Hoy 1 de junio de 2013 ha tenido lugar en Alboraya, Valencia, el acto de presentación regional de la Asociación Foro Esperanza Popular - Movimiento de Bases. Transcribo a continuación parte de mi intervención:
Buenos
días a todos. Muchas gracias a nuestros queridos compañeros y amigos de
Alboraya y de Valencia por vuestra hospitalidad. Hoy es una días muy especial
para nuestra Asociación, el Foro Esperanza Popular – Movimiento de Bases, y lo
es porque nos presentamos de forma pública ante la sociedad de nuestra
Comunidad para explicar quienes somos y qué queremos.
Hay
que empezar por explicar, una vez más, que no somos un partido político ni una
corriente de opinión dentro de ningún partido político. Pero sí somos y
queremos ser una corriente de opinión dentro de nuestra Comunidad y dentro de
cada uno de los municipios en los que nos hemos constituido. Somos una
Asociación de personas unidas por unos mismos principios ideológicos y
comprometidas con un objetivo fundamental, la regeneración democrática de
nuestra sociedad y de sus instituciones.
Cuando
se habla de regeneración democrática se habla de volver a generar, de reformar
todo aquello que, con el paso del tiempo, con el conformismo social o con las
pasteleos de los partidos políticos, ha ido perdiendo la pureza, la fuerza y la
capacidad para cumplir los objetivos que implican construir una sociedad más
libre, más justa y más democrática.
Todos
sabemos, y no hace falta más que escuchar cualquier conversación de café, que
los ciudadanos están cada vez más hartos de la política, de la clase dirigente
de nuestro país (Tanto la política, como la sindical o la económica) y de las
instituciones y ello por una sencilla razón: porque no han sabido prevenir esta
profunda crisis, ni resolverla con eficacia. Y, además, mientras se imponen
tremendos sacrificios a la inmensa mayoría de los ciudadanos vemos cómo la
clase dirigente española sigue anclada en sus privilegios y da una muestra de
falta de ejemplaridad pasmosa. El último detalle, el escándalo de los gin
tonics subvencionados del Congreso.
Hablar
de regeneración democrática es hablar de reformas: de la despolitización de la
justicia, de la reforma del estado y la reconducción de las autonomías, de la
eliminación de las subvenciones a los partidos políticos, a los sindicatos y a
las organizaciones empresariales, del establecimiento de códigos éticos que
depuren la vida política de incompetentes y aprovechados, de reforma fiscal y
de muchas otras medidas absolutamente necesarias.
Pero
no hay ninguna regeneración democrática posible si no se empieza por regenerar
a quienes deben impulsarla, es decir, a los partidos políticos. Los partidos
políticos con el paso de los años se han convertido en unas máquinas burocráticas
inmensas que sobreviven gracias a las subvenciones y no a las cuotas de sus
afiliados. Unas máquinas cuyas estructuras funcionan normalmente de arriba
abajo y las que el mandato constitucional sobre su funcionamiento interno sólo
se cumple sobre el papel. La ausencia de democracia interna real es la que ha
distanciado y distancia cada día más a las élites de los partidos de sus bases
y, por tanto, de la opinión y necesidades sociales. Sin democracia interna real
no puede haber una regeneración de los partidos y sin ésta no habrá una
regeneración democrática de nuestras instituciones.

Todos
los que estamos aquí conocemos multitud de casos en los que las direcciones
regionales o provinciales han interferido en los procesos electorales de los
municipios para favorecer, cuando no imponer, a candidatos afines, siempre
dóciles y serviles. De ahí, la ausencia de liderazgos reales y de ahí que
algunos tengan que contratar especialistas en liderazgo. Hace tan sólo unos
días, hemos escuchado a la Secretaria General del PP, Mª Dolores de Cospedal,
contestar a Alejo Vidal Cuadras que en el PP sí hay democracia interna, sobre
todo, porque el Congreso Nacional del partido cuenta con casi 2.500
compromisarios, más que los demás. Pero todos sabemos que casi un tercio de esos
compromisarios son natos, es decir, están ahí en virtud de su cargo que, por
otra parte, se lo deben a sus superiores. Y los demás compromisarios ya sabemos
cómo se eligen en muchas ocasiones, presionando desde arriba y condicionando
las elecciones de los mismos. Y uno se pregunta ¿en una sociedad
tecnológicamente avanzada en la que se puede pagar por Internet a Hacienda o
hacer compras o votar en concursos qué necesidad tenemos de que nos representen
unos compromisarios? ¿Por qué sólo ellos y nos los cientos de miles de
afiliados tienen derecho a votar o a presentar enmiendas en los congresos del
PP?
La
ciudad de Alicante es un claro ejemplo de la falta de democracia interna en el
Partido Popular. Allí, la Dirección Provincial acordó en octubre, sin consultar
a los afiliados y tres meses después del Congreso provincial en el que se
ocultó esta medida, vulnerar los Estatutos y suprimir la Junta Local
sustituyéndola por un número indeterminado de distritos. Da igual que se
utilicen los medios internos establecidos en los Estatutos para impugnar esta
decisión. Pasan de contestar e incluso se niegan a certificar sus propias
decisiones. Eso sí, el Secretario provincial que no tiene tiempo para cumplir
su palabra y reunirse con los que impugnaron esa decisión sí que lo tiene para
reunirse con los concejales imputados de Alicante para, según el periódico,
“apuntar” las elecciones internas. Lo último que hemos conocido es que los
militantes de la ciudad no tendrán derecho a voto hasta que no decidan los
tribunales la suerte judicial de la Alcaldesa. ¿Alguien puede en serio y con un
mínimo de decencia afirmar que eso es democracia interna?
Pero
no quiero extenderme en este caso concreto. La democracia interna en los
partidos y en especial en el Partido Popular es francamente mejorable. Hay
muchas vías para hacerla más real. Los militantes populares y los votantes se
merecen mucho más que ser llamados sólo cuando hay que rellenar mítines o
cubrir mesas electorales. Sin el debate interno libre, sin el contraste y aportación
de ideas y opiniones de todos cuantos siente, sin la capacidad de elegir a los
dirigentes y a los candidatos no es posible hablar de democracia interna real.
Y sin democracia interna en los partidos cualquier propuesta de regeneración
democrática será un brindis al sol.
Somos
una asociación y queremos ser una corriente de opinión en nuestro entorno, una
voz crítica y exigente orientada a la construcción de una sociedad mejor, de
una sociedad con más libertad, más transparencia, más democracia, más
ejemplaridad de la clase política y más justa. L mayoría de nosotros hemos
sacrificado mucho a favor de unas ideas y unos principios. No vamos a dejar que
aprovechados y advenedizos destruyan ese trabajo. Vamos a seguir defendiendo la
honradez de la vida política, la ejemplaridad, la austeridad, el fin de los
privilegios de la casta política, la eficacia en la gestión y la democracia
interna. Y si todo esto molesta a alguien que nos sigan expedientando que
nosotros sabremos mejor de qué lado está.
Muchas
gracias por vuestra atención.