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sábado, 10 de octubre de 2015

El 9 de octubre y Alicante.


Se acaba de celebrar, con más pena que gloria, al menos en Alicante, la festividad de la Comunidad Valenciana. Tanto los preparativos de la festividad,  como su propio desarrollo no han estado exentos de polémica. Era la primera vez que se desarrollaba bajo la presidencia del tripartito que gobierna la Generalidad Valenciana y esta circunstancia no es posible desmarcarla de algunos gestos y actitudes del nuevo gobierno que caracterizan claramente su perfil identitario. Gestos y actitudes sectarias entre las que está el deseo manifestado por algunos de modificar la letra del Himno regional (al parecer molesta lo de “ofrendar nuevas glorias a España”), la puesta en cuestión de la educación en castellano, el traslado en Alicante del monumento al soldado, la supresión de la interpretación del Himno de España en determinadas festividades, la eliminación del tradicional Te Deum en los actos oficiales del 9 de octubre o la eliminación de la bandera de España en las fiestas de algunas localidades gobernadas ahora por miembros del tripartito. La propia publicidad institucional de la Generalidad Valenciana sobre la propia fiesta del 9 de octubre se ha realizado casi exclusivamente en valenciano, manifestando así  un desprecio absoluto de este gobierno tripartito hacia los ciudadanos castellano-parlantes, ampliamente mayoritarios en la Provincia de Alicante, al menos.

Esta fiesta oficial no parece que cuente en nuestra provincia con mucho fervor popular y su arraigo es prácticamente nulo. Lo cierto es que el 9 de octubre se conmemora la entrada del Rey Jaime I en la ciudad de Valencia en 1238. Este acontecimiento histórico de carácter localista fue elevado incomprensiblemente a la categoría de celebración oficial e institucional para toda la comunidad autónoma y el origen de esta decisión se encuentra en el Plenario de Parlamentarios que en 1976 proclamó el 9 de octubre como Día Nacional del País Valenciano, nada menos, y que más tarde fue ratificado con la puesta en marcha de la Comunidad Autónoma.

No está de más recordar que si el 9 de octubre de 1238 las tropas cristianas, en este caso del Reino de Aragón, tomaron la ciudad de Valencia, el 4 de diciembre de 1248 (festividad de Santa Bárbara), diez años después, las tropas cristianas, en este caso del Reino de Castilla, dirigidas por el infante Alfonso, futuro Alfonso X el Sabio, tomaron la ciudad de Alicante.  Y ello fue así porque Alicante pertenecía a la zona de expansión castellana en virtud del Tratado suscrito en 1179 entre Alfonso VII de Castilla y Alfonso II de Aragón que había fijado la frontera meridional de Aragón en la línea que une Biar, Castalla, Jijona y Calpe.

Si el aniversario de la toma de la ciudad de Valencia se convirtió en la fiesta oficial de toda la Comunidad Valenciana por criterios exclusivamente políticos, nada debería impedir que por motivos también políticos, la defensa de Alicante y la reivindicación de su singularidad e identidad, se conmemore por todo lo alto el 4 de diciembre el aniversario de la toma de Alicante por las tropas cristianas, un hecho histórico más trascendente e importante para los alicantinos que la toma de Valencia. La defensa de los intereses de la Provincia de Alicante, la lucha contra su discriminación por parte de la Generalidad Valenciana y la exigencia del puesto que le corresponde pasa también por la recuperación de su memoria y de sus propis símbolos de identidad.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 7 de octubre de 2015

Más Alicante, más España.


Lo que hasta hace poco era solo una conjetura, se convirtió en certeza hace unos días cuando el Presidente Rajoy anunció en una entrevista televisiva, y no en un formato más solemne, que las elecciones generales serán el próximo 20 de diciembre. Nos esperan dos meses moviditos con toda la coctelería propia de unos comicios de esta naturaleza. Encuestas, alianzas, traiciones, discursos, promesas, videos, hasta acabar con la paciencia del Santo Job. Es inevitable y hasta puede llegar a ser entretenido.

