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miércoles, 24 de febrero de 2016

Obras son amores, que no buenas razones.


La vida está llena de estereotipos, etiquetas, clichés o tópicos que muchas veces no se corresponden con la realidad. Con una simple imagen o una palabra pretendemos resumir muchas cosas o identificar realidades muy complejas, demasiado como para que quepan en tan pequeño espacio. Esta tendencia a la etiqueta o al estereotipo es especialmente usada en el terreno de la política. No se trata sólo de que con una simple palabra identifiquemos los valores o los ideales de los demás, sino que casi todo el mundo es capaz de resumir su compleja y variada tabla de principios y valores con una o dos palabras. Enseguida nos autoetiquetamos para que los demás perciban cual es nuestra tendencia política, dónde nos adscribimos ideológicamente. Y si por cualquier causa uno es reacio a ponerse una determinada etiqueta ideológica, no hay problema, los demás te la ponen y seguramente dirán que eres de derechas.

Lo cierto, para bien o para mal, es que casi todos esperamos de los demás, en el ámbito político, unos determinados comportamientos y actitudes en función de su posición ideológica. Y cuanto más se identifica una persona con un determinado color político más previsible deberían ser sus conductas políticas. Sin embargo, suele ocurrir lo contrario, dime de qué presumes y te diré lo que te falta.

Lamentablemente, la incoherencia entre lo que se predica públicamente y lo que se practica después no es infrecuente. En estos casos, la incoherencia entre la bandera levantada y las acciones diarias abarca no sólo al ámbito de la vida privada, algo que en teoría sólo es recriminable por los que forman parte de ella, sino que se extiende a la vida pública, a las acciones políticas que están sujetas, por tanto, al examen, a la crítica y a la censura, en su caso, del votante.

Seguramente, a todos nos vendrán a la cabeza numerosos ejemplos de incoherencia más que de lo contrario. Es realmente difícil convertir en práctica diaria lo que predicamos, pero hay un escalón más de exigencia cuando se trata de políticos porque su credibilidad radica precisamente en el cumplimiento de la palabra dada, en la coherencia entre los dichos y los hechos. Nos mueve a escándalo que un señor de “derechas”, conservador, tradicional, supuestamente firme defensor de la familia, organice y participe en orgías sexuales con menores o que se proclame defensor del derecho a la vida mientras que posee participaciones en clínicas abortistas. Y nos indigna, por ejemplo, que un señor de “izquierdas” se pegue la vida padre a costa del dinero público que iba destinado a la formación de los desempleados o al fondo para los huérfanos de la Guardia Civil.

Y cuanto más cerca tenemos al presunto político, cuanto más conocemos de sus banderías y de su trayectoria personal siempre es más fácil evidenciar las contradicciones y la incoherencia entre su bandera y su ejecutoria diaria. El poder transforma a la gente y sea bien por una necesidad de adaptación a la realidad que suele ser diferente a la imaginada en la oposición o bien por una ausencia de principios reales, es decir, por enarbolarlos sin creer en ellos con la única finalidad de alcanzar una poltrona, lo cierto es que esa “transformación” canta mucho. El izquierdista, el sindicalista convertido en patrono temporal a veces asume a la perfección su nuevo papel y olvida su compromiso con el más débil, se convierte en cacique al que rendir pleitesía. El derechista, defensor de grandilocuentes palabras, ferviente adalid de nobles principios a veces no tarda en relegarlos en el cajón del olvido para convertirse en un pragmático gestor, sin tener nociones técnicas para ello, y en un ávido defensor de lo políticamente correcto y lo particularmente lucrativo.

No se puede servir a Dios y al dinero al mismo tiempo, no se puede servir al interés general y al bolsillo particular simultáneamente, no es posible reivindicarse gris y actuar como azul, es imposible sostener indefinidamente una máscara porque siempre termina por caer. La vida en general y la política en particular exigen actitudes más nobles, más sinceras, más coherentes. Todos seremos juzgados al final por nuestras acciones, no por nuestras palabras y en política el juicio se sustancia en las urnas, que no se olvide.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 15 de febrero de 2016

Hora de Ppasar Ppágina.


