial o a los artículos de autor para pasar a convertirse en medios de deformación u orientación de la opinión pública. El tiente de las empresas propietarias o de la propia adscripción ideológica de muchos informadores traspasa todos los límites y la información como tal es controlada, manipulada u omitida en función de los intereses ideológicos a los que sirve el medio de información. La inmensa mayoría informa o comunica desde una perspectiva cargada de subjetivismo y con una finalidad concreta.

Reconozco que el Sr. Trump no me gusta, como tampoco la Sra. Clinton, pero mientras que en el segundo caso poseo elementos de juicio sustentados en una trayectoria y actuaciones políticas determinadas, reconozco que en el caso del primero mis prejuicios provienen de una percepción derivada fundamentalmente de lo que los medios de comunicación han querido contar u omitir sobre el Presidente electo. Poco más que su estampa a veces grosera, tosca o chabacana nos han dejado conocer sobre el Sr. Trump y, por pura lógica, alguna cualidad, algún mensaje de valor o alguna esperanza sensata ha debido ser capaz de transmitir el Sr. Trump a los electores para haber ganado las elecciones presidenciales, a pesar de los obstáculos de la casta republicana, de la casta demócrata, de la casta periodística y de los grupos de intereses que están infiltrados en todo el sistema social norteamericano. A título de ejemplo, basta recordar el empeño de muchos en subrayar el carácter machista del candidato republicano sobre la base de unas grabaciones de hace diez años al mismo tiempo que ensalzaban la figura de la Sra. Clinton como referente de los derechos de la mujer. 

Pero la historia reciente nos recuerda como el demócrata Clinton usaba su situación de poder presidencial para desarrollar actividades sexuales que no dignificaban precisamente el papel de la mujer y sobre las que Sra. Clinton no mantuvo una actitud condenatoria y combativa como se supone que debería haberlo hecho una mujer comprometida con la dignidad de la mujer. ¡Ah! Eso no es censurable porque la Sra. Clinton, como su marido son de izquierdas. Frente al muro de descrédito institucionalizado por el sistema político y social, algo positivo han debido percibir los votantes norteamericanos para finalmente elegir a Trump Presidente.

El sistema político norteamericano es un sistema sólido y experimentado que puede sobreponerse con relativa facilidad a la sorpresa de esta elección e incluso a la actitud antidemocrática que estos días están exhibiendo en algunas ciudades norteamericanas algunas decenas de miles de izquierdistas que protestan y no aceptan la elección del pueblo norteamericano, por cierto, con la complacencia de algunos medios de desinformación y de políticos españoles, aún no recuperados del disgusto que les ha provocado esta elección presidencial, pronto quedará en el recuerdo.

Hay varias lecciones que podemos extraer de estas elecciones presidenciales norteamericanas. De una parte que los todopoderosos medios de comunicación no lo son tanto y que su descarado empeño en moldear el voto en un determinado sentido puede provocar el efecto contrario. De otra que las encuestas deben analizar mejor el voto oculto porque su incidencia es mayor cuanto más maniqueo sea el contexto electoral provocado por los medios de comunicación. Y, por último, que la movilización de votantes tradicionalmente no participativos, hábilmente explotada por el equipo de Trump, puede hacer cambiar la estructura electoral y política de un país. No hay partidos inamovibles, no hay candidatos seguros y todo puede ser puesto “patas arriba” por el simple ejercicio de ir a votar.

Santiago de Munck Loyola