Por fin: el 28 de abril los
españoles podremos votar. Pedro Sánchez, cumpliendo involuntariamente la
promesa que hizo para llegar al gobierno, se ha visto obligado a convocar
elecciones generales. Pocas veces se habrá visto a un político como éste. Un tramposo
que llegó a intentar un fraude electoral dentro de su propio partido y que tuvo
que dimitir cuando le pillaron con el carrito de los helados. Un embustero
contumaz capaz de decir una cosa hoy y mañana la contraria. Un farsante sin
paliativos capaz de plagiar su tesis doctoral o de suscribir un libro escrito
por una subalterna. Un amoral capaz, con tal de llegar a la Moncloa, de aceptar
sin ningún tipo de escrúpulos los votos de los representantes políticos de la
banda terrorista que asesinó a muchos de sus compañeros socialistas. Un sujeto
sin estilo, sin clase, sin elegancia que se jacta de que su primera decisión
como Presidente del Gobierno, nada menos, fuera la de cambiar el colchón de la
cama matrimonial del Palacio de la Moncloa. Vamos, un dechado de defectos y
vicios políticos incompatibles con la visión de la política como una vocación
generosa al servicio de los demás. Pedro Sánchez sólo ha sabido estar al
servicio de sí mismo sin reparar en los medios por muy deleznables que fueran.
Por fin, el 28 de abril, los
españoles podremos poner punto y final a este negro período democrático
consumado por Pedro Sánchez y sus socios podemitas, independentistas y
batasunos o, por el contrario, prorrogarlo. Se trata, sin ninguna duda, de la
cita electoral más importante y con más trascendencia de las últimas décadas.
El 28 de abril el eje del debate principal no será económico, de será un debate
entre políticas de derechas y de izquierdas. El eje fundamental del debate será
territorial. Algo más, será nacional. La confrontación será entre quienes optan
por la defensa de la Nación española y quienes postulan su desaparición. Y, por
primera vez, el PSOE del doctor Sánchez anuncia que no tiene inconveniente
alguno en pactar con los enemigos de la existencia de España como Nación, es
decir, los independentistas. Es evidente que la mayoría de los socialistas no
comparten esta posición y que inconscientemente tratarán de soslayarla con
otras prioridades políticas, pero en el fondo lo que se va a dilucidar es la
constitución de un gobierno sólidamente asentado en los valores de la
Constitución del 78 o por el contrario un gobierno rehén parlamentario de los
enemigos de España.
Y en este contexto tan
trascendental quienes defendemos a la Nación española y quienes propugnamos la
igualdad real entre todos los españoles con independencia del territorio en el
que habiten, nos encontramos con que las tres principales opciones políticas
que asumen lo anterior no están siendo capaces de estar a la altura del momento
histórico, de traducir su patriotismo en generosidad para llegar a acuerdos que
permitan rentabilizar al máximo, provincia por provincia, las peculiaridades de
nuestro sistema electoral. Ninguno de los tres partidos ha realizado ni tan
siquiera un llamamiento para llegar a acuerdos con partidos minoritarios cuando
cada voto va a ser trascendente para que la mayoría se incline hacia uno u otro
lado.
Parece que ni siquiera se han planteado en llegar a acuerdos entre ellos para
que el Artículo 155 tenga posibilidades de prosperar en el próximo senado que
se constituya. Cada Provincia cuenta con cuatro escaños: tres para la lista más
votada uno para la segunda. Si los tres partidos que defienden la Nación
española no concentran su voto en una sola candidatura, en la mayor parte de
las provincias los tres senadores irán a parar al PSOE según las encuestas. Y
así será inviable la aplicación del Artículo 155 aunque haya en España un
gobierno de las mal llamadas tres derechas o de la derecha “trifálica” que
diría la culta Ministra de Justicia.
Ojalá se produzca ese acuerdo y
no nos obliguen a los ciudadanos a tirar el voto en determinadas provincias o
en el senado. El patriotismo no requiere banderas para su demostración. El
patriotismo exige generosidad, el sacrificio de lo particular en beneficio de
lo general, de España.
Santiago de Munck Loyola
https://santiagodemunck.blogspot.com