No es difícil imaginar cómo se deben de sentir estos días millones de votantes del Partido Popular y miles de sus abnegados y honestos militantes con la lluvia incesante de noticias relacionadas con la corrupción que salpica a diferentes dirigentes del partido. Junto a cierta indignación, por lo que a todas luces es un tratamiento informativo sesgado y comparativamente injusto ante la sordina mediática a los escándalos socialistas tan graves o más que los del PP, la mayoría sentirá desencanto, impotencia y rabia, se sentirán engañados y defraudados por tanto comportamiento político miserable y delictivo.

He sido del Partido Popular durante 31 años hasta que la cuadrilla que dirige el PP de Alicante promovió que me expulsaran en octubre de 2013 por denunciar la corrupción y pedir la regeneración del partido. Fundé el PP en Rivas-Vaciamadrid en 1989 y fui su Presidente Local hasta 2003. He sido concejal del Partido Popular durante 12 años en tiempos muy difíciles. He sufrido insultos, desprecios, descalificaciones y amenazas por ser representante electo del Partido Popular. 

He pasado miedo, no me avergüenza decirlo, y mi familia también lo sufrió. He visto mi nombre pintado en fachadas y he padecido durante años el sectarismo y la violencia verbal de mucha gente de izquierdas en el que era mi municipio, Rivas-Vaciamadrid. He visto como se incorporaban al Partido medradores, espabilados, amigotes de los de arriba, gente sin escrúpulos y sin ideología, he visto como gracias a los “dedazos” ascendían en la estructura del Partido y hoy los veo en los titulares menos edificantes de los medios de comunicación.

No pertenezco al Partido Popular y, sin embargo, siento mucha pena e indignación ante cada una de las noticias que le salpican. Creía y sigo creyendo en unos principios y unos valores que enarbolaba el Partido Popular y es evidente que muchos dirigentes del mismo nunca han creído en ellos. Más bien los han usado y manipulado para alcanzar el poder en beneficio propio. Pensaba y pienso que todos los sacrificios y esfuerzos de tanta gente honesta y trabajadora merecían la pena para ayudar a transformar nuestra sociedad y es evidente que muchos dirigentes los han empleado para su enriquecimiento personal.

Me duele y me indigna cuando algunos aprovechan para pedir la ilegalización del Partido Popular a causa de todos los casos de corrupción que vamos conociendo día a día porque el Partido Popular no es su cúpula pusilánime, el Partido Popular no es el conjunto de cargos públicos corruptos o presuntamente corruptos que se van destapando, el Partido Popular es otra cosa. Son los cientos de miles de afiliados honestos y los miles de cargos públicos decentes a los que unos cuantos han denigrado con sus comportamientos. La corrupción no tiene un ADN político concreto, no tiene ideología. Pero si de algo adolece el Partido Popular, si hay algo que ha facilitado esta escandalosa situación, es precisamente la falta de democracia interna, unos estatutos que impiden al afiliado elegir y controlar a sus representantes. En definitiva, la ausencia de mecanismos internos de elección y de control.

Hoy por hoy, la gente de derechas o de centro derecha está más huérfana que nunca. Muchos votaron al PP el 20D con la nariz tapada. Muchos lo hicieron por miedo a los podemitas y a sus aliados y pocos con una profunda convicción moral y ética. ¿Cuántos votantes del PP el 20D pensaron que su voto iba a servir para situar, por ejemplo, a Celia Villalobos en la Vicepresidencia del Congreso?

Y frente a tanta voz oportunista dentro del propio PP, hay que decir claro que esto no se arregla con una refundación teledirigida del Partido Popular. Muchos de los dirigentes del PP tienen que seguir el ejemplo de Esperanza Aguirre y hacerse a un lado. Hoy más que nunca, España necesita un nuevo proyecto reformista, liberal y conservador que aúne voluntades, que promueva la confluencia de tantos y tantos ciudadanos comprometidos con la defensa de los principios que el PP abandonó y que hoy se encuentran muy lejos de los dictados de Génova 13. Con la pena, con los lamentos o con la decepción el centro derecha no va a ir a ningún sitio. Es hora de ”ppasar ppágina”. Hace falta ya una reacción colectiva para reconstruir un proyecto que sea capaz, desde las bases, de hacer frente a esta izquierda demagoga, revanchista y profundamente sectaria que amenaza el futuro y la propia unidad de España.

