Tras asistir la semana pasada a
uno de los espectáculos parlamentarios más bochornosos de los últimos tiempos,
la no convalidación en el pleno del Congreso del real decreto ley que regula la
liberalización de los estibadores que había
aprobado el consejo de ministros del 24 de febrero, hoy se han reanudado las
conversaciones en la mesa de negociación entre sindicatos, patronal y Gobierno.
Y sí, lo de la semana pasada fue
un espectáculo bochornoso por parte de todos los partidos. De una parte un
Gobierno débil que lleva a convalidar al Congreso un decreto con dos años de
retraso. Un decreto que debía y podía haber aprobado cuando gozaba de mayoría
absoluta para dar cumplimiento a una sentencia del Tribunal Superior de
Justicia de la Unión Europea de 11 de diciembre de 2014 y que obligaba a España
a liberalizar el sector portuario para acabar con una legislación que impide
que las empresas estibadoras puedan contratar libremente a sus trabajadores,
permitiendo, además, la entrada de estibadores de la Unión Europea en el
mercado español.
De otra parte, una oposición que
rechaza la convalidación de un decreto sin más objetivo que dar una patada al
gobierno, pero en el trasero de todos los españoles. Lo que hicieron las
llamadas fuerzas de progreso o del cambio fue, ni más ni menos, que apoyar a un
monopolio laboral, a una casta privilegiada y bastante machista, por cierto,
que se empeña en mantener unos privilegios económicos y sociales impensables
para el resto de los trabajadores españoles. El rechazo al decreto supuso
apostar por la continuidad de un sistema de contratación cerrado a la libertad
de contratación y de circulación de trabajadores de la UE, así como apoyar la
consiguiente falta de competitividad de nuestros puertos cuyos costes de carga
y descarga son los más elevados de Europa. Y todo ello a costa del bolsillo del
contribuyente. Y para guinda del pastel, la abstención de Ciudadanos que a
pesar de haber comprometido con anterioridad su apoyo a la convalidación del decreto
finalmente optó por no mojarse para evitar salpicarse en una derrota
parlamentaria y, todo ello, a pesar de que seguramente este partido no comulga
con actual sistema portuario.
Pero si bochornoso fue el
espectáculo parlamentario con esa demostración plenaria de falta de patriotismo
y de absoluto desprecio por el interés general, menos edificante es comprobar
la ligereza con la que nuestros políticos manejan el dinero de todos los
contribuyentes. A unos les importa muy poco que España deba pagar 134.000 euros
diarios de multa por no liberalizar el sector de los estibadores portuarios y a
otros parece que les importa también muy poco el agravio comparativo y el
desprecio al contribuyente que conlleva realizar ofertas increíbles a la casta
de los estibadores con tal de que no hagan huelga y paralicen los puertos
españoles. Todos disparan con pólvora del rey. Y los demás a pagar.
Es moralmente inaceptable que el
Gobierno, y con él la oposición, negocie y ofrezca a este colectivo auténticos
privilegios absolutamente inalcanzables para el resto de los ciudadanos
españoles: Un plan de prejubilaciones
voluntarias al para los trabajadores que tengan al menos 50 años de edad, que
se retirarán con el 70% del sueldo medio que hayan percibido por todos los
conceptos de retribución en los seis meses anteriores a su baja (hay que
recordar que el sueldo medio en este colectivo supera los 65.000 euros anuales)
o la garantía de mantenimiento del empleo del colectivo de 6.150 estibadores.
Que los estibadores luchen por el
mantenimiento de su privilegiada situación es comprensible y lógico. Pero no lo
es que nuestra clase política ofrezca mantener, en contra de la legislación
europea, una situación de privilegio que no está al alcance del resto de los
ciudadanos y que cargue su coste precisamente sobre ellos. Gobierno y oposición
merecen un rotundo suspenso por su actuación irresponsable en la gestión de
este conflicto.
Santiago de Munck Loyola