Sea como fuere es evidente que nos jugamos los próximos cuatro años. Los grandes nos venden ya que sólo hay una alternativa: o el PP o el PSOE y que el resto sólo serán meros comparsas, votos inútiles que terminarán respaldando o al PP o al PSOE. Pero todo parece indicar que la fragmentación del voto de la izquierda también se ha instalado en el campo de la derecha. La hegemonía absoluta popular parece que ha llegado a su fin más por deméritos propios que por méritos de los adversarios unidos en esa estupidez del “todos contra el PP”. Pero la política y las políticas no se reducen al blanco o al negro, al conmigo o contra mi. Hay y debe haber una amplia gama de posiciones y sensibilidades políticas que están esperando su oportunidad electoral y cuya presencia política contribuye a enriquecer la pluralidad y, por consiguiente, las posibilidades de elección de los votantes.

En la Comunidad Valenciana y en nuestra Provincia de Alicante, los resultados electorales de las últimas elecciones autonómicas y municipales nos permiten extraer algunas conclusiones ya y prever lo que puede ocurrir en las elecciones generales. Hay que destacar que el PP, tras su derrumbamiento en nuestras tierras, ha sido incapaz de depurar responsabilidades y de rectificar sus errores. Por ello va a concurrir a las próximas generales con el mismo plantel de personajes que, en Alicante por ejemplo, han sido los culpables de una mala gestión y de haber traicionado a su electorado. A más de uno lo veremos en las próximas listas si sale vivo del actual navajeo por entrar en ellas. Esas listas las deciden en Madrid, no lo olvidemos.

El PSOE ha demostrado que le vale cualquier compañero de viaje con tal de hacerse con el poder. Da igual que se trate de podemitas, de catalanistas o de riveristas. Por ello no es de extrañar que algunas consecuencias de esa promiscuidad política se empiecen a notar en Alicante y eso que no han hecho más que empezar su andadura. Han empezado por los símbolos y terminarán por y con las arcas públicas que ya el PP dejó tiritando. Ya han puesto en cuestión el futuro del español en la educación, como lo han hecho con la persecución de los símbolos identitarios españoles en las fiestas patronales de distintas localidades y algunos de sus socios de gobierno en Valencia se muestran abiertamente favorables a las tesis independentistas y anexionistas de los separatistas catalanes.

Por su parte, Ciudadanos, los riveristas, un partido que se autodefine de centro izquierda y que en Alicante se ha nutrido de cuadros ripollistas y zaplanistas, pretende ir de detergente blanqueador de la política. Es curioso, participan en las elecciones pero no se quieren “pringar” entrando en gobiernos y se nutren de votos de centro derecha para en muchos casos favorecer a la izquierda. ¿Cabe mayor corrupción política?

Pero ninguno de estos partidos políticos pone al frente de sus propuestas a la Provincia de Alicante, a las necesidades de su gente. Alicante corre el riesgo, una vez más, de ser una simple pieza del tablero electoral en la que se disputan unos cuantos diputados para sumar a la causa de Rajoy o de Pedro Sánchez. Así ha sido elección tras elección: una competencia entre partidos y no una competencia por nuestra Provincia.

Es hora de que Alicante gane. Es hora de denunciar con toda la fuerza posible su histórica discriminación por parte del Estado y de Valencia. Es hora de exigir y cobrar la deuda histórica de Alicante y de reclamar para la provincia un nuevo papel, acorde a su peso e importancia, en el encaje del Estado de las Autonomías. Es hora de iniciar un nuevo camino por el que en Esperanza Ciudadana hemos apostado, porque creemos en la capacidad de nuestra provincia y porque sabemos que más Alicante es más España.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 5 de octubre de 2015

Los refugiados sirios.


A pesar de que la guerra civil en Siria lleva más de cuatro años desarrollándose, a pesar que ha originado más de 220.000 muertos y más de 4.000.000 de refugiados hasta hace poco ha permanecido en un segundo plano entre las prioridades informativas de los medios de comunicación europeos y, por tanto, entre las preocupaciones de los ciudadanos occidentales. Cerca de cuatro millones de refugiados sirios se hacinan en campamentos miserables en los países limítrofes, Turquía, Líbano, Jordania e Irak, y cientos de miles están intentando entrar desesperadamente en Europa.