Santiago de Munck Loyola


martes, 9 de febrero de 2016

José Juan Zaplana ¿exponente de un nuevo PP?


De piedra, hoy me he quedado de piedra al leer un artículo en el Diario Información de Alicante titulado “La nueva hornada de políticos del PP siente «asco» por la corrupción y reclama primarias” (http://www.diarioinformacion.com/politica/2016/02/08/nueva-hornada-politicos-pp-siente/1725202.html). La sorpresa no obedece al titular del artículo, porque es evidente que cualquier político, nuevo o menos nuevo, tiene que sentir “asco” por la corrupción, como lo es también que cualquier demócrata apueste por la democracia interna en su organización política, sino que la mayúscula sorpresa obedece a que se califique de “nueva hornada de políticos” a algunos que llevan viviendo lustros de la política y a la inclusión entre esta supuesta nueva hornada de políticos “asqueada” y ferviente partidaria de las primarias a sujetos como José Juan Zaplana López.

Ahora que tanto se habla de “refundar” el Partido Popular de la Comunidad Valenciana e incluso de cambiar su nombre es preciso aclarar las cosas, porque da la sensación de que los promotores de estas ideas tratan de engañar, una vez más, a la gente. El PPCV no puede ni refundarse, ni cambiar de nombre si no lo hace el propio Partido Popular de España. Los promotores de estos globos sonda, los mismos que se ofrecen para hacer este supuesto cambio, mienten y lo saben. Los mismos políticos que con su pasividad y complicidad han conducido al Partido Popular a su naufragio ético y electoral no pueden ahora presentarse como sus salvadores.

Pero, volviendo al sorprendente artículo, hay que subrayar una obviedad y es que ninguno de los diez políticos citados ha llegado al puesto que ocupa por haber sido elegido por las bases del Partido Popular. Todos fueron incluidos en su día en las listas electorales gracias al “dedazo” superior, unas veces por ser “hijo de…”, otras por ser dóciles y obedientes, otras en agradecimiento a servicios prestados, alguno por su auténtica valía… pero todos tienen en común su falta de legitimidad del voto de los afiliados.

Ahora bien, hay que ser muy inocente para incluir en la categoría de “nueva hornada de políticos” a un viejo conocido como José Juan Zaplana López. Para quien no lo conozca hay que señalar que este joven de 41 años lleva en política desde los años 90. Es el prototipo de trepador de Nuevas Generaciones que, sin casi experiencia en el mundo laboral y sin titulación superior, lleva lustros viviendo de la política. Como Secretario general del PP de la Provincia de Alicante y como concejal de San Vicente del Raspeig se ha ganado a pulso fama de prepotente, de intolerante y de incompetente. Fue el promotor e impulsor de la expulsión del PP de Antonio Sobrino Ribes y de un servidor acusándonos del grave delito de promover la regeneración del Partido Popular, de pedir la dimisión de imputados y de denunciar públicamente los escándalos de corrupción que, al parecer, a él entonces no le daban ningún asco. En 2015 tuvo sus más y sus menos con Esquerra Unida que le denunció por contratar por 26.000 euros para la prestación de servicios informáticos al Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig a la empresa EICO, propiedad del valenciano Alejandro De Pedro, un amiguete suyo e imputado en la operación Púnica. José Juan Zaplana López, en un alarde de transparencia, llegó a enviar al despacho de EU a la policía para recuperar los justificantes de facturas que en el ejercicio de sus funciones como concejales de la oposición habían recabado. ¡Estilazo el de Zaplana!

Tiene su miga que se incluya a este cuarentón, a este profesional de la política, a este arribista (hoy con Luisa Pastor, mañana con su rival), entre la nueva hornada de políticos del PP  supuestamente asqueados por la corrupción y que apuestan por la regeneración. Su sola inclusión no sólo provoca risa sino que es un auténtico baldón para la credibilidad de las declaraciones del resto de la llamada “nueva hornada”.

