Para
cualquier persona decente y medianamente informada, la catarata de
declaraciones de distintos cargos del Partido Popular de la Comunidad
Valenciana sobre la corrupción, sobre la regeneración o sobre la ridícula línea
roja del Sr. Fabra son sencillamente vomitivas. Tras el varapalo sufrido por el
PPCV en las elecciones europeas, toda una pandilla de colocados, desinformados,
embusteros o hipócritas se está dedicando a realizar manifestaciones de
distinta índole, tomado de paso a los ciudadanos por idiotas, a ver si consiguen
lavar la cara de un partido que ellos mismos han ensuciado con su actitud, con su
cobardía o con su complicidad.
Hace
unos días era la Sra. Bonig la encargada de mentir a la ciudadanía. Ayer mismo,
le tocaba el turno a la portavoz del Consell y titular de Educación, Cultura y
Deporte, María José Català, quien, a propósito de las duras críticas realizadas
por empresarios alicantinos a la alcaldesa de la ciudad, Sonia Castedo, se apresuraba a señalar que el presidente de
la Generalitat, Alberto Fabra, ha aplicado la línea roja en los cargos que
dependen orgánicamente de él. Es
decir, que ha aplicado la estrambótica línea roja a los cargos que él mismo,
con el Diario Oficial en la mano, ha nombrado. Y, claro, como él no ha nombrado
a Sonia Castedo no puede hacer nada ya que su trata un cargo municipal cuya
acta de concejal le pertenece. Para remachar su engaño añadía que respecto a los
cargos que no dependen orgánicamente del jefe del Consell es una circunstancia
distinta, porque compete al ámbito del partido. Y uno se pregunta ¿acaso no es
el mismo el Jefe del Consell que el jefe del partido (el PPCV) en este caso? Y
sin pestañear terminó afirmando que “el
Ejecutivo valenciano es el más comprometido con la tolerancia cero contra la
corrupción”. Un ejecutivo que llega incluso a cargar la factura de “los
arreglos del cocido” a los contribuyentes.
Fabra
es el Presidente de la Generalidad Valenciana y simultáneamente Presidente del
PPCV al igual que el Sr. Ciscar es vicepresidente de la Generalidad y
Presidente Provincial del PP de Alicante. Así que mejor que no nos vengan con
cuentos de desdoblamientos de personalidad según el cargo de que se trate. Y la
actitud de uno y otro ante la corrupción es igual de falsa, complaciente y
tolerante. No nos engañemos. En Alicante lo han demostrado y lo siguen
demostrando con creces. Solo hay que remitirse a “la prueba del algodón” y no
la pasan ni en sueños. ¿De qué nos sirve a los alicantinos que al Sr. Fabra le
gusten o no las grabaciones entre Sonia Castedo y el Sr. Ortiz, “la polla
insaciable”, si no hace nada al respecto? Porque hacer, claro que puede hacer. ¡Ya
está bien de mentir a los alicantinos! Es cierto que no puede obligar a la Sra.
Castedo a dejar la Alcaldía o a dejar su acta. Pero el Sr. Fabra sí que puede,
en tanto que Presidente del PPCV, abrir un expediente disciplinario a la
afiliada Castedo por conductas contrarias a los Estatutos del PP, puede ordenar
a los concejales populares del consistorio alicantino que la expulsen, en
compañía del vicealcalde procesado, del Grupo Municipal Popular del
Ayuntamiento de Alicante y puede, además, destituirla como Coordinadora de los
distritos del PP en Alicante, ese cargo que los Sres Ciscar y JJ Zaplana se
inventaron para sortear la famosa línea roja del propio Fabra. Y al margen de
grabaciones tiene sobrados motivos para intervenir de forma contundente: un
gobierno municipal en Alicante bajo sospecha judicial y al servicio de un
empresario, concursos millonarios fraudulentos, pelotazos por doquier, amaños
en las contratas públicas y en el PGOU, destituciones ilegales de funcionarios,
arbitrariedades por doquier, abandono de los intereses generales, facturas de
campaña electoral pagadas con dinero negro por el Sr. Ciscar según la Guardia
Civil, financiación paralela de las sedes populares, contabilidad opaca a la
militancia, nepotismo, despilfarro,… ¿Qué más necesita?
Con
ello, sí que podría empezar a tener cierta credibilidad esa supuesta tolerancia
cero con estas conductas absolutamente deleznables. Y para reforzar su
credibilidad podría destituir o promover la destitución de los cargos orgánicos
del PP de Alicante, al Presidente Provincial, Sr. Ciscar, y al Secretario
general, Sr. Zaplana, por haber permitido y favorecido esta situación tan poco
edificante hasta el punto de haber destruido al PP de la Ciudad, para dividirlo
en distritos y poder finalmente situar en la cúspide a la alcaldesa plurimputada.
Pero
ni lo ha hecho, ni lo va a hacer. El Sr. Fabra, sin liderazgo político y sin
credibilidad ciudadana, responsable de la expulsión de los afiliados populares
que hace tiempo empezaron a denunciar la deriva pestilente de la corrupción, no
va a ser capaz de dar un golpe de timón semejante. Hay demasiado en juego y su
debilidad política no le va a permitir reflejar con hechos contundentes su presunta
apuesta por la honradez y por la ejemplaridad ante los ciudadanos. D. Alberto Fabra
se va a seguir conformando con las continuas y patéticas declaraciones de sus
voceros. Pero las palabras, sin hechos que las avalen ya no sirven. Los
ciudadanos no quieren seguir creyendo a quienes no son capaces de poner orden
en su propia casa que, cada día que pasa, huele peor.
Santiago
de Munck Loyola