Sr. Sánchez:
Acaba de hacer pública su
intención de subir los impuestos en España para “mejorar el Estado del Bienestar” y se pregunta "¿Queremos tener un sistema fiscal de
tercera para tener un Estado de bienestar de primera?, no es posible".
Y uno no tiene más remedio que preguntarle a usted, para empezar, si cuando se
presentó a las elecciones generales como candidato a la Presidencia del
Gobierno y las perdió ¿Había prometido en su programa electoral subir los
impuestos o lo contrario? Desde luego, lo que es patente, por reciente es que
en sus intervenciones en el Congreso de los Diputados en la moción de censura
no hizo la más mínima referencia a subir los impuestos de forma indiscriminada
al conjunto de los ciudadanos.

Mire Sr. Sánchez es de manual: un
incremento de la presión fiscal en un momento como el actual de recuperación
económica y de precaria creación de empleo va a suponer un frenazo para la
economía: a menos dinero disponible en la iniciativa privada, menos inversión,
menos creación de empleo, menos recaudación fiscal y más gasto social. La
calidad de un sistema fiscal, si es de primera, de segunda o de tercera, no se
mide por la cantidad bruta de recaudación, sino por otros parámetros como son
la eficiencia de la administración para recaudar, esto es lo que se gasta
hacienda para recaudar el dinero de los ciudadanos (y es evidente que en el
caso del IRPF la relación gasto ingreso denota una gran ineficiencia) o la simplicidad
y equidad en las figuras impositivas. Un sistema fiscal en el que la clase
media soporta el 70% de la recaudación del IRPF no es de primera. Y fíjese en EEUU,
por ejemplo, el 1% de los contribuyentes más ricos aporta el 39% de la
recaudación del IRPF mientras que en España ese 1% sólo aporta el 19%.
Sr. Sánchez, al día de hoy, cada
trabajador español paga cerca del 65% de su salario en impuestos. Es decir, que de cada 100 euros ganados el
Estado se lleva 65 euros de los que 27 euros se dedican a pensiones, educación
y sanidad mientras que los 38 euros restantes se destinan a mantener el chiringuito.
Todos los españoles queremos un
Estado de Bienestar de primera, resulta obvio. Pero para mejorar nuestro estado
de Bienestar no es preciso esquilmar más a los contribuyentes y en especial a
la clase media con más impuestos. ¿No se ha planteado usted que, a lo mejor, lo
que tiene que hacer el Estado es gastar menos y gastar mejor? Porque resulta
evidente que existen muchos gastos públicos que no sólo no contribuyen a
mejorar la calidad del estado de Bienestar, sino que además lo ponen en peligro
de subsistencia.
A título de ejemplo lo que no
contribuye a mejorar el Estado de Bienestar y lo pone en peligro es:
- Mantener 17 administraciones autonómicas duplicando
muchas competencias estatales, que rompen la igualdad de derechos y
obligaciones de los españoles, que padecen diarrea legislativa dificultando el
crecimiento económico y la unidad de mercado.
- Sostener un sistema de privilegios de la clase
política en materia tributaria y de seguridad social: pensiones privilegiadas,
autoasignación de sueldos escandalosos, beneficios sociales.
- Extender las prestaciones sanitarias a
extranjeros irregulares mientras se mantienen las listas de espera o mientras
prestaciones básicas como la atención buco dental siga siendo claramente
insuficiente.
- Oponerse como usted ha hecho a la existencia de
una tarjeta sanitaria única y no 17.
- Pagar pensiones no contributivas a 100.000
extranjeros.
- El fraude de 3.000 millones de euros en los
cursos de formación y los 1.200 millones de euros en el caso de los EREs, ambos
responsabilidad de su Partido a los que hay que sumar varios cientos de millones
de euros más de los casos de corrupción en los que el PP, Convergencia y Unió y
otros partidos han estado implicados.
- Mantener a cerca 15.000 delincuentes extranjeros
en prisión en vez de expulsar a la mayoría de ellos a sus países de origen.
- Facilitar ayudas económicas a inmigrantes
ilegales que en ocasiones superan en cuantía a las ayudas que perciben los
ciudadanos españoles.
- Destinar anualmente cientos de millones de euros
a subvencionar a los partidos políticos, sindicatos y patronales.

Y la lista de hechos y problemas
que ponen en riesgo la permanencia del estado de bienestar puede ser muy larga.
Así que no nos venga con cuentos, Sr. Sánchez. Para mejorar el estado de
bienestar y para garantizar su existencia no hace falta que nos cobre más
impuestos a los sufridos contribuyentes. Lo que hace falta es que la clase
política tenga el valor y la decencia de trabajar seriamente para corregir
todos los gastos y desequilibrios económicos, territoriales y sociales que
generan tal cantidad de gastos que hacen inviable el sostenimiento del propio
Estado. Simplezas las justas, Sr. Sánchez. No nos siga tomando por tontos.
Santiago de Munck Loyola