Pero, vamos a ver, Zaplana, alma de cántaro, ¿A quién pretendes engañar? ¿No te das cuenta de que con tus antecedentes políticos no puedes ir por ahí dándotelas de regenerador, ni rasgándote las vestiduras por los casos de corrupción? ¿Cómo puedes ir ahora de regenerador si, como Secretario General del PP alicantino no has asumido responsabilidad alguna en el desastre electoral al que tú y tu jefe inmediato, José Ciscar, habéis llevado al PP de la Provincia de Alicante? ¿Cómo tienes la cara dura de apuntarte a la democracia interna y a las primarias si perseguiste con saña a los afiliados que en Alicante promovíamos el pluralismo y una candidatura regeneradora? ¿Te has olvidado de que te oponías a las elecciones a compromisarios para los congresos y defendías el reparto de los puestos entre las “familias” del PP? ¿Has olvidado tus declaraciones a la prensa apuntándote a la coartada del consenso para evitar la pluralidad de candidaturas en las elecciones de las juntas locales? ¿Has olvidado tus presiones sobre tantos y tantos posibles candidatos para que no concurrieran a las elecciones internas apelando a un falso consenso? ¿Te has olvidado, por ejemplo, de Torrevieja?

La hemeroteca te delata. No es posible olvidar que fuiste uno de los artífices de la división del PP de la ciudad de Alicante en distritos para poder poner al frente de ellos, como coordinadora de los mismos, a la Alcaldesa, Sonia Castedo, saltándote la línea roja de Fabra, sin elecciones internas ni gaitas. Recordemos: Diario Información "El PP pide apoyo a Castedo para apuntalar la nueva estructura del partido en Alicante". Según el periódico, 6-2-2013, la dirección provincial del PP solicitó a la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, su “colaboración” para poner en marcha el nuevo organigrama interno del PP de Alicante, que prevé “trocear” la ciudad en cinco ejecutivas de distrito. Hace unos días, Castedo visitó la nueva sede junto al “núcleo duro” de sus concejales. Acudieron a la cita con José Juan Zaplana, número dos de José Císcar en el PP, la propia Castedo junto al vicealcalde Andrés Llorens; el concejal Juan Seva y la portavoz municipal, Marta García-Romeu. Todo el que tiene algo que decir dentro del grupo del PP en el Ayuntamiento de Alicante estaba alrededor de la mesa, apuntan fuentes populares. ¿Objetivo del encuentro? Apuntalar la elección de las cinco nuevas ejecutivas locales con el respaldo explícito y claro del grupo de concejales alicantinos.

¿Pero de qué vas ahora? ¿Que te sientes asqueado y decepcionado? ¡Vamos, anda! ¡A otro perro con ese hueso! No se te veía tan asqueado cuando corriste a sentarte en la mesa presidencial de la cena de homenaje a Sonia Castedo cuando fue imputada por primera vez. Se te veía muy sonriente en la foto. Tampoco se te notó perturbado en tus principios cuando el instructor de nuestro expediente de expulsión (imputado posteriormente por corrupción, por cierto) señalaba por escrito y bajo el logo del PP que no se podía criticar públicamente a Sonia Castedo porque la política de Sonia Castedo era la política del PP. ¿Lo recuerdas? ¿O acaso la caída del caballo de tu súbita conversión te ha provocado amnesia? Hay que tener mucho cuajo y muy pocos principios para intentar pasar de sicario de la peor “casta” política a adalid de la renovación y la regeneración. No cuela.

Puedes disfrazarte de lo que quieras, puedes contar las milongas que te gusten, puedes mentirte y tratar de engañar a los demás, pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda. No se puede ser pirómano y a la vez bombero. Hay trayectorias políticas difíciles de borrar e imposibles de justificar salvo por la existencia de una ambición desmedida y la ausencia de otro "modus vivendi". No todo vale en política y las hemerotecas y los que aún tenemos algo de memoria siempre estaremos para recordarlo.

Santiago de Munck Loyola


viernes, 5 de febrero de 2016

Formando gobierno: España lo único que no importa.


Las dos rondas de consultas del Rey con los líderes parlamentarios que se han saldado con la designación de Pedro Sánchez, uno de los grandes perdedores de las pasadas elecciones generales, para intentar formar Gobierno han servido, entre otras cosas, para ir avanzando y conociendo las verdaderas intenciones y ambiciones de los protagonistas políticos de estos días.

No está nada fácil el panorama político. El resultado de las últimas elecciones dejó un parlamento sumamente fragmentado en el que a las tensiones del eje izquierda derecha se suman las tensiones del eje centro periferia y la formación de un nuevo gobierno depende de la combinación y el equilibrio entre ambos ejes a la vez. Algo que complica extraordinariamente el panorama es la composición política de Podemos que combina en su interior la pugna de las tensiones de ambos ejes y, por tanto, su capacidad de alcanzar acuerdos parlamentarios está fuertemente condicionada a la primacía de uno de los dos ejes en disputa. Intentar jugar con la equivalencia o el equilibrio de ambos sin una clara definición estratégica es un juego que las demás fuerzas políticas no parecen dispuestas a aceptar. O pesa más la vertiente social o lo hace la territorial, pero las dos a la vez parece difícilmente asumible por algunos de sus hipotéticos aliados de Gobierno. La duda que sí ha despejado Podemos, desde el primer momento, es que quiere sillones en la Moncloa (una Vicepresidencia y seis ministerios), que tiene decidido para quién son (el Sr. Sánchez, si alcanza la Presidencia, se los tendría que comer) y que vetan a determinados socialistas, como al Sr. Jordi Sevilla, para determinados ministerios. ¿Para hacer qué? No está muy claro lo del programa de gobierno. Ya no se sabe si se trata de un programa seudo -bolivariano, socialdemócrata danés o greco – luso. Minucias. Lo importante es pillar “cacho”.

Mariano Rajoy, pírrico ganador de las elecciones, declinó la oferta del Rey para intentar formar gobierno eludiendo así tener que someterse a una sesión de investidura para la que no le salían las cuentas. El “no es no”, sectario e intransigente, de Pedro Sánchez no abría las puertas, ni tan siquiera, para negociar una posible abstención del PSOE en la sesión de investidura para que un hipotético gobierno del PP y C’s (163 escaños) pudiera iniciar la legislatura. La única opción que le quedaba al PP para haber podido encarar esa sesión de investidura era negociar abstenciones con Podemos o los independentistas, algo absolutamente impensable. Mariano Rajoy evitó así un desgaste personal ante una sesión infructuosa pero, con ello, impidió a los españoles que pudieran conocer las contradicciones de sus adversarios y la ausencia real de una alternativa sólida basada en ideas y programas y no sólo en el reparto de poltronas.

Puestas así las cosas, el Rey encargó al “líder” socialista Pedro Sánchez que intentara someterse a la investidura para ser elegido Presidente del Gobierno. Pedro Sánchez lo estaba deseando porque sus días al frente del PSOE, tras haberle conducido a los peores resultados electorales de su historia, estaban contados. Y va a hacer todo lo posible por conformar una mayoría suficiente para ser investido, aunque después no pueda gobernar. No se trata, ni mucho menos, de la defensa de un proyecto para España, sino simplemente de una cuestión de pura supervivencia política personal. O lo consigue o los “barones” le jubilan ya. Ahora, el que se negaba a hablar con el PP con su “no es no”, quiere hablar con ellos para pedirles que se abstengan, para hacer exactamente lo mismo que él se negó a hacer y poder conformar un posible gobierno con Ciudadanos (130 escaños) o con Podemos + IU (161 escaños). Y no le faltan corifeos al Sr. Sánchez que apelan al “patriotismo” del PP para que se abstenga (no tuvieron valor para pedirle lo mismo a Sánchez) y evite así un gobierno más radical o la repetición de elecciones que, con la reciente encuesta del CIS en la mano, no augura cambios electorales positivos. Y aprovechando que al PP le ha explotado un nuevo escándalo de corrupción en Valencia, el Sr. Sánchez intenta deslegitimar al PP aún más para que pueda formar Gobierno, aunque eso sí, no lo suficiente como para no querer contar con su abstención. Pero el Sr. Sánchez, en ese juego tan hipócrita de airear la corrupción ajena y esconder la propia, olvida que mientras pretende presentarse como el Mr. Proper de la política a su partido le llueven los escándalos de corrupción, aunque la mayoría de los medios de comunicación usen sordina con ellos. 

Como bien recordaba un amigo (Juan Gayá) en la misma semana que saltaba el escándalo del PP de Valencia  se ha hecho público el informe de la Intervención de la Junta de Andalucía que cifra en 3.000 millones de euros el dinero perdido en los cursos de formación; han dimitido el Viceconsejero de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía al ser imputado en el caso de los ERES, y el Interventor General de la Junta, al tener que comparecer en una Comisión de Investigación del Parlamento sobre el fraude de los cursos de formación; anticorrupción pide prisión para el Viceconsejero socialista del gobierno de Aragón por el saqueo de 147 millones de euros; la alcaldesa socialista de Jerez ingresa en la cárcel para cumplir cuatro años y seis meses de prisión; se hace público que las empresas del ex viceconsejero de la Junta Ojeda recibieron 52 millones en subvenciones para cursos de formación; es noticia que han desaparecido de la caja del ayuntamiento socialista de Dos Hermanas 1.870.669 €, según la Cámara de Cuentas; dimite el Alcalde Socialista de Punta Umbría ( Operación Eduende) por autoconcederse ayudas para cursos de formación a una empresa de la que era administrador; anticorrupción pide al juez que cite a declarar como imputados a los ex presidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán y a los ex Consejeros Viera, Carmen Martinez Aguayo, Ávila y Zarrías; la Audiencia Nacional juzga el 2 de febrero al ex Presidente de la Caja Castilla la Mancha, el socialista Hernandez Moltó, acusado de un delito societario al falsear las cuentas de dicha entidad a la que el Estado tuvo que aportar 9.000 millones de € para su rescate. El PSOE tiene abiertas 264 causas judiciales por corrupción. Más que el PP. Este hecho no puede servir de ninguna manera para justificar lo que ha hecho gente del PP y ni la pasividad y lentitud de este partido para atajar el problema. Pero es indudable que el Sr. Sánchez debe buscarse otro argumento, ser más sincero y honesto para alcanzar cierta credibilidad a la hora de justificar por qué con el PP ni agua. Porque si la justificación es la corrupción ajena, también el PSOE es merecedor de un cordón sanitario.

Durante las próximas semanas se irán despejando muchas incógnitas. Descartados desde el primer día el patriotismo de muchos, la responsabilidad política, el sentido de Estado y el espíritu de consenso ante una de las situaciones más extraordinaria y peligrosa para la supervivencia de España como Nación hay poco margen para la esperanza. La vieja clase política y la nueva se están fundiendo en una misma cosa y las consecuencias de ello las pagaremos, una vez más, todos los ciudadanos.



Santiago de Munck Loyola 

viernes, 29 de enero de 2016

La hipoteca valenciana de Rajoy y cía.


El afloramiento de parte de la escandalosa trama de corrupción organizada en torno al Partido Popular de la Comunidad Valenciana no podía haberse producido en peor momento para las aspiraciones de los populares de seguir en el Gobierno mediante acuerdos con otras formaciones políticas. Son muchos años seguidos de corrupción política y económica como para que al final no terminase por explotar la olla en la cara de los dirigentes nacionales del Partido Popular. A la trama Gürtel, hay que sumar ahora el asunto de Aquamed y el del Sr. Rus y su cuadrilla. Y no se trata sólo de que algunos desaprensivos utilizasen el poder para llenarse los bolsillos a costa de los contribuyentes, sino que, además, lo utilizaban para financiar al propio partido que los había encumbrado, sin el aval de los militantes, a esos puestos de poder. Muchos lo sabían y callaban. Muchísimos lo sospechaban, y salvo denuncias aisladas, también callaban. Y es que cuando un partido prescinde de la voluntad de sus afiliados a la hora de seleccionar a sus cargos públicos, cuando una maquinaria partidista endogámica y pesetera se nutre y nutre en parte a las instituciones públicas de amigotes, familiares, chulos, golfos, indocumentados, advenedizos, medradores e incompetentes pasa lo que pasa. No es un secreto que muchos han usado los cargos públicos para su beneficio personal y también para el beneficio político de la cúpula del Partido Popular. De lo primero estamos viendo estos días un pequeño botón de muestra. De lo segundo, se pudo ver y comprobar cómo se usaron los presupuestos de la Generalidad Valenciana para presionar a Alcaldes y Concejales populares para que avalasen la candidatura de Rajoy en 2008.

Señalan algunos medios de comunicación que en Génova están sorprendidos y escandalizados por las noticias que están apareciendo estos días sobre la corrupción en el PPCV. Pues será porque quieren o será una simple y obligada pose porque lo cierto es que mientras el PPCV era poderoso y aportaba avales y votos ignoraron, hasta la vulneración de sus propios estatutos, las denuncias y las firmas que algunos militantes de la Provincia de Alicante les hicimos llegar. Es más, la Secretaria General, Mª Dolores de Cospedal, ni siquiera se dignó a contestar a los escritos en los que se denunciaba la falta de democracia interna del PP alicantino, la mala imagen del mismo y la necesidad de una profunda regeneración. Y cuando un pequeño grupo de militantes iniciamos un modesto movimiento en pro de la regeneración, cuando pedimos el examen de las cuentas electorales alicantinas del 2007 y 2011 y fuimos fulminantemente expulsados del PP, tras un expediente instruido por un diputado imputado por corrupción, ni siquiera tuvo la decencia de contestar a nuestro recurso el Comité Nacional de Garantías del Partido Popular del Sr. Rajoy. En Génova, desde el Presidente Nacional, pasando por la Secretaria General hasta la última secretaría, sabían o debían saber, porque denuncias no les faltaban, que algo olía a podrido en el PPCV y en el PP de Alicante. Así que ahora mejor que no se hagan los sorprendidos, que los demás no somos tontos. No tocaron al PPCV porque tenían una deuda política con él.

Los populares presumen de que a lo largo de la pasada legislatura aprobaron decenas de iniciativas para combatir la corrupción. Pero olvidaron lo básico: empezar por limpiar su propia casa. Como señalaba hace poco un periódico basta recordar que la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno fue defendida en el Congreso  por Pedro Gómez de la Serna, que ahora tiene una causa abierta en la Audiencia Nacional por cobrar comisiones ilegales presuntamente a empresas españolas para hacer negocios en el extranjero. Este señor dijo entonces desde la tribuna del Congreso: "con las 70 medidas que este Gobierno ha puesto en marcha habrá mucha menos corrupción en España de la que hubo después de que ustedes dejaran el Gobierno. No se trata señorías del y tú más, no se trata de ver qué partido ha padecido y ha sufrido más bochorno por hechos relacionados con la corrupción, pero sí se trata de ver quién cuando llega a las responsabilidades del Gobierno ha hecho más por combatirla. Y en ese tema, señores del Partido Socialista, lo digo con toda humildad, no nos llegan ustedes ni a la suela del zapato". Y se quedó tan fresco.

La corrupción no es un fenómeno exclusivo de gente del PP, ni ADN ni gaitas. Y, si no, que se lo digan a los socialistas y a los sindicatos de los ERES, a los convergentes catalanes y sus pujoles o a los nacionalistas vascos con el caso “De Miguel”. Pero es evidente que cúpula del PP no ha sabido ni querido reaccionar a tiempo en los casos que afectan al partido y que no ha dado ni un solo paso para democratizar internamente al partido y, con ello, legitimar el acceso y el control por las bases de sus militantes a los cargos públicos. Por negligencia y por omisión la cúpula del Partido Popular está tocada por estos casos de corrupción. Y deberá rendir cuenta por ello y, consecuentemente, por poner a España en una difícil situación de gobernabilidad.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 27 de enero de 2016

¿Cambio o timo?


Pasados ya seis meses de las elecciones municipales bien se puede ir esbozando un pequeño balance del cambio de gobierno producido en tantos y tantos ayuntamientos españoles. En mayo de 2015 muchos vecinos decidieron con su voto jubilar a partidos que llevaban años gobernando sus ayuntamientos y dar una oportunidad a otros que representaban un cambio de políticas y parecían satisfacer mejor las aspiraciones vecinales. En muchos municipios los vecinos apostaron por el cambio, a veces a través de dos o tres formaciones políticas diferentes que se vieron en la necesidad de llegar a acuerdos para poder formar los nuevos gobiernos municipales. Los Gobiernos de los perdedores. Es indudable que cuanto más pequeño es un municipio más fácil parece, salvo desencuentros familiares que tienen su peso en las localidades pequeñas, llegar a acuerdos de gobierno por encima de las divisiones ideológicas. Se suele anteponer el interés del pueblo a la política partidista y suele funcionar. Por ello, no es infrecuente encontrar ayuntamientos regidos por coaliciones variopintas que elevadas al ámbito nacional serían impensables.

En no pocos casos, esos deseos de cambio se están viendo frustrados por las actitudes y aptitudes de los nuevos gobiernos municipales. Muchos nuevos gobernantes han aterrizado en sus ayuntamientos haciendo gala de una escasa formación intelectual, de un pasmoso desconocimiento de la realidad de las instituciones que gobiernan y de su propio pueblo. Otros deben creer que el hecho de haber pasado la reválida de las urnas les confiere conocimientos técnicos suficientes, que por cierto se tardan años en ser adquiridos a través de estudios universitarios o de la experiencia, y se meten directamente a gestionar la cosa pública prescindiendo de la legalidad y hasta del sentido común. Al éxito electoral reciente le suele acompañar cierta soberbia y un peligroso exceso de confianza cuando lo que debería primar en su nueva singladura política es la humildad, la capacidad de escucha, el esfuerzo por sumar y por aprender para servir mejor a todos los vecinos y no solo a unos pocos. La sed de revancha, la desconfianza partidista y la altivez no son nunca buenas compañías y menos aún en los momentos iniciales porque marcarán una senda difícil de abandonar.

Muchos gobiernos municipales han perdido unos meses preciosos en los que deberían haber sentado los cimientos de un auténtico programa de cambio para toda la legislatura en, desde una perspectiva interna, reorganizar la administración a su gusto, sin criterios técnicos sino partidistas, en fiscalizar o perseguir (caza de brujas) a los empleados sospechosos de no ser adictos (en un pueblo se conoce todo el mundo), y, desde una perspectiva externa, en realizar gestos de cara a la galería que plasmen el cambio producido, es decir, mucho ruido y pocas nueces. Apelan a la herencia recibida para ir preparando al personal del previsible incumplimiento de sus promesas, intentan con esa supuesta herencia chantajear a la oposición para que no ejerza sus funciones y exhiben gestos (el uso de bicicletas, por ejemplo) o publicitan grandes logros (el cambio de nombre de calles) como ejemplos evidentes de que el cambio ha llegado. Y en no pocos lugares el supuesto cambio se ha traducido de forma inmediata en la colocación de amigos y familiares dentro y fuera de los ayuntamientos (“ya nos tocaba” dicen).

Seis meses deberían haber dado para mucho más. El supuesto cambio está empezando a ser más que decepcionante. El cambio profundo de políticas que tantos millones de ciudadanos respaldaron en las últimas elecciones municipales está, de momento, limitándose a un cambio de caras, de estilo, de proveedores o de discurso, muy plañidero por cierto. Y poco más. Desgraciadamente el cambio no se ha traducido en muchas localidades en el abandono y destierro de prácticas sectarias, en voluntad de integración, en vocación de servicio comunal o en la simple profesionalización de la administración para ponerla realmente al servicio de toda la ciudadanía. Muchos nuevos responsables siguen pensando que han sido elegidos para gestionar (algo para lo que no están preparados, ni tienen por qué estarlo) y olvidan que para lo que han sido elegidos es para hacer política, la política en la que sus vecinos han creído. Repiten los errores de sus antecesores y acabarán como ellos, sin duda.

Una sociedad como la nuestra, con tantos problemas pendientes de resolver necesita que también sus ayuntamientos se regeneren, algo imposible de conseguir sin voluntad política para ello. Nuestros Ayuntamientos, la administración pública más cercana al ciudadano, necesitan ese cambio real, no sólo de caras. Y es cierto que no todos los políticos son iguales pero cuando alcanzan el poder ¿a que se parecen?

Santiago de Munck Loyola