Terminan por fin los 15 días de
campaña electoral. Lo cierto es que no hemos oído hablar mucho de las
soluciones que los distintos partidos políticos ofrecen para acabar con los
principales problemas que nos afectan a los ciudadanos. Y, sin embargo, nos han
hartado con sus líneas rojas, con los posibles pactos de unos con otros, con sus
vetos y sus “sorpassos”. Hemos visto un poco de todo, como casi siempre, aunque
con algo más de participación de los candidatos en diferentes programas
televisivos. Y como era de esperar, a dos días del cierre de la campaña un
supuesto escándalo que afecta, como no, al PP con las grabaciones ilegales
efectuadas al Ministro del Interior y al jefe de la Oficina contra el Fraude de
la Generalidad Catalana. ¡Hala! A rasgarse las vestiduras los adversarios, a
competir por quien se indigna más y quien pide responsabilidades por unos
hechos que, la verdad sea dicha, no parecen ni graves, ni delictivos. Pero
quien se ha llevado la palma ha sido el independentista Junqueras llegando a
hablar de “Gal mediático” y lo ha llegado a comparar con los atentados del
11-M.
¿Pero de qué va este tipejo? Este
sujeto ha llegado a afirmar que “Tenemos
que protegernos contra estos criminales contra la ética y la moral. Unos
ataques que no apelan a un partido, ni siquiera a una opción política, como el
independentismo, sino a todos los demócratas. Y estamos a días de poder cambiar
esta situación en las urnas”, añadiendo que los independentistas tienen que “acabar con este Estado y dotarnos de uno
nuevo, limpio y donde esto no ocurra”. Pero ¡qué jeta!
Para criminales, Sr. Junqueras,
los que se saltan continuamente la ley, el orden constitucional, para reventar
el Estado; los que durante décadas al grito de “España nos roba” han estado
saqueando las arcas públicas y extorsionando a los empresarios y a quien se
pusiera por delante con su famoso 3%; los que han venido viviendo en ese famoso
“oasis catalán”, oasis mediático comprado con el dinero de los contribuyentes
que les ha venido garantizando la impunidad informativa mientras al amparo de
comisiones y latrocinios alimentaban al monstruo independentista; los que
falsean la historia y los que han venido cultivando hasta en el último rincón
de Cataluña el odio a España y a los españoles, abonando el enfrentamiento y la
fractura de la convivencia; los que conociendo la existencia de la extorsión
institucionalizada del 3% o más han callado y consentido; los que se envuelven
en la bandera catalana cada vez que son objeto de críticas o de denuncias por
la corrupción generalizada en su región. La obligación de un Ministro de
interior pasa, entre otras cosas, por perseguir el delito y a los delincuentes
y la de su interlocutor grabado también. Somos los demás, los que creemos en la
soberanía del pueblo español, los que repudiamos la corrupción los primeros que
tenemos que protegernos de gente como Junqueras, los Pujoles y demás pandilla.
Pero además de este falso
escándalo la campaña nos ha deparado algunas anécdotas que bien pueden servir
para intuir por dónde van algunos personajes y lo que podría pasar si ganasen.
Anecdótico ha sido el incidente montado por VOX con la colocación de una
bandera de España en el peñón de Gibraltar y la detención de su autor, el
presidente madrileño de esa formación política. Bien es cierto que la
reivindicación de la soberanía española sobre la roca ha sido un simple reclamo
publicitario para llamar la atención sobre la existencia misma de VOX, proyecto
político frustrado por la ambición personal de su hiperlíder, Santiago Abascal,
que lo ha convertido en su modus vivendi y que ha sido incapaz de dar la cara
ante la denuncia contra su formación política por haber usado avales con la
firma falsificada de vecinos de Alicante para presentar su candidatura en
nuestra Provincia.
Y, hablando de Alicante, la
campaña ha servido para que la izquierda radical enseñe “la patita” y sepamos
los alicantinos que, si ganan, nos van a catalanizar. La coalición “A la
Valenciana” (Compromis, Izquierda Unida y Podemos), ya el nombre de la
coalición expresa el ninguneo de estos partidos hacia Alicante, se suma a las
tesis imperialistas y expansionistas de los catalanes independentistas, no
ocultan su intención de arrinconar a los hispanoparlantes ni su deseo de acabar
con la libertad educativa.
Hemos podido ver en campaña cómo
se puede evolucionar ideológicamente sin soltarse la coleta. Toda una lección
de ciencia política. El Sr. Iglesias nos ha enseñado cómo se puede pasar de bolivariano
a filodanés y de comunista a socialdemócrata y su colega Monedero como se puede
soñar con una judicatura y una policía al servicio del gobierno para detener a
cualquier que ellos consideren sospechoso de desafección a sus dictados.
Y para cerrar la campaña los
británicos también han terminado por influir en la misma. No habían terminado
de entrar en Europa y se salen. Es decir, estaban en el club pero con
condiciones de privilegio. Pues bien, que se vayan. Es verdad que nos van a
hacer bastante daño económicamente pero, al final, el lastre que venían
suponiendo para la construcción de una Europa más integrada y solidaria
desaparece y los actuales daños se repararán con mayores ventajas para el
resto. Eso sí, ya ha dicho Pablo Iglesias que si PP, PSOE y Ciudadanos le
hubiesen ayudado el Brexit no habría ganado. ¡Ahí queda eso!
En fin, que se ha acabado el
postureo electoral. Toca reflexionar, meditar y, sobre todo, votar. Que hablen
las urnas, que hablemos los ciudadanos a ver si esta vez somos capaces de
enmendar la plana a unos políticos que han demostrado su incapacidad para
escuchar y sintonizar con nuestras necesidades y con nuestros mandatos. Solo
hay una cosas segura: cuando nuestros líderes hagan sus primeras valoraciones
sobre los resultados seguro que todos han ganado.
Santiago de Munck Loyola