Las grandes potencias, al contrario de lo que algunos puedan pensar, no han permanecido ajenas a esta guerra civil. Han contribuido a su desarrollo apoyando a las distintas facciones enfrentadas. De una parte Rusia o Irán, por ejemplo, han venido prestando ayuda al régimen de Bashar al-Asad y los Estados Unidos y algunos países occidentales lo han hecho a los grupos armados opositores. Han estado echando leña al fuego durante estos últimos cuatro años pero no han movido un dedo para acabar con el enfrentamiento armado y con el tremendo drama humanitario que éste ha causado entre la población civil siria.

La entrada en el conflicto de los terroristas de ISIS, el llamado Estado Islámico, hace más de un año supuso una alarma para algunos, sobre todo por la impúdica exhibición de sus brutales métodos de exterminio. 

Sin embargo, la difusión de las imágenes en las que decapitaban a rehenes extranjeros, en las que degollaban a decenas de cristianos junto a una playa en el mediterráneo o junto a una cuneta, en las que arrojaban a un joven acusado de ser homosexual desde lo alto de un edificio, en las que degollaban y crucificaban a niños y a sus madres por ser cristianos a duras penas lograron movilizar a las conciencias occidentales ni, por supuesto, a los dirigentes de nuestros países. Y ya había millones de refugiados.

La fotografía de un niño ahogado en la playa, el pequeño Aylán, lo ha cambiado todo. Y no, no es el primer niño que huye del horror o de la miseria que muere ahogado en el Mediterráneo. Decenas o quizás centenares han muerto ahogados durante las últimas décadas al intentar pasar de África a nuestra rica Europa, al intentar de escapar de la miseria, del hambre o de la violencia. Y, sin embargo, pocos son los que se han ocupado de ellos, pocos son los que se han hecho eco en sus portadas de esos dramas. ¿Por qué ahora sí y no hace un año o cinco? No será por falta de imágenes desgarradoras.

Es imposible sustraerse a la sospecha de que este cambio de rumbo informativo y por consiguiente de movilización de las conciencias de los ciudadanos occidentales está orquestado. No parece casual. No parece casual que coincida con la llegada a las fronteras de los países occidentales de cientos de miles de ciudadanos sirios que, pese a cuatro años de conflicto, no habían logrado llegar y ahora sí. ¿Por qué se golpea ahora a las conciencias y a la solidaridad de los europeos y no hace uno o dos años? ¿Por qué se apela a la solidaridad con los refugiados sirios y no se ha hecho lo mismo con los libios, senegaleses o congoleños?

Sean las razones que hubiere detrás de esta “espontánea” movilización de solidaridad con los refugiados sirios es indudable que no es posible ignorar el problema humanitario existente en las propias fronteras de la Unión Europea. Ni por principios ni por tradición cultural o religiosa podemos los europeos cerrar los ojos. Tenemos la obligación de prestar nuestra ayuda ante lo que constituye una emergencia humanitaria, pero también es cierto que debemos hacerlo con coherencia y con prudencia, huyendo de demagogias y actitudes supuestamente “buenistas”. Y no puede ser de otra forma porque sabemos que estamos ante un feroz enemigo cuyos brutales métodos conocemos y que ha anunciado en repetidas ocasiones su intención de utilizar el drama de los refugiados para golpear en el corazón de Europa. Prestar ayuda humanitaria a los refugiados es una obligación moral, pero también lo es adoptar las medidas necesarias para proteger la seguridad e integridad de nuestras sociedades. Hemos visto cientos de imágenes de mujeres y niños intentando llegar a Europa y junto a ellos muchos hombres acompañándoles. Ahora que se empieza a plantear la posibilidad de intervenciones armadas de las potencias occidentales para acabar con la guerra civil en Siria no parece que tenga mucho sentido que puedan morir nuestros jóvenes militares mientras que los sirios que se han refugiado en Europa permanecen aquí como espectadores. Puede que sea políticamente incorrecto plantearlo, pero es lo que dicta el sentido común.

Santiago de Munck Loyola



martes, 29 de septiembre de 2015

Menos para Mas.


Lo bueno de los escrutinios de cualquier proceso electoral es su capacidad de poner de acuerdo, por una vez, a todos los partidos políticos que participan en el mismo. Bueno, maticemos, a casi todos. A la hora de hacer balance parece que todos han ganado las elecciones, todos están casi satisfechos y algunos, incluso, eufóricos aunque la realidad sea bien distinta.

Buen ejemplo de ello han sido las últimas elecciones autonómicas de Cataluña. Y es que el que no se consuela es porque no quiere. Y el que bate todas las marcas es el Sr. Arturo Más. ¡Qué lince! Venga a adelantar elecciones y, con ello, a liquidar a su propio partido político, Convergencia Democrática de Cataluña. Por si no fuera poco tener las sedes del partido embargadas encima menos diputados autonómicos. En 2010 tenían los convergentes 62 escaños, en 2012 bajaron a 50 y ahora tras el 27-S se han quedado en 29 escaños. Un fenómeno Arturito. Si se aplicase con el mismo esmero a rebajar la deuda pública catalana otro gallo cantaría.

Otros que parece que andan muy contentos son los de Esquerra Republicana a pesar de que han pasado de tener 21 diputados obtenidos en el 2012 a quedarse en 18 escaños. Para aclararnos, en 2012 la suma de diputados de ERC y Convergencia era de 71 y tras el 27-S es de 47. Todo un logro. Así que a los 29 escaños de CDC y a los 18 de ERC hay que sumar los 13 de independientes y 2 de dos minipartidos para completar los 62 que ha obtenido la candidatura independentista de Juntos por el Sí. Es lo que se dice hacer un pan como unas ostias.

No importa. Echan las campanas al vuelo porque sumando los 10 de la CUP, independentistas, llegan a los 72 escaños y parecen olvidar que en 2012 la suma de Convergencia, ERC y la CUP era de 74 escaños. Si eso no significa que hay ahora menos diputados independentistas que hace tres años que venga Dios y lo vea.

Los socialistas también andan más contentos que unas castañuelas. Pensaban, y así lo decían las encuestas, que se iban a pegar un batacazo por la irrupción de los podemitas y, al final, solo han perdido cuatro escaños, pasando de 20 a 16. Exitazo. Ya se ven en la Moncloa pactando, si hace falta, hasta con el diablo, con o sin coleta.

¿Y los podemitas? Parece que el Sr. Pablo Iglesias no anda muy satisfecho. Han obtenido 11 escaños pero lo cierto es que pese a haber fagocitado a la versión catalana de Izquierda Unida, los podemitas no han sido capaces de alcanzar los 13 escaños que aquellos obtuvieron en 2012. La digestión ha debido ser demasiado pesada para tan escaso cuerpo político.

Por su lado, los populares son, dígase lo que se diga, otros de los grandes perdedores de la jornada electoral. Pasan de 19 a 11 escaños. Con todo, las encuestas les habían otorgado un pronóstico de 4 o 5 escaños. Algún motivo de consuelo les queda a algunos.

Y si hay alguien que sí ha triunfado el 27-S es Ciudadanos, un partido de centro izquierda que ha sabido atraer el voto del centro derecha español en Cataluña. Se ha erigido como referente de unidad para muchos ciudadanos que no han querido revalidar su confianza en un Partido Popular cada vez más enrocado en sus posiciones.

Tras tanto ruido, pocas nueces. Poco ha cambiado en el panorama político catalán (respecto al eje independencia – no independencia) en relación a las elecciones autonómicas de hace tres años. Hay 2 diputados independentistas menos y el independentismo no alcanza el 50 % de los votantes. ¡Qué casualidad, le falta el 3%!

Lo que sí ha cambiado es la distribución del voto en el centro derecha catalán al producirse un importante trasvase de votos populares hacia un partido de centro izquierda como es Ciudadanos. Y ello puede ser especialmente significativo de cara a las próximas elecciones generales.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 23 de septiembre de 2015

La hora de Alicante.


Quedan tres meses para la celebración de las próximas elecciones generales que decidirán el futuro de nuestra nación. Todos los partidos están ya sumergidos en los preparativos para esa cita, se suceden los contactos entre distintas fuerzas políticas afines para la constitución de coaliciones o acuerdos y en todos se aprecian movimientos personales para situarse bien en la confección de las listas al Congreso y al Senado.

Serán sin duda unas elecciones cruciales y todas las posibilidades, hoy por hoy, están abiertas. El bipartidismo pasa por uno de los momentos más bajos de su historia. Las nuevas fuerzas emergentes como Ciudadanos o Podemos parece que, si hay que creerse las encuestas, han frenado su ascenso. Izquierda Unida anda mendigando un hueco en las listas de Podemos. UPyD no parece levantar cabeza y Vox no logra recuperarse para rozar  ni siquiera los resultados de las últimas elecciones europeas. Los votantes indecisos y los abstencionistas declarados constituyen, hoy por hoy, la primera fuerza política de España. Y del resultado de las elecciones autonómicas catalanas del próximo 27 de septiembre dependerán también muchas cosas de cara a las elecciones generales.

El centro derecha anda más descompuesto que nunca. El Partido Popular, su principal representante, ha decidido taparse sus vergüenzas envolviéndose en la bandera del miedo a los gritos de “que vienen los rojos” o “nosotros o el caos”. Agitación del miedo, cambios estéticos, nuevas caras pero todo sin acometer realmente su problema principal, la falta de regeneración democrática.

Así las cosas, con ser muy importantes estas elecciones para el conjunto de España, lo son especialmente para la Provincia de Alicante. Una gran parte de los ciudadanos de la Provincia somos conscientes de que tanto el Estado como la Generalidad Valenciana no nos tratan con justicia. La mayoría tiene la sensación de que Alicante recibe menos de lo que le corresponde pero, hasta ahora, hemos sido incapaces de transformar esa sensación de injusticia en una acción política reivindicativa. Unos y otros han usado el maltrato a Alicante como simple arma dialéctica según estuviesen en el gobierno o en la oposición, pero no han sido capaces de plantar cara donde hiciese falta practicando un alicantinismo que rebasase el puro folclore. Solo hay que ver el cinismo de quien era vicepresidente del Consejo de la Generalidad, Sr. Ciscar, al ponerse a enarbolar la defensa de nuestra provincia a la semana de cesar en su cargo.

Por ello, estas elecciones generales representan una oportunidad histórica para nuestra provincia, para practicar el alicantinismo como acción reivindicativa de los derechos y oportunidades que nos han quitado. Los datos y las cifras son incontestables, tenemos peor sanidad, peor educación, peores servicios sociales y peores infraestructuras que la medida española, siendo la quinta provincia por población y por PIB. El Estado y la Generalidad Valenciana tienen una deuda histórica (económica) con nuestra Provincia y cuyo pago debe ser exigido con firmeza.

A pesar de los localismos que tanto pesan en muchos de nuestros pueblos, Esperanza Ciudadana, único partido provincial, ha realizado un llamamiento por escrito a otras fuerzas políticas para construir esa alternativa netamente alicantina que, desde la más absoluta lealtad a España, defienda a nuestros conciudadanos en el parlamento español. Es la hora de la generosidad política, de la amplitud de miras, del compromiso con la gente de nuestra tierra y de superar miedos y recelos. Alicante puede y debe tener voz propia en Madrid. Y sería suicida esperar a que los de siempre, los que deben su sillón a los de arriba, se decidan a defender a todos los alicantinos. Nunca lo han hecho.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 21 de septiembre de 2015

Esperanza Ciudadana de Monforte del Cid ha presentado una Moción para que los circos con animales sean prohibidos en el Municipio.

   NOTA DE PRENSA.            21-9-2015.

Esperanza Ciudadana de Monforte del Cid ha presentado una Moción para que los circos con animales sean prohibidos en el Municipio.

El pasado 17 de septiembre, Esperanza Ciudadana de Monforte del Cid presentó en el Registro Municipal una Moción para que sea incluida en el próximo Pleno ordinario con el fin de que en Monforte del Cid se prohíba la instalación de circos que usen en sus espectáculos animales salvajes.

Con ello se pretende por una parte concienciar al conjunto de la población y especialmente a los más pequeños del maltrato que en gran número de casos padecen los animales salvajes para actuar en los espectáculos circenses y de otra incorporar a Monforte del Cid a la red de municipios españoles que ya han adoptado iniciativas similares a favor de la calidad de vida de los animales salvajes en cautividad.


Igualmente, en la moción presentada por Esperanza Ciudadana se insta a que la Generalidad Valenciana a que adopte medidas similares en el ámbito de sus